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Sin Pagar

Ella era flaca, medía 1,70 más o menos, sabía su estatura porque se veía un poco más bajita que yo, y yo mido 1,75.  Tenía puesto un jean blanco, le quedaba muy pegado al cuerpo, podía ver el culo enorme que tenía, bueno, enorme no era, tenía una forma muy particular, sus caderas resaltaban, era redondo y cuando daba la espalda, no se marcaba su ropa interior, me daba por pensar que la ropa interior que tenía era muy pequeña, eso me excitaba demasiado. Tenía una blusa azul, de esas que por los costados permiten ver el tipo, la textura y el color del brazier.  El brazier era de color claro y su textura era de esas que permiten entrever en algunos puntos el color de la piel y si te fijas bien, alguna parte del seno.  Sus senos no eran gigantes, pero se veía firmes, pensaba que podría meterlo todo en mi boca, bueno, al menos la mitad.  Se movía mucho, estaba bailando tanto, que supuse que estaba más entonada que sus amigas.  Yo estaba con un amigo, él es casado, tiene hijos, yo tengo esposa.

La relación con mi esposa es algo liberal, podemos tener sexo por fuera de nuestra relación pero nos debemos cuidar, pues tanto a ella como a mí, no nos gusta el sexo con condón.  Bueno, seguía mirando cómo bailaba esa mujer.  Una de sus amigas se acercó, se había percatado del tiempo que llevaba mirando a su amiga: pensó que podía sacar provecho de la situación.  Estando cerca a nosotros nos dijo que le gastáramos.  Yo le pregunté que cómo era la cosa, que yo les podía gastar lo que quisieran, pero que su amiga me encantaba, que estaba dispuesto a comprar el licor que desearan pero que no les iba a salir gratis.

Su amiga se fue de nuestra mesa. Se dirigió a hablarle a la mujer que tanto bailaba.  Ella me miró fijamente, descubrió el deseo mis ojos y el morbo con que la veía bailar.  Se acercó y me dijo : Si es verdad lo que dice mi amiga, entonces gástanos y luego hablamos, entre tú y yo cuadramos todo.   

Hablaron con sus demás amigas y se separaron del grupo.  Vinieron a nuestra mesa, la que se había acercado primero y la mona que veía bailar.   Le escribí en un papel  "Mona, es sino que aletee ese pelo sobre mi cara y verá que me libra de esta sombra que me acosa", era rubia, rubísima. Le entregué el papel. Ella lo leyó y sonrió. Le brindé un trago doble, lo tomó y sin pensarlos dos veces, se sentó en mis piernas.  Su compañera se sentó cerca de mi amigo, hablaban entre ellos, no sé de qué hablaban, me imagino que era de lo mismo que yo con mi mona, de cómo íbamos a terminar esa noche, dónde, haciendo qué. 

Pasado unos minutos, y luego de haber estado tomando y tomando, mi amigo se puso de pié y se marchó, dijo que ya volvía.  Me quedé con las dos mujeres, les dije que cómo íbamos a cuadrar, que ya tenía ganas de tener sexo.  Ambas se rieron, pero la que había empezado todo, no consentía tanto como la mona que estaba conmigo.  Llegó mi amigo y nos pusimos de pié.

Antes de salir del bar, yo le pregunté qué cuánto era lo que cobraba, ella me dijo que le diera doscientos mil pesos, entonces yo le dije que yo no le podía dar tanto, mi amigo también hablaba con la amiga de la mona, yo ya había cuadrado mi ratico de sexo, que no le daría esa cantidad de dinero, pero que le daría algo.

