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NUESTROS PRIMEROS PASOS

-“uy diosito.. que cara tan divina la de esta monota”, pensé mentalmente mientras la veía acercarse a ella al ascensor.

Alta, de más o menos 1,80 metros de altura, contextura delgada, cabello lacio, rubia, sus ojos color miel radiantes iluminaban esa cara de muñeca europea y su piel clara y limpia contrastaban espectaculares con esa sonrisa conquistadora. Su cuerpo no era cosa del otro mundo, senos diminutos que no sobresalían de sus pechos y con cola no muy visible, sus largas piernas inspiraban malos pensamientos pero la hacían ver hermosísima a sus más o menos 37 o casi 40 años de edad, con algunas arrugas en su cuello y sus manos, mostraban como esta mujercita llegaba a la madurez de su vida aun gozando de ese espectacular rostro angelical.

Ella lucía una blusa fresca que ocultaba sus imperceptibles pechos y una delicada falda que le llegaba arribita de la rodilla dejando expuestas esas largas y sexys piernas. Tierna y dulce, su atuendo inspiraba algo más al mirarle esa cara de diosa.

A su lado, un hombre corpulento, musculoso, más bien bajito, de pelo negro y gruesos brazos y mucho más joven que ella la acompañaba. Le calcule más o menos 28 o 30 años de edad. La diferencia de edades entre ellos dos era notoria.

Ella se dio cuenta que yo la miraba y me sonrió. Yo le correspondí de la misma forma y tontamente la salude mientras el hombre presionaba el botón rojo pidiendo el ascensor.

-“Good evening”, dije en mi ingles chibchombiano.

Ella respondió hablando un reducido español con un acento raro y al darse cuenta de que éramos latinos.

-“Hola, buenas noches… de dónde vienen?... nosotros Polonia”, dijo ella mientras el hombre joven colocaba sus ojos descarado sobre el cuerpo de Daniela, mi esposa, quien me acompañaba de regreso a la alcoba después de cenar en el hotel esa noche.

Estábamos celebrando con Daniela nuestros 10 años de matrimonio en la calurosa ciudad de Varadero, Cuba. Cucuteña, con un carisma único que me conquisto de una y un bien moldeado cuerpo, por allá por 2007 decidimos iniciar el camino de la vida de pareja. Bajita, de 1,68 metros de estatura, cuerpo menudo y muy bien formado, Daniela mostraba a sus 35 años como la dedicación diaria al gimnasio lo reflejaba en lo bien marcado de sus curvas. Entrenadora de clases de zumba y spinning en un conocido gimnasio de Cúcuta, su atlético cuerpo no mostraba para nada que era la orgullosa madre de una nena de 9 años de edad. Esa noche sus pechos 34C se veían apetitosos sobre su escotadito vestido amarillo claro de una sola pieza y abajo esa cadera de bailadora era solo la puerta de oro a esas nalgas de mujer fatal. Sus atléticos glúteos, paraditos y redonditos, sobresalían de su cuerpo como un brillante dije de diamante y ese par de nalgas de ensueño parecían un apetitoso durazno, lucido majestuosamente por el ajustado vestido amarillo que ella lucia esa noche. El vestido moldeaba perfecto su cuerpazo y destacaba esas tetas, esa diminuta cadera, ese parado culazo y dejaba visible arriba de la rodilla sus femeninas y moldeadas piernas. La coqueta raya del culo se le marcaba perfecto, y dividía por partes iguales ese trasero de las pasiones masculinas. Las dos tiernas caritas de las nalgas eran notorias y el joven hombre polaco puso sus ojos sobre ella. Más abajo esas piernas de hierro eran notorias bajo el vestido que terminaba con una corta falda, la cual le llegaba justo arriba de la rodilla. Soportada sobre esas pantorrillas marcadas por el ejercicio diario, los tacones de 5 cm le daban a mi esposa un toque de distinción y porte esa noche. Daniela se veía toda una mamasota, y con su cuerpo de medio lado, esperando al ascensor le daba al polaco una vista inmejorable, dejando resaltar ese notorio trasero de cucuteña que tanto me complacía sexualmente.

