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Repentinamente, y justo en el momento en que estaba punto de explotar mi paja, abren la puerta del baño. ¡Era mi jefa! Llegó con ganas de orinar y como el baño de mujeres estaba cerrado opto por entrar al de hombres, yo confiado no había cerrado con seguro la puerta.
Ahí nos quedamos, unos segundos, mirándonos a los ojos. Yo, con mi verga erecta en mi mano y mis pantalones en los tobillos. Ella, parada en el umbral de puerta con cara de sorprendida, con sus manos en el cierre posterior de su falda, abriéndola.
Deben haber sido unos 2 o 3 segundos, que se sintieron eternos. Los que pasaron antes de que ella hiciera algo. Sin hablar, cerró la puerta tras ella, se bajó su falda y calzones, y se sentó en el sanitario. Sin dejar de mirarme a los ojos y mi verga de manera alternada. De alguna forma ver su enorme y blanco culo desnudo antes de que se siente, me calentó y sin poder controlarme seguí con mi paja mirándola.
Después de orinar, secó su sexo. Yo no perdí detalle, masturbándome con la situación. Y se fue sin decir nada. Cerrando la puerta tras ella.
Cuando eyacule sobre el lavamanos. Limpie el lavamanos, me limpié y salí del baño. Mi jefaestaba en su escritorio con la puerta de su oficina abierta, me hizo seña de que entrary cerrara la puerta, su mirada tranquila me indico que me sentara. Me dijo:
– Debiste haber cerrado con seguro.
– Si lo sé, fue mi descuido, que vergüenza.
– No te avergüences, es algo normal. Además debes estar estresado,así que no hay problema.
– Si ha estado pesado este mes– dije tratando de justificar el tema.
– Está bien que busques relajarte – dijo sonriendo – ahora anda a trabajar, que para eso se te paga.
Luego de eso no hablamos del tema, y en realidad, no hubo mayores cambios en lo cotidiano, salvo algún momento donde notaba actitudes extrañas en ella. Ciertas miradas a mi entrepierna. Siempre ha sido amable y risueñapero esto era distinto.
Mi Jefaesuna mujer normal, consus atractivos.Una piel blanca, llenas de pecas, sobre todo en las zonas más expuestas al sol (mejillas, frente, nariz, pecho, hombros y brazos. Sus ojos sonverdes, su pelo oscuro y ondulado. Mide más o menoscomo 1,60conalgo de barriga, pero no tan grande. Sus pechos soncopa “D”. Eso sisu culo es enorme, redondo y blanco. Esuna mujer atractiva ymuy bien dotada.
Pasaron los días sin mayores novedades, salvo algunos episodios de estos “acosos” visuales de mi jefa. A mí no me molestaba que me mire el paquete, de hecho me calentaba.
Una tarde, estaba caliente, muy caliente. Con mis hormonas disparadas. Tomé mi teléfono y me fui al baño. Quería pajearme. Busque algún vídeo en internet, de alguna madura tetona natural, quería una cabalgando, moviendo sus tetas y gimiendo como loca.
No cerré la puerta, y la verdad, quería que apareciera mí jefa. Una sensación de nervios también me invadía, aumentando aún más mi excitación.
Puse mi herramienta sobre el lavamanos, posicionándome de la forma que más me gusta. Y comencé a sobármela concentrado en la imágenes de la hermosa madura de ojos claros y senos generosos que culpaba rico en el vídeo. Era una paja lenta, como haciendo hora, como esperando.
Sentí la puerta del baño cerrarse detrás mío, era mi jefa, se había dado cuenta de mi entrada al baño y supuso que me estaba masturbando.
Pasaron unos segundos y se abrió lentamente la puerta. Nos miramos a los ojos, sin detener mi paja. Ella se acercó por detrás de mí, pasó su brazo derecho por debajo del mío. Y con su mano comenzó a hacerme la paja.
A través del espejo me miraba a los ojos fijamente, con su cabeza apegada a mi brazo derecho, con su mano izquierda acariciaba mi abdomen bajo mi ropa. La paja se sentía exquisita, con la presión perfecta con la experiencia que solo dan los años.
La sensación de su cálida mano apretando y sobando el forro de mi verga una y otra vez, me estaba llevando al cielo. Mi verga como un palo disfrutaba las caricias de la mano que esa hermosa dama ejecutaba, aumentado la fuerza con delicadeza. Yo cerré los ojos y eché mi cabeza hacia atrás, entregándome a sus caricias. Ella aumentó la frecuencia y la presión en mi verga, de manera genial. No fueron más de 30 segundos, pero fueron los necesarios para darme uno de los orgasmos más fuertes de mi vida.
Mis bolas se retrajeron y mi verga comenzó con las contracciones propias de una pronta venida. Mi jefa muy experta, acelero la presión en la cabeza de mi pene, con la fuerza precisa. No pude más y expulse borbotones de semen en el lavamanos. Tres disparos fuertes primero que impactaron en el muro sobre el lavamanos y luego de eso varios de menor intensidad que se fueron atenuando junto con mi orgasmo, que incluso hizo que mis piernas flaquearan.
Abrí los ojos justo cuando ella soltó mi verga. Llevo a su boca los restos de semen que quedaron en su mano, y mirándome a los ojos dijo:
– Espero que te hayas podido relajar mi amorcito – Luego de eso salió del baño sin decir más.
Sin poder articular palabras, me quedé en silencio.
La encontré en la oficina luego de que salí del baño. Entré para conversar con ella por lo ocurrido.
– perdón Doctora, creo que debo…
– No te preocupes – me interrumpió – dejemos que las cosas solo sucedan así. No hablemos de lo que ocurrió.
Dijo sin mirarme, enfocada en unos papeles en su escritorio.
– Pero… segura?
– Si – volteó a mirarme con sus ojos verdes – No pude controlarme, desde que te vi masturbándote, no he dejado de pensar en el sexo y en lo insatisfecha que he estado desde hace tiempo con mi marido.
– Pero, está usted bien? – preocupado, tomé su hombro.
– No quiero hablar de esto, entiendelo! Solo déjelo pasar. Además así aprovechaspararelajarte. – lo último lo dijo con una sonrisa, disimulando el conflicto interno que tenía. – Ahora vete a trabajar que ya te relajaste lo suficiente.