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No He Podido Superar Ese Orgasmo

-No he podido superar ese Orgasmo.-  me dijo por teléfono . Yo solo  pensé en ese día;  La gente abajo, los hombres anhelantes de su boca. esa fue la ultima vez que  fornicamos.   De eso ya hace dos años en que eventualmente hablamos por teléfono o whatsapp.

Confieso  que  por un momento pensé que su orgasmo era gracias a mí; a mi capacidad amatoria y a mi pene.   Sin embargo fue algo mucho más complejo, más profundo y básico al mismo tiempo. Yo solo fui una verga adecuada en el instante adecuado. Solo fui el cómplice indicado  de sus deseos,  de sus instintos y de aquel lugar.

Sucedió así.  Decidimos encontrarnos con un grupo de amigos en una pequeña cabaña que tenía un amigo pintor, a las afueras de la ciudad, cerca de un gran bosque de Niebla. En principio solo iríamos hombres a emborracharnos, fumar y preparar algo de comida.   Sin embargo, no falta quien propone que deberíamos llevar amigas. Cada uno se dio a la tarea de invitar a alguien.  Con Ella teníamos empatía sexual,  pero no nos habíamos hablado hacia unos meses. Yo la vi conectada a una red social y le hablé del plan. Ella asintió y acordamos encontrarnos  a las 6:00 pm.  

Una vez nos encontramos nos dirigimos a la cabaña.  Delante de nosotros se había ido un amigo policía en su moto para preparar las cosas. El bus nos había dejado a tres Kilómetros de la cabaña.  El camino ya estaba oscureciendo; se tornaba más noche que día. Ella en su exterior no demostraba la fiera sexual que era. Una chaqueta grande, un jean roto y una blusa sencilla escondían algunos tatuajes y dos piercings ubicados en muy buen sitio.

A lo largo del camino me le acerqué, acaricié sutilmente la piel de sus manos con la yema de mis dedos, empecé  a buscar su piel. Confieso que soy juguetón sexualmente, me gusta dominar y ser dominado, me gusta ser tierno y potente acorde con el momento. Ella solo era una cosa: Le gustaba sentirse acosada sexualmente; le gustaba jugar a ser una damisela inocente solo para transformarse en una domina irredenta. Ella era como esos depredadores que se hacen pasar por presas fáciles y en el momento justo se transforman, una metáfora sexual de mr. Hyde.  A la vera del camino había unas zanjas por donde bajaba el agua de las lluvias o riachuelos en invierno que para esas fechas estaban llenos de pasto y totalmente secos. 

Empecé a decirle al oído como me había encantado tener su gran clítoris en mi boca, en medio de mis dientes;  en cómo me gustaba mojarlo un poco con mi saliva y lamerlo con  sutileza para ir  “crescendo” con mis estocadas. Ella, que también añoraba la cercanía paró en medio de la carretera.  Si bien era Joven no era para nada tímida; me miró con sus ojos de fuego; en mis ojos  y en mi boca. Mi mirada juguetona se escondía en una risa nerviosa y ansiosa de entrar en acción.

Ella no esperó.  Se fue a un lado del camino, se metió  en una zanja.  Yo atrás de ella. Ya motivado la beso, siento el piercing de su lengua, agarro  sus manos contra sus nalgas y con mi pierna abro las de ella para empezar a frotar y calentar más la cosa.  Ella dice que no hay tiempo. Se baja el jean, los cacheteros, se pone de espalda a mí y se agarra del pasto, levantando su cola y flexionando su pecho hacia delante.  Yo ya cuál sátiro me dejaba ir por mi lengua, (soy adicto a recoger sus fluidos con mi lengua) me agaché contemplando su trasero duro y justo en medio de este durazno; percibo el aroma de su excitación. Afilé mi lengua, le abrí las piernas con mis manos y pasé mi lengua lento desde su gran clítoris hasta su ano. Ella solo maldecía. Su sabor salado, aceitoso, perenne,  se activaba en mi boca. Ella me dice – no hay tiempo, métalo ya- . Bajé mis pantalones, mi bóxer que ya estaba muy húmedo.  Y la empalé con firmeza, con decisión. La cogia de las caderas atrayéndola hacia mi, mientras mi verga arremetia cual arriete por su vagina.  En esto aparece una luz a lo lejos, al fondo de la carretera. Mi amigo policía se había devuelto a buscarnos.  Paso rápido hacia el sitio en donde nos había dejado el bus. Ella seguía moviéndose lento, se sentía muy húmedo, movia su cadera con un ritmo suave pero profundo, como succionando mi órgano. Yo estaba quieto, a la expectativa, esperando que se deovolviera el Policia. En efecto un minuto después apareció la luz  y él venia justamente por el costado derecho de la carreta,  justo por donde nos habíamos metido a la zanja. 

Policía venía lento en su moto. A unos pocos metros aceleró y pasó de largo.  Nosotros o particularmente yo, retomé el asunto. Ella me decía que quería mi leche dentro de ella. Realmente no era difícil venirse con esa cadera en mis manos, con su bamboleo especial. Mi  primera venida fue abundante. Ella se limpió un poco, se arregló y me dijo que no me creyera que eso era todo por la noche, que hasta ahora iniciaba.  

Llegamos a la cabaña y fue evidente nuestra cara de folle. Ninguna otra mujer había ido ese día, a todos los habían dejado plantados. El  Policía, el pintor,  el baterista y el otro pintor. Al principio percibí la mirada de acusación por parte de algunos de ellos.  Ciertamente Policia les había contado algo, me miraban como envidiándome y recrimininandome al mismo tiempo.  Mi barba tenía los jugos de ella, olia a su coño de gloria. 