Afuera el torrencial aguacero sonaba y retumbaba sobre el hotel 4 estrellas donde estábamos alojados, y los rayos y relámpagos iluminaban y ponían su propia música a la noche cubana. Queríamos salir a bailar a un bar que nos habían recomendado pero la fuerte lluvia nos lo impedía, así que decidimos regresar a la alcoba a esperar que escampara. Eran las 9:30 pm y la noche aún era joven.

-“Somos de Colombia”, le respondió Daniela sonriéndole al hombre polaco quien impávido por su atractivo cuerpo de mujer colombiana la seguía mirando de arriba a abajo.

-“Colombia.. qué bueno… Santos, Nairo Quintana, mujeres bellas y sexy”, comento ella sonriéndole a Daniela, mientras el hombre en silencio bajaba sus indiscretos y atrevidos ojos para repasar el moldeado trasero de mi esposa.

Yo por mi parte seguía con mis ojos puestos sobre esa cara angelical de la hermosa rubia que nos saludaba.

-“Mucha lluvia, no baile hoy.. pero bueno encontrar amigos colombianos”, agrego ella con su español a medias, mirándome y estirando su mano para presentarse.

-“Mi nombre Katia y mi novio Erick”, dijo la polaca saludándome efusivamente con su mano derecha.

El timbre del ascensor sonó y se abrieron sus puertas.

Daniela camino entrando al ascensor mientras los ojos de Erick se deleitaron esos 3 segundos viendo como la espigada y fantástica cola de esa mujer colombiana lo empezaba a atraer sexualmente y dejaba volar su imaginación al dejar recorrer el cuerpo de Daniela de arriba a abajo.

-“Por favor... después de usted”, le dije a Katia, nervioso, invitándola a entrar mientras esa sonrisa polaca me enloquecía.

Ella entro al ascensor y se hizo justo al lado derecho de Daniela. Luego Erick camino y se hizo a la izquierda de Dani. Yo, finalmente entre en el ascensor y me quede al lado de Katia.

-“Amamos música colombiana pero no saber bailar, me encanta Shakira, Niche y la salsa”, dijo Katia mirando a los ojos a mi esposa.

Daniela pareció encantada por sus palabras. De pronto note que los ojos azules del polaco parecieron brillar más de la cuenta y la luz del ascensor se los destaco más. Note de inmediato como Daniela y el polaco entraron en un juego de química mutua de aceptación y exploración a primera vista.

-“Si quieres te enseño a bailar, pasos básicos, nada especial”, le respondí a Katia mientras Daniela seguía con sus ojos puestos sobre el joven, mirándolo fijo y luego bajando un poco su vista para deleitarse con los musculosos brazos de Erick.

Me sentí incomodo por su actitud. Daniela, de 35 años, vivía a plenitud su vida sexual al lado mío, a pesar de que a mis 46 años de edad, mi libido e ímpetu sexual estaba ya en caída libre y ya no respondía a las exigentes demandas y necesidades de mi esposa. Hacia tan solo 6 meses, ella, sin pena ni gloria me había comentado que le gustaba y le atraía sexualmente uno de los entrenadores jóvenes del gimnasio donde ella trabajaba, y me había insinuado que le gustaría acostarse con alguien más joven. Claro, yo se lo negué y me molesto su comentario.

Obviamente, entre mis amigos y clientes, gran parte de ellos entre los 45 y 50 años de edad, Daniela era vista como la sexy y atractiva esposota de Julián, esa mujersota de 35 Abriles, con ese cuerpazo que generaba miradas y envidias entre ellos. Y yo, perversa e irónicamente, soñaba ver a alguno de ellos, especialmente Carlos, Alfredo o Chucho, montados encima de ella dándole verga ventiada y desahogando su ímpetu sexual con la rica mujer de Julián. Claro, nunca le había comentado a ella de esta loca idea. Sabía que ella me lo negaría.

En esos 5 segundos de corta conversación con la polaca vi en Daniela los ojos de una mujer dispuesta a celebrar a pleno los 10 años de matrimonio al lado de su esposo.

-“I don’t speak spanish, but I heard the words Shakira y Salsa, so yes, I want to learn how to dance”, dijo Erick mirandome.

-“Vamos a nuestra suite y tengamos clase de baile corta, no quiero ser grosera, lluvia mucha no rumba hoy en disco”, agrego Katia mirando ahora el escote de Daniela y como esas téticas ricas sobresalían coquetas sobre el vestido que las cubría.

