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-“Guauuu… te ves como toda una mamasota”, le dije a Natalia mirándola de arriba abajo mientras ella salía del baño sonriendo, estrenando su bikini rojo de dos piezas cubierto sutilmente por esa delicada pieza de lino transparente que cubría su escultural cuerpo.

-“Si lo se bebe… por eso debes estar muy orgulloso de que tu bella esposita va a atraer miradas de envidia el día de hoy”, me respondió ella acercándose y dándome un tierno beso en la boca.

Mientras nuestros labios de juntaron, cerré los ojos y bajando mi brazo izquierdo por su cadera deje que mi mano se posara sobre sus esbeltas y paraditas nalgas de mujer barranquillera, acariciándole generosamente ese culazo de mujer costeña, mientras que sus suculentos pechos de juntaron contra el mío.

-“Amaneciste bien?”, le pregunte susurrándole al oído.

-“si mi amor… un poco maltratada pero feliz por darte gusto en tus cosas”, dijo Natalia.

Habíamos tenido sexo la noche anterior por más de 2 horas y de paso, ella me había complacido especialmente, por dejar que mi verga cachaca se hundiera en medio de ese culo de ensueño, permitiendo que en 15 mágicos minutos de sexo anal, mi desesperada verga explotara atrapada adentro de esas nalgas de diosa.

-“Vámonos ya para tomar un buen sitio”, me dijo ella volteándose y caminando hacia la puerta de la habitación del hotel para salir de nuestra suite esa mañana.

Baje mis ojos y mire de nuevo el parado y hermoso trasero de Natalia, lucido a plenitud por ese sexy bikini rojo. Sus nalgas, firmes y redonditas, reflejaban con certeza su diaria dedicación al gimnasio, pero no mostraban los signos de que ese trasero de mujer costeña tenía un solo dueño desde hacía ya 3 años. Ni mucho menos que anoche mi verga se había hundido en lo profundo de ese trasero. Sexualmente Natalia me complacía a pleno, pero de las cosas que yo más disfrutaba, al ser su esposo, era darle por el culo, ya que sabía que más de uno de mis amigos, o los amigos del banco donde ella trabaja, o alguno de mis clientes de la oficina daría lo que fuera por meter su verga en medio de esas nalgas de currambera.

Me case con Natalia por allá en el 2011, enceguecido de amor y obviamente atraído por ese cuerpazo de barranquillera. Ahora, 3 años después habíamos decidido buscar el bebe que nos hacía falta, pero por esas cosas de la vida hacia un mes, después de pasar por unos exámenes de fertilidad, habíamos recibido la desesperanzadora noticia de que mi esperma no era fértil y que la única opción era adoptar un niño en el ICBF.

Esa mañana de Mayo la calurosa ciudad Mejicana de Playa del Carmen, en la Riviera Maya, nos recibía con su aliento de salir adelante a pesar de las circunstancias. Sabía que a mis 40 años de edad aún existía la posibilidad de ser padre, aunque a Natalia, de 30 años, la frustraba bastante el hecho de que la adopción era nuestra única salida.

Bajamos a la playa del suntuoso hotel y empeñe a notar como el cuerpo de Natalia empezó a atraer las disimuladas miradas de turistas europeos y latinos que en ese momento disfrutaban ya del cálido sol mañanero. En el ascensor un hombre de avanzada edad la miro de arriba abajo sonriéndole, mientras que a la salida del lobby, caminando por el sitio de las bebidas dos hombres jóvenes se quedaron observando el exuberante cuerpo de mi costeña.

A sus 30 años de edad, esa maravillosa mujer con carisma único de echada para adelante y de apoyo total a nuestra relación, se unía a mi causa independiente de que las cosas de la vida se enfrentaban opuestas a nuestro rumbo. Parecía obvio que ese cuerpazo me pertenecía y me complacía sexualmente a pleno. Pero que ironía ocultar en doloroso silencio que mi verga y mis dos guevas no podían darle ese hijo que ella tanto deseaba y con tanto anhelo me pedía.

Llegamos a la playa y nos hicimos debajo de una carpa de sol con cómodas sillas playeras alejadas del ruido de la clase de Zumba que en ese momento se llevaba a cabo por el grupo de recreacionistas, y justo al lado un joven tipo europeo que leyendo un libro nos saludaba sonriendo desde la carpa de al lado.

-“Me ayudas con el bloqueador corazón?”, pregunto mi esposa poniéndose de pie y quitándose la delicada pieza de lino transparente que cubría su cuerpo, dejando al descubierto su exuberante cuerpo. Arriba, su bikini de dos piezas rojo no podía ocultar ese par de suculentos melones 36C, operados y llenos de silicona, pero que le deban a sus tetas una majestuosa presencia a los ojos de un hombre sediento de sexo, y a ella un gesto más de su vanidad femenina. Y abajo, esa diminuta tanga roja sexy y atrevida, escasamente cubría su carnoso sexo, y atrás, esas paraditas, firmes y redondas nalgas de diosa sobresalían rozagantes y perfectamente visibles, imposibles de ocultar e irónicamente, dejaban al descubierto un sinfín número de razones por las cuales los hombres pensaban que mi verga era una afortunada.

De repente, una ráfaga de viento se cruzó en nuestro camino y la delicada salida de baño voló en la dirección correcta como mostrándonos que debía caer en las manos de su verdadero dueño.

La pieza roja de lino voló rauda y cayo tres carpas a nuestra derecha justo en las manos de un hombre maduro que gentilmente se atrevió a cambiar su curso. Y tácitamente, el suyo también.

