Me encantó su boca y mirada,
comiéndome a viva piel en la cama,
me encantó su verga y cuerpo,
penetrándome a viva voz en el deseo.
En aquella pasión cuyo límite es el suspiro,
haciéndome gemir y agitando los sentidos,
en aquella desnudez cuya prueba es el gemido,
excitándome delicioso y saciando los latidos.
Placer con sabor a caña, colmado de lujuria
tocándome rico esa húmeda vagina,
polvazo con ganas, lleno de sudor
embriagándome de sexo, de emoción.