-“Quieres ir amor?... compartamos el rato con ellos.. y cuando quieras nos regresamos a la alcoba”, me pregunto Daniela caminando hacia mi dentro del ascensor y tomándome de la mano.

Nuevamente, descarado y mostrándonos a Katia y a mi sus masculinas intenciones, Erick bajo de inmediato su cabeza y se quedó observando el hermoso, sexy y portentoso culazo de Daniela bajo la apretadito vestido amarillo mientras ella daba esos 2 o 3 pasos y se ubicaba al lado mío.

Llegamos al piso 8 y salimos del ascensor, Daniela y Katia primero y detrás de ellas Erick y yo, y caminamos hacia la suite 812, mientras que los ojos del polaco se deleitaban viendo caminar a Daniela en frente suyo y yo trataba infructuosamente de mirarle las piernas a Katia.

Entramos a su alcoba del hotel y note la ropa de playa de Katia tirada sobre el piso de la pequeña alcoba, un par de tangas negras, brassieres de varios tipos y un bikini rojo. Katia le hablo a Erick en polaco, cosa que ni Daniela ni yo entendimos palabra pero acto seguido el camino y prendió su iPhone con salsa de la viejita y tomando una botella de ron cubano nos ofreció esa copa que tanto necesitábamos los cuatro para romper el hielo.

Sin mediar palabra Daniela se tomó de un sorbo el trago y tomo de la mano a Erick y yo hice lo mismo con Katia. Nerviosos los cuatro, dejamos recorrer esos minutos eternos donde nos descubríamos el uno al otro. Erick, un agente de seguros de 28 años de edad, abrazando torpemente a Daniela, esa amigable cucuteña con ese cuerpazo de ensueño que el acabada de encontrar en el fortuito ascensor del hotel. Y yo, Julián, le ponía a esa diosa de seda mis manos sobre su cadera mientras Katia, de 42 años, madre soltera vivía una segunda luna de miel al lado de su joven novio y con esa cara de reina me encantaba y me hacía soñar con esos ojos enternecedores.

Pasaron esos 120 minutos de miedo, miradas, comentarios y palabras sin traducción que el sexo sentido nos hacía entender sin problema. El polaco bailando y poniendo sus manos sobre el cuerpo de esa sexy colombiana y Daniela, encantada con un hombre joven, musculoso e interesado en saciarla a pleno. Yo, un bogotano sin esperanzas ni chances de bailar con una monita así de divina a mi lado en Colombia, y Katia sintiendo como ese colombiano le ponía sus manos sobre su cadera y sin discreción la manoseaba, mientras ella le sonreía.

Me empezó a encantar como Daniela se sentaba sobre el sofá de la suite y cruzaba sus piernas dejando que su falda se subiera más de la cuenta, exponiendo sus gruesos y moldeados muslos, y su apretadita faldita quedaba a solo escasos centímetros de revelar ese tesoro oculto entre sus piernas. Y Erick ponía sus ojos sobre las piernas de Daniela sin importarle un bledo. Luego ella se ponía de pie a bailar con él, y Erick dejaba su mirada descarada puesta sobre la cadera y el trasero de Dani.

Finalmente, el alcohol y los deseos mutuos ganaron su batalla, y después de tratar de bailar de forma infructuosa un reguetón al lado de Daniela, Erick la soltó y Daniela le sonrió vanidosa caminando hacia el balcón de la alcoba, invitándolo a que la siguiera. El, hablando polaco, dejo salir en voz alta esas palabras completamente inentendibles para nosotros, al mismo tiempo que su cabeza permanecía agachada viéndole ahora si descarado el trasero a Daniela mientras ella caminaba lentamente hacia la ventana.

Katia si lo entendió perfectamente y me susurro al oído, en voz baja, esas palabras que mi mente no quería escuchar, pero que sabía que me llenarían a pleno mis deseos:

-“Erick dice cola de Daniela es fantástica, sexy, hermosa… quiere cogérsela… y yo quiero hacerlo con usted”, me dijo ella colocando su mano derecha sobre mi pantalón tocándome allá abajo.

Finalmente como un sueño hecho realidad, y sin esperármelo Katia se acercó a mi cara y puso sus dulces labios sobre los míos, mientras que ella cerraba sus ojos y me empezaba a manosear mi verga bajo el pantalón.

