Soy Fernando, jefe de personal, 42 años y esta es mi historia:

Cuando entre a Bavaria tenía casi 20 años, entre como operario de oficios varios y aunque mi carrera iba casi por la mitad no me importo porque había entrado a la empresa que estaba seguro que me daría mi estabilidad económica.

Rápidamente empecé a ascender dentro de la compañía y a los 2 años de haber entrado ya estaba como auxiliar del jefe de producción; las cosas pintaban muy bien en la empresa, ganaba muy bien, me gustaba mi trabajo, y la gente con quienes compartía el día a día eran bastante chéveres, en especial las mujeres, con ellas sí que me la llevaba bien porque siempre han sido mi debilidad.

Termine mi carrera de ingeniería industrial y mi proyección laboral no podía ser mejor, en ese momento era el jefe de despachos, había tenido una que otra aventura en la empresa pero la verdad no eran relevantes porque nunca pasábamos de primera base.

Todo esto cambio el día que me hicieron jefe de personal, ese día mis compañeros me hicieron una gran celebración en la oficina, la mayoría de los trabajadores estaban contentos con mi nombramiento, ya que gozaba de la simpatía de la mayoría y había un plus: yo empecé como obrero y eso hacía que se identificaran conmigo y la lucha de clases.

En medio de la celebración, la asistente del jefe saliente me estuvo hablando sobre su continuidad ya que era normal que cada jefe trajera su propio equipo, lo mismo hizo la secretaria y algunas personas más del departamento.  para tranquilizarlos a todos pedí la palabra y les comenté:

-gracias por esta celebración y por las muestras de afecto de cada uno de ustedes, quiero decirles a todos los aquí presentes que mis equipos de trabajo seguirán siendo los que siempre han sido en este departamento, no voy a hacer cambios y cada uno seguirá realizando las funciones que tenía a cargo.

Los aplausos no se hicieron esperar, el abrazo y el beso de mi nueva asistente con lagrima incluida fue la parte emotiva del discurso.

Después de la jornada laboral mis nuevos compañeros me invitaron a celebrar a unos de los bares que queda cerca de la cervecería, ya entrados en tragos saque a bailar a mi asistente que llamaremos luisa, era una mujer bonita y físicamente estaba muy bien, unas tetas medianas que poco se veían por el sastre que usaba, de culito y piernas no comento por que el uniforme no le ayudaba. El caso es que empezamos a bailar vallenato; a mí me gusta bailarlo bien amacizado, ojalá en una sola baldosa, que se sienta la sangre caribe en cada paso. aunque de costeño lo único que tengo es la cerveza costeña que me estaba tomando.

Al notar que luisa se dejaba amacizar decidí ir un poco más allá y pegue mi cara a la de ella, la respuesta fue que sus brazos se colgaron de mi nuca, así siguió esa canción y otra más, y otra más hasta que en medio de la nada apareció un beso, para ese momento yo tenía la verga a mil y sabía que luisa la sentía porque ella se amacizaba más hacia la pierna derecha que es donde siempre me la acomodo.

Como todo el mundo andaba en su cuento, no nos preocupamos por que nos vieran los demás compañeros de la oficina; estuvimos un rato más en el bar, hasta que la arrechera nos sacó de ahí; mientras hablábamos en la mesa le dije a luisa al oído:

-nos vamos para otra parte donde estemos solitos pasándola rico?

-dale, pero vámonos de una sin despedirnos, yo hago que me voy para el baño y me esperas afuera.

Luisa se fue para el baño, y como es típico no fue sola. La acompañaron Angelica y Paola mientras que en la mesa quedaron Raúl y Toño dos de mis mejores amigos de la empresa.

- ¿Y entonces Fercho, se va a echar a luisita? Pregunto Toño.

-oiga marica, esa hembrita debe ser buen polvo! Comento Raúl.

-nada parceros, la voy a llevar a la casa, yo me abro ya, además mañana hay que madrugar a trabajar.

Se rieron a coro, mientras me decían:

-si claro marica, y mi abuela es virgen.

-este marica si que es bien tapa’o, cuente a ver pa’ donde es que se la va a llevar.

En ese momento salían del baño, y aproveche el momento para despedirme de todos y agradecer la invitación.

Mientras caminábamos hacia la puerta del bar luisa me dijo:

-Fercho, no puedo llegar muy tarde a mi casa.

-no te preocupes, es temprano.

Mire el reloj y eran casi las 10 de la noche, mientras pensaba para mí:

-que nos echemos 2 polvitos, por ahí a la 1 am ya estoy dejando este beba en la casa.

El manoseo y los besos no se hicieron esperar en el taxi que nos llevaba al motel, mientras la besaba y con mucho tacto metí l mano dentro de su pantalón y pude sentir como esta de mojada, saque la mano y me chupe los dedos mientras nos besábamos, al ver lo que estaba haciendo sentí que se estremeció mientras me decía en voz baja.