Natalia corrió a su carpa sonriendo y pidiendo disculpas por el fortuito accidente y a la vez agradeciendo esa mano salvadora que detuvo su curso. Sonriéndole, teniendo en frente suyo esa grata y generosa sorpresa, el maduro hombre no entendía su suerte de esa mañana. Con el terso velo rojo aun atrapado en su mano, sus ojos azules no cabían de la dicha al ver como esa costeña colombiana exponía en frente suyo todos sus atributos físicos hablándole con un acento exquisito de mujer barranquillera.

Durante esos 30 segundos, ambos se mostraron entusiasmados de su suerte. Ella teniendo a un maduro hombre Argentino de 46 años, con sus ojos radiantes y brillantes hablándole de los fortuitos vientos de Mayo, y el ensimismado viendo como el voluptuoso cuerpo de Natalia lo premiaba por corto tiempo exponiendo a su vista esos pechos, esa cadera y esas largas piernas de mi esposa. El le entrego a Natalia la pieza de lino rojo y ella le agradeció por su gesto, volteándose y caminando de regreso a nuestra carpa.

Un extraño cosquilleo me paso de pies a cabeza.

Durante los 20 o 30 metros de distancia que ella camino de regreso a nuestra carpa, los ojos del hombre no se despegaron ni un segundo del trasero de mi esposa. Extasiado por la escena, el hombre atrevidamente clavo su mirada hacia el cadencioso caminar de Natalia mientras sus espigadas y sexys nalgas se contorneaban de un lado para el otro, como sabiendo que en ese momento un atractivo hombre ponía silenciosamente precio en su trasero.

Y así paso la mañana, entre chapuzones en el mar al lado de mi esposa, las estupendas mujeres españolas, una que otra rubia rusa y canadiense, y claro note como el afortunado hombre que ella conoció no perdía su tiempo mirando a Natalia cada vez que ella salía y entrada al mar.

Siendo la hora del almuerzo y ya de regreso a la suite del hotel entramos al ascensor en el lobby, apretamos el botón del piso 10 y vaya sorpresa, justo cuando la puerta ya se cerraba:

-“Falta el rey ¡!!”, se escuchó una voz apurada llamando.

Puse la mano y la puerta se detuvo, dejando que el apresurado hombre entrara.

-“Hola.. vaya coincidencia… en la mañana la ropa vuela y ahora es la puerta”, dijo el con notado acento riéndose.

 -“siiii.. que cosas de la vida”, respondió Natalia sonriéndole y dejando espacio para que entrara.

Era el hombre que tuvo la fortuna de recibir la salida de baño roja de lino de Natalia después de que el ventarrón la puso en sus manos. Mirando con disimulo los exuberantes senos de mi esposa, el me sonrió y luego se presentó:

-“Alfredo… de Córdoba, Argentina… por acá descansando un poco y en los tiempos libres atrapo piezas de ropa que vuelan en la playa”, añadió el jocosamente.

Nos reímos por su buen apunte. De ojos azules, revelando poco sus 46 años, este amigable Cordobés se cruzaba en nuestro camino por el buen sendero. De estatura mediana, y cuerpo más bien delgado, no parecía revelar su edad, con abundante cabello y una que otra arruga en su frente, parecía extraño ver a una persona sola en plan de vacaciones.

-“No puede ser muchachos… vivimos en el mismo piso… estoy en la suite 1020... genial y fantástica para alguien queriendo despejar la mente y de paso renovarse”, dijo Alfredo señalando la botonera del ascensor.

-“Están de vacas?”, pregunto Alfredo mientras él me miraba sabiendo de mi suerte al lado de Natalia.

-“Si por acá de descanso... también para relajarnos, oxigenarnos y disfrutar la vida de forma diferente”, respondió Natalia justo cuando el ascensor se detenía en el piso 10 abriendo su puerta.

-“Después de ustedes”, dijo el formalmente sosteniendo la puerta dejándonos salir primero y claro, disfrutando tácitamente del cuerpo de Natalia al caminar detrás de ella viendo como mi esposa lucia orgullosa su sexy bikini.

Un extraño cosquilleo me paso de pies a cabeza.

Durante esos 10 metros que caminamos hacia la suite 1030, nuestra habitación, Alfredo nos seguía atrás hablando de las bondades de hotel y de la playa, mientras que sus ojos no se despegaban del culo de Natalia. Imagino lo que pasaba por su cabeza.

“Adiós muchachos… que disfruten su velada”, dijo el siguiendo su camino al fondo del pasillo, sonriendo y mirando descarado los senos de mi esposa a través del sexy bikini.

Pasaron dos días más, llenos de buena comida, playa y descanso y sexo sin protección al lado de mi esposa. Al fin y al cabo mi esperma no estaba listo para hacerme feliz padre de mi propio hijo.

La tercera noche en el hotel decidimos ir a uno de los bares locales del pueblo a disfrutar de la música y la auténtica comida mejicana. Esa noche me sentía el Rey de copas al lado de mi esposa. Natalia lucia majestuosa. Su ajustado vestido verde crema cubría su cuerpo como un manto de reina. Bien escotado arriba, el vestido dejaba expuestos gran parte de sus dos deliciosos melones y esas tetas de silicona se veían bondadosas sobresaliendo de su torso. Abajo, el ceñido vestido se apretaba en su cadera y marcaba perfecto su trasero, destacando a la perfección ese culo de ensueño de mujer barranquillera. Las dos caras de sus paraditas nalgas sobresalían divinas y ese trasero de bailadora currambera no podía pasar desapercibido a los ojos de ningún mortal.

