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Primer Trio: El Masajista, Mi Esposa Hermosa Y Yo.

Mi esposa hermosa y yo, llevábamos ya varios meses fantaseando con la idea de hacer un trio. Teníamos muchos temores los cuales fuimos disipando a medida que leíamos relatos de guiacereza, veíamos videos porno, hablábamos con amigos y compartíamos entre nosotros charlas por WhatsApp, fotos, y personalmente cuando hacíamos el amor. Es en este último punto donde más excitación lográbamos los dos. En ocasiones la penetraba con mi “Chimbo” por su culo (ya saben que a ella les gusta llamarlos así, la excita y es sugestivo), con un arnés por su hermosa vagina y uno o dos dedos en su boca; se volvía loca de placer. Es increíble cómo se humedecía y la cantidad de líquido que emanaba de sus entrañas. Mientras esto sucedía, yo le susurraba al oído: -Amor cierra los ojos e imagínate que somos tres hombres dándote placer. 1 de ellos fuerte y duro por tu vagina, el otro rompiéndote el culo (y le daba una palmada seca en su glúteo derecho), y otro colocándote a mamar. Ella no respondía, solo hacía sus movimientos de cadera más rápidos, fuertes y profundos, mientras su respiración se agitaba. Yo tampoco podía contenerme y más rápido y más profundo, hacía mis movimientos, el del arnés, el de mi chimbo y el de mis dedos, hasta que alcanzábamos llegar al clímax, al cielo y hasta el más allá.

Cierto día, al ver que ambos lo deseábamos y lo necesitábamos, me di a la tarea de buscar al afortunado que nos acompañaría en el mayor acto de complicidad que mi esposa hermosa y yo, hayamos tenido juntos. Busque en guía, le enviaba fotos a su WhatsApp de sus cuerpos y sus penes (en ocasiones de sus rostros cuando los subían a la página) para que ella opinara y me diera el visto bueno y poder contactarlos. Opino sobre varios hombres, unos muy bajitos, otros muy altos, otros muy velludos, con otros se preguntó si sería verdad tanta belleza, otros con penes descomunales que la asustaban, otros muy pequeños, otros que según ella eran penes muy feos y no se imaginaba chupándolos. En fin, pasaron varias semanas en esas y nada que encontrábamos al afortunado. Noté que era verdad lo que muchas parejas dicen en la página, muchos ganas, pero a la hora de la verdad no salen con nada.

Cierto día en la mañana, recordé que días atrás había conseguido el número de celular de un hombre que decía ser masajista erótico. Me puse en contacto con él, compartimos un par de fotos y nos pusimos de acuerdo para entregarle en bandeja de plata a mi esposa. Las condiciones eran las siguientes: Todo estaba permitido mientras mi esposa hermosa lo quisiera, no tendríamos ningún roce homosexual o bisexual (únicamente los propios ocasionados por la faena) y por último que la trataría como a una princesa y sin lugar a discusión iniciaría con un masaje relajante y luego erótico.

Inmediatamente confirmada la cita, le dije a mi esposa hermosa que se organizara, que iríamos a un motel y que tendríamos por fin nuestro anhelado trio. En nuestro recorrido en el auto, rumbo al motel, me desabroche el pantalón y mi esposa inició a masturbarme. Yo en ocasiones le tocaba los senos por encima de su blusa y su vagina por encima del pantalón. En el recorrido le pregunté a ella si estaba segura de lo que íbamos a hacer. Ella me respondía que sí, pero yo la notaba incrédula (en otras ocasiones para aumentar la lívido, le decía que íbamos al motel a hacer el trio y solo aparecía yo. Razón por la cual deduje que pensó que igual que antes, este sería un día de esos).

Al llegar al motel le dije que se diera un baño, mientras tanto yo esperaría a nuestro masajista. Ingresó a la ducha aún incrédula. Yo saque un tarro de aceite, los condones (debía ser precavido) y una botella de ron. Salió mi esposa del baño en toalla e inmediatamente ingresé yo. Al salir mi esposa estaba recostada en la cama, en tanga y brasier, no con ganas de hacer el amor como otras veces, su mirada la delataba. Estaba con ganas de tener sexo loco y desenfrenado. Me acerqué a la cama, mi esposa hermosa se vino gateando hacía mi provocativamente, me quitó de un solo golpe la toalla que llevaba puesta y de inmediato se metió mi pene a la boca, lo saboreo a horcajadas y hasta su raíz, me invitó a acostarme e inicio una mamada espectacular. Con su lengua me levantaba los testículos para después tragárselos. Luego con la punta de la lengua arrancaba desde la raíz de su “chimbo” hasta la cabeza del mismo, para después engullirse con su golosina. En medio de ese éxtasis mandé mi mano a su vagina y la encontré mojadísima. Mi esposa hermosa me dijo:

- Amor metémelo ya que no me aguanto. Respondí:

-Aún no es el momento, debemos esperar a nuestro invitado. Y pasé a servirme un trago de ron. Le ofrecí pero dijo que no quería beber esa noche. Me pregunta de nuevo

-Es en serio mi amor qué invitaste a alguien? Le respondí:

-Si mi amor. Hoy, por fin, será nuestra gran noche.

En ese momento me sonó el celular, era él que había llegado y me preguntaba los datos para ingresar. Le dije a mi esposa:

-Es en serio y está esperando en la puerta. Dime si lo hacemos pasar o no. La decisión la tomas tú. (En este momento se dio cuenta que todo era cierto, y que esta ida al motel no era como las citas de las otras oportunidades, esta vez sí llegaría esa tercera persona con la que tanto soñábamos). Ella me dice:

-Pues ya estamos acá los dos, el invitado también, déjalo pasar.

Salí a la puerta y hable con él. Le recordé los requisitos del encuentro por parte mía y el me recordó los de él. Al estar de acuerdo de nuevo con todo, ingresamos a la habitación. Mi esposa ya no estaba en ropa interior, se había puesto su pijama. Se lo presenté a mi esposa y lo invité a un trago de ron. Hablamos un poco de banalidades y entró a ducharse. Salió en toalla del baño, luego nos sentamos los tres, mi esposa y yo en la cama y él en una silla. Era un hombre muy respetuoso y calmado. Nos dijo que iniciaría con un masaje desestresante por todo el cuerpo, luego pasaría al masaje erótico y por último se desencadenaría la lujuria y la perversión.

Ya para ese entonces yo me sentía muy tranquilo (en mis pensamientos pensaba que estaría celoso, que me arrepentiría de hacerlo, que no permitiría que otro hombre tocará a mi esposa hermosa. Pero no, ahí estaba yo, entregando a mi esposa hermosa a otro hombre, a un desconocido. Toda la moral había desaparecido y solo pensaba en que mi esposa, por primera vez, estuviera con otro hombre y disfrutara el sentir otras manos, otra boca, otro pene). Me había tomado tan solo un trago de ron y estaba preparado para lo que se venía.

Nuestro invitado le dijo a mi esposa hermosa, que se quitará la pijama que iniciaría el masaje. El cortésmente se fue al baño, mi esposa (pensé que por ser la primera vez iba a arrepentirse o tendría dudas, o tendría que consolarla y animarla a hacerlo), se quitó su pijama sin objeción alguna, quedando en su tanga y su brasier. Le ofrecí un trago de ron y no quiso, manifestó de nuevo no querer beber. Yo si me tomé otro trago, mientras veía que complacientemente y sin duda alguna, mi esposa hermosa se acostaba boca abajo a esperar el regalo que su amado esposo le obsequiaba.

Sale nuestro invitado del baño, con una señal de su rostro me pide autorización para iniciar. Igualmente le respondo con una mirada, que es toda suya. Habla por fin y dice:

-Bueno iniciemos.

Se monta a la cama, se arrodilla (poniendo sus pies al lado y lado de mi esposa hermosa, a la altura de su espalda) e inicia con su masaje. Mi esposa sigue relajada como si lo hubiese hecho muchas veces (pues, dejarse tocar por otro hombre, sabiendo el final que le espera). Nuestro invitado le dice a mi esposa hermosa que es mejor desabrocharle el brasier para que el aceite no lo dañe y para hacerle el trabajo a él más fácil. Él mismo lo desabrocha, dejando que las puntas de este caigan sobre la cama, mi esposa sigue como si nada y yo al ver esto siento un corrientazo, una erección muy grande y potente debajo la toalla.