Nos besamos por largo rato, como si ese momento lo hubiésemos deseado desde que nos vimos en el ascensor hacia 2 horas. No me importo Daniela en lo más mínimo ya que mi mente se puso en blanco mientras me besaba con esa mona divina y ella me tocaba abajo.

Luego 120 segundos de ensueño, mientras Katia me abría la cremallera y con agilidad única me bajaba el pantalón y me soltaba la correa que lo ataba. Ella se agacho y se arrodillo en frente mío y me bajo los pantalones y esos calzoncillos de rueditas del Éxito que yo tenía puestos.

Tomándome la asustada verga, ella me la empezó a masajear y finalmente se la llevo a su boca para empezarme a dar esa mamada ideal mientras esos ojos miel y esa cara de diosa allá abajo me miraban con cariño y deseo.

Cerré los ojos para disfrutar de ese momento único y solo los abrí cuando escuche el ruido que hacían Daniela y Erick al dejar tropezar sus cuerpos con torpeza contra la puerta del balcón.

Me dieron celos. Se me retorció el estómago. Me dio duro, pero la mamada de Katia me hacía olvidar lo que veía. Ambos se besaban apasionadamente contra la puerta del balcón y los brazos fuertes y musculosos de Erick abrazaban el cuerpo de mi esposa mientras que sus manos sólidas y grandes recorrían a plenitud el culo de Daniela con pasión, deseo y desesperación, manoseándole las nalgas sobre el vestido amarillo como deseando rapar de su cuerpo esa atractiva y ajustada falda que la cubría. Por la forma como la tocaba se le notaba a Erick que era su primera vez poniendo sus manos en una hembra con un culo tan divino.

Yo con mi monita y Erick con su rica colombiana.

5 minutos más tarde, termine de despojar a Katia de esa tanguita delicada que cubría su sexo, mientras yo la tomaba y la acostaba en la única cama de la alcoba. Allá al fondo, sentado sobre el sofá a mi lado izquierdo, Erick, ya completamente desnudo, acariciaba la cabeza y el cabello crespo de Daniela mientras ella, aun con su brassier y su tanga puesta, arrodillada en frente de él se llevaba a su boca esa impresionante verga polaca. Erick tenía un majestuoso y brutal rollo de carne, grueso y grotesco que media facilito 20 cm. Su pene era inmenso y portentoso, digno de una película porno. Daniela, fascinaba, se llevaba con dificultad esa verga dentro de su boca y su cabeza se mecía cadenciosa de arriba a abajo, atorada con ese monumental salchichón polaco mientras con su mano derecha ella trataba infructuosamente de masajearle la vergota al joven.

Juzgando por los ojos y la cara de placer de Erick, Daniela le daba una rica mamada a su gigante pedazo de verga. Sin lugar a dudas, Daniela llevaba 10 años sin comerse una verga así de grande. Y ahora, ella no perdía su oportunidad de oro de meterse a su boca semejante cosota.

Acosté a Katia boca arriba y sin dudarlo le abrí esas largas piernas, mientras puse mi cabeza en medio de esa hermosa raja para empezar a chuparle ese clítoris y meterle mi dedo índice por entre esa vagina y más abajo ese hoyito del ano. No se cuánto tiempo paso pero los fluidos vaginales de Katia empezaron a rociar su sexo y cubrir mi cara, tiempo suficiente para darme cuenta de que esa cuquita polaca estaba lista.

Un largo gemido de Daniela me recordó que la vagina de ella también estaba lista.

-“Ayyyyyy. Que ricooooo”, gimio ella con dificultad.

Voltee a mirar hacia el sillón y vi como mi esposa, ya completamente desnuda y libre de su tanga y brassier, se sentó sobre el abdomen de Erick y ese monumento de verga se hundió en su sexo, mientras el, de frente aun sentado sobre el sofá, le chupaba las tetas. Acto seguido, ella empezó a moverse sobre Erick, para disfrutar como ese pene de fantasía la complacía a plenitud. Al mejor estilo cowboy texano americano, Daniela empezó a cabalgarse esa gruesa salchicha polaca y sus fuertes gemidos me hacían saber que le causaba mucho placer tener a esa vergota en sus entrañas.