El vestido terminaba arribita de sus rodillas, dejando visibles la parte baja de sus muslos y sus piernas. Era el vestido adecuado para llamar la atención de un hombre. Y vaya momento para lucirlo esa noche en un abarrotado bar de la ciudad de Playa del Carmen lleno de turistas Europeos y latinos.

Tomamos un taxi, pagamos los 70 pesos mejicanos y llegamos como a eso de las 10 pm cuando la rumba arrancaba, entrando al bar y tomando una mesa un poco lejos de la pista de baile.

-“Dos tequilas por favor”, pidió Natalia a la mesera.

-“Veo que el vestido me traer mucha suerte esta noche y eso hay que celebrarlo”, agrego ella riéndose y tomando mi mano derecha bajo la mesa.

-“Si me di cuenta yo también… vistes como los dos gringos de la entrada te miraron?... no les entendí nada de lo que dijeron pero de seguro comentaron de tu cuerpo… se que te querían comer viva..”, comente mirando alrededor como la música y las luces daban al bar un ambiente para la diversión.

-“Vamos a bailar amor”, me dijo Natalia poniéndose de pie vanidosa y orgullosa caminando hacia la pista de baile tomándome de la mano, mientras yo me sentía en el paraíso de la envidia viendo como la clientela masculina ponía sus ojos en el cuerpo de mi esposa mientras ella me llevaba.

Bailamos una bachata y un reggaetón, bien pegados, sintiendo las miradas de propios y extraños, y justo de regreso cuando nos sentamos para empezar a disfrutar de nuestro par de tequilas una figura apareció al fondo dirigiéndose hacia nuestra mesa:

-“Natalia… Jorge… que grato verlos de nuevo muchachos… además es imposible no pasar desapercibida la belleza reluciente de la mujer colombiana esta noche”, saludo Alfredo el argentino que conocimos en la playa hacia dos días.

El se acercó y le plasmo un beso en la mejilla a Natalia, quien gustosa le correspondió su comentario halagador con un abrazo, para luego darme su mano fuertemente.

-“La música excelente, las bebidas abundantes, el bar esta genial pero la presencia femenina muy pobre, hasta que te apareciste Natalia y esto cobro vida de nuevo”, dijo el riéndose.

-“Tienes compañía?”, pregunto Natalia.

-“No, estaba sentado en la barra tomándome un tequila y despidiéndome silenciosamente de México ya que regreso mañana a la Argentina”, respondió Alfredo.

-“Porque no te sientas con nosotros y compartimos mesa, tequilas, baile y charlas”, pregunto mi esposa mirándome a los ojos curiosa por mi aprobación.

-“No es problema?... están seguros?.. no quiero echar a perder ni arruinar su noche romántica”, comento el con tono de duda.

-“No tranquilo Alfredo, arrímese para acá y se sienta con nosotros”, respondí dando mi aprobación.

Pasaron dos horas de charla, risas, futbol, tequilas, cervezas y baile entre Natalia, Alfredo y yo. Tiempo suficiente para que entráramos en confianza, tiempo suficiente para entender que no fue ninguna casualidad lo que ocurrió aquella mañana soleada en la playa con la salida de baño roja que voló a sus manos, tiempo suficiente para que los tres nos fundiéramos en una amalgama extraña de confianza, dudas y riesgos por tomar, tiempo suficiente para que Alfredo diera el paso adelante y nos enseñara el camino a seguir esa noche.

Eran las 12 en punto de la medianoche, y mientras el alcohol ya estaba en nuestras venas circulando con fuerza, yo, sentado en la mesa observaba como Natalia y Alfredo se fundían en un abrazo especial al dejar que sus cuerpos se juntaran atrevidamente el uno contra el otro mientras los dos bailaban al ritmo de la música. Se veían tan felices, tan entregados a su ritmo, disfrutando de la última noche juntos de estos dos desconocidos, y allá al fondo, el cuerpo sexy de mi esposa engalanaba la música con su figura. Sus portentosos senos sobresalían de su torso y se recostaban sin problema alguno sobre el pecho de Alfredo quien a gusto disfrutaba mágicamente de como esas deliciosas tetas llenas de silicona rompían esquemas y se le entregaban sin pena. El para nada disimulaba de ese gesto bondadoso y yo lo veía como observaba encantado a través del atrevido escote de Natalia el profundo valle de las pasiones en medio de ese par de melones de diosa. Abajo, las manos de Alfredo atrevidas se posaban firmes y fuertes sobre la cadera de Natalia arrimándola contra su abdomen y el ajustado vestido crema verde mostraba perfecto como ese par de paraditas y firmes nalgas se movían alegres al ritmo de la música, y destacaban a un más ese portentoso culazo de mujer barranquillera. Mientras Alfredo amacizaba a Natalia, a ella poco le importaba, y por el contrario, disfrutaba al sentir como ella exponía su voluptuoso cuerpo a los placeres de un buen baile y una buena charla.

Finalmente la música de Vallenato llego a su fin y mientras Natalia sonreía a los halagos de su afortunado compañero de baile, vi extasiado como la mano derecha de Alfredo se escurrió atrevida sin pena ni gloria por la cadera de mi esposa y recorrió majestuosa, lenta y parsimoniosa, las hermosas nalgas de Natalia.

