Guía Cereza
Publicado hace 9 años Categoría: Sadomasoquismo 2K Vistas
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Eran las cinco de la tarde y las  últimas luces del día daban un aspecto sombrío a los pasillos del cementerio. Había ido a visitar la tumba de mi padre y estaba ensimismado recordando lo que fue mi progenitor para mí. De pronto una voz cálida de mujer se dirigió preguntándome si le podía hacer un favor. Le contesté que si ese favor estaba a mi alcance lo haría con gusto, me pidió que le ayudara a trastear una escalera para colocar unas flores en la tumba de su madre. Así lo hice y cuando le pregunté si le ayudaba a colocar el ramo de rosas en la lápida que estaba en el último nivel me respondió negativamente aduciendo que lo quería hacer personalmente pero me agradecería si sujetaba la escalera pues  podría resbalar. La miré cuidadosamente, llevaba una vestido negro cuya parte superior se ajustaba a su talle y una falda rotonda , medias veladas oscuras, un sombrero negro del cual se desprendía un velo negro  el cual impedía ver sus facciones en forma nítida, sin embargo por su figura y tono de voz se adivinaba una mujer madura entre 40 y 50 años. Ella rápidamente empezó a subir la escalera, cuando iba en la cuarta grada miré hacia arriba y ví sus piernas torneadas, eran muy bonitas y al tratar de colocar el ramo  en el florero de la tumba tuvo que agacharse dejándome ver sus panties negros, aunque se dió cuenta omitió la situación y bajó rápidamente. Como ya estaba oscureciendo me pidió un segundo favor y era que la acompañara hasta donde tenía parqueado el carro pues tenía miedo de un atraco. Así lo hice y aprovechando el tramo que caminamos me preguntó a que me dedicaba, le contesté que era decorador de interiores a lo cual ella me pidió el teléfono para cotizar un trabajo, brevemente me explicó que su marido había fallecido recientemente y ella estaba tratando de decorar la casa para  evitar que los recuerdos la sumieran en la nostalgia.

El jueves en la noche me llamó por teléfono para ponerme una cita el viernes en las horas de la tarde, le dije que no había problema y allí estaría a esa hora, me dió la dirección que anoté en mi agenda y al otro día muy a la hora exacta  estaba en su casa. Era una mansión muy bonita , rodeada de jardines y con una arquitectura sobria. Me recibió personalmente y quedé impactado de su belleza. Ahora no tenía el velo y pude fijarme en sus ojos verdes que contrastaban con una cara morena, una boca sensual y un cuerpo que todavía conservaba su esbeltez. Al sonreír  su dentadura blanca ayudaba a darle un aspecto maduro pero muy interesante. Lucía un vestido largo pegado a su cuerpo que resaltaba su figura y sus curvas insinuantes. Sus senos eran pequeños pero muy redondos y sus pezones un poco erectos me decían que no llevaba brasier. A decir verdad era una mujer muy guapa. Después del recorrido nos sentamos en la sala y me ofreció algo de beber, sirvió dos copas de vino y procedimos a degustarlo mientras coordinábamos lo del precio y aspectos generales del arreglo, estaba tan delicioso que pronto el vino se acabó y ella se paró a servir otra copa, mientras caminaba no dejaba de admirar su culo tan hermoso, en ese momento algo se le resbaló de las manos y cuando se agachó a recogerlo pude contemplar a través de la delgada seda de su vestido un par de hermosas nalgas y una diminuta tanga que casi no podía contener su voluminoso  culo. Definitivamente  cada instante que pasaba me impactaba más  esa mujer. Nuevamente brindamos por la culminación del negocio, sin embargo a pesar de ser un buen bebedor a la segunda copa sentí que el mundo me daba vueltas, traté de fijar mi mirada en la anfitriona y vi un rostro distorsionado  luego caí en un sopor y perdí el sentido.