Yo, celoso, me abalance y me acosté sobre Katia a vivir mi sueño. Se la hundí despacito y me deleite viendo como esos ojitos color miel no se cerraron mientras yo la penetraba hasta el fondo, y esa sonrisa encantadora solo me decía palabras de halago mientras yo me empezaba a culear sobre esa cama a esa bella polaca.

10 minutos más tarde explote de placer y no pude más. Finalmente logre mi sueño y mi verga reventó adentro de la vagina de esa monita divina mientras esos encantadores ojos me miraban con curiosidad y encanto. Que más podía pedir.

A mi lado, los cuerpos de Daniela y Erick se movían lento, muy lento, ella besándolo apasionadamente y el con sus dos manos manoseándole el culo y abriéndole las nalgas y metiéndole el dedo por entre el hoyito de su ano. 3 centímetros más abajo, la portentosa verga de Erick permanecía enterrada por completo en su vagina y solo se veían afuera las afeitadas guevas del polaco y los gruesos labios vaginales de mi esposa atorados con esa portentosa verga europea. Parecía que un frasco de yogurt Alpina hubiera explotado sobre la vagina de mi esposa y el excedente de espesa leche de Erick caía con pereza sobre el piso y parte del sofá. Claro, en esa alcoba 812 del hotel mi verga no fue la única que eyaculo adentro de la mujer deseada.

-“Amor, nos vamos a la alcoba, te dejo una llave.. y recuerda que te amo, por sobre cualquier cosa”, me dijo Daniela acomodándose su ajustado vestido y tomando una de las tarjetas electronicas de acceso a nuestra alcoba, 15 minutos más tarde mientras yo permanecía aun entrepiernado besándome con Katia y esperando a que mi verga se pusiera dura de nuevo.

Detrás de Daniela, Erick, también vestido a la carrera, le manoseaba las nalgas a Daniela con cariño y delicadeza, indicándome que ese culazo de mi esposa era solo suyo esa noche. Ellos quería disfrutar de la cama pero no había espacio para otros dos cuerpos. Después de tener sexo en el sofá, ellos quería un poco de privacidad a su manera.

Mientras me montaba a Katia estilo perrito, y luego me la llevaba al sofá donde Daniela y Erick tuvieron sexo, raudos pasaron esos 10 años de matrimonio por mi cabeza dándome cuenta de que ahora le daba a nuestra vida de pareja otro rumbo, que en común, ambos aceptábamos.

Al cabo de 1 hora, yo estaba listo y mi verga ya caída, pagaba factura. Los ojos color miel de Katia me hablaban en un idioma que yo no entendía, pero su sexo me complacía a pleno sin necesidad de traductor. Por eso pensé que lo mejor para volver a ponerme duro era ver a Daniela y Erick libres de ataduras culeando como animales. Y eso era el mejor estimulante sexual para mí.

Le di un beso a Katia y le pedí que me esperara. Me vestí rápido y subí a nuestra alcoba, la suite 1215, para ver esa escena erótica que me puso la verga dura de nuevo y me hizo comprender la nueva etapa que empezábamos a vivir con Daniela.

Tan pronto entre a la suite, acomodada en cuatro, sobre la cama donde la noche anterior habíamos tenido sexo, como una exquisita costosa prepago Daniela se veía majestuosa e imponente. Su cuerpo desnudo miraba hacia la entrada de la alcoba, sus ojos exorbitantes y brillantes se abrieron y luego se cerraron de nuevo al verme llegar a presenciar esa escena. Su boca entreabierta dejaba salir con dolor y placer esos largos gemidos de mujer complacida. La expresión de su rostro me decía que toda la verga de Erick aún estaba escondida en sus entrañas. Sus tetas se movían a la lenta velocidad con la que se sacudía su cuerpo. Montado encima de su cadera, Erick, en una posición un poco incomoda, desnudo y también sudoroso le mecía con cuidado su pelvis a mi esposa a la altura de su moldeadas nalgas. Su inmensa verga no se veía y el la abrazaba por la espalda en esa posición perrito montándose a Daniela, como más de un hombre lo haría con ese culazo de mi esposa. Ella gemía profundo con ronco acento y su cuerpo temblaba a medida de que Erick se sacudía detrás de ella.

Camine un poco dándole vuelta a la cama y mi verga se puso de inmediato dura de nuevo.

Que delicia.