Nosotros salimos de ahí, mi amigo había dejado un carrito fuera del bar, pero nos fuimos en la camioneta que yo tenía que era una doble cabina. La mona, con la que habíamos pactado precio, se sentó en la parte de adelante conmigo y la otra se sentó atrás con mi amigo.  Recuerdo que estaba un poco tarde, era más o menos la 1:45 a.m., casi no había gente ni tráfico, las calles estaban vacías a excepción de una o dos motos.  Salimos en dirección norte, tratando de buscar una zona con pocas casas, la salida de la cabecera urbana de Bello al Corregimiento de San Felix.  Pusimos un poco de música, vi que atrás se empezaban a besar, me antojé y quise participar, pero lo único que se me ocurrió, fue bajar el cierre del pantalón, sacar mi verga dura, tomar la mano de la mona, ponerla encima y decirle que me pajeara, pues la suma de dinero que pedía no era baja y quería un servicio completo. 

Me empezó a pajear y lo hizo tan bien, que pensé en la cantidad de tiempo que llevaba dedicándose a eso, lo hacía muy bien.  Se acercó y mientras conducía, me escupió la verga, debo admitirlo, tuvo buena puntería, lo hizo justo en la cabeza de la verga,  no me chorrió por ningún lado, siguió pajeándome hasta que no aguanté más y detuve el auto.  Abrí la puerta y salí.  Ella quedó adentro, así que rodeé el auto para abrir su puerta, estaba sentada ahí, ese cabello rubio iluminaba toda la camioneta, lo admiré mientras lo envolví en mi mano, me puse frente a ella y le pedí que me lo chupara... Ella escupió nuevamente mi verga, y empezó a lamerla, regó su saliva por toda la verga, pasaba su lengua desde abajo hasta arriba, me lamía la cabeza: era una experta.   Logré ver que mi amigo y su amiga simplemente nos miraban, era una escena con público.

Se lo metí varias veces de tal manera que la saliva escapaba por su boca, ella no lo consentía, sus ojos lagrimeaban, lo sacaba y le preguntaba si estaba bien y me decía que sí, luego me agarraba la nalga y me tiraba nuevamente para que se lo metiera profundamente en su boca.  Así lo hicimos un par de minutos más, sentí que habían abierto las puertas de atrás y cuando miré, ya no había nadie: no me preocupé por eso, pues estaba sintiendo demasiado placer. 

Cuando me daba por mirar ese rubio cabello, encontraba la mirada cómplice de esa mujer que me vendía placer, me desesperaba de sentir que estaba en su boca y que lo chupaba como nunca antes había sentido que lo hiciera.  Lo saqué de su boca y le pegué en la cara con mi verga, ella solo se reía.   Recuerdo que ella se quiso quitar la ropa en su totalidad, solo le permití que se quitara la blusa y el pantalón. Quedó con su brazier y sus tangas.  Eran unas tangas negras muy pequeñas, un hilo que por poco me provoca una eyaculación.   Ella vio en mi rostro el deseo que despertaba.   Le dije que se pasara a la parte de atrás, yo, que estaba afuera, solo tuve que abrir la otra compuerta, y la encontré ahí, ya estaba lista para ser embestida, se puso en cuatro... esa fue la primer imagen que tuve al abrir la puerta, su coño estaba muy mojado, su ano me decía que no era la primera vez que estaba tan dilatado, parecía que estaba preparado para ser accedido.

Me puse un condón, le escupí el culo, cargue de nuevo y le escupí la vagina, le metí un dedo, empecé a frotarle los labios, buscaba estimular su clítoris, estaba muy excitado, tanto así, que me empezaba a desesperar.  Sentía que poco a poco me ponía más y más brusco, se fueron los primeros dos dedos, movía mano de manera violenta, luego fueron tres dedos, luego cuatro y finalmente, entró hasta el pulgar.  Escuchaba que gritaba y gemía, no sabía si era de placer o dolor, cuando podía se pegaba en su nalga con la otra mano, sentía que le gustaba mucho.   No aguanté más, me quité la correa del pantalón y le di en su culo hasta que quedó marcada... ella estaba encantada, su vagina chorreaba de placer, me pidió que se lo metiera, que me quería sentir.   Yo la volví a golpear, su culo estaba rojísimo pero me excitaba verla así.   Cogí, mi verga, cogí un poco de impulso y se lo metí... ella gimió al sentir que entraba, así lo hice durante unos minutos, no podía, me dijo que estaba corriendo y que le gustaba.  Le dije que era momento de cambiar, estaba tan mojada, que su culo parecía estar repleto de su lubricante, se lo metí hasta el fondo, decía que le dolía pero que no lo fuera a sacar, que ese dolor era placentero, la nalgueé un par de veces más.  