Un extraño cosquilleo me paso de pies a cabeza.

Así de simple, disfrute al máximo ver como un extraño liberaba sus límites y llevado por el alcohol y la excitación masculina ponía finalmente su mano sobre ese portentoso trasero de mujer costeña. A ella le importo un carajo sentir como el, arriesgado, ponía su mano gaucha sobre su esbelto culazo de mujer barranquillera.

-“Vaya… que bailada”, dijo Alfredo acercándose con Natalia sonrientes a la mesa disimulando conmigo lo que yo acababa de presenciar.

-“Mas tequila?”, pregunto el sin sentarse y mirándome sabiendo que después de tres días de confianza finalmente ponía atrevidamente su mano sobre ese parado y hermoso trasero de una mujer colombiana.

-“Si claro”, respondió Natalia sin dudarlo.

Tan pronto la figura del argentino se perdió de nuestra vista, un silencio frio y tenso nos unió. Natalia tomándome de la mano me miraba con duda y sonrisa nerviosa. Yo leyendo sus pensamientos sabía lo que quería decirme, pero no se animaba a ventilar.

-“El te tiene muchas ganas… tienes a ese hombre al rojo... y me gustó mucho ver como te manoseo el culo”, le dije mirándola a los ojos.

Natalia me miro sin decir nada y su mirada se volteaba nerviosa hacia la pista de baile sin comentar nada. Finalmente rompí su silencio.

-“Te quieres acostar con el?... dime la verdad… te gusta el man, verdad?”, pregunte.

-“Sabes que te apoyo en lo que sea”, volví a agregar tomándola fuerte de la mano.

-“Si.. la verdad me atrae algo de el… no se… como si lo conociera de hace mucho tiempo… como si fuera especial en otra vida”, me respondió ella.

-“Hazlo sentir especial, si eso es lo que quieres… y de paso guardemos ese secreto único entre nosotros... que sea algo que nunca saldrá de nuestros labios”, comente.

-“Nos vamos a la suite de el y dejas que el te haga de todo… sé que lo vas a sentir como si fuera yo… y que sea un momento especial para los dos”.

Dos minutos más tarde, Alfredo se apareció con la botella de tequila sonriente sin imaginar lo que Natalia y yo habíamos decidido.

-“Vamos a bailar la última de la noche”, dijo mi esposa poniéndose de pie y tomando la mano de Alfredo quien sorprendido no sabía cómo reaccionar a ese inesperado momento.

Natalia y el llegaron a la pista de baile y ella abrazo a Alfredo por su espalda fuertemente dejando que sus voluptuosos pechos se aplastaran contra el pecho de el. Alfredo la tomo por la cadera y se aferró a ella mientras la música de Bachata inundaba el ambiente. A lo largo de esos 2 minutos Natalia coloco su mejilla al lado de la de el, y como pareja dejo conocer sus inquietudes y tanteo sus respuestas con la duda si ellas serian respondidas.

Luego 60 eternos segundos donde Natalia y Alfredo se susurraban al oído sus deseos y pretensiones, acompañados de una sonrisa perversa y coqueta, al mismo tiempo que sus cuerpos se juntaban el uno al otro más intensamente.

Sin acabar la canción, Alfredo respondió positivamente a su oferta y en frente mío, mirándome a los ojos, pidiendo mi tacita aprobación dejando escurrir de nuevo sus dos manos de la cadera de Natalia y colocándolas sutilmente sobre el espigado culo de Natalia, acariciando sus paraditas nalgas lenta y deliciosamente para envidia de todos los asistentes al bar. Con movimientos lentos y circulares dejo que las palmas de sus manos recorrieran toda la superficie de ese culazo de mujer barranquillera y disfruto a pleno de esa atrevida propuesta.

Tan pronto la pieza musical llego a su fin, las pulsaciones de mi corazón se dispararon. Ver a Natalia y Alfredo venir sonrientes caminando hacia la mesa donde yo estaba sentado me encendió la libido.

-“Nos vamos bebe?”, pregunto Natalia mirándome.

-“Yo pago la cuenta chicos”, respondió Alfredo, retirando su mano del trasero de Natalia momentáneamente para sacar su billetera, mientras ambos permanecían de pie al lado de la mesa.

Salimos del bar y tomamos un taxi de regreso al hotel, yo sentado al lado del conductor y atrás, Natalia y Alfredo juntos como pareja. Que delicia verlos felices cuchichearse, el acariciándole a ella la parte alta de sus piernas y Natalia, pasiva, viendo como las manos atrevidas del argentino empezaban a recorrer su cuerpo.

1 minuto más tarde, en un semáforo en rojo, mi estómago se enredó en un nudo de emociones encontradas. Luego de un extraño silencio en la parte trasera del taxi, voltee a mirar para presenciar impávido como Natalia y Alfredo fundían sus labios en un apasionado y largo beso, mientras las piernas entreabiertas de Natalia me enseñaban su visible tanga y la mano derecha de Alfredo manoseaba ya generosamente las exuberantes tetas de mi esposa. El, luego, de inmediato y sin dudarlo, bajo su mano y la coloco en medio de las piernas de ella para poder así palpar con sus dedos el húmedo tesoro que ella escondía.

Llegamos al hotel y bajamos del taxi. Que arrechera ver a mi esposa tan elegante, sexy, radiante y feliz, después de besarse con un desconocido y dejar que el tocara los tesoros de su cuerpo. Su culo, inmaculado, se veía más hermoso bajo el apretado vestido verde y Alfredo, sin disimulo y con nerviosismo, con su cabeza baja le miraba sus espigadas y esbeltas nalgas sin imaginarse que su verga estaba a solo minutos de enterrarse allá en ese trasero de diosa.