La vagina de Daniela quedaba expuesta a la perfección a las luces de la alcoba. Sus gruesos y enrojecidos labios vaginales y su colgante clítoris estaban hinchados, irritados y totalmente cubiertos del semen y la espesa leche de esa verga polaca que reventó más de una vez en sus entrañas. Arriba de su sexo abierto y bien dilatado, las desocupadas guevas del polaco colgaban sin pena ni gloria. Y como una gruesa y grotesca salchicha polaca atorada en la boca de un lobo, la portentosa e imponente vergota de Erick estaba escondida totalmente dentro del ano de Daniela, mientras que un hilo de blanco semen empezaba a escurrir del violentado culo de mi esposa. El moldeado y sexy trasero de Daniela pagada el alto precio de la vanidad masculina y ese joven polaco, 7 años más joven que ella, tenía el honor de macharle sin piedad esa moldeada cola de gimnasio, metiéndola sin compasión alguna su verga por entre el bien trabajado culo a Daniela, algo que más de uno de los clientes del gimnasio donde ella trabajaba darían lo que fuera por lograrlo.

Mi verga se puso dura y erecta al ver como el polaco finalmente hacia también su sueño realidad. El metiéndole su inmensa polla en el rico y sexy trasero de esa colombiana. Daniela comiéndose una buena verga más joven y fresca, y yo Julián, despertando con orgullo a este nuevo modo de vida swinger. Vaya forma de celebrar esos 10 años de felicidad al lado de mi esposa.

Hoy, 3 meses después de esa brutal experiencia de pareja en Cuba, me siento el rey de copas y un hombre afortunado al lado de Daniela, mi bella y sexy esposa. Con nuestro solido matrimonio a cuestas comprendemos que solo se necesita hablar de frente para expresar nuestros deseos sin necesidad de engaños de ninguna clase.

Para que ocultar y mentir cuando solo necesitamos hablarlo con nuestra pareja?.

Me parece increíble que hace escasos 5 días, el pasado Miércoles, me deleite a pleno y disfrute cada minuto viendo a Daniela, desnuda y acostada boca abajo sobre la cómoda cama del motel La Floresta a la salida de Cúcuta, mientras encima de ella Pacho, ese amigable joven de 25 años, 10 abriles más joven que ella, entrenador de pesas, fornido y acuerpado, compañero de trabajo de Daniela en el gimnasio, montado encima de ella le movía magistralmente su pelvis sobre sus hermosas y paradas nalgas dejando que su flamante e inmensa verga se moviera libre dentro del apretadita cuquita de mi esposa dándole ese brutal orgasmo que Daniela siempre deseo tener al lado de Pacho, ese fornido boyacense con el que ella siempre quiso acostarse. Verle la cara a Daniela mientras ella llegaba a su impetuoso clímax teniendo encima de ella al hombre con que siempre quiso encamarse fue de lo mejor. Verle la cara a Pacho mientras que él se culeaba a su sexy y rica compañera de trabajo del gimnasio, y su verga bombeaba su fresco y voluminoso chorro de semen adentro de esa deliciosa cuquita cucuteña fue lo mejor.

Me parece increíble que hace 5 días yo me pegaba esa pajeada mientras Pacho se culeaba a Daniela hasta la saciedad.

Hoy no me cambio por nadie y creo más que la comunicación de pareja es el éxito de la relación swinger.

Esta noche el sonoro taconeo de Daniela en nuestro apartamento fue notorio y su cadencioso caminar al salir de la alcoba le dio ese toque especial. Y allí, hermosa y sexy, finalmente Daniela salió a la sala donde la esperábamos Carlos y yo.

Sonriente, mirando a Carlos fijo a los ojos, ella le hizo ese comentario que le daba a él, las señas de lo que sería el inicio de una larga noche:

-“Que pena la demora.. ustedes saben las vanidades de nosotras las mujeres cuando salimos con alguien especial”, dijo ella

Con su apretado leggings deportivo blanco de lycra, Daniela se veía majestuosa. La ajustada pieza de nylon y lycra le moldeaba sus piernas perfecto destacando sus formados muslos y sus pantorrillas de hierro. Arriba esa cadera matadora se demarcaba por la lycra de forma inmaculada. Y esas nalguitas de ensueño se mostraban majestuosas a los ojos de un hombre maduro de 50 años, divorciado y antojado sexualmente por la rica esposa de Julián, su amigo.

