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LA TENIENTE

La noche era calurosa, casi infernal. Su cuerpo pedía algo refrescante, algo que la hiciese olvidar un día tan cálido como ese. Jamás pensaría que un refresco, un susto y una charla terminarían por apagar el calor de su alma y mitigar la arrechera de su entrepierna.

La teniente JIMENEZ RUIZ MARIA CAMILA, era una joven común, con la belleza propia de los veinte tantos años, era una chica que le fascinaba su profesión y ser parte del ejercito de su país era uno de sus mayores orgullos. Provenía de una familia de buena posición social, contaba con una educación de primera; Y su cuerpo atlético y tonificado era el resultado de su gusto por el deporte. Con su metro sesenta de estatura era típico que tuviese unas piernas grandes, un culo firme, que era la envidia de las demás damas del batallón y el punto de deseo y morbo de casi todo el personal masculino de la unidad. Sus tetas un poco grandes para su estatura eran un motivo de felicidad para ella, le encantaba la lencería de encaje; en especial ponerse su tanga brasilera debajo del ajustado camuflado, disfrutaba la sensación de la tela sobre su culo y la fricción de la misma en su vagina. Que no era una vagina cualquiera era grande de labios pronunciados de esas que por más que intenten disimularlas se marcan en la ropa, era lo que coloquialmente llamamos un tremendo pan de 5. 000 (perdonen la expresión).

A pesar de su corta edad tenía un par de años casada con un militar que había sido enviado al extranjero como premio por actos heroicos en servicio, era un hombre maravilloso, era grande de cuerpo muy bien construido, como un semi-dios griego, un lenguaje corporal muy elegante y caballero en toda la extensión de la palabra, era su Hércules moderno. Y en la cama era un amante sin igual, con una verga de 23 cm y con un tono color caramelo era un manjar que ella disfrutaba cada vez que podía. Le fascinaba tener todo el peso de su hombre encima, le encantaba la sensación de ese tótem de carne abriéndose paso a través de su vagina babosa y caliente. Y le encantaba que su marido la levantara en brazos para dejarla caer sobre su verga erecta, a manera de trampolín, la sensación de su culo chocando contra la parte alta de la pelvis de su macho era algo que la hacía mojar cucos cada vez que pensaba en su moreno de caramelo.

Recordaba las ocasiones en las que su hombre jugueteaba con su culo, en procura de romper la cerradura de su virginidad anal, cosa que solo sucedió antes de que él se fuese de viaje. Fue algo un poco doloroso para ella, sentir ese monstro de carne deslizarse a presión, dentro de ella; sentir el rompimiento de sus pliegues anales uno a uno, era tan intensa la sensación que sentía que como si su culo palpitara más fuerte que su corazón. Pero lo hizo y cumplió el deseo de su hombre, de su macho, de su héroe.

El día había sido muy intenso para ella en la unidad militar a la cual pertenecía; largas jornadas en las oficinas sirviendo como secretaria para su superior; formaciones generales extensas y su rutina de trote y gimnasio habían dejado su cuerpo agotado. La noche cayó con una temperatura propia de los días calurosos de su natal Santa Marta; a duras penas alcanzó a probar bocado de la cena que le sirvieron en el casino, se retiró en silencio y entró en su habitación con la idea de reposar su cuerpo para tomar una ducha. Se recostó en su cama, encendió su ventilador de techo y sin nada en la mente cerró sus ojos. La luz de su teléfono la hizo quedar de pie en un solo brinco, era una llamada de su esposo desde el extranjero; la conversación fluyo normal hasta el momento que él le dijo que extrañaba mucho el aroma de su cuerpo, y el sabor de su vagina; ufffff esas palabras activaron en ella un calambre que atravesó su espina dorsal y estremeció su clítoris. Ella sintió la necesidad de sentir la verga de su macho recorriendo su angosta cavidad anal. Terminó la llamada y ella se ducho sin más percance y cayó en su cama así desnuda y mojada, casi muerta.

A eso de la una de la mañana se despertó con una sed intensa, producto de la temperatura, y sintió la necesidad de humedecer su garganta con algo frio, pero a eso hora no había nada abierto en el batallón, recordó entonces que los soldados de la guardia acostumbraban a guardar bebidas en una pequeña nevera que reposaba en el alojamiento. Se levantó se puso una pantaloneta corta sin ropa interior y un buzo gris típico del ejército, salió rumbo a la guardia; y al atravesar el campo de paradas pudo recordar que cerca al alojamiento de suboficiales de instrucción había una dispensadora de bebidas, cambió su rumbo y llegó frente a la máquina, que con una luz brillante parecían la gloria y la salvación a su sed. Hizo el procedimiento típico con esas máquinas y disfrutó de una bebida gaseosa fría, su mente se despejó, su cuerpo se refrescó y ya podía volver a los brazos de Morfeo; recorrió unos pequeños pasos, y se estrelló de frente con un cabo nuevo que acababa de ser trasladado al batallón; fue un susto tremendo que la hizo dar un pequeño salto hacia atrás y dar un grito. – Ay me asustó marica- le dijo en tono fuerte, -discúlpeme mi teniente-, fue la respuesta de aquel joven, -no quería asustarla- agregó, solo quería algo de beber. Rieron un rato de lo sucedido y conversaron vanamente de cosas de trabajo; la charla se fe haciendo más extensa y personal hasta que terminaron hablando de sexo.

De posturas, de formas de hacerlo y ella que había quedado caliente con la conversación erótica que había tenido con su marido sintió que era momento de dejar hasta ahí, de evitar hacer cosas que quería que pasaran, pero que no estaban bien. Pidió a su subalterno el baño prestado, este le indicó con una seña que siguiera, ella bajo su pantaloneta toma asiento en la taza y dejo que el cuerpo hiciera el resto, terminó, se levantó y paso un pedazo de papel por su vagina un tanto húmeda, producto de aquella conversación, levanto su cabeza y quedó perpleja al ver a aquel joven en el umbral de la puerta deleitándose de tan maravillosa obra de arte. Ella lo supo, era ahora o nunca, debía desfogar ese deseo de verga que la consumía; caminó hacia él y se acercó a su rostro para decirle -acá me tiene haga que valga la pena.- Esas palabras terminaron de endurecer la verga de aquel hombre, la tomó por los brazos y la besó con tanta pasión y lujuria que sus lenguas danzaban en sus bocas, quitó el buzo que llevaba puesto la mujer y sin mediar palabra tomo sus tetas ylas chupó como un bebé hambriento, como un animal que necesita de ese savia para poder vivir; ella por su parte jadeaba como loca, la pasión y energía de este joven la hacían pensar en que necesitaba sentirse penetrada ya, y así como la idea llegó a su mente y su vagina se inundó de fluidos bajo la sudadera de él y se metió de golpe aquella verga. Era más gruesa que la de su marido, mucho más gruesa, aunque no tan larga era una herramienta magnifica para acercase cada vez más al clímax, después de un rato de pie sintió como el orgasmo estaba próximo a hacer su aparición triunfal y si más apretó la verga de su amante y dejó que la naturaleza llenara su protuberante concha de líquidos con aroma a mujer, perecía una fuente sin control, y hasta que el piso no quedo lavado de fluidos no se detuvo. Pudo sentir una paz interna que hacía mucho no tenía y pensó que todo terminaría así, pero se equivocaba; aquel joven con su verga erecta pedía terminar su parte del acto y no se quedaría con esa acumulación de leche en sus huevas, pidió entonces a Camila que se pusiera en cuatro en el borde de la cama que él se vendría pronto, ella ya más tranquila accedió pensando que era cuestión de minutos tal vez. Sintió entonces como esa verga se habría paso a través de su coño, con tal fuerza y violencia que la atravesaría en dos; era una máquina, que ritmo, que embestidas, que manera de culiar la de este personaje, los minutos pasaban y ella sentía como el clímax empezaba a llegar a los límites del no retorno, y sintió la necesidad de que le llenaran el culo de carne, no sabía porque solo que en ese momento necesita sentir su agujero lleno; hizo una seña típica con la mano (ya se imaginaran cual) que aquel joven entendió, y sin nada que perder tomo impulso y la clavo de un solo golpe; quedó fría y petrificada, era un revoltijo de sensaciones extrañas en su culo, no podía identificar que era, si dolor, placer, ardor; no sabía, solo lo disfrutaba, tan fuerte fue la embestida que recibió que en escasos segundos el segundo orgasmo llegó con una fuerza y de una manera que jamás había experimentado. Gimió ahogadamente y dejo que su amante bombeara un poco más hasta sentir como el calor de su ano era sofocado por un chorro de leche, que golpeaba sus paredes internas, y que al sacar ese pedazo de carne de su dilatado culo sintió como la leche emanaba de sus adentros y barnizaba sus muslos. Estaba feliz, un tan adolorida pero feliz; se limpió con una toalla, se terminó de vestir y sin pronunciar palabra salió rumbo a su cama con algo más que el orgullo de haberse comido un buen macho, se llevó la gloria de saber que su nuevo amante pertenecía a su glorioso ejército nacional.

GRACIAS.

amy03

Soy hombre heterosexual

visitas: 816
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2018-05-25 16:29:50
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