Entramos el ascensor y Natalia de inmediato se soltó de las manos de Alfredo para darme un beso.

-“Te amo mi vida... eso nunca lo olvides”, me dijo ella dejando que sus labios se posaran sobre los míos.

Nos besamos con pasión, y baje mis manos para repasar por última vez esa noche las imponentes nalgas de mi esposa, sin importarme que al lado mio, Alfredo, un amigable argentino dejaba el silencio de su masculinidad a flote, expresando con sobriedad sus intenciones para esa noche de locos.

-“Vamos a mi suite y siéntanse como en casa chicos… y encantado estoy de llevarme ese cuerpo de reina a la cama”.

10 minutos más tarde viví uno de los momento más intensos como pareja al lado de mi esposa. Natalia, de pie junto a la cama, se besaba apasionadamente con Alfredo mientras que el Cordobés dejaba que sus manos recorrieran su femenino cuerpo de forma torpe y desfachatada. El sexy y ajustado vestido verde crema que muchos observaron esa noche en el bar yacía tirado sobre el piso de la suite, y allí, en frente mío veo esa imagen penetrante y hermosa de Natalia semidesnuda, solo cubierta por su delicado brassier y esa diminuta tanga, dejando que el la despoje de sus dos últimas prendas para descubrir de inmediato sus tesoros ocultos.

-“Dios santo… miren esta belleza”, dijo el entusiasmado observando el voluptuoso cuerpo desnudo de mi esposa mientras el brassier de Natalia caía finalmente sobre el piso.

Las sensacionales tetas de Natalia, libres y hermosas, lucían majestuosas ahora completamente visibles a los ojos de este maduro hombre. Abajo, la sexy tanga blanca apenas ocultaba la vagina de mi esposa, la cual brillaba a plenitud y esa grotesca raja afeitada brotaba de su cuerpo pidiendo ser adorada.

-“Voltéate mujer”, dijo el.

Natalia acepto y me miro a los ojos dándose la vuelta y dejando su espalda y su espectacular trasero expuestos a los ojos de Alfredo.

-“Desde que te vi en la playa con ese bikini, yo sabía que este momento es de nunca olvidar”, dijo bajando su cabeza, mirando el trasero de ella y quitándole la tanga a Natalia, como niño consentido abriendo su regalo de navidad.

-“virgen de Córdoba… yo sabía que tenías un regalo de Dios en medio de esas piernas.. que Concha tan brutal tienes mujer”, agrego el mirando el espectacular culo desnudo de mi esposa.

Tan pronto el cuerpo desnudo de Natalia quedo expuesto a los ojos de Alfredo, su cuerpo se dejó llevar por la inercia y cayo de lado sobre la cama mientras el, desesperado, se apodero de su sexo y de sus senos libres de todo yugo. Por espacio de 5 minutos la cabeza de Alfredo se clavó en medio de las piernas de Natalia y empezó a entregarle esa magistral clase de sexo oral, devorándose el clítoris y chupándole los labios vaginales a mi esposa como un sediento caminante perdido en el desierto al encontrarse un oasis, mientras las manos de el se aferraban desesperadas a los voluptuosos senos de ella.

-“Ven bebe... ven acá”, me llamo ella abriendo sus ojos con sus brazos colocados sobre la cabeza de Alfredo como para asegurarse de que el colocaba su desesperaba lengua en el punto correcto.

Me acerce a Natalia y nos dimos un beso especial en el que su lengua y la mía se fundieron en una sola. Mientras la besaba, podía sentir las pulsaciones de su corazón a mil por hora, podía sentir sus quejidos y sus gemidos salir sin control de su boca, podía sentir como los copiosos flujos vaginales se vertían sobre la cara de Alfredo y mojaban las sabanas de la cama sin control.

De pronto el codo de Alfredo golpeo torpemente mi cabeza. Sin esperarlo yo, ni mucho menos Natalia, este Cordobés no aguanto más un segundo y poso su cuerpo sobre el de ella, golpeándome la cabeza sin intención alguna, pero tomando propiedad del cuerpo desnudo de Natalia.

Nuestro apasionado beso se interrumpió de repente y la cara de sorpresa e intensa excitación de Natalia lo expresaron todo. Sus ojos desorbitados y su boca abierta dejando salir ese intenso gemido. Las piernas de Natalia se abrieron más y como un alicate se aferraron a la cadera de su amante casi de forma natural. Y ahí en frente mío, vi como esa flamante e inmensa verga, gruesa, hinchada, cabezona e inclinada hacia la izquierda era muchísimo más grande que la mía. El pene erecto de Alfredo era portentoso y con sobradas razones para explicar que el tamaño sí importa. Solo basto que él se posara sobre ella y allá en frente mío esa impresionante verga se escondió lenta y coqueta en medio de las piernas de mi esposa. Se la hundió toda, como todo un maestro veterano, despacio y parsimonioso, para que la apretada vagina de ella descubriera el placer de ese grueso vergononon que estaba a punto de comérsela.

Me retire de la cama y ahí los dos reaccionaron el uno al otro. Natalia cerrando sus ojos, dejando caer su cabeza hacia atrás y abrazando a Alfredo por su espalda fuertemente y el, tomando posesión del cuerpo de ella, empezando a mover magistralmente su cintura y su pelvis.

