Mi mejor amigo -llamémoslo Andrés- siempre ha conocido de todas mis locuras (de hecho ha participado en algunas). Desde que conocí a mi esposa el me había dicho que le gustaba y yo, feliz, le contaba con lujo de detalles todo lo que hacíamos para dejarlo con las ganas.
Con mi esposa no tenemos secretos y yo le había contado que Andrés le tenía ganas; a ella tampoco le era indiferente, pero nunca se había presentado la oportunidad para que pasara algo. Una noche hablando de todo un poco me preguntó que si yo la dejaría tener sexo con Andrés. Una de mis fantasías es verla con otro hombre y qué mejor que mi mejor amigo; sin pensarlo dije ¡claro!. Quedamos que en el momento que se presentara la oportunidad lo intentaría.
El tiempo pasó y teníamos algo olvidado el tema hasta un sábado en la noche:
-Andrés: ¿¡qué hubo!? ¿cómo van?
-Yo: bien por acá viendo una serie con Sara.
-Andrés: ¡uy!, les puedo caer. Yo se que está tarde, pero estaba visitando unos familiares y estoy cerca de su casa. Yo les llevo pizza para que me dejen entrar.
-Yo: jajajaja. Si claro hágale. Sara dice que de una.
-Andrés: listo entonces en veinte o menos llego.
Sara y yo nos miramos fijamente y sin necesidad de decir nada coincidimos en que esta era la oportunidad.
Ella tenía una pijama ligerita de blusa y pantalón que le quedaba ceñida al cuerpo. No tenía ropa interior. La blusa era algo traslúcida y se alcanzaban a ver sus hermosos pezones oscuros. Perfecto para tentar a Andrés. El pantalón le quedaba ajustado al cuerpo resaltando la colota que tiene.
-Yo: bueno amor, tienes que seducir a Andrés. El te tiene ganas, pero toca que le muestres que tu también.
-Sara: si. Pon una película pesadita y así lo vamos preparando y mientras la vemos, yo lo rozo sutilmente y voy tanteando el terreno.
-Yo: listo. Perfecto.
-Portero: el señor Andrés está en la portería.
-Yo: si, que siga por favor. Gracias.
Estábamos muy emocionados. Sara siguió acostada y yo me levanté a recibir a Andrés.
-Andrés: ¿qué más?. Traje 3 porciones de pollo y champiñones.
-Yo: muchas gracias. Bienvenido. Hacía ya bastante tiempo de la última vez que nos vimos. Pase. ¡Amor! Ya llegó Andrés. Nos trajo la comida.
Sara salió del cuarto y por culpa del frío sus pezones se pusieron paraditos. Andrés se fijó enseguida e intentando disimular la miraba de reojo. Sara sabiendo lo que pasaba se le arrimó lo que más pudo, rozando sus senos con el pecho de él y lo saludó con tremendo beso en la mejilla. Nos sentamos en el comedor a charlar y comer y Andrés no dejaba de ver las tetas y los pezones de Sara. Negritos, paraditos y duritos.
Después de haber terminado de comer le dijimos a Andrés que si quería ver una película y que se podía quedar en el cuarto de huéspedes. Él aceptó gustosamente. Le presté una pantaloneta para que estuviera más cómodo. Sara se acostó en el medio y yo me hice a su derecha y Andrés a la izquierda. Nos tapamos de la cintura para abajo porque estaba haciendo bastante frío. Pusimos una película francesa que sabíamos tenía muchas escenas eróticas y una buena trama (aunque no le íbamos a prestar mucha atención).
Después de casi 20 minutos de película, yo ya estaba bastante caliente, así que con mi mano izquierda me dispuse a manosear la vagina de Sara y ¡oh! Sorpresa sentí una mano que no era de ella en su entrepierna -no me di cuenta cuando habían empezado-. Cuando se fue Andrés, mi mujer me contó que apenas comenzó la película, empezó a acariciar a Andrés suavemente, empezando por sus piernas y pasando delicadamente por su pene, encima de la pantaloneta. Me dijo que se le puso dura en cuestión de segundos. Después de varios roces, Andrés se atrevió y pasó su mano derecha desde su pierna hasta que comenzó a acariciar lentamente los labios de su mojada vagina. Todo por encima de la pijama.
Cuando sentí la mano de Andrés en la cuca de mi esposa, sentí un corrientazo por todo el cuerpo y comencé a acariciarle suavemente las tetas. Los pezones seguían duros por el frío y el placer de tener otros dedos tocando su vagina. Andrés miraba como le tocaba los pezones y sin pensarlo 2 veces le subí la blusa y comencé a pasarle mi lengua por su areola derecha, mientras le pellizcaba sutilmente el pezón. Andrés atacó su teta izquierda a lenguetazos, mientras hacía contacto piel con piel con su mano izquierda en la cuca de mi mujer. Sara se comenzaba a retorcer de placer. Andrés pasaba su dedo índice por el clitoris y lo recorría en círculos para luego rozar nuevamente sus labios vaginales.
