Ella estaba allí, al frente de mi clase como muchas veces lo había hecho, le gustaba poner atención a cada una de mis palabras. De vez en cuando me acercaba a su PC, para ver sus avances en el trabajo, y alagunas veces sorprendía su mirada puesta en mi miembro. Me llegó un mensaje a mi celular de ella que decía: “Me encanta tu chimbo”. Esas palabras causaron una erección inmediata en mí, como solo ella sabe lograrlo, no veía la hora de que esa clase se acabara, decidí finiquitarla cuanto antes, e invitarla a mi oficina para hablar algunos asuntos académicos. Antes de llegar a la puerta, la oscuridad que debajo de esta emanaba, delataba lo que iba a pasar, no hay nadie en la oficina le dije: -Ok, me contesta, Al entrar a la oficina, su indiferencia me causaba angustia y desesperación, solo podía imaginar su miraba lasciva y su boca abierta al entrar mi miembro con mi glande rozando su lengua. ¿Cómo voy a hacer para convencerla de que me haga un delicioso sexo ora?, me indagué; sin embargo ella estaba allí, inerme viendo el PC, leyendo y dejando que el tiempo transcurra, sin dueño ni condiciones. Decidí sacar el PC y hacer lo mismo que ella, iba a hacer como si nadie estuviera en la oficina, di click en mi página favorita de porno, y saqué mi pene para masturbarme al lado de ella; si esto no llamaba su atención no sabría qué hacer. Al cabo de unos eternos segundos, me dijo: -Que grosero!, (me encanta esa palabra cuando viene de ella), -Porque!, le conteste, -Mire lo que está haciendo, me dice, -Nada. Sigo viendo internet y mi pene se vuelve flácido y pequeño, ni la indiferencia ni masturbarme delante de ella logró hacer que se acerque a mí, -Tengo que hacer algo, pienso. Me pongo de pie, doy un par de pasos hacia ella , saco completamente mi verga, se la acerco a su cara, ella se voltea y simplemente lo succiona, como una experta, esto causa de inmediato una erección en su boca, y le digo: Te gusta hacerlo parar en tu boca, -Me encanta, me contesta ella. Me fascina ver mi verga como entra y sale de su boca, y su mirada penetrante y seria que no da tregua al deseo, ella me domina, pienso entre arcadas de placer y respiración profusa. No puedo dejar de pensar en su vientre jugoso y cálido, quiero sentirlo.-Quieres que te lo meta por la chocha, le pregunté, a lo que ella contesta: -Si, e inmediatamente se baja los jean, me permito ver sus caderas que deseo tocar, y su piel esta fría, pero ella esta caliente por dentro. Ella sube sus grandes nalgas en la mesa de mi escritorio, en el mismo lugar donde suelo atender estudiantes, alcanzamos a correr las cosas que cubren la mesa, el desespero de estar dentro de ella me impide pensar con lógica. -Métemelo ya, me dice ella arqueada en la pequeña mesa empotrada en la pared. Me bajo los pantalones cojo mi miembro y lentamente lo entro en su vagina, se puede ver tan claro como sus labios mayores rozar mi glande, y siento como una corriente eléctrica recorre mi cuerpo al introducir hasta el fondo mi verga en su tibio y húmedo  vientre. -Que chimba tan deliciosa tienes, le digo. –Sí, me contesta, intento cogerle las nalgas pero la extraña postura no lo permite, le sacó los senos y los toco con morbo, alcanzo a chuparle uno, y  de repente cae un vaso que derrama agua en toda la mesa, saco mi miembro inmediatamente y pienso que ella en medio del susto se va a ir, y vamos a dejar ahí nuestro encuentro, pero por el contrario, ella se para e intenta arreglar todo lo más rápido posible para continuar. Luego de secarlo todo y dejar todo en orden, decido desnudarme completamente, ya no me importa que me vean, no me importa que alguien entre, pienso. Ahora sin pantalón puedo cogerla mejor, siento de nuevo su cálida y húmeda chimba, -Quieres que te la llene de leche, le digo y ella me dice: ¡Si!, ponte el condón, me dice de nuevo, lo cual hago inmediatamente.- ¿Si ves como entra y sale por tu chocha?, le pregunto, y ella me dice: -Si, me encanta!, que chimbo tan rico, me repite una y otra vez, -Quieres mi leche-, -Si dámela toda, no puedo aguantar más y dejo salir todo mi tibio néctar blanquecino dentro de su chimba húmeda y tibia, -Eres una grosera- le dije a mi más querida alumna aquel atardecer en mi oficina.