Como comentaba al comienzo, tuve mi primera vez con otro hombre con mi amigo y como describo en mi relato anterior, fue muy emocionante para mi. En su cocina, haciéndole una mamada y yo sólo en tanga. Sin embargo, después de esa experiencia no me había atrevido a tener otra similar y mi amigo se había ido del país, por lo que tampoco tenía alguien de confianza para hacerlo. De todas formas tenia ganas de sentir ése placer y adrenalina de nuevo. Por lo que empecé a frecuentar algunas páginas de internet de chicos. Por un tiempo no había salido nada pero un día a través de ése medio un hombre maduro me contactó y empezó a hacerme conversación. Era un tipo maduro, canoso pero no viejo y de buena presencia. Me llamó la atención desde el comienzo ya que si quería vivir esa experiencia de nuevo, quería hacerlo con un hombre maduro y serio. Que me hiciera sentir su nena y supiera lo que quería. Empezamos a hablar y la conversación fue buena y poco a poco empezamos a subir la temperatura. Me empezó a mandarme fotos de su verga bien parada, lo cual me excitaba mucho y me pedía fotos mías en tanga lo cual yo disfrutaba. Finalmente me dijo que quería hacerme su nena, me invitó a un motel y me pidió que me llevara una buena tanga para que él pudiera disfrutar mi culo. Esto me encantó, al comienzo lo dudé un poco, no estaba acostumbrado pero accedí, quería probar. 

Yo muy diligente con lo que me había pedido, quería probar algo nuevo así que me conseguí un liguero negro con una tanga bien deli y unas medias bien sexy... nunca me había puesto tan putica. Me puse todo bien rico y por encima me puse un pantalón de sudadera para pasar desapercibido. Pero de todas formas ir por la calle, coger transporte público y llegar al motel sintiendo el liguerito por debajo, fue muy excitante. 

Ya en el motel de la cita, lo esperé un rato, no aparecía así que pensé que no iba a aparecer, sin embargo ya cuando me iba a ir, lo vi y me saludó, se disculpó por la demora y me hizo seguir, se notaba que conocía el motel, me guío y me hizo pasar a una habitación, el se encargó de pagar la habitación y me pidió algo de tomar, definitivamente me sentía su nena. Ya con la bebida, cerró la puerta de la habitación, se puso cómodo y hablamos un rato, yo estaba nervioso, no había hecho algo similar antes, pero con la conversa me relajó hasta que ya me preguntó... "te pedí que vinieras en tanga, te la pusiste?" Y supe que el momento había llegado. Le dije que sí, que de hecho me había puesto algo especial y me quité el pantalón y le mostré todo lo que tenía puesto. Supe que le había gustado porque exclamó de la sorpresa y empezó a tocarme las nalgas, me las agarraba y me dio unas palmaditas, la cosa se estaba poniendo deli. Ahí mismo llega y me pide que me acueste en la cama boca abajo que quería admirar mi culo. Me encantaba como me daba órdenes. Yo muy juicioso me acosté y siento cómo empieza a tocarme todas las piernas, a besar mis nalgas pero lo mejor fue cuando corrio la tanguita hacia un lado y metio su lengua dentro de mi culo. Me encantó inmediatamente, él me abría las nalgas con sus manos y me lamía todo el culito una delicia. Empecé a gemir de lo excitado que estaba, su lengua dentro de mi culo era lo más rico que había sentido. Hasta que al rato paró, me puso la tanguita en su lugar de nuevo, se quitó el pantalón, se sentó en la cama al lado mío boca arriba y me dijo "querías verga nena? Ahí la tienes, saboréala toda". Le vi la verga, no la tenía parada pero con ése beso negro que me había pegado yo ya estaba más que listo para ser su putica, así que empecé a tocarlo y a mamarle la verga, al comienzo no la tenía parada, me la metía toda en la boca, sin embargo poco a poco siento que se le empieza a poner más y más dura en mi boca, hasta que de pronto ya no me cabe, me tocaba jalársela y mamársela al tiempo porque no me cabía toda en la boca y ya es él, el que empieza a gemir. Yo chorreaba de mi boca en toda su verga y él ya estaba a todo dar. Me ecantaba cómo me cogía de la cabeza y me presionaba tiernamente hacia su verga mientras gemía. Me decia que no había recibido una mamada tan rica de una nenita tan deli, eso me ponía a toda, aparte era deli ver en todos los espejos de la habitacion como le estaba mamando su verga. Estabamos así, era una mamada bastante humeda, le chorreaba por todas sus huevas, él ya estaba bastante excitado hasta que me levantó, se puso encima mío y me la hundía toda en mi boca. Ya no era yo el que se la estaba mamando, sino él el que me la estaba metiendo toda en mi boca. Me la hundía bastante, me cortaba la respiración porque me la hundía hasta el fondo, hasta que en ése calor se vino, sentí ése lechazo en toda la garganta porque me la tenía bien adentro.

Después de tremendo lechazo, se sentó al lado mío y se calmó ya un poco más, yo tenía tremenda carga de semen en la boca, se me salió un poco y todo, pero me lo pasé y le dije que se notaba cuanto lo había disfrutado. Se rio pero ahí mismo me dio media vuelta y empezó a tocarme de nuevo todas las nalgas, se notaba que estaba muy excitado, me sorprendió que después de tremenda mamada siguiera con más ganas. Me tocaba todo el culo y me decía que le encantaba mi liguero, que me veía bien puta. Siguió tocándome y empezó a meterme un dedito en el culo. Yo me dejaba bien juicoso. Ahí mismo sentí que su verga seguía bien parada a pesar de todo, me la restregaba por todo mi culito, me daba palmaditas con su verga bien erecta, la tenía muy parada. Intentaba metermela pero yo estaba muy cerrado y me dolía un poco. Él estaba que me culiaba, pero me dijo que después, que por el momento sólo quería mamadas, así que me volteara y empezara de nuevo. No lo podía creer, lo acababa de deslechar y quería más. Pero bueno, lo hice, además él estaba con la verga bien parada después de todo, no lo podía dejar así. Esta vez estábamos de medio lado, en posicion 69, el agarrando mi culo y yo mamando, me daba palmaditas, me pedía que le lamiera los testiculos, así que yo lo pajeaba con los manos mientras le pasaba lengua por sus bolas. Así duramos un rato hasta que el segundo lechazo llegó, esta vez se me vino en toda la cara y gimió como nunca.

Esta vez ya quedó fulminado, estaba roja toda su cara y cuello y se notaba que no podía más. Yo me levanté, me limpié el semen de la cara y me bañé. Salí del baño y él seguía en la cama tirado. Me decía que le había pegado la deslechada de su vida. Finalmente se recuperó, se bañó, salimos y nos despedimos con la promesa de que algún día lo volviera a deslechar así.