Guía Cereza
Publicado hace 9 años Categoría: Hetero: General 261 Vistas
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Hace muchos años solía ir después de salir del trabajo a una cancha de baloncesto a jugar, casi siempre había con quien jugar.

Ese lunes fumigaron las oficinas y salimos como a las 4 pm.  Llegué a mi casa y luego salí a jugar, llegué a la cancha y no había nadie, empecé a lanzar y llegó una mujer que al instante reconocí como una enfermera del Hospital en un pequeño pueblo uno fácilmente llega a conocer a mucha gente y a encontrarla en su camino, ella era un chica de unos 25 años, un linda cara, de 1,70 de estatura y unos 65 kg. de peso.

Yo estaba lanzando solo y ella se unió a lanzar junto conmigo, dejando su balón un lado, así como unos 10 minuto, no llegaba nadie y empezamos a un partido juntos, encontrando en ella una formidable competidora, eran casi las 6 de la tarde y se fue la luz, nos sentamos un momento a esperar y no llegaba, yo tenía una moto y le ofrecí llevarla a su casa y nos fuimos.

En unos pocos minutos llegamos y me invitó a seguir a tomar algo para la sed, entramos en el pequeño apartamento donde vivía en un primer piso y casi de manera inmediata ella se quitó la sudorosa camiseta que llevaba, se acercó a la nevera y sacó una lata de cerveza Polar y fue a entregármela.

En ese momento me di cuenta que no había detallado lo buena que estaba, unos senos como me gustan, una piel saludable y empecé a ver un brillo especial en su cara, tenía uno de esos top deportivos blanco y por el sudor se alcanzaba a ver la redondez de sus pezones, llevaba un pantalón de sudadera bastante holgada.

Me senté en una silla Rimax sin brazos, ella se disponía a sentarse en un sofá tapizado en tela y me lancé a decirle que con esa sudadera húmeda ensuciaría el mueble que mejor se la quitara.

Ella sin decir nada se quitó los tenis y luego la sudadera, bajo esta apareció un cachetero blanco, ajustado y con un fino encaje, y se sentó; esto me generó cierto nerviosismo pues en últimas era la primera vez que compartía con ella. Pero insistí en mi tímido ataque y le dije: - Ese sofá es ligeramente más cómodo que esta silla…

Ella simplemente me hizo una seña que me sentará allí a su lado, muy obediente lo hice, ya en ese momento no podía echarme para atrás aunque la embarrara.  Empecé halagando su bien torneadas piernas a que respondió con una sonrisa, y la frase de cajón…  - “afortunado tu novio…” – por ahora no hay uno. Respondió – Candidatos? – pregunté. – si algunos pero nada en realidad, solo un amigo con quien a veces salgo… pero nada más.

Así algunas preguntas más mientras me acercaba más, se levantó y puso un cd de música bailable en el equipo de sonido a lo que le dije: - esa música para aprovecharla… y le extendí la mano.  Como bailarín soy buen ingeniero, pero ella en ropa interior y yo en pantaloneta y camiseta… la suerte estaba echada, unos segundos de baile nos estábamos besando y empezamos a sudar como cuando estábamos en la cancha, en poco tiempo ambos estábamos desnudos, de pie, ella agarraba mi verga y la masajeaba suavemente sin mirarla siquiera mientras nos besábamos, yo mientras hacía lo propio, acariciaba sus firme senos, los pezones duros y calientes, los besé, los chupe, los mordí.

Poco a poco fui bajando y seguíamos sudando mucho, cuando llegaba a su monte de venus donde una fina hilera de vellos mostraban el camino al delirio, ella hizo que me levantara y empezó a besar mi cuerpo, nunca una mujer se había detenido en mis tetillas y ella lo hizo con bastante dedicación, siguió bajando y quedó frente a mi verga, la cogió, la masajeo con firmeza y la miraba con detenimiento le dio un beso en la pura punta y se levantó, preciso cuando pensaba que empezaría la mamada.

Terminé sentado en la silla Rimax nuevamente contra la pared y ella encima, frente a mi, con mis manos alcazaba sus firmes nalgas, nos besábamos, nos acariciábamos, en algún momento tomé mi mano y acomodé mi verga en la entrada de esa vagina húmeda de sudor y de sus jugos íntimos y ella de golpe bajo y se le fue todo dentro.

Se aferró a mí en un abrazo interminable, sin moverse, de pronto empezó a templar y me apretaba con mucha fuerza, más de lo que esperaba y se dejó ir en un orgasmo largo y silencioso, se quedó quieta por un momento, mi verga dentro de ella, no podía moverme y ella tampoco lo hacía.

Se levantó y sin mediar palabra se arrodilló en medio de mis piernas y empezó a darme una buena mamada, con sus manos apretando mis nalgas su boca chupaba con tal intensidad que pensaba me vine, pero ella soltaba y lamia, solo chupaba la cabeza de mi verga, pero llegó el momento que no aguanté más, en ese instante ella la tenía casi toda en su boca, la sacó y pensé: - le dio asco… pero no, la puso a unos centímetros de su boca y se dispuso a recibir mi leche, parte cayó dentro, otra en sus labios y mentón y algo en su pecho.  Se levantó y se tragó lo que había caído en su boca y luego empezamos a besarnos largamente.

Nos tomamos otra cerveza, descansamos un poco y lo volvimos a hacer.  Durante varios meses nos encontrábamos ocasionalmente en la cancha e inmediatamente nos íbamos a su apartamento a tener sexo en todas las formas posibles y deliciosas.  Un día no volvió, su apartamento desocupado y en el hospital me contaron que se había ido a vivir a Bucaramanga.

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