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Jueves Santo En Medellín: La Chica De La Diadema

Me encanta ir a Medellín porque la encuentro bonita, bien arreglada y con mucha movilidad. Igual que sus mujeres. Las paisas se maquillan, se emperifollan, así sea para ir a la tienda a comprar un pan. Y da gusto verlas caminar!!!.

Terminé mis labores hacia el mediodía y a las tres en punto la bella Emma me visitaba en el hotel. Emma es cuarentona, tetoncita , todavía con el culo parado y suele dejar nockeados a los tipos en las primeras de cambio. Es una bomba mamadora. La conocí en la Guía y me había despertado un morbo el tenaz al contarme que una de sus hazañas había consistido en dejar fundidos a siete tipos la misma noche. Una especie de Mike Tyson de la culiada, la Bruce Lee del swing.

Toda la tarde la bella Emma me enseñó sus artes invisibles, su ritmo endiablado, el kamasutra paisa.  Al caer la noche me invitó a comer churrasco y a recargar baterías para una noche de swinger. Recorrimos la zona más rumbera de la ciudad, atravesamos la estación del tren y nos encontramos en medio de una babel musical: desde tango hasta reggaetón conviven en una mezcla pacifica que es difícil ver en cualquier otra ciudad.

El sitio no es el más elegante pero aguanta. Una chica con cara de sueño atrasado nos abre la puerta y advierte que por ser jueves a lo mejor no venga mucha gente. Yo le pregunto que si aquí enseñan el truco de convertir el agua en vino. Se le brotan las ojeras.

 En la entrada unas mesas puestas de mala gana lo invitan a uno a sentarse a tomar trago pero Emma me señala la puerta verde: “Allá es donde está la acción”. El sitio se encuentra bastante caído, le falta mantenimiento,  me recuerda a las tabernas de La Habana vieja.  “No te preocupes- me dice Emma al ver mi desconfianza- el sitio puede estar feo pero las viejas que vienen están buenísimas”. Y me agarra la verga como diciendo “mire a ver güevon si se va preparando”.

En silencio, yo rezo para que el churrasco me ayude con nuevos bríos. Somos los primeros en llegar y me sorprende el pragmatismo de estos paisas. A diferencia de las tabernas Swing de Cali, acá se va al grano. Nada de bailoteos. La chica del sueño atrasado nos lleva a los lockers , dando muestras de a ver si se empelotan, a lo que vinieron. Recorremos la taberna  y Emma muy juiciosamente me va guiando el tour. Estos sitios cuando están vacíos dan pánico, parecen cámaras de tortura de la era Pinochet.  Dos cuartos con cama grande, varios nichos con poltronas descoloridas, luz roja y bajita.  Pedimos vino de consagración porque el jueves santo es la previa de la crucifixión. En el televisor modelo 93, Nacho Vidal dicta cátedra de cómo atender a una hembra. Y así, con toalla hasta la cintura, se inicia nuestra noche de soledad en la taberna tenebrosa.

Llegan dos parejas jóvenes. La más pollita se sorprende al ver a Emma en ejercicios masturbatorios.  Voltea la cara para otro lado y se va hasta el fondo. La que no es tan pollita se ha quedado mirándonos por un instante y me recuerda a una alumna que usa el mismo tipo de diadema, así, con cara de Lolita. Sigue a sus amigos y realiza el gesto más contemporáneo de las mujeres colombianas: se sube el bluyín y se pasa la mano por el culo.

90 minutos después….

 Con Emma no habíamos tenido tiempo de conocernos por lo que hablamos de lo divino y lo humano. La gente que parece más perversa, en el fondo respira un aire de inocencia. Emma habla del Swing, de sus hazañas de cama,  con una franqueza que dejaría pasmado al mejor reportero. Me habla de su eterna soltería y las razones que la llevaron a evadir el matrimonio  y a evadir la maternidad.  A estas alturas hemos cruzado el umbral que va del sexo hasta el corazón de una mujer.

Llegan unas 5 parejas pero yo no dejo de pensar en la chica de la diadema. A veces pasa por nuestro frente y sigue de largo y se nota el efecto de los tragos: tropieza con la punta de la poltrona, sonríe, perdón, y sigue caminando en ochos.