Camine hacia atrás de la cama y para tortura o fortuna mía, aun no lo se, empeñe a ver ese espectáculo de la pelvis y la cadera de Alfredo moverse lentamente sobre mi esposa. Veía perfecto como esa inmensa verga entraba y salía del ya dilatado sexo de ella y me parecía excitante aún más ver como esa verga sin condón se mecía magistralmente dentro del sexo no protegido de Natalia.

Me sentí raro, pero ver esa escena intensa desde la parte trasera de la cama me daba una visibilidad increíble de lo que ocurría con el sexo de mi esposa. Ver como esa verga gruesa machacaba, duro y parejo, el apretado sexo de ella, me causo una erección inmediata.

5 minutos mas tarde tuve tiempo apenas de reaccionar y fue mutuo. Tanto para ella, como para él, como para mi.

La inmensa verga de Alfredo martillaba sin piedad la vagina de Natalia y parecía que iba a desgarrar su sexo, cuando de pronto Alfredo dejo salir un largo gemido y su cuerpo se sacudió de improvisto levantando su cabeza contra el espaldar de la cama y gritando su masculino orgasmo sin pena ni gloria:

-“Ayyyy… mujer divinaaaaa…”

El cuerpo de Natalia se contorsiono hacia arriba y levantando su propio peso, arqueándose sobre la cama, se soltó de la espalda de su amante argentino y se aferró con rabia a las sabanas gritando sus gloriosas palabras:

-“Que ricoooooooo… Diossssss ¡!!!”, gimió profundamente Natalia.

Y de inmediato la pelvis de Alfredo detuvo su movimiento alocado y frenético, y por espacio de 30 eternos segundos, empezó a contornearse lenta y pausadamente mientras él y ella llegaban al orgasmo mutuamente.

Ahí, en frente mío, empeñe a ver como las nalgas feas y descuidadas de Alfredo se sacudían con paulatinos corrientazos, mientras su verga y sus dos pesadas guevas se mecían mucho más lentamente.

Que increíble momento. Un extraño cosquilleo me paso de pies a cabeza.

De la bien dilatada vagina de Natalia, taponada hasta la saciedad con ese vergononon argentino, empezaron a fluir por los bordes de sus gruesos labios, espesos y viscosos fluidos de color blanco que caían hacia la parte baja de su sexo escurriendo lentamente hacia el hoyo de su culo. Ahí, en frente mío, estaba presenciando como la verga de Alfredo exploto a bombazos y empezó a vomitar e inundar con su fértil leche el sexo desprotegido de Natalia.

Mientras su verga inmóvil permanecía toda enterrada en la vagina de Natalia, solo veía como las pesadas guevas del argentino bombeaban su leche hirviente y el culo de él se sacudía perezosamente, al mismo tiempo que los dos gemían sus orgasmos, Natalia sintiendo como su apretada vagina era inundada con esa primera carga brutal de caliente y fértil esperma, y el, sintiendo como su verga reventaba a chorros y en 30 segundos llenaba su veterano semen dentro del tesoro de mi currambera.

Para mí, excitante como esa verga enterrada dejaba salir por las paredes de los labios vaginales de Natalia, el excedente de esperma y en solo 30 segundos, el sexo rebosante de mi esposa quedaba lleno del semen fértil de su amante.

Finalmente ambos cuerpos desnudos y sudorosos, en posición misionero, detuvieron sus eróticos movimientos y la primera y gloriosa derramada de Alfredo yacía completa adentro de ella.

15 minutos más tarde Natalia me daba una de las más especiales y disfrutadas mamadas. Y vaya que lo era.

Mi verga reventó y dejando salir su chorro inerme e inservible de semen, empezó a vomitar mi leche amarillosa sobre el sofá donde yo permanecía sentado y completamente desnudo. Con mis piernas abiertas y estiradas, sentado sobre ese cómodo sofá de la suite 1020 de Alfredo, Natalia me daba una mamada de ensueño y chupándome la verga me hacía llegar al orgasmo. Con su mano derecha puesta sobre mi erecto pene y su tierna boca de barranquillera chupándome la verga, me derrame a chorros mientras ella, también desnuda y arrodillada en frente mío, me daba una fenomenal clase de sexo oral y hacía con mi verga su dulce juguete.

Apenas ella sintió que mi eyaculación era inminente, su boca se retiró a medias de mi verga y presencie como mi veterano semen empezó a salpicar su rostro y su mano, mientras ella aún se aferraba a mi erecto miembro. Sus ojos, turbios e inundados de pasión, me lo decían todo. Su boca entreabierta, dejaba escapar esos profundos gemidos al mismo tiempo que su voluptuoso cuerpo de sacudía cadencioso a la misma velocidad que el abdomen de Alfredo golpeaba sus nalgas.

Natalia se veía divina e imponente.

Mientras ella me lo chupaba, aferrado detrás de ella, en cuatro, al mejor estilo perrito, como lo merecía el espigado culo de mi esposa, Alfredo le machacaba su sexo a Natalia sin piedad ni compasión.

Con sus brazos aferrados a la cadera de Natalia, montado justo detrás de ella, la pelvis de Alfredo se mecía salvaje clavando su verga en la vagina de mi esposa y dejando salir ese acuoso sonido del sexo de una mujer con su empapada vagina. Al mismo tiempo que ella me lo mamaba, Alfredo le daba por detrás y volvía y le entregaba a chorros ese portentoso bombazo de fértil esperma. Y yo ahí de frente los miraba y disfrutaba de verles sus desfigurados rostros de pasión. A Natalia, al reaccionar el sentir el hirviente esperma del argentino inundando de nuevo su sexo. A Alfredo, al poder culearse a Natalia en la posición de ensueño, así, en cuatro, con las espigadas nalgas de mi currambera a su entera disposición.

