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Trabajo En Grupo

Habían pasado tres meses desde que dejé de vivir con mis primos y extrañaba mucho las tardes que pasábamos juntos los tres. Recién había empezado noveno grado y Daisy, mi mejor amiga desde 7°, sabía todo lo que había pasado entre ellos y yo, constantemente me preguntaba por qué no le contaba a mis papás: “no tiene caso”, decía yo, “mi papá se la pasa viajando y me da mucha pena con mi mamá, además la pasamos muy rico… a mí me gustaba todo lo que hacíamos; es más: me hace falta”. Ella reaccionó muy alarmada, “te hace falta que te hagan de todo con sus penes y te digan groserías”, me dijo, “no te imaginas lo delicioso que es, a todas las mujeres nos gusta sólo que a la mayoría les da pena admitirlo”, contesté.

Finalizando el segundo periodo el profe de español nos dejó una exposición en grupo sobre el Mio Cid, busqué a dos chicos que desde el inicio del año siempre me llamaron la atención, ellos aceptaron de una: “mañana sábado en mi casa”, les dije; como mi mamá trabajaba y mi papá estaba, como siempre de viaje, se me hizo perfecto. “Pero ¿vamos a hacer la cartelera?”, preguntó Daisy, “Claro, si nos queda tiempo”; “oye, no ¿qué vas a hacer? Yo no voy mañana”, “Tú siempre me has preguntado por lo que hacía con mis primos, sé que te gustan los detalles; no me vengas ahora con que no te da curiosidad mirar, saber cómo se hace. Te espero mañana, allá tú si me dejas sola”.

El sábado Ángelo y Camilo llegaron después de medio día, muy juiciosos con una cartulina blanca y muchos marcadores. “Vamos a mi habitación, Daisy está allá”. Cuando entramos ella se puso muy roja, “bueno chicos, pongámonos a trabajar, yo ya leí casi medio libro, de ahí sacamos lo que vamos a escribir en la cartelera ¿quién hace los dibujos? Es algo parecido al Quijote, con caballo y todo”.

Unos quince minutos después el dibujo ya iba algo avanzado. Era el momento de preguntar: “chicos ¿ustedes son vírgenes, han tenido sexo con alguna niña?”, ellos se quedaron callados, era obvio que no; Daisy se puso rojísima una vez más. “¿NO? Es decir que nunca han tocado de esto”. Yo tenía una falda corta de pana y no estaba usando ropa interior, así que me levanté la falda y les mostré mi kukita bien depilada; Daisy se quedó mirándolos para ver qué cara ponían, ellos se ruborizaron pero no dejaron de mirarme la chochita. Retiré la cartulina del tapete y me acerqué a Ángelo lo tomé del mentón y le abrí la boca, le metí la lengua de una vez, mientras estaba en esto cogí la mano de Camilo la puse en mi húmeda vulva y la empecé a mover para que él viera cómo se hacía. Daisy no se movía, tampoco dejaba de mirar.

Toqué las vergas de ambos sobre sus jeans y los recuerdos de mis primos me enloquecieron, con cada mano les desabotoné los pantalones, “a ver, quítense eso rápido, y tú te quedas ahí”, le dije a Daisy; ambos se bajaron los jeans pero se dejaron los pantaloncillos, “¡Ay niños, así no se puede!”, les bajé los pantaloncillos con fuerza y sus vergas, muy erectas, saltaron como resortes. Los senté sobre mi cama, les abrí las piernas y comencé a mamar sus vergas tal como hacía con mis primitos; traté de ser equitativa y contaba diez cabezazos por cada uno, se vinieron muy rápido, era muy claro que nadie les había hecho esto. Cuando el primero se vino en mi boca (sabor y sensación muy familiar para mí) le mostré a Daisy el semen en mi boca y cómo me lo pasaba, lo mismo hice con el otro.

Después puse a Camilo acostado sobre el tapete, le escupí la verga y luego me humedecí la vagina, me subí sobre él y me penetró, al pobre se le descompuso la cara de placer, “¿rico cierto?”, le pregunté. Después puse a Ángelo frente a mí y seguí chupando su pene; los pobres estaban como locos. “¿Qué tal Daisyta, no te gustaría probar?”, ella simplemente negó con la cabeza, pero no se movió ni dejó de mirar.

“Chicos”, les dije, “ahora mi favorito”, subámonos a la cama. Esta vez puse a Ángelo debajo, “a ver Camilito vas a meter ese pipí tan rico en mi culito, mételo de una, no hagas esa carita que yo sé que quieres”, entonces se puso detrás de mí y me penetró; los dos estaban dentro de mí, moviéndose con el poco ritmo que les otorgaba su falta de experiencia, pero igual lo hacían muy rico.  Se vinieron muy rápido nuevamente, los hice cambiar de posición y hacerme otra doble penetración. Gemían como locos, Daisy se tocaba con fuerza sobre el pantalón; en ese momento sonó el teléfono, era mi mamá “hola mija ¿qué hace, juiciosa?”, en ese momento les hice la seña de silencio con el dedo en los labios, “si señora, haciendo tareas”, ambos estaban dentro de mí mientras hablaba con mi mamá, eso me excitó mucho más, “a bueno, entonces nos vemos en un rato”, “bueno si señora”, traté de mantener la voz los más serena posible y colgué la bocina; “¿Qué pasó chicos, por qué se asustan? Síganse moviendo que lo estaban haciendo mejor esta vez”.   

En esto se nos fueron casi dos horas, no hicimos la cartelera y los cuatro perdimos español, pero es deli saber que esos tres siempre se acordarán de mí. Ellos por haber perdido la virginidad en una experiencia grupal tan jóvenes y Daisy por haber visto una escena de sexo en trío en vivo. Después de eso casi no volví a hablar con los dos chicos, apenas los saludaba. Aún tengo a Daisy en el Face y me pregunta que si sigo igual de loca, “no, un poco más y más putica”, le contesto.

Si les gustó, los invito a leer mis otros relatos y comentar mis fotos del perfil. Gracias

lovecraft6669

Somos pareja swinger

visitas: 231
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2015-12-12 18:33:01
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1 Comentario

Delicioso!

Como siempre mostrandonos lo putica q has sido

que delicia ser Calentado por ti.

sigue con esos relatos que son lo mejor!

2015-12-12 18:49:20

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