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A las 7 de la mañana, cuando un humano con sangre en las venas odia su existencia, porque debe humillarse ante la alarma de las puertas de los trenes que te dicen que no puedes pasar, o que sí puedes pasar pero como carne de embutido en un vagón, lleno de otros pobres seres con los rostros aun hinchados, la gomina mal esparcida por la premura y el anhelo de que ya sean las 6 de la tarde que se columpia en el cabeceo de su somnolencia. A esa hora en que no sabes a donde mirar porque todo está atiborrado de gente y ya releiste la publicidad del museo de Antioquia, es cuando la mente se ocupa en algo, y si es la mente masculina; se ocupa en alguien.
Siempre trato de ubicarme al interior del coche para evitar los empujones y que algún marica se ponga detrás de mi. En dónde quedé ubicado solo se podía mirar por la ventana los cinturones de misería de la ciudad, un rio muerto o tres lindos rostros de mujeres que oscilaban entre los 18 y los 30. Lindas desconocidas, sentadas juntas, que trataban de mirar a un punto indefinido porque no querían cruzar miradas con la cantidad de observantes que estabamos a esa hora, pues quien está sentado no es ningún afortunado sino que se convierte en galería para los que estamos de pie (obligatoriamente), las miré detenidamente y pensé: que ricas! En ellas me pasé el resto del trayecto, desde tricentenario hasta Sabaneta. A la de en medio, trigueña, de ojos cafés, labios delgados, cabello largo, chaqueta de cuerina café; la puse a chuparme el pene mientras las otras dos miraban esperando su turno, mientras miraban como ese trozo venoso entraba en su linda boca de dientes perfectos y lengua suave, mientras miraban como ella chupaba la redonda,brillante y ensalivada cabeza, como si fuera un bombombun y pensaban para sí mismas que a pesar de ser linda, ella se veía fea chupando verga. (Próxima estación: San Antonio) y yo seguía en mi mente metiéndole el pene en la boca haciendo el movimiento adelante y atrás como si me culiara su boca, y las otras dos miraban con la boca entre abierta esperando que de esa pequeña boca se derramara aunque sea una gota de semen. Y claro me venía a chorros e imaginaba como su lengua y su garganta se tapizaban de leche y como por no querer tragarlo todo, por las comisuras se formaban hilillos viscosos que las otras dos bellezas empezaban a lamer, mientras yo le sacaba el pene y le hacía los últimos disparos blancuzcos en su lindo rostro y en el rostro de sus dos nuevas amigas en mi mente. En un último acto de profanación les regaba el semen por el rostro con la cabeza de mi pene aún hinchada. (Próxima estación: Sabaneta), debo disimular la erección rápidamente y pensar en otras cosas, sobreviví al tedio, culeandome tres rostros en mi mente. Sí es verdad lo que dice Hawkings; que a cada instante se forman millones de universos de posibilidades, en ese universo en el que es posible que yo me culee tres lindos rostros en un metro. Es el universo en el que yo quiero vivir. Se abre la puerta del tren, suspiro y pienso: Si ellas supieran que les metí mi verga, si el mundo supiera, si el mundo supiera. (mañana o ahorita o ya, a quién me culiaré?, soy un creador de lindos universos del culeo.