Empieza a masajear su espalda suavemente, sube a su cuello, baja hasta el inicio de sus caderas y repite la acción varias veces. Luego baja a la planta de sus pies, sus dedos, y sube por sus piernas hasta masajear en círculos sus protuberantes caderas. De nuevo un corrientazo me invade. Durante todo este tiempo veía como mi esposa disfrutaba, como a ratos soltaba unos pequeños gemidos, que no sé si eran de dolor (por el stress) o de placer, y tomaba algunas fotos (que accidentalmente borré). Mi esposa hermosa me llama a su lado, me quita la toalla y empieza a tocar su “chimbo” por encima del bóxer, mientras nuestro invitado solo mira y sigue en su trabajo. Mi esposa hermosa trata de meter su mano por entre mis bóxer, pero no me dejo, estamos en el momento del masaje relajante, no del erótico, en un de esos movimientos, mientras masajea la espalda de mi mujer, veo que nuestro invitado no trae bóxer, logró ver su pene como se recuesta a las nalgas de mi esposa, supongo obviamente que ella lo siente, pero no manifiesta inconformidad (aquí tengo mi tercer corrientazo).

Luego pasamos al masaje erótico, veo como el suspira y larga su aliento en la espalda de mi esposa, en su cuello, en sus orejas, al tiempo que se deja caer boca abajo, sobre el cuerpo de mi esposa que también se encuentra en esa posición. Inicio a ver a mi esposa hermosa más agitada. Me hala de los bóxer con decisión y me lleva hacia ella. Me los baja a la rodilla y se introduce sin pudor alguno su “chimbo” a la boca. Mientras tanto el invitado besa todo su cuerpo, desde el cuello hasta sus pies.

Mi esposa hermosa, aún boca abajo, se apoya en sus codos y se levanta un poco para chupármelo en mejor ángulo. Es cuando veo que nuestro invitado trata de meterse por debajo para chuparle los senos. Ella lo evade. Le hago señas a nuestro invitado que con sus manos agarre sus senos y solo por un instante logra hacerlo, de nuevo ella lo evita.

Mi esposa sigue deleitándose con su “chimbo” en la boca, mientras el invitado baja por su espalda a su cadera utilizando los labios. Trata de ingresar con sus manos por su vientre, para llegar a su vagina, pero mi esposa hermosa se retuerce y de un golpe se sienta en la cama sin dejarse sacar su “chimbo de la boca”.

Yo, que para ese momento me encontraba aún de pie sobre el suelo, al final de la cama, decido subirme a la misma e irme al otro extremo recostándome contra la pared. Hasta allá llega mi esposa hermosa, se arrodilla y se engulle su manjar. Está desesperada por chupar y chupar. El invitado, ya temeroso por las reacciones de mi esposa hermosa, le llega por la espalda y solo la toca con las manos, mientras la observa como me lo chupa hasta el fondo. Luego le besa el cuello, la espalda y veo como manda su mano por entre las piernas para penetrarla con sus dedos (la verdad no sé si lo logró). Mi esposa se levanta y con vos de desespero, pero de niña mimada me dice:

-Amor, ya no más, me voy a venir, metémelo ya.

Es el momento que se pone de pie, frente a mí, agarra su “Chimbo” con la mano y lo introduce sin dudarlo en su vagina, que se encuentra extremadamente mojada, babosa, lisa, lubricada. En ese momento la penetro por primera vez en la noche. El invitado se pone de pie también (para ese entonces noto que aún tenía puesta la toalla) le besa el cuello y veo que se pierde por su espalda hacia abajo. En tantos movimientos sentí sus manos que le tocaban el culo a mi esposa (posteriormente me contó ella que de un solo golpe, le metió el dedo en el culo, pero que ella de inmediato se lo saco).

