""hoy haremos la orgia", me dijo María por teléfono; nos vemos en la estación de Marly a las 5:30 pm. 

Yo, que tenia deseos de desbocar mi pasión y mis fantasías desde hacía un tiempo, solo respondí con sí; un si asustado, sin aire. Desde hacía tiempo me masturbaba pensando en las orgias, soñar con parejas alrededor mío fornicando, lamiendo, chupando, besándose era simplemente alucinante.

A María la conocí en Guía. Confieso que fue mi mentora y mi camino por este mundo sw. Ella trabajaba como enfermera y siempre iba más adelante que mis deseos masculinos. Solo diré por ahora de ella que ha sido uno de los orgasmos más raros, extremos y deliciosos que le he generado a una mujer en mi vida.  Nos encontramos en Lourdes y bajamos a un motel de mala muerte entre la caracas y la 13. Ella como siempre superdepilada, sus senos gigantescos y su coño grande, apetitoso, húmedo  y hambriento. Después de los preámbulos, los mordiscos, las mamadas y las penetraciones, me pidió que la penetrará por su ano, (siempre usaba palabras de porno español: follar, ano, pija). Me acuesto, ella pone su espalda en mi pecho y se lo manda todo por detrás, mientras me pide que le apretara los senos con unos ganchos de ropa con los que jugábamos a veces.  Empieza a moverse apoyando los pies contra el colchón y presionando su ano contra mi pene, me pidió que le apretara las nalgas con mis manos, mientras se empieza a tomar su cabello, como halándolo, cada vez más fuerte se mueve y empieza a gemir desesperadamente, angustiada (yo me estaba asustando, lo confieso), tiembla, apoya las manos contra el colchón recogiendo sus manos, como queriendo agarrar algo. Tiembla y yo siento ese temblor en la cabeza de mi pene, y empieza a eyacular, yo siento como me moja las piernas. Y no soy capaz de hacer o decir nada, solo soy una verga erecta. Solo estoy en su ano y mis manos apretando ahora sus pezones. Ella se retuerce, grita, madrea, invoca a dios, y al final es como si muriera un poco. (Después hablaré de ella con más atención)

Esa es María. Ya nos conocíamos sexualmente. Ella siendo mi lazarillo, contactó a una pareja para hacer el intercambio. Nos encontramos en la estación. Me dice que vamos al norte, al apartamento de la pareja. Él nos está esperando en una estación de gasolina dentro de su camioneta, al verlo yo no sabía que pensar, estaba asustado, como si fuese un adolescente que iba a perder su virginidad con una puta vieja, y de cierto modo era así; pensaba mientras íbamos en la camioneta que nos iban a robar, que iban a pasar mil cosas menos estar sexualmente con la mujer. Llegamos al edifico. Carlos nos dice que subamos al apto 302 que allá está Johanna y que esperan a otro hombre. Yo solo asiento con mi cabeza y María me lleva de la mano. 

Al timbrar abre Johana y lo primero que percibo era su aroma, un perfume sutil, maderoso y perenne que hace que al verla abra mis ojos y note que lleva una blusa blanca, un poco transparente; no lleva sostén, una minifalda no tan corta, medias veladas y tacón de punta, su cabello súper arreglado, maquillaje sensual sin ser exagerado. Era rubia y tendría alrededor de 32 años. Ella sonríe y nos invita a seguir. Era un aparta estudio que tenían para estos menesteres. Nos sentamos en el Sofacama mientras ella se movía como una gata, con tal sutileza, con la sensualidad más calmada que he visto en alguna mujer. Al rato sube Carlos. destapa su botella de Bacardi y empieza a romper el hielo; veterano de mil batallas; músico y piloto con una carisma único, se burlaba de mi carrera por ser muy "intelectual" y no servir en la vida práctica. 

Johanna sentada al lado de él, cruzaba las piernas y sutilmente me pude dar cuenta que no llevaba ropa interior, Carlos me miraba, como disfrutando mi cara de imbécil asustado y antojado frente a su esposa. Ella, sensual, lectora, inteligente. Ya había llegado el otro hombre, que estaba embobado con María. la invitó a bailar. Johanna le dice a Carlos que va al baño; yo siento como se apodera de mí un cosquilleo que cada vez crece más, que me hace respirar con firmeza, miro a Carlos y le digo que sí puedo ir al baño también. Carlos me mira, se ríe y me dice toda suya. 

Sin pensarlo dos veces me voy al baño y golpeo, Johana con su voz suave me dice ya sale y yo le pido que me abra la puerta. Ella abre, se acababa de subir las medias veladas, atrás mío entra Carlos. Yo no resisto y la arrincono contra la puerta, la beso y bajo sin pensarlo a su cadera. Le subo la falda y siento su olor. Empiezo a rozar con mis labios su vagina, a chuparla con la media velada. Carlos la besa, le pregunta que si le gusta. ella dice que le encanta. Yo abajo, saco mi lengua como si fuera mi pene y la meto debajo de su vagina; entre sus piernas mientras ella esta ahí, de pie, con las piernas abiertas. Mi lengua como la de un gato tomando leche; ya no lo soporto más y le bajo las medias. le abro los labios de su vagina con mi lengua, que se hace delgada y desde su vagina hasta su clítoris la paso como si fuera un cachorro. Mi lengua sale húmeda, cargada de sus líquidos, mezcla de todo.

Carlos nos dice que salgamos a la Sala. allí María ya está en lo suyo. tiene el gran pene de Mauricio (el otro hombre) en su boca y se jacta de tragárselo todo. ya está completamente desnuda (No había percibido el tiempo). me desnude rapidísimo, pero a ella, a Johanna, la desnudaba de a poco, era perder mi virginidad de intercambio con la esposa de un cornudo, y vaya que eran unos sin igual.  Abrí lentamente su blusa, que ha había humedecido con mi boca en sus pezones. y deje libres sus senos: amplios, rubios. Mi verga dura y ansiosa cada vez más húmeda por la mano de Johana, fue introducida por ella en su boca, suave, lo lamía como si fuera un cono exótico.  

Carlos me dijo que la penetrará. yo la tomé contra el ventanal de la sala, la alce y ella con maestría introdujo mi pene dentro de ella. sus ojos por un instante de segundo entraron en un suerte de trance. yo de ahí en adelante ya sabía cómo era el juego...