-ufff me encantan los hombres que hacen estas cositas.

El escucharla decir esto, intuí que iba a ser una noche de sexo muy fino. El tipo que manejaba el taxi solo nos veía por el retrovisor y luisa al darse cuenta me dijo:

-este man debe estar arrecho, te gustaría que me ponga bien loquita?

En mi mente estaba que ponerse loquita era tal vez darme besos apasionados pero nunca imagine lo que iba suceder.

-listo, dale. Ponte loquita. Le conteste.

-sácalo que quiero mamártelo.

Quedé algo sorprendido por la petición, pero no podía negarme, me daba mucho morbo la situación, así que lentamente abrí el zipper del pantalón; luisa se empezó a inclinar y al ver ue lo tenía afuera lo cogió con una mano y empezó a darme una gran mamada.

Mientras ella hacia esto, yo trataba de disimular la situación tapando con el cabello, el taxista no era ningún guevon y rápidamente se dio cuenta lo que pasa atrás, por un momento pensé que nos iba a bajar del taxi, pero su reacción fue tan natural que solo atino a cuadrar el retrovisor hacia abajo para poder ver mejor, subió un poco más el volumen de la radio, supongo lo hizo para que el sonido que hacia luisa al mamarlo no lo perturbara.

Así continuamos durante el recorrido, pro tuve que retirarla mi verga porque estaba haciendo tan bien su trabajo que por un momento me concentre demasiado y casi me vengo en su boca, así que la retire con delicadeza, ella se enderezo y empezó a besarme en la nuca mientras me masturbaba y me preguntaba:

-ya casi llegamos?

No tardamos mucho en llegar y antes de pagar la carrera, el taxista en un tono morbo risueño me dijo:

-patrón, no olvide llevar al taxista en el primero.

En el momento pese que se estaba pasando de atrevido, pero la situación que vivimos en su taxi me hizo pasar por alto su impertinencia y le conteste:

-todo bien mi perro, gracias por la carrera. Le dije mientras le picaba el ojo.

Nos subimos al ascensor y la demora fue que se cerraran las puertas para darle rienda suelta a la pasión, luisa estaba bastante excitada, me besaba con una pasión desmedida que me contagio rápidamente que ni nos dimos cuenta cuando las puestas del ascensor se abrieron al llegar al quinto piso.

La camarera nos estaba esperando para llevarnos a la habitación y al darse cuenta que no notábamos su presencia nos dijo:

-disculpe sr, ya pueden salir del ascensor.

No puedo negar que me dio algo de pena, pero ya que hijueputas, si me la acaban de chupar en el taxi y no pasó nada, no creo q fuera muy relevante que una camarera nos viera abejorreándonos en el ascensor.

La demora fue que se cerraran las puestas de la habitación para que esta mujer se empezara a desvestir, fue un momento sin pasión, estábamos cediendo a nuestros deseos más primitivos, puro deseo animal. La ropa voló por todas partes de la habitación hasta que nos tumbamos en la cama, y fue donde por primera vez me di cuenta que mi asistente estaba muy buena, ese uniforme que escondía sus atributos era el perfecto guardián para que los hombres de la fábrica no la asediaran.

Tenía unas tetas pequeñas pero firmes, con un pezón puntudo rosado, normalmente no me fijo en el ombligo, pero ese día me di cuenta que un ombligo también es sexy, en sus caderas se podía observar el huesito matador, aprovechando que estaba acostada empecé a besarla y a tocarla por todas partes, lentamente fui bajando con mi lengua hasta llegar a sus tangas que corrí con la mano solo un poco para poder meter solo la punta la lengua, eso la hizo estremecer y gemir de placer mientras con sus manos tomaba mi cabeza llevándola poco a poco hacia su clítoris.

¡El olor de su sexo era delicioso, no era ni a caléndula ni menta, olía a lo que deben oler las cucas, a cuca! Ese olor me excitaba demasiado a la vez que empezaba a sentir una gran erección.

Lentamente baje sus tangas mientras continuaba dándole lengua y estimulándola con uno de mis dedos, para ese momento luisa se movía a voluntad y presionaba con más fuerza mi cabeza, tanto así que ya tenía nariz, boca y barbilla mojadas.

-así papi, así, así, dale no te detengas, que rico que mueves es lengüita. La escuchaba decir entre gemido y gemido, con voz entre cortada, y con espasmos en su abdomen.

Estaba tan encarnizado dándole lengua a esta mujer, que me olvide de mí, sentí que la lengua se me encalambraba, pero no me importaba, el momento valía la pena, no importaba que la lengua se quedara fundida ahí, sus manos entraron en escena abriéndose los labios permitiéndome llegar con la lengua hasta lo más profundo de su chocha, para ese momento estaba tan mojada y lubricada que ya en las sabanas se empezaba a notar el buen trabajo que estaba haciendo.