Mi esposa, que se penetraba felizmente, cara a cara conmigo, sin saber por qué, cambia bruscamente de posición (sin saberlo en ese momento, ya luego supe el por qué). Se pone de espaldas a mí, me pone su culote en su “chimbo”, manda su mano derecha hacia atrás, me lo agarra y lo guía hacia su vagina. Movimientos circulares van y vienen (es delicioso ver como mi esposa mueve ese culote y disfruta), movimientos horizontales fuertes: Estamos fuera de este mundo y solo dimos rienda suelta a nuestra perversión. Salgo del trance en el que estaba y me acuerdo del invitado. Miro a ver qué hace y me encuentro con que está arrodillado temeroso, al frente de la vagina de mi esposa hermosa. Solo le toca tímidamente las piernas con sus manos. Yo aprovecho y cojo a mi esposa de la rodilla derecha con mis manos, sin dejarla de penetrar, se la pongo en el hombro izquierdo a nuestro invitado e inmediatamente se deja caer con toda su cara a saborear ese manjar. Veo como pone sus manos en la pelvis para tratar de abrir esos labios y disfrutar de ese clítoris (mi esposa hermosa después me contó que se sentía diferente, que era otra técnica. Que él le besaba la vagina, los labios, el clítoris, se los tragaba y luego los iba sacando a presión estirándolos a más no poder. A mí, por el contrario, me gusta más utilizar la lengua.). Mi esposa hermosa le permitió saborear por varios segundos, de ese manjar que solo había probado yo. Ella también salió de su letargo, del trance y lo retiró de su vagina. En ese instante noté, que por estar de morboso y voyeur, había dejado de penetrarla y mi pene estaba a fuera de su lubricada vagina. Me pidió a gritos que la penetrara de nuevo. La puse en cuatro, como la perra que es y que me gusta que sea, y la penetre sin compasión. El invitado inmediatamente se intentó meter entre sus manos y piernas para un 69, pero no lo logró. Continué dándole duro y rápido, en cuatro y en uno de esos movimientos sentí que mando su mano a la vagina de mi esposa y me tocó mi pene y mis testículos (primera vez que otro hombre me toca). Fue excitante, pero solo fue coincidencia. No fue un acto voluntario de ninguna de las partes. Mi esposa le quita la mano y él se hace delante de ella, acostado boca arriba y por fin, luego de tanto ajetreo, decide quitarse la toalla. Mi esposa hermosa ni se inmutaba. Ella solo vivía, gemía, gritaba por su esposo. En ese momento le cogí la mano y se la guíe al pene del invitado. Vi cómo por primera vez mi esposa tocaba otro hombre y como también por primera vez éramos cómplices de una aventura que, estoy seguro, jamás se contará. Será nuestro lindo y lujurioso secreto. Vi cómo le “amaso” los testículos por unos cortos segundos, para luego soltarlos y agarrarle su pene y pajearlo (mi esposa hermosa me contó luego que “estaba ese pene muy caliente y muy flácido, pero con un par de pajazos que le dí, lo logré revivir). No fue mucho el tiempo que duró tocando al invitado, para luego ser reacia de nuevo con él. Entendí que solo quería a su esposo, disfrutar a su esposo, sentir a su esposo, mientras otro simplemente veía. No estaba convencida de estar con otro hombre y se lo respeté. Pero lo que no perdonaría era el orgasmo que tenía ya, en la punta del pene. Esa escena anterior me llenó de morbo y fue casi imposible contener mi orgasmo. Continué en cuclillas, dándole en cuatro hasta más no poder. La castigué un par de veces, con unas nalgadas, por puta y me vine a borbotones, como nunca y como siempre lo había deseado.

Quedé sin aliento, esperando que mi pene se ahogara en su vagina, que se había convertido en un mar de fluidos, los suyos y los míos. Mientras mi pene se ponía flácido dentro de la vagina de mi esposa, yo recostado a la parte superior de la cama, masajeaba las nalgas de mi esposa y me sentía realizado. Recuperábamos la respiración y salíamos del éxtasis del momento.

El invitado, cortésmente, entendió que era un momento íntimo y se fue a duchar.

Mi esposa hermosa no pronunciaba palabra. Nos arrunchamos en la cama y nos tapamos con la sábana. Salió el invitado del baño ya vestido, lo despedí de mano mientras que mi esposa le dijo:

-Chao, que estés bien.

Cerré la puerta y ya mi pene estaba erecto de nuevo. Ya sin testigos, de nuevo mi esposa y yo, como lo mandan los cánones religiosos, en el misionero, rematamos de nuevo esa bella pero inconclusa jornada.

No logramos penetración sencilla, ni doble; Sexo oral de ella para él o para él y su esposo al mismo tiempo. Yo me la imaginaba así disfrutando, pero no me importó. Al fin y al cabo es ella la que se perdió la oportunidad, se le dio su regalo y no lo aprovechó.

Siento que amo a mi esposa más que nunca y que la amaré por siempre, como se lo he jurado tantas veces. Ya somos más que esposos, trascendimos las impuestas reglas de la moral, y por primera vez, aunque encerrados en cuatro paredes, fuimos libres de las ataduras moralistas del mundo.

Ahora mi esposa me dice que es mi turno, un trio con una mujer. Dice que no sabe si me dejará penetrarla (igual ella es la que manda y se hace lo que diga), pero pienso yo que es más otra vez el turno de ella. Yo le pregunto:

-MI amor, y usted si es capaz de chuparle las tetas y la vagina a otra mujer? Me responde textualmente:

-"Yo creo… Estoy casi segura que sí. Pasaremos bien bueno los dos de nuevo".

ellayel

Somos pareja swinger

visitas: 7418
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2015-09-18 12:32:01
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1 Comentario

Deliciosa experiencia . Excelente relato.. Un abrazo 

2015-09-20 11:54:37