Yo ya quería probar los jugos de la vagina de mi esposa, así que bajé a hacerle un oral -a ella le encanta-, Andrés se dio cuenta y con sus dos manos comenzó a acariciar los senos de Sara. Mientras le besaba y lamía su cuello. Sara como pudo, le bajó la pantaloneta a Andrés y comenzó a masturbarlo lentamente. Su respiración comenzó a agitarse cada vez más. Mi lengua entraba y salía de su vagina, luego le rozaba el clítoris y hacía que se arqueara de manera más salvaje. Mientras tanto Andrés cumplía su misión con los senos, los pezones, las areolas y el cuello de mi Sara. De la excitación, mi esposa llegó rapidísimo al orgasmo. Soltó un grito de éxtasis y me tiró fuertemente del pelo, señal de que tuvo un orgasmo espectacular. Su vagina estaba completamente emparamada y ver su cara no tenía precio.
Una vez recuperada del fuerte orgasmo buscó un condón en el cajón de su mesita de noche y se lo puso a Andrés.
-Sara: ahora te voy a hacer venir mientras mi esposo mira.
Rápidamente se acomodó encima de Andrés y se metió todo su pene de un solo empujón. Andrés no pudo contener su cara de excitación y comenzó a moverse. Sara lo detuvo:
-Yo soy la que manda y te voy a hacer venir. Paciencia.
Sara comenzó a mover su cadera lentamente y fue aumentando el ritmo poco a poco. Yo miraba como la verga de mi mejor amigo entraba y salía de la vagina de mi amada esposa. Comencé a tocarle las tetas y a acariciarle la cola. Me levanté de la cama y comencé a grabar la escena de cabalgada de mi esposa. Sus nalgas se movían a un ritmo espectacular. Pasé a grabar el movimiento hipnótico de sus tetas y de vez en cuando los mordiscos que le hacia Andrés a sus pezones. Si respiración se agitaba cada vez más. El ritmo aceleraba sin cesar.
-Andrés: ¡NO PUEDO MÁS! ¡ME VOY A VENIR!
-Sara: dale. Quiero sentir como te vienes en mi cuca.
Andrés se vino y agarró las nalgas de Sara con fuerza. Dio varios empujones y dejó caer sus brazos a los lados. Estaba extasiado.
Sara sacó la verga de Andrés, le quito el condón y le dió un beso en su sensible glande. Andrés se levantó y fue al baño.
-Sara: ahora te toca venirte en mi boca
Dicho esto me empezó a hacer un delicioso sexo oral -como solo ella sabe hacerlo-. Se metía todo mi pene en la boca, lo humedecía y luego pasaba su lengua por todo el tronco hasta mis bolas y repetía el proceso. En cuestión de segundos me tenía como loco. Andrés salió del baño y contemplaba la escena con ganas de más. Ya estaba a punto de venirme e intenté sacar mi pene de la boca de Sara; pero ella succionó más fuerte impidiendo que lo sacara. Expulsé todo mi semen en su hermosa boca.
-Sara: ahora quiero que los dos me penetren. Andrés ven para acá.
Sara acostó a Andrés nuevamente, le hizo un pequeño oral para parar de nuevo su verga. Una vez firme puso otro condón y se le montó nuevamente.
-Sara: amor. Ponte bastante crema, te voy a dar lo que tanto me has pedido.
-Yo: esta noche ya he cumplido muchas de mis fantasías. ¡TE AMO!
Mientras alistaba mi pene veía como Sara besaba a Andrés en el cuello y el pecho, mientras se movía lentamente en círculos empapando la verga con sus flujos. Yo ya estaba listo de nuevo, me ubiqué detrás de Sara y la recosté un poco para tener acceso a su ano. Comencé a meter la punta lentamente, mientras Sara seguía acariciando la verga de Andrés con sus paredes vaginales. Cuando ya tuve todo mi pene dentro lo dejé un momento para que se acostumbrara. Cuando mi esposa acostumbró su culo, empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás. Yo no lo podía creer, mi mujer, estaba recibiendo una doble penetración. Empezamos a acelerar el ritmo cada vez más.
-Sara: dame duro amor. Siento delicioso. Andrés con fuerza. Cógeme las tetas. ¡Ahhhh! ¡Que rico!
Sin poder avisar me vine dentro de su culo y casi al tiempo Andrés también. Sara seguía gimiendo como poseída. Saqué mi pene de la cola de mi mujer. Sara se giró sin sacar el pene de Andrés y mientras seguía cabalgándolo me besó apasionadamente. Yo le respondí el beso y le pellizque los pezones. Andrés empezó a penetrarla con más fuerza mientras jugueteaba con los dedos en su ano. Sara tuvo otro orgasmo, sin soltar mis labios, temblando de placer. El sudor recorría su espalda.
Exhausta se bajó y se recostó en el medio. Yo me acosté a su lado y la abracé. Ella abrazó a Andrés y así nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente nos levantamos, desayunamos, nos bañamos y nos despedimos de Andrés. No sin antes prometer que se repetiría.
Fue una experiencia inolvidable.