Como narro en otros de mis relatos, desde muy joven (1... años) estuve involucrada sexualmente con dos primos mayores. Desde que mi actual esposo era mi novio le conté todo lo que pasó: cómo empezaron y qué me hicieron por casi tres años, a él lo excitan mucho estos episodios… cómo mis primos y yo teníamos largas sesiones de sexo oral (me hacían turnarme sus vergas), cómo me llenaban de semen por TODO lado, las dobles penetraciones a las que era sometida, las múltiples poses que probé con ellos y las incontables veces que me cogieron en cualquier parte de la casa de mis tíos.

Muchas veces, antes de tener sexo con mi esposo a él le gusta oír una historia con mis primos, las cosas vulgares que me decían. En su cumpleaños 32 llevó dos amigos a la casa, para celebrar, me había comprado un vestido verde ceñido con adornos plateados en forma de tallos espinosos. Empezamos bebiendo cerveza y terminamos con whisky, poco más de dos horas después estábamos bastante entonados y mi marido les dijo: “la verdad es que quiero que se coman a mi mujer entre los dos al tiempo, yo sólo los miro y les digo qué hacer”, a los tipos pareció pasárseles la borrachera, se miraron y uno de ellos me dijo: “si ella quiere de una”. Mi esposo me dijo: “haber mami, lo que hablamos”, el vestido no me llegaba a las rodillas, era muy corto, tomé el borde de la falda y lo subí lentamente de modo que mi generoso culo quedara destapado, sólo cubierto por unas tangas y di la vuelta para que ellos pudieran verlo a plenitud; “¿Qué les parece el culo de mi mujer, qué les provoca hacer con él?”, “darle dedo y verga”, dijo uno de ellos. Mi marido me bajó la tanga de un solo jalón y me sentó en el sofá, en medio de ellos, nos sirvió un gran trago de whisky a cada uno, “haber fondo blanco y a culiar rico”, les dijo.

Tomé la mano del que estaba a mi izquierda, me metí dos dedos a la boca, los llené de abundante saliva y los llevé a mi vulva, “¡uy!”, dijo, “tiene una chocha grandísima”, “es por el uso, dele dedo”, decía mi esposo. Me incline sobre el otro, bajé su pantalón y comencé a comer verga, la tenía durísima y suave a la vez, la metía en mi boca lo más que podía y restregaba su glande contra mi paladar, me esforcé por meterla lo más posible en mi boca, se la mamaba como desesperada, “rico mami, coma verga”, me decía me marido. “Ahora dele dedito en el culo, métale dos de una vez… a ella de encanta por ahí, lo hace desde pequeña con los primos, está más que acostumbrada”, les dijo mi marido; “¡¿uy, de verdad… que rico?!”, “Claro, ¿cierto mami que tú culiabas rico desde pequeña con dos primos a la vez?”, “si, me hacían de todo y yo a ellos”, les contesté; “lo que más les gustaba era la doble penetración ¿cierto mamita?”, continúo mi marido, “si, era lo mejor… varias veces por semana… a veces por día”.

“Haber chicos, háganle una doble penetración, pero ella les va a decir ‘primitos’, los va a llamar Alonso y Miguel; yo quiero ver cómo culiaba con ese par de violadores”, me senté sobre Alonso, quien tenía la verga bañada en mi saliva, la metí despacio en mi vagina, fue una sensación deli, “haber Migue… por el culo sé que te fascina”, le dije. Su dura verga penetró mi culito, mientras Alonso se movía dentro de mí, “¡Uy, que rico primitos, cómo en los viejos tiempos, duro los dos!”, tuve que gritar; así estuvimos un rato, luego, con una mano saqué a Miguel de mi culo y le indiqué que se sentara en el sofá y me pasé sobre él, “haber Alonso te toca culito”, dije. “¿Qué Miguel, qué tal ese culo, sigue apretadito?, yo lo he penetrado bastante en estos años”, dijo mi marido que estaba ebrio y se masturbaba, “haber Alonso, a darle verga a ese culo, como tantas veces lo hacías a escondidas y a punta de engaños, ahora tienes permiso, duro con ese culo”. “¡Uy primitos que rico, cómo se les han puesto esas vergas de sabrosas!”, les dije cuando otra vez ambos estuvieron moviéndose dentro de mí. Después de otro rato los senté en el sofá y me arrodillé para hacerlos terminar con la boca, “¿se acuerdan de que así empezó todo, poniéndome a mamar, cómo me decían que todo era un juego? ¡Qué rico par de vergas, ¿a ver cuanta leche me han guardado?!”. Entonces me puse como loca a mamar sus vergas por turnos hasta sentir la tibieza y espesura de su semen en mi garganta, me tragué lo de uno y seguí con el otro.

“Gracias primitos, fue deli ser penetrada otra vez por ese par de vergas al tiempo, no han perdido el ritmo ni el morbo”, “tu culo está más rico que nunca”, me dijo Alonso; “te volviste una mamadora experta”, continúo Miguel; “es que aprendí con los mejores”. “Haber mami, vaya para arriba que yo despido a los primos y ya te alcanzo para castigarte por ser tan puta desde pequeña”.

Me quedé dormida en nuestro cuarto, me despertó la verga de mi marido que se movía con desespero dentro de mi chocha… pero eso lo dejo para otro relato.        

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