Nadie todavía se anima a culiar. Los dos cuartos con cama gigante siguen vacios. Me siento raro pues en Cali se acostumbra a azotar la baldosa primero y luego cuando la cosa se calienta entonces se pasa a la zona húmeda. Acá no hay pista de baile. Solo poltronas y Nacho Vidal.

Ya estamos entonados, mareaditos, y nos metemos a uno de los cuartos a besarnos. Me encanta besar a Emma, mueve la lengua como una espada. Al meterse la verga a la boca es pura Linda Lovelace en “Garganta Profunda”. Emma sabe lo suyo, se toma su tiempo.

De repente entra a cuadro la chica de la diadema. El novio la lleva caminando en reversa mientras le susurra algo al oído. La acuesta a la brava a nuestro lado y yo dejo por un momento a Emma para contemplar el cuerpo de la chica. Piel canela, unos 23 años, culo firme, piernas de voleibolista. Ella es puro comercial de jabón: nada de grasa ni aquí, ni acá.

Abre las piernas pero las vuelve a cerrar. Me encanta este lenguaje del cuerpo. Nadie habla pero todo se entiende como en el cine mudo. Emma le acaricia las tetas y yo voy raudo a penetrarla. La chica se resiste. El novio le susurra algo al oído. Creo que la llama al orden: “ Ome, mirá comportáte, ome”

Salgo de la cama y doy la vuelta para metérselo a la boca. Nada. “Que escena mas chaplinesca”- pienso mientras trato de ubicarme en el grupo. Nada peor que un músico al que invitan a un cuarteto y no lo dejan tocar.

Me devuelvo y me hace un gesto, quiere que le meta la lengua. Yo obedezco y me zambullo entre las piernas. Desde la guerra de los mil días yo no saboreaba una cuca de 23 añitos. Fresca, rozagante, los labios como los de Angelina Jolie, tiene la sazón del pan que horneaba mi abuela: puro trigo y miel. “Quieto, quieto, que ya Don Lengua llegó”. Bueno a decir verdad, tengo un diplomado en Lenguas en el Instituto de Altos Estudios de Juanchito.

Cuando Emma intentaba atacar al muchacho, ella se lo impedía. A pesar de la borrachera la chica de la diadema conservaba intacto los reflejos para controlar a Emma, para impedir que yo se la metiera. Es toda una directora de orquesta de la represión. Podría trabajar en el Ejército Nacional.

No habiendo más, me gozo la cuca de 23 añitos. A veces Emma me besa, a veces besa a la chica. Me concentro en el clítoris. Soy un fanático de las palabras esdrújulas. Ella se retuerce y su majestad se ensancha, se humedece en su totalidad, siento sus jugos en mi boca.  Con las dos manos le sostengo el culo que es como sostener el Santo Grial.

Ella se deja venir y me vuelve a agarrar la cabeza. A buen entendedor pocos gestos por lo que yo vuelvo a acariciar el Sacrosanto con la punta de mi lengua.  Bajo a explorar nuevos territorios porque quiero morderle  las nalgas.  Le introduzco dos dedos en la vagina y escucho un grito. Mientras tanto Don Lengua baja a la región insondable y misteriosa. La frontera entre la maternidad y la perversión.  Ella vuelve a gritar y yo invado la totalidad del territorio.   Como estoy que me vengo agarro la boca de Emma y allí viene el diluvio, el santo grial, el Arca perdida.

Nunca supe su nombre, nunca sabré quien es ella en esta ciudad de 4 millones de habitantes. Cuando vuelva recorreré las estaciones del Metro buscando, entre la multitud, una  diadema perdida, un culo firme, una piel canela. Encerrado en un hotel besaré imaginariamente el maravilloso Sacrosanto. Hoy, Jueves Santo, he visto la sonrisa de Dios en una diadema.

connie-franco

Soy hombre heterosexual

visitas: 2276
Categoria: Intercambios
Fecha de Publicación: 2016-12-21 02:49:22
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1 Comentario

De los mejores relatos que he leido, sutil y perspicaz!

2016-12-21 17:44:54