Se acostó boca arriba, la arrastré casi que hasta la puerta, su espalda estaba en el asiento pero su cintura estaba en el aire. Se agarró como pudo, estaba boca arriba y se lo volví a meter. Ella me abrazó con sus piernas, no me dejaba tomar impulso para embestirla, pero ella misma se encargo, moviéndose de manera circular y violenta,  de excitarse y procurarse placer, le agarré las tetas como pude, se las apretaba al mismo tiempo, estaba muy excitado, pareciera que eso lo reflejaba en mi brusquedad.  No medía mis fuerzas y decidí agarrar un pezón, se lo retorcí, lo apreté fuertemente, ella me decía más duro, más duro y más duro, yo le hacía caso.

En principio sentía que usaba como un objeto, pero en ese momento ella era la que usaba a mí. Sentí que me quería venir.  Le dije que saliera del carro, pues no lo quería ensuciar,  ella lo hizo, se mandó su mano a la vagina y se arrodilló, se empezó a masturbar y me dijo que quería llegar conmigo, estaba arrodillada ahí en el piso, sus rodillas se maltrataban, me dijo que le avisara cuando fuera a llegar, que le llegara a su cara por completo, que se la dejará blanca de semen... así fue, con un grito en medio de la noche oscura y ante los ojos de mi amigo y su amante, me vine en su cara.   Lo que cayó cerca a sus labios se lo tragó, lo que no, se lo terminó de esparcir en su cuerpo.  Antes de levantarse, le dije que esperara, que no había terminado, y cuando ella preguntó por eso que faltaba, la oriné en su humanidad, en su rostro, en su cabeza...  así terminó el sexo en medio de reproches e insultos.  Yo me sentí pleno. 

Mientras ella se limpiaba, detrás de la camioneta, yo estaba al pié de la carretera fumando un cigarrillo, cuando fumaba, venía alguien en una moto, resulta que había sido un señor a quien yo conocía, él vive cerca de mi casa, paró porque reconoció la camioneta y me preguntó que qué era lo que me pasaba, si estaba varado o qué, yo le dije que no, que sólo había parado a fumar un cigarrillo y a tomar aire, el muchacho de la moto siguió su camino.  Cuando ella había terminado de limpiarse un poco, subió a la camioneta pero esta vez en la parte de atrás con su amiga.  Cuando ya casi llegamos nuevamente al casco urbano, pasamos por una bomba de gasolina, y justo ahí me quedé sin gasolina, pero con el impulso que traía el carro  alcanzamos a llegar a la bomba. Le dije a la mona que solamente traía treinta mil pesos y que tocaba echarle gasolina a la camioneta, que le echaría veinte y  cinco mil pesos de gasolina y que los cinco mil restantes eran para ella, que si quería los recibiera.

Ella se bajó de la camioneta y ahí mismo comenzó a pedir la plata, que le pagáramos, eso lo dijo en varias ocasiones. El que estaba tanqueando me pasó la llave y yo cogí y prendí la camioneta, ya prendimos la camioneta y le dije a la muchacha que se subiera y ella no quiso, por eso salí de ahí, nos fuimos, pasé dejando a mi amigo por el sitio donde había dejado el carro, nos despedimos y cada quien se fue para su casa... 

inexorable

Soy hombre heterosexual

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Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2017-05-29 00:37:15
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