Categoria: Intercambios
Fecha de Publicación: 2017-04-25 22:43:02
Más Relatos Por Connie Franco
Escenas de los capítulos anteriores: me fui a un bar, a escribir un artículo sobre el Swinger para el periódico de mi ciudad. Me acompañó Luisa quien, al principio, estaba toreada como una pantera. Poco a poco, la cosa fue mejorando…
Te digo, Lucho Herrera ascendiendo el Alpe d' Huez me quedó pendejo. Tiemblas, cada vez que me ves, yo sé que tiemblas. Manos frías que van escalando el culo del mundo. Como Burton coronando el nacimiento del Nilo en “Las montañas de la luna”. Lo dijo una vez Nairo Quintana: “Lo mejor de la subida es la bajada”. Y Willie Colón finalizando: “Es que yo quiero hipnotizarte con las notas de mi melodíaaaa”
En medio de la pista con semejante contexto uno queda parolo, lo que se dice parolo. Con la entrepierna pasada por agua. Y a todas éstas, Luisa Lane? Mientras yo alcanzaba la cima ella bajaba vertiginosamente al corazón de las tinieblas.
El marido de la rubia nos ordena que vayamos a la salita del porno.
Unas poltronas colocada en L y el Televisor de 42 pulgadas, el descreste de la época. La rubia queda en cucos y con un movimiento felino se pone en cuatro. La espalda de la felicidad y el culo celestial entregados a lo que Dios quiera, mi amor. Y como un bebé al que le pica la encía, éste pobre mortal se lanza a morderle el nalgatorio. Y entonces descubrí que nada hay más bello en este mundo que afilar los dientes en la retaguardia de una dama.
La tanguita se esfumó entre mis colmillos de perro. Al fondo Luisa la besaba. Atacada por los costados principales, la rubia arquea el cuerpo. Cae contra la poltrona con el culo parado. La cima del Paraíso. Que es como llegar al Everest pero con el calor de La Guajira. El marido de la rubia se ubica detrás de Luisa y nunca supe que tanto le hacía. Mi mirada periférica no da para tanto.
Al ponerme el condón recordé un consejo de Truman Capote, experto en orgías: para disfrutar al máximo el primer polvo piense en cosas terribles. Traiga imágenes feas y trágicas a su mente, de manera que pueda controlar al chimbo encabritado. Porque la mejor definición se la leí a García Márquez en “El otoño del Patriarca”: “Los hijos son como la verga, cuando están chiquitos son obedientes y se les puede controlar, pero luego crecen y hacen lo que les lleva la gana”
La coreografía perfecta. Mientras yo ingresaba a las profundidades con cautela, como un aborigen palpando una caverna inhóspita, el marido hacía lo propio con Luisa a quien vi hermosa de frente y enroscándole la lengua a Jessica Alba.
Fueron los mejores instantes de finales de siglo XX. Yo queriendo quedarme allá adentro para siempre, cometer un delito y que me den esa cuca por cárcel. Que me regalen esa espalda para jugar ajedrez. Tomarme un té limón en aquel ombligo y ahí sí que se acabe el mundo, mamita. Apocalipsis Now.
Luisa cayó rendida y liberada de las cucarachas que le habían inculcado las monjas del convento “Las adoratrices del divino miembro” donde estudió. Premio Cámara de Oro a la mejor debutante swinger. La abracé, bañada en sudor, aún jadeante por el ataque en reversa al que la sometió el marido de la rubia. Así, arrunchados en la poltrona de los amores urgentes, con el susto y la maravilla de haber atravesado el armario de Narnia, suspiramos juntos y sentí esa cosita loca llamada amor. Las mariposas en la barriga que revolotean cuando una vocecita interior nos susurra: “ella es, con ella llegarás a viejo”
Escribí el texto y “Careserrucho” me lo arrojó en la cara: “Este es un periódico decente”-dijo. Nunca supe la razón para encomendarme el artículo a mí. Sería porque acababa de publicar un reportaje sobre el intercambio humanitario?
Por eso ahora, apenas, lo estoy publicando. Yo sabía que en algún lugar del ciberespacio me esperaban los ojos románticos que lo leerían.
Para leer la primera parte, copie y pegue èste enlace:
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