Serían las diez de la noche cuando desperté con un dolor de cabeza tremendo, fui a sobarme las sienes para disipar el dolor pero no pude, estaba completamente desnudo y  amarrado a una gran cama de pies y de manos, traté de zafarme pero entre más fuerza hacía más se apretaban los cordeles. Traté de concentrarme y recordé los últimos acontecimientos, caí en cuenta que esa hermosa dama me había drogado, de pronto sentí  pasos que se dirigían a la alcoba, me hice el dormido para ver qué pasaba. Ella entró en el cuarto, estaba vestida con una larga túnica blanca transparente, debajo de la túnica no llevaba absolutamente nada, iba desnuda y el triángulo oscuro de su región púbica contrastaba con el color blanco de la túnica. Sus bellos senos se veían redondos, blancos y adornados con dos pezones de un rojo carmesí. Miró hacia donde yo estaba y creyéndome dormido fue a un closet  sacó una maleta pequeña que situó en una mesa, luego trajo un pebetero y se dispuso a quemar unas barritas de incienso. Parecía una diosa pagana frente a un altar lista para hacer un sacrificio. Luego encendió tres veladoras que dispuso en forma de triángulo y entró en una especie de trance. Estaba asustado pues no sabía a que estaba expuesto y sobre todo porque estaba completamente maniatado y fuera de eso desnudo. Después de unos minuto despertó del trance y se acercó a mi , posó sus labios en mi boca y me dio un beso muy suave, siguió besándome en la cara y luego en el cuello, yo empecé a reaccionar , su cuerpo exhalaba una aroma afrodisiaca que pronto fue excitándome. De pronto se quitó su túnica dejando al aire sus preciosas tetas que muy pronto quedaron suspendidas muy cerca de mi boca. Sus pezones grandes, hermosos y rosados estaban a escasos centímetros de mi boca, traté de alcanzarlo con mi boca pero fue imposible, ella solo sonrió y su boca continuó bajando hacia mi bajo vientre. Derramó un poco de vino sobre mis tetillas y en mi ombligo. Empezó a lamer suavemente el vino creando con el  roce de su lengua una caricia excitante, sin querer mi pene fue respondiendo a semejantes estímulos y pronto una gran erección lo dejó completamente parado a disposición de la bella mujer. Con ese panorama la dama subió a la cama se agachó y  con un movimiento de reverencia hincada sobre sus rodillas se agachó y con sus dos manos cogió mi verga y se la llevó a la boca, sus labios empezaron a acariciar mi glande que de la excitación estaba brillante y rosado. Pero sus caricias eran milimétricamente medidas, fríamente calculadas lo cual me exasperaba, quería que se metiera toda mi verga  y que la aprisionara en la boca, que empezara a chuparla con pasión, que acariciara el cuerpo de ese cilindro de carne que estaba completamente rígido y ávido de caricias ,pero ella acercaba su boca y enseguida la retiraba. Luego se paró en la cama a la altura de mis hombros y frente a mí se acuclilló quedando su vagina exactamente frente a mi cara, al abrirse de piernas esa cosota se desplegó en todo su esplendor, sus labios se veían rosados y su clítoris se destacaba airoso en la parte superior de su vagina, era grande, brillante y de un color rojizo, estaba completamente erecto, con sus dedos empezó a masturbarse, deslizando sus dedos  a través de su rajita de abajo hacia arriba terminando su recorrido en su clítoris, allí se demoraba un poco acariciándolo en movimientos circulares .No podía entender esto pero esa masturbada empezó a surtir su efecto en la bella dama   y sus efluvios vaginales empezaron a  caer gota a gota sobre mi boca. Sus dedos empezaron a agilizar sus movimientos y la cantidad de jugos lubricantes de su vagina emitían un  sonido característico cada vez que sus dedos ingresaban a esa gruta sexual, ese goteo de lujuria y pasión seguía destilando sobre mi boca, tenía un sabor ligeramente salino, un poquito viscoso pero aún así lo disfrutaba. La mujer cada vez estaba más excitada, sus gestos eran cada vez más impactantes y de pronto de su vagina salió un chorrito contenido  de orines que justo cayó en mi boca, tenía un sabor ligeramente ácido una temperatura cálida ,  ella al darse cuenta se bajó de la cama, fué al baño y terminó su necesidad fisiológica. Pero esa porción de lluvia dorada y la presencia de esa vagina tan cerca  y tan lejos al mismo tiempo me hacía sufrir más de la cuenta. Volvió a tomar mi verga y otra pequeña succión me hizo correr un escalofrío por mi cuerpo. Fue a la mesa y tomando una veladora se acercó y en un acto frio y premeditado volteó lentamente la veladora  dejando caer unas gotas de cera en mis tetillas, el contacto  de la cera caliente con mi piel me quemó pero al mismo tiempo me estímulo y esa lujuria acumulada que tenía con las caricias anteriores  se desvaneció inmediatamente. Luego dejó caer otras gotas de cera caliente en mi estómago, y por último una sobre mi glande que me hizo dar un grito de dolor. Toda  la excitación se fue al diablo, pasé del placer al dolor de un momento a otro. Volvió a la mesa y sacó de la pequeña maleta  un consolador de látex de aproximadamente 15 centímetro que ungió con una mezcla de aceites y yerbas, extendió  ese lubricante por todo el cuerpo de ese falo, lo embadurnó bien  y empezó a tratar de introducirlo por mi culo. Era muy doloroso pero ella lejos de importarle ese detalle parecía que le complacía en extremo. Después de varios intentos y de haber lubricado mi ano con el mismo aceite me metió su dedo índice muy despacio, mi esfínter anal con la lubricación perdió resistencia y el índice entró por mi recto. No sentí casi dolor pero muy pronto fueron dos dedos los que entraron por mi culo. Vencida la resistencias inicial ahora si el pene de látex  se metió en mi adolorido ano casi  hasta la mitad pero  de un momento a otro lo sacó rápidamente causándome un dolor mucho más intenso que cuando lo metió. Lubricó nuevamente  el pene de látex y esta vez con más impulso lo volvió a meter. Sentí un ardor muy verraco, parecía que mi culo se partía en dos pero ella como siempre inmutable no movía ni un musculo. Cuando lo sacó sentí un alivio muy grande. Creí que ahí paraban mis suplicios pero con sorpresa ella cogió un pequeño látigo y empezó a azotarme en mis piernas. Yo no podía protegerme y la pequeña fusta empezó a dejar laceraciones en mi piel, cada golpe que ella propinaba a mi cuerpo parecía darle un placer sexual, sus dedos de la mano izquierda empezaron a masturbarse con una rapidez poco acostumbrada mientras su derecha seguía azotando lenta pero con pulso firme mi humanidad.