-“Desde que te vi ese jopo en la playa sabía que tenías un culo hermoso, pero verte esta noche ese vestido verde luciendo ese pedazo de trasero me hizo soñar que darte verga por detrás es para la pija de un varón”, rompió el silencio Alfredo mientras bajaba su cabeza y presenciaba como su gruesa verga se mecía en las profundidades del sexo de Natalia, al mismo tiempo que sus guevas descargaban la segunda derramada de la noche.

Sonreí por su comentario. Sabía que le salía del corazón.

Una hora más tarde, ya vestido, me aprestaba a salir de la suite del argentino. Eran casi las 2 am y yo estaba rendido, agotado y satisfecho sexualmente.

Le di a Natalia ese beso tan especial que habíamos esperado por tanto tiempo. Nuestros labios se juntaron de nuevo y nuestras lenguas se enredaron en un beso apasionado, mientras ella pasaba su mano por mi mejilla.

-“Sabes que te amo, bebe…”, me dijo Natalia visiblemente excitada después de dos horas de sexo ahí en esa cama con el argentino encima de ella.

-“Si lo se corazón.. eso lo se mi vida”, le respondí y nuestras manos se separaron.

Natalia lucia más hermosa que nunca.

Aun desnuda, con su piel tersa cubierta de sudor, acostada boca abajo con una almohada bajo su pelvis, el culo de Natalia sobresalía majestuoso y allá en medio de ese par de nalgas barranquilleras, el frio y espeso saludo de un frasco de gel lubricante anal se vertía coqueto en silencio.

Un par de centímetros abajo la inmensa raja de Natalia aparecía cubierta del fértil semen de Alfredo y sus enrojecidos e hinchados labios vaginales mostraban como en las pasadas dos horas la verga del Argentino machaco sin compasión su sexo, deseoso y necesitado.

-“desde que te vi en la playa yo sabía que meterte la polla por entre ese culo era un sueño imposible para cualquier hombre”, comento Alfredo terminando de vaciar el frasco de gel lubricante en medio de sus espigadas nalgas y metiéndole delicadamente el dedo por el ano a Natalia.

Ella gimió y se aferró con sus manos a la sabana.

Sin perder segundo, Alfredo coloco su cuerpo sobre el de ella y le susurro a Natalia palabras que no pude entender.

La erecta y firme verga de Alfredo, cubierta esta vez con un condón, empezó a desaparecer de mi vista mientras se escondía lenta y coqueta en medio de las nalgas de Natalia, quien gemía fuertemente y con sus manos se aferraba a las desorganizadas sabanas de la cama.

Me dio envidia pero sabía que ambos pagábamos un alto precio. Ella por dejar que una nueva verga se le metiera por entre el culo, mientras que abajo su vagina ya estaba llena de fértil semen. Para mí, la excitación de compartir el cuerpo de Natalia y ver la posibilidad de ser felices padres. Para Alfredo, finalmente su suenno hecho realidad, mientras hundia su erecto miembro alla en medio de las suntuosas nalgas de esa colombiana. Para Natalia y yo, finalmente nuestro suenno hecho realidad mientras su apretado sexo rebozaba con el fértil semen de un afortunado amante.

Hoy, 2 años después de esa salvaje noche de placer, sexo, dudas, engaños y perversos secretos, Mariana, nuestra hermosa bebe de 15 meses llena con sus risas nuestras vidas. Como orgullosos padres, la protegemos como si fuera nuestra hija, y claro, sí que lo es. No nos cambiamos por nadie y juramos darle a Mariana todo el amor que un padre y una madre le puede brindar a su hija.

Hoy al mediodia, mientras yo la cargaba, el gorrito de sol de Mariana voló de repente y cayó sobre la piscina del hotel. Sin dudarlo un segundo, un amigable venezolano de 40 años, hombre de negocios y recientemente divorciado, raudo se paró de su silla y corrió a recogerlo para regresarlo a donde nosotros estábamos sentados.

Natalia se puso de pie y de inmediato la magia de su cuerpo y su sonrisa currambera lleno de pasión y erotismo la piscina del Hotel Decameron de Panamá, donde pasábamos esas primeras vacaciones al lado de nuestra hija. Su escultural cuerpo, su delicado bikini, sus portentosas tetas de silicona y abajo ese culazo de ensueño, cubierto escasamente por esa tanga coqueta y vanidosa, abrían las puertas a los ojos de algún mortal dispuesto a poner su verga en sus ocultos tesoros.

-“Gracias.. muy amable”, respondió ella sonriéndole mientras el, nervioso la miraba con disimulo, notando como sus generosas cualidades físicas de mujer barranquillera brotaban a flor de piel.

-“Que bella la nena... como se llama?”, pregunto el atrevido viendo la oportunidad de entablar conversación y colocando por escasos segundos su mirada sobre el cuerpo bondadoso y generoso de su portentosa madre.

12 horas más tarde, siendo las 12 de la medianoche, dejo a Mariana dormida en su habitación y cierro con cuidado la puerta de la suite para dirigirme un piso abajo, a la suite de Camilo, ese Caraqueño amigable que conocimos esta mañana en la piscina por casualidad.

