Hola Aldemar, hola Violeta. Alguna vez les comente que quería escribir nuestra “historia”, quería que lo hiciéramos los tres, pero el tiempo paso, las circunstancias cambiaron y ahora decido hacerlo sola. Y aunque lo hago para que los lectores de guía cereza la disfruten, quiero contárselas a ustedes mis parceros.
Aldemar y Violeta nombres ficticios que tal vez detesten pero para mí, de una forma rara tienen significado. Y hablando de ficción, esa es la pregunta recurrente que me hacen, ¿el relato es real o ficticio?, pude haberlo escuchado de otra persona, pude habérmelo imaginado, y como en este caso haberlo vivido; pero eso no garantiza que no tenga sus matices imaginarias, que sea lo mismo que recuerden ustedes, y que no le haga mejoras para deleitar a los otros lectores. Por eso me disculpo de antemano amigos míos, pero esta es mi versión.
Violeta nos conocemos hace ya varios años y somos las mejores amigas, alguna vez hablábamos que prácticamente compartíamos todo, hasta hombres. Somos muy diferentes, tu eres delgada, yo gorda, tu extrovertida, yo introvertida, tu inquieta, yo calmada, en conclusión eres el Ying de mi Yang. En el tiempo que transcurre esta historia, éramos un par chicas en busca de diversión, drogas, alcohol, sexo y rock and roll. Pero apareciste tú, Aldemar. Violeta te conoció primero a través de ese amigo en común que bebió de nuestra cuenta por mucho tiempo, saben, a veces lo extraño; no recuerdo si fue antes o después de que Violeta y tu tuvieran encuentros sexuales. Pero nos conocimos una noche de esas en la que estábamos en la tienda de Jhon, no se dé donde apareciste, pero ahí estabas con tu actitud arrogante, del que puede hacer y decir lo que se le plazca, de esa clase de personas que me provoca darles una patada en el trasero. Y resulta que me permitiste darte puños en el brazo, como el buen caballero que eres.
Al principio no supe que el hombre que ahora estaba sentado con nosotras a la mesa, era el mismo de esa noche, ese recuerdo lo rescate atando cabos y con el tiempo. Nos fuimos convirtiendo en grandes compañeros de bebida, realmente era Violeta la que nos unía, pero para mí eras esa bocanada de historias inverosímiles que me alegraban las noches, que me hacían hablar tonterías, y el hombre que finalmente llego a ocupar un espacio en mi corazón.
Por esa época tenias una historia para salvarnos del fin del mundo Maya, entonces transcurría el 2012, y nos acomodabas en el arca, o nos sacabas de ella a tu antojo, no doy más detalles de la historia porque podrían identificarnos.
Hubo veces que hablábamos de sexo, de irnos a vivir juntos, de nuestra vida polígama. Pero lo que hacíamos era provocarnos, Violeta y yo, nos coqueteábamos, ella más atrevida deslizaba su mano por mi muslo o hacia rodar un hielo por mis senos. Si no, se unían para encestar papelitos en mis senos. Mientras tú y yo jugábamos a tentarnos, te lanzaba picos de lejos o me acercaba a tu boca, cerca, en donde podía sentir tu respiración, donde se sentía ese segundo mágico de lo beso o no lo beso. Pero era un reto, quien cedería primero, y un día sin previo aviso, en ese momento mágico me cogiste por el cuello, y juntaste nuestros labios, que está pasando, pensé por unos segundos, pero al momento estaba respondiendo a ese beso lleno de posesión, agresividad y excitación. Sabes por qué?... como te decíamos con Violeta “Inspiras Sexo”.