EL VIAJE DEL PLACER
Mi esposa y yo decidimos darnos unos días de descanso y aventura a la costa, vacaciones que hace mucho tiempo no nos habíamos podido dar por estar inmersos en la rutina con nuestros hijos y el stres que genera la vida en la ciudad y los negocios. Como casi siempre que viajamos a la playa, nos fuimos con la ropa necesaria para la playa, pantaloneta de baño, vestidos de baño y por supuesto unas cuántas diminutas tangas brasileras que sin ánimo de presumir, a mi esposa con ese culito que tiene se le ven hermosas; no podían faltar un par de amigos inseparables que hacen que más de una de nuestras noches de placer sean más calientes; un par de vestidos ajustados, muy sexys, que ella suele ponerse para ir a la disco y que despierta la mirada y el morbo de más de un curioso.
Partimos de la ciudad con excelente música cómodos y planificando cada día de nuestras vacaciones para aprovecharlas al máximo, yo en ropa deportiva, muy cómodo y ella también muy deportiva pero llevaba una minifalda puesta que hacía que mi mirada inquieta no la despintara por el espejo y que mi mente no pensara en otra cosa que estar follandomela.
Faltaban casi dos horas para llegar a nuestro destino y decidimos parar para estirarnos, ir al baño y tomar algo, ya estaba esperando a mi esposa que saliera del baño y justo en ese momento se acerca una pareja de aspecto extranjero y me pregunta si podíamos acercarlos al mismo destino al cual nosotros íbamos; mi esposa que ya venía del baño con cara de asombro me pregunta que estaba sucediendo, le comente lo que me habían dicho los dos chicos, nos miramos con cara de desconfianza ya que nunca solemos recoger a nadie cuando estamos en carretera pero al fin de cuentas vimos en sus miradas más cara de preocupación que de querernos engañar. Decidimos llevarlos, subieron a la camioneta, empezamos a conocernos, nos cuentan de su aventura por Colombia, nos reímos por un buen rato, cantamos y contamos algunas de las aventuras que hemos tenido mi esposa y yo en nuestros viajes por el mundo.
De un momento a otro invadió el silencio el interior de la camioneta, como tengo varios espejos para vigilar a nuestros hijos, mire por uno de ellos y pude darme cuenta que la pareja se estaba besado con mucha pasión; no podía hablarle a mi esposa para no interrumpir dicho momento así que le toque la pierna y con gestos le hice entender lo que estaba pasando, la verdad no le di más importancia de lo que tenía pero mi esposa como mujer curiosa giro un espejo para poder mirar, ella no lo podía creer, la parejita aprovechando lo cómoda que es la camioneta, la música y supongo que el buen rollo que les dimos, se desinhibieron y empezaron a besarse y tocarse, él le cojia las tetas que eran más o menos talla 34, le tocaba la entrepierna mientras su lengua la repasaba por todo el cuello y su tronco; pensamos que la cosa solo iba hasta ahí, pero oh sorpresa, la chica empezó a respirar con fuerza y a gemir muy sutilmente; mi esposa está vez directamente volvió a mirar para ser testigo de cómo él chico penetraba a su novia con su dedo medio mientras ella le agarraba la polla como si alguien se la fuese a quitar, que subidon, en ese momento desee haber podido estar de espectador para poder ver tremenda faena, ellos sin cortarse un pelo y sabiendo que ya nos habíamos dado cuenta, siguieron con su tarea de darse placer.
Estaba tan pendiente de la parejita que no me había dado cuenta que mi esposa tenía su mano acariciandose mi cosita, ahí mismo apropiándome de ella, empecé a acariciarla introduciéndole mis dedos, su chochito estaba muy húmedo, que putada no poder en ese momento chuparselo.
Mi esposa estaba tan cachonda que se vino en mis dedos al mismo tiempo que la pareja también lo hizo, por un momento no tenía claro de dónde venían los gemidos, desde luego fue una experiencia única y deliciosa.
Al terminar la faena hubo un silencio total seguido de una risa contagiosa, muy agradecidos se despidieron los dos, con el pendiente de salir a disfrutar en alguna disco de la ciudad.