2 minutos más tarde, entro a la suite de Camilo y al fondo de la alcoba, allá sobre la cama, Natalia, mi bella esposa, se ve espectacular y majestuosa.

Desnuda, sentada sobre el abdomen de Camilo, Natalia se cabalga la verga gruesa de su fortuito amante. Acostado boca arriba, el cuerpo desnudo de Camilo soporta el de Natalia, mientras ella se monta su verga al mejor estilo arriero, dejando que su voluptuoso cuerpo se sacuda lentamente sobre el abdomen de Camilo. El torso de Natalia esta recostado sobre el cuerpo de él, dejando sus suntuosas tetas a la entera disposición de su boca.

Hay silencio en la suite. Camilo no pronuncia palabra. Su boca y su lengua están ocupadas devorándose las tetas de Natalia mientras su verga yace oculta adentro de su apretada vagina.

-“Y Mariana?”, pregunta ella levantándose un poco y mirándome a los ojos.

-“Profunda como un lirón mi amor”, le respondo bajando mi vista hacia la parte baja de sus nalgas.

Natalia me sonríe y voltea de nuevo su cabeza hacia Camilo y se recuesta sobre su cuerpo de nuevo. El, sin dudarlo, toma posesión de sus tetas y sigue devorándoselas sin decir palabra.

Abajo, la verga entera de Camilo permanece enterrada en su totalidad adentro de la vagina de mi esposa. Por supuesto, él no tiene el condón puesto.

Del sexo de Natalia solo se ven las guevas de su amante, sus estirados labios vaginales, y flamantes, generosas y viscosas manchas de color blanco que escurren bondadosas de su sexo. Pareciera que un tarrito de Kumis Alpina hubiese sido vertido sobre su vagina y la fresca y fértil leche del venezolano rebosara su sexo hambriento y demandante.

Sonrío.

El sexo de Natalia muestra ya las señas del primer bombazo de leche del amigable Caraqueño.

Camilo de repente retira su boca de las tetas de Natalia y como el Dictador Maduro da sus ordenes sin remedio

-“Ven corazón… ponte en cuatro que te quiero dar por detrás”

Ella se levanta lentamente dejando que la inmensa verga del venezolana salga a la luz de nuevo escurriendo lentas gotas de semen.

Sin mediar palabra, ella se acomoda sobre la cama, se pone en cuatro y mueve su cabeza hacia adelante dejando que su cabello salte con alegría.

Y vaya que espectáculo.

Sus desnudas nalgas lucen hermosas y apetecibles. La raja de su vagina, rojiza e hinchada, yace cubierta con la blanca y espesa leche de Camilo. Brillantes, los gruesos labios vaginales dejan entrever su colgante y delicado clítoris. Y allí arriba, oculto en medio de su trasero, el hoyo de su culo, coqueto y majestuoso invita a ser consentido. Las pesadas tetas, cubiertas con la saliva de Camilo reflejan que su amante calmo su sed de placer mientras las tuyo para su boca.

El se ubicó detrás de ella, abrió con su mano izquierda los labios vaginales de Natalia salpicados de su propio semen y sin mediar palabra coloco su erecta y firme verga sin condón en la entrada de su tesoro.

Finalmente el gemido de Natalia fue profundo e intenso. Levantando su cabeza al techo, las cuerdas vocales de mi esposa expresaron a pleno la intensa satisfacción de sentir la verga de Camilo adentro de ella. El, empujo su pelvis y le hundió todo su masculino y grueso miembro a Natalia.

Colocando sus manos bajo los pechos de mi esposa, el venezolano empezó a mover su pelvis cadenciosamente mientras su verga se movía gloriosa adentro del ya inundado sexo de Natalia.

10 minutos mas tarde, el grito orgásmico de Camilo y Natalia, mi bella currambera, inundan la suite del hotel. Mientras Camilo toca el cielo, sintiendo como su verga machaca la vagina de esa sexy colombiana, Natalia grita su orgasmo al sentir como la verga de su afortunado amante explota por segunda vez en lo profundo de su apretado sexo, vomitando sin compasión una brutal descarga de su hirviente, fértil y espesa leche, inundando hasta la saciedad su sediento sexo.

Que increíble momento. Un extraño cosquilleo me paso de pies a cabeza.

Me da la impresión de que el hermanito de Mariana, está ya en camino.

julio08

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visitas: 2115
Categoria: Tríos
Fecha de Publicación: 2017-05-30 05:34:23
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7 Comentarios

Esta muy excitante tu relato pero muy largo, me gusto lo de tus hijos, ya que tu no puedes ser padre biológico, si le das la oportunidad a tu esposa y así son padres los dos y forman su hogar

2017-11-23 13:19:46

tienes q hacerle una dp anal a Natalia, con ese culo gigante que dices que tiene, creo que aguanta sobrada!! cuando dejas ver fotos de las faenas??

2017-09-19 16:17:29

Excelente y felicidades por todo y cada detalle de lo vivido y el futuro de ambos en la confianza y el amor

2017-06-03 12:51:28

este relato es una replica de uno que ya publicaron se llama la noche perfecta y en ese relato la señora tiene otro nombre

2017-06-01 01:18:00

excelente relato, me transporta al momento, que rico, esperemos el hermanito.

2017-05-31 20:38:07

que rico, me provoque

2017-05-31 03:40:06

Que morbosa historia, logro excitarme varias veces, me encanto.

2017-05-30 18:38:30