Fue nuevamente a la mesa , cogió un algodón y lo empapó en algo que guardaba en su maleta, se acercó y cuando creía que un pequeño gesto de bondad se había apoderado de ella y tal vez iba a aplicarme un calmante nuevamente me equivoqué pues al pasar el algodón sobre mis heridas un dolor muy intenso casi me hace llorar, el algodón estaba impregnado en vinagre y las heridas abiertas recogieron todo el efecto de esa sustancia ácida.

Llenó dos copas de vino, la mía me la acercó a la boca y me la dio lentamente, la sentí como una delicia que llegaba a mi garganta reseca de sed y de dolor. Ella se tomó un sorbo grande de vino, lo contuvo en su boca y luego lo dejó en mi boca después de un cálido beso. Aflojó luego una de mis manos que ya estaba lacerada de los esfuerzos por soltarme , luego aflojó la otra que estaba en las mismas condiciones. Acercó su torso desnudo y yo la abracé con pasión, era una mezcla de  lujuria, pasión , rabia, no sabía si darle golpes, arañar su torso, morder sus pezones , acariciar sus senos o cogerla a latigazos. Mi pene volvió a cobrar vida y esa erección llamo la atención de la bella dama que se trepó sobre mí y como una avezada amazona empezó a cabalgar con todo mi pene en su vagina moviéndose frenéticamente como si estuviera sintiendo las más electrizantes sensaciones. Sentí como su orgasmo lleno su vagina de líquidos lubricantes que resbalaban por mi verga, yo  quería poseerla con todas las fuerzas de mi ser pero todavía estaba atado por los pies. Al fin me soltó y como una fiera herida y hambrienta me lancé sobre su cuerpo. No sabía que hacer si poseerla, besarla, castigarla , era tanta la confusión de mis sentimiento que en un momento dado quedé  como paralizado. Al ver esto la bella dama me propinó una tremenda bofetada que me volvió a la realidad. Me lance sobre ella y mi verga la penetró hasta el fondo de sus paredes vaginales más íntimas, le hice el amor con furia salvaje hasta que la llené con todo el semen acumulado. Cuando saqué mi verga todavía estaba erecta, era tanta la pasión que estaba reprimida  por las técnicas dilatorias que todavía sentía que tenia cuerdas para rato,  en un esfuerzo sobre humano le di la vuelta y colocándola boca abajo comencé a lamer su rajita y a besar su culito que poco a poco fue dilatando su diámetro hasta convertirse en un atractivo fortín apara conquistar, con el mismo lubricante que había utilizado en el pene de látex  enmeloté su culito y procedí a meterle primero un dedito, luego dos deditos y por último  le metí mi verga  erecta buscando no solo el placer sino como una venganza, con movimientos fuertes y embestidas de bestia herida  busque lo más hondo de sus paredes rectales y allí me cogió el orgasmo más duradero de toda mi vida seguida de una generosa eyaculación que me sirvió para depositarle otra copiosa porción de semen espeso y blanco. Cansado con esas dos eyaculaciones seguidas la tomé de la cabeza y acercando su cara a mi verga que entraba en una incipiente flacidez la obligué a un cunniliguis de afán, a pesar de sentir todos los síntomas de un orgasmo mi tercera eyaculación fue muy pobre,   aún así ella sorbió mis últimas gotas de leche .  

Cansado y agobiado por esa noche pecaminosa y dolido por todas las demostraciones de amor de esa bella dama me retiré de la casa no sin antes hacerle una tremenda sesión de sexo oral que la dejó en cama reponiéndose también de mis demostraciones de cariño.

Esta es la hora y no he ido , no voy , y  nunca  iré a entregar las cotizaciones de ese trabajo que jamás  realizaré

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