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El Exconvicto

Me contaron esta historia y quize personalizarla en este relato, espero les guste.

Todo inició por un amigo que recluyeron en la carcel por una estafilla a su empresa, mas allá de lo ladrón lo conocía desde la infancia y un día me animé a visitarlo. Es quizé el lugar mas sordido que conozco, con un ambiente frio que cala no solo en el cuerpo sino en el corazón, olores desgradables mezclados con droