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Tatiana

Es viernes a mediodía.

Es un día caluroso en la ciudad de Medellín.

Tatiana lleva un vestido corto de tirantas de color azul oscuro.

No lleva medias, solo unos cómodos zapatos de tacón bajo.

Al cruzar la puerta, siente como el aire acondicionado del lugar la envuelve y le refresca un poco el sofoco de medio día.

El lugar está a medio llenar.

Algunos oficinistas ya están repartidos en cada puesto de comida: Presto, Subway, y El Corral eran los más llenos.

Tatiana se dirige a Presto.

Se pone en una fila de tres jóvenes y, al llegar, pide una Súper en Combo.

Luego de pagar, le entregan un aparato que le anunciara cuando su pedido esté listo.

Se da media vuelta y trata de divisar un lugar donde sentarse. Hay muy pocos espacios.

Al fondo puede ver lugar. Está en la penúltima fila.

Se dirige a tomar ese puesto mientras esta su pedido.

Al sentarse, acomoda su bolso en el puesto de al lado y se dispone a esperar por su orden.

Saca su celular para distraerse, como siempre lo hace.

Tatiana es una profesional del área de recursos humanos de una empresa reconocida en la ciudad.

Tiene 26 años.

Fue la mejor de su clase y siempre ha tenido grandes oportunidades.

Sus últimos años los ha enfocado en su carrera por lo que el tiempo que no está trabajando, está estudiando.

Este ritmo de vida la ha llevado a tener una vida un poco solitaria.

Hace 8 meses que no tiene una cita y mucho más tiempo ha pasado desde que tuvo una relación romántica estable.

Mientras mira fotos en Instagram, empieza a tener una sensación extraña.

Se siente incómoda.

Levanta su mirada y da un lento escaneo a su alrededor.

Ahí lo ve.

En la última fila del salón esta un hombre solitario que la mira fijamente.

Es un hombre de entre unos 30 y 35 años, entre 1.7 y 1.75 de estatura, piel clara y cabello oscuro.

Su rostro es totalmente lampiño, se afeita con rigurosidad, eso salta a la vista.

Lleva un traje oscuro del que resalta una corbata roja contrastada con una camisa de un color claro que Tatiana no puede distinguir.

Tatiana lo mira directamente a los ojos pero no es capaz de aguantar mucho tiempo y baja su mirada de nuevo hacia la pantalla de su celular.

No hace nada. Solo se queda ahí. Quieta.

Dos segundos pasan. Tres. Cuatro.

La joven vuelve a levantar su cabeza y el hombre la sigue mirando.

Esta vez Tatiana aguanta más tiempo, pero...

... no es por valor... ¡se ha quedado petrificada!

No se puede mover.

Pasan dos segundos. Tres. Cuatro.

Tatiana siente que su corazón va a mil por hora.

No se puede mover.

Se ha quedado prendada de la mirada del hombre al otro lado de la mesa.

Es una mirada... sencilla. Tranquila. Hasta cálida.

Tatiana siente que este hombre no la mira. La está admirando.

Con el pasar de los segundos, su corazón empieza a latir más lentamente.

La joven se está calmando.

El hombre hace un leve gesto con su rostro. Un esbozo de sonrisa.

La joven se la devuelve, es un movimiento que se da por inercia.

Aunque su corazón sigue latiendo con rapidez, la joven tiene la sensación de estar disfrutando la interacción.

En esa conexión de miradas, algo empieza a suceder.

El hombre empieza a lanzar indicaciones con gestos muy leves.

Primero, un saludo, inclinando un poco su cabeza.

Tatiana lo devuelve.

El hombre baja su mirada, lentamente, de arriba hasta abajo por toda a figura de la joven.

Ella lo siente.

Siente sus ojos en sus mejillas, su cuello, la siente en sus hombros desnudos, sus brazos, su estómago, su cadera, sus muslos, y el resto de sus piernas.

El hombre hace el recorrido de forma inversa. De abajo hacia arriba.

La joven lo siente de nuevo.

Su piel se eriza.

Es una sensación tan fuerte, que no solo su piel se ha erizado. Sus pezones se han erizado también.

Se han puesto un poco duros.

El aire le empieza a faltar.

Su respiración se entrecorta.

Baja la mirada como tratando de retomar el control. Lo logra pero, al mirarlo nuevamente, lo vuelve a perder.

El hombre muestra una increíble satisfacción.

Ahora sí, sus pezones se han puesto duros.

Tatiana se moja los labios.

Es algo involuntario. Una expresión carnal de deseo que no puede controlar.

El hombre vuelve a escanearla.

Esta vez, al llegar a sus muslos se detiene.

Sube su mirada rápidamente y hace otro gesto: una orden. Y vuelve a bajar su mirada.

Tatiana lo ha entendido, sin controlarse entre abre sus piernas.

Lo hace torpemente.

El hombre se acomoda un poco hacia atrás y la mira nuevamente, mueve su cabeza, muy lentamente, como indicando: ¡No, no es suficiente!

Tatiana esta al máximo de su capacidad respiratoria.

Mira a los lados, el lugar ahora está lleno de gente.

Oficinistas y obreros, muchos de su edificio. Varios la conocen.

Luego lo mira y él vuelve a hacer el mismo gesto de desaprobación.

Ella cierra sus ojos y abre un poco más sus piernas.

Solo puede pensar que esa mañana había escogido una tanga de color blanco que tenía un pequeño encaje decorativo al frente.

Imagina como contrasta el blanco de su ropa íntima con el vestido azul oscuro que tiene puesto.

Piensa que se debe notar a metros.

Al abrir los ojos, ve como el hombre se enfoca en su entrepierna con un interés más desde la curiosidad que desde la lujuria.

La mirada de este viaja entre los ojos de la joven y el montículo que se forma entre sus muslos.

Tatiana siente que la estuviesen acariciando de forma invisible.

Como si unos dedos imaginarios la estuviesen rozando. Muy despacio. De arriba abajo. Suavemente.

Empieza a sentir como su vulva se va humedeciendo.

La joven se acomoda mejor en la silla, inclinándose un poco hacia atrás.

Sigue mirando, con nerviosismo alrededor, que nadie la vea y abre un poco más sus piernas.

Ahora es ella quien tiene el control de la situación. Y mientras siente como sus jugos íntimos se liberan entre esa inocente tanga algo la sacude de un solo golpe...

... el anunciador...

Se ha activado y está vibrando.

Su pedido está listo.

La joven cierra sus piernas y trata de recomponerse.

Respira profundo antes de tener la fuerza para levantarse.

El hombre se levanta de su puesto y camina hacia a ella.

Tatiana baja su mirada.

Cuando el hombre está justo a su lado, la joven escucha que le dice:

- Recuerda que tenemos presentación con el consejo a las 2.30 pm y quisiera ver esa diapositiva antes.

Ella solo respondió:

- Si jefe. En cuanto termine de almorzar me pongo en esas.

maddog7

Soy hombre heterosexual

visitas: 1026
Categoria: Microrrelatos
Fecha de Publicación: 2018-06-13 23:25:08
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1 Comentario

Fue un placer leerlo

2018-06-15 18:49:24