Después de las bienvenidas, de las polas y las fumadas  me di cuenta que Ella se había concentrado en mi amigo Baterista. El tipo era el más pintoso de todos nosotros, además tenían un tema en común; El rock. Ella era de esas rockeras duras y agrestes. Baterista tocaba en un grupo pero había sido algo fracasado con el género femenino y veía en cuanta mujer que  se interesaba por él a la futura “madre” de sus hijos. Baterista hacia sentir que nos había ganado algo, incluso a mí. Se reia como triunfador, a Ella le gustaba pero yo sabía que él no le daba el arranque.

Ella me mira, se acerca y me dice -vamos-. La cabaña tenia dos pisos; en el primero un salón hexagonal en donde estaban la gran mayoría de los convidados. Arriba en el segundo piso un cuarto mucho mas pequeño al que se accedia por una escalera de caracol desde el primer piso  y que básicamente tenía dos carpas armadas y dos colchones, en el techo una pequeña claraboya por donde entraba la luz y los mosquitos. Yo le digo que podemos ir arriba, al segundo piso, a “conocer”. Baterista mira a la distancia y se hace el que se entretiene con otro amigo.

Ella me dice que quiere conocer. Subimos al segundo piso. Ella dice que quiere mirar dentro de la Carpa grande y al entrar no duda en mandar su mano a mi verga mientras su boca busca la mía para besarme con intensidad, con esos besos totalmente atragantados que buscan penetraciones  directas. Si algo me gustaba de ella eran sus senos. No los había podido tocar y menos chupar o lamer en la zanja. Ella se se quitó el sostén y se acostó mientras abría un poco sus piernas. Yo como bebe al que le han negado la leche materna me pegue a sus tetas. Ella tenía dos perforaciones;  una en cada pezón. Dos piercings que una vez se ponían duros sus pezones los jalaba con mis dientes y esto le encantaba. Los succionaba con placer. Ponía su Pezon en medio de mis dientes y simulaba pequeños mordiscos desde la base hasta la punta para rematar con mi lengua húmeda que hacía círculos sobre su areola para sutilmente llegar a las puntas.

Mis manos ya eran una cuña perfecta que se adentraba en medio  de sus piernas para hacer presión baja. Le quité el jean. Noté su bóxer húmedecido con mi leche  de hace un momento y con los nuevos fluidos. Uno de los momentos de más gloria era bajar ese calzón para saber y sentir cómo iba a chuparla. Allí estaba. Su gran clítoris; una  montaña que domina un valle que termina con una caverna profunda. Lo primero que hice fue tomar mi dedo corazón y humedecerlo en su boca para bajar a sus labios vaginales. Al abrir con sutileza sus pliegues recojo toda su humedad, sus aceites y como si lo deslizara sobre mantequilla lo subí por la mitad de su vagina para llegar a su botón. Allí lo rocé un poco, lo humedecí, lo froté totalmente húmedo y  bajaba mi dedo hasta su vagina para meterlo un poco.

Todo eso era el antecedente de mi boca. Creo que ya había salivado demasiado. Me puse frente a sus piernas y mordí suavemente su cadera a lado y lado; empecé a bajar mordiendo,  lamiendo y cuando ya iba a a su vagina me desvié hacia el parte interna de sus muslos. Allí los chupe y lamí, para posar  mi lengua en medio de su ano y su vagina. Empecé a moverla como si fuera un vibrador en modo bajo. Sentía sus aceites en mi lengua, sabía a mí y sabía a ella. No resistí más y de un solo lengüetazo me posé en su vagina, movía mi lengua como un taladro en círculos, dentro de su vagina, subí por medio de sus labios y rocé su clítoris justo arriba,  en su capuchón,  empecé a hacer círculos cortos y grandes, pasando suavemente la lengua por encima de su pepa, que me encargaba de lubricar con sus mismos jugos.

Como gato tomando leche me concentré en esta bolita. Cada vez más rápido y más pegado, más firme para que sintiera que esa era mi lengua. Ella presionaba mi cabeza contra sus piernas, friccionaba su cadera en toda mi boca, llenándome de su líquido. Gemía mucho.

-–Sube, no quiero venirme ahí- me dijo. Me quite la ropa. Ella con maestría empezó a cabalgarme mientras llevaba mis manos a sus senos para que los apretara y a su cadera para jalarla. Cada vez se movía más fuerte, parecía una máquina que empieza a revolucionar. A este punto solo jadeaba altísimo. La música del primer piso no alcanzaba a cubrir el sonido de ella. Seguimos con las posturas que nos habían funcionaban y las que nos llegaban de repente. Ella de espaldas a mí, frotando su clítoris desesperadamente,  me pide que solo la penetre de cuchara cuando ella me lo indique. Así lo hago; espero a que su cuerpo de señales, temblores involuntarios, ella me dice que me mueva y yo con toda mi energía me dispongo en ella; a tomar su cadera a penetrarla duro. Cuando ella en medio de su tensión, suelta un gran gemido como de agonía y descarga toda su contención dejándose morir un poco. Al momento se concentra en mí. Me dice que me ponga de pie para chuparlo. Mi turno. Era ruda con las mamadas. Después de unos instantes siento cómo va a llegar mi pequeña muerte y la dejo salir en su boca. Se lo tragó en agradecimiento por el orgasmo que había acabado de pasar.

Al bajar todos se hacían que estaban en sus temas y no habían notado nada. Volvimos arriba dos veces más esa noche, una de ellas con Sebas, uno de los pintores. 

carlos3030

Soy hombre heterosexual

visitas: 336
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2016-11-02 21:28:37
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