Luisa ya no se controlaba, empezó a gritar de placer mientras contorsionaba todo su cuerpo, pero no de dejaba que quitara mi lengua de su sexo; al contrario, hacia más presión con sus manos sobre mi cabeza, ella era la que guiaba mi lengua, yo solo dejaba que ella me mostrara donde era que ella quería. Aprovechando que estaba súper lubricada, metía y no mi lengua sino también mis labios dentro de su chocha, y el contacto de mi barbilla suponía tener un pene grueso dentro de ella. Cundo no pudo más soltó mi cabeza y empezó a temblar, le temblaban sus piernas y su pelvis se contraía rápidamente, el mejor momento de la noche estaba haciendo presencia, ¡tanta lengua que le había dado se tradujo en un delicioso squirt!

Me lo goce todito, este placer es algo que no todas las veces se consigue y es la recompensa a un dedicado trabajo de sexo oral.

No había terminado luisa de venirse cuando me dio la vuelta, dejándome boca abajo y de una se me acaballo metiéndose mi verga en su chocha que aún se sentía caliente y mojada, empezó a cabalgarme mientras me lamia literalmente la cara, pasaba su lengua por toda mi cara, me cerraba los labios para penetrarme con su lengua. Que hijueputa polvazo que me estaba echando esa noche, de la caballada se levantó y me pidió que la clavara en cuatro, levanto su culito y arqueo la espalda dejando caer su tronco en la cama mientras volteaba la cabeza para verme.

Yo estaba poseído, sentía que se me iba a estallar la verga, la cogí de las nalgas y empecé a penetrarla con todo lo que tenía, el ruido de mis guevas reventándose contra su clítoris no se hizo esperar, los dos gritábamos de placer, con cada metida que le hacía sentía como la cabeza de la verga se estrellaba al interior de su vagina y el grito de placer no se hacía esperar:

-sí, si ,si, si dame así, si, así, así, así, dame duro, es toda tuya, métemela toda.

Luisa apretaba sus labios con los dientes y apretaba muy duro sus pezones los cuales en ocasiones mordía.

-que polvo más rico, acábame Fercho, acábame.

Y estaba a punto de venirme, así quela tendí en la cama y con mis piernas abrí las de ella para quedar más cómodo en el centro, me concentre y el corrientazo que conecta la cabeza con la verga no tardo, era la señal que me iba a venir.

-luisa, me vengo, me vengo!

-dámela toda en las téticas!

Luisa se volteo quedando de rodillas para recibir mi semen, continúo masturbándome para que no perdiera el ritmo hasta que apareció el primer lechazo que de la presión con que salió termino cayendo en parte de su cara, lo siguientes chorros los dirigió con su mano hacia sus tetas y cuando empezaba a perder presión se lo metió a la boca mientras seguía masturbándome.

La noche continuo con mucho sexo hasta que nos quedamos dormidos, un ruido afuera de la habitación me hizo despertar…

-jueputa!!! ¡Son las 6 de la mañana!

-luisa, nos cogio la noche!

Luisa abrió los ojos, aun no entendía lo que le decía y solo apunto a tomar su celular.

-me van a matar en mi casa.

-cual casa marica, nos van es a echar de la empresa donde lleguemos tarde.

Por norma debíamos estar en la fábrica a las 6:45 am y del sitio a donde estábamos nos daba apenas el tiempo para llegar.

Nos arreglamos en bombas y salimos disparados en un taxi, afortunadamente el uniforme de la fábrica es el mismo para todos los días, así que no había forma de que se dieran cuenta que estábamos amanecidos más que por la cara que llevábamos.

El día en la fábrica resulto como cualquier otro, salvo que a media mañana recibí una llamada del gerente donde me pedía que me reuniera con él en ese momento.

La verdad iba relajado porque este tipo de citas es normal que las haga el Dr Gordito. Cuando entre a la oficina me hizo seguir y antes que me sentara me pregunto:

-oiga Fernando, Ud. esta consiente que es el jefe de personal de una de las compañías más grandes de este país?

-si sr, pero no entiendo porque la pregunta. Le conteste.

-vea, yo llegue igual que Ud. aquí. Empecé desde abajo y también cometí los errores que usted ha cometido, y es por eso que me veo en la obligación de darle un concejo gratis. Es más, esta va a ser la primera y última vez que hablemos de esto, así que voy a ser directo.

¡Si usted quiere llegar a ser el Gerente de esta cervecería, la regla #1 es no comerse la nómina!

En ese momento quería que me tragara la tierra, solo pasaba por mi cabeza la pregunta: ¿quién le habrá venido con el chisme a este viejo?

El viejo pudo al leer mi cara de asombro, atino a decirme:

-Fernando, por su cara veo que sabe de lo que le estoy hablando, entonces acepte mi consejo, el placer y el trabajo nunca van de la mano.

Se levantó de su silla, me estrecho la mano y me llevo del hombro hasta la puerta de su oficina y justo antes de despedirse me dijo:

-nunca en su vida olvide la regla # 1… no se coma la nómina!