La fría mañana bogotana empezó para mí a las 6, hora en la cual me levanté y preparé mi ropa interior color blanco, es decir cachetero de encaje y brasier, además de mi ropa exterior. Decidí colocarme para la cita número 15 una blusa verde, un pantalón azul oscuro, chaqueta negra y tacones. La blusa escotada, dejaba ver un poco mis pequeños senos, así que estaba muy sexy para el nuevo encuentro con mi cómplice quien me escribe permanentemente, me recoge en aquel mismo lugar y me saluda con el beso apasionado y caliente que me transforma en su arrecha sumisa.

Decidí tomar un bus tradicional y sentarme en las últimas sillas. Todo era para mí normal hasta que subió un tipo acuerpado, blanco, de cabello corto y aproximadamente 175 de estatura,  el cual decidió, habiendo más sillas desocupadas, sentarse a mi lado. Estaba literalmente aprisionada puesto que al otro lado de mi asiento iba un pasajero, por lo tanto no podía moverme sino solo esperar llegar pronto al lugar de la cita para lograr "liberar" mi cuerpo de la incómoda sensación de sentirme apretada.

El tipo, arrimó con vehemencia su brazo en mi chaqueta, por lo cual quedaba su extremidad sobre mi teta. Yo me sentía cada vez mas paralizada, y es cuando él inicia restregando todo su brazo una y otra vez. La verdad nunca había vivido una experiencia así, y quizá el destino me estaba predisponiendo al calor del deseo y la lujuria. Precisamente, minutos después recibí la llamada de mi amante quien me comentó que estaba listo para dirigirse al sitio de nuestro encuentro.

Con el tipo del bus no pasó algo más ni intercambiamos teléfonos, solo quedó la experiencia en mis recuerdos de mujer. Me bajé y caminé hacia el punto pactado, ahí estaba mi amo: esperándome en su carro con la sonrisa y la mirada pícara que lo caracteriza. Nos besamos fogosamente mientras sus grandes manos acariciaban mi cola por encima de la ropa. Yo también usé mis manos para tocar su espalda, sus muslos y su verga.

Salimos hacia el centro de la ciudad en búsqueda de un consolador que deseaba obsequiarme. Así fue, llegamos a una tienda erótica y me permitió, como el caballero que es, escoger el juguete que más me gustara. Seleccioné uno color rosa de unos 15 cms., y con adición para la estimulación plena del clítoris. Le di las gracias, me tomó de la mano y nos dirigimos hacia el motel y de paso a comprar las pilas del juguete. Ya en la residencia, mamé su verga con todo el deseo guardado durante las horas de trayecto en el vehículo.

Chupé mucho su verga y él me desnudó con pasión mientras besaba mis labios carnosos y manoseaba mi cuka. Me puso boca arriba sobre la cama, abrió mis piernas y consintió un buen rato mi ano y clítoris con su lengua, ummmmmm me hizo suspirar. Luego, ya empapada, embistió mi hueco vaginal con ganas. Me hizo gemir fuerte. Acto seguido prendió el juguete y me clavó. Sentía yo una deliciosa vibración muy dentro de mis entrañas. Valga aclarar que nunca había sido penetrada con un dildo, así que fue también una nueva sensación para mi cuerpo.

El juguete no solo pasó por mi cuka sino también por mi culo, gocé demasiado. Por momentos metía su verga en mi cuka y estando él acostado de frente, me permitió montarme para saltar a mi antojo además para moverme al ritmo de mi propia pasión. Fueron sin duda minutos intensos de sexo salvaje, de miradas lascivas, de quejidos, de besos sensuales, de caricias y de un delicioso e inolvidable clímax.