El culazo de Daniela no podía ser mejor destacado y esas nalgas paraditas no mostraban signos de que hacia solo 5 días un joven de 25 años se sacio a pleno con ellas. Las dos caritas de las nalgas eran visibles y la rayita del culito era notoria. Para mortificar más a Carlos, era claramente visible como una fina y delicada tanga se posaba sobre ese culo de diosa, y la blanca prenda dejaba entrever sus detalles a los ojos de Carlos.

El torso de Daniela era cubierto por un fresco top verde escotado que mostraba sus senos y dejaba libres esos pechos de reina. El top escasamente llegaba sobre su abdomen, para mostrarle y revelarle a Carlos, mi amigo, como esos leggins blancos moldeaban perfecto esas bien trabajadas piernas y esa elaborada cola de gimnasio.

El top verde revelaba también como las tetas de Daniela, esa noche, estaban libre de todo yugo y listas para las manos y la lengua de un afortunado hombre.

Mire a Carlos y vi como el paso saliva con dificultad. Nervioso y sorprendido por la sexy y reveladora pinta de mi esposa el no dijo nada, pero sus ojos estaban puestos sobre la maravillosa vista de la cadera de Daniela y abajo, ese espacio entre sus piernas.

-“Como me veo Carlitos, ahhh?”, pregunto ella empezando a girar su cuerpo lentamente y dejando expuestas su espalda y su espigado trasero a nuestros ojos.

Carlos no decía nada. Estaba impávido. Después de 10 años de amistad al lado nuestro, el jamás pensó salir esa noche de traguitos y rumba, con Daniela, la esposa de Julián. Sus dudosos ojos finalmente recorrieron las piernas de Daniela y se posaron sobre las atléticas nalgas de mi esposa.

Nuevamente Carlos paso saliva con dificultad. No imagino lo que a él le pasaba por la cabeza.

-“Como siempre Danielita... te ves sensacional con cualquier pinta”, respondió el de forma atenta y caballerosa detallándose como ese apetitoso durazno de las pasiones masculinas se mostraba inalcanzable para sus ojos.

-“Nos vamos ya a rumbear señores?”, pregunto ella caminando lentamente por la sala hacia la puerta del apartamento.

Que delicia.

Los ojos de Carlos, mi amigo, se quedaron impávidos viendo como las hermosas nalguitas de Daniela se movían de un lado al otro, mostrando detallamente esa fina y coqueta tanga que ella lucia esa noche, traslucida bajo el ajustado pantalón de lycra y nylon.

Jamás él se iba a imaginar que finalmente estaba a solo 3 horas de poner su lengua en medio de las piernas de Daniela y que, esa noche, su madura y recorrida boca estaba a solo 3 horas de chuparle hasta la saciedad el clítoris y la vagina a mi amada Dani.

Jamás él se iba a imaginar que finalmente, después de 10 años, su verga estaba a punto de enterrarse allá en medio de ese culazo de ensueño, ese mismo que él ahora estaba mirando con detalle.

Mientras el caminaba detrás de ella y le miraba el culo a mi esposa, en los ojos de Carlos yo podía leer perfecto ese mensaje que brotaba desesperado de su cabeza de hombre maduro… “no me joda, que rica que estas hoy Danielita… malparido Julián, como te envidio guevon… que puteria ponerla en cuatro, bajarle ese lycra, luego bajarle esa tanguita, abrirle ese culo de reina y hundirle la verga hasta el fondo bien despacito y llenarle ese culazo con mi esperma… Dios, debe ser una derramada ni la HP”.

En la carterita de Daniela, 5 condones y el frasco de gel lubricante anal me daban la adrenalina necesaria para creer que esa noche, Carlos y yo haríamos nuestros sueños realidad.

julio08

Somos pareja swinger

visitas: 2434
Categoria: Hetero: Primera vez
Fecha de Publicación: 2017-10-20 01:01:10
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2 Comentarios

Excelente relato !! las fotos ufff, una locura ! una maravilla poder conocerlos.

2017-10-20 15:56:02

Que gran relato. Sin si quiera saber como es Daniela ya le tengo ganas. Muy bien escrito. Que bueno que puedan disfrutar momentos asi

2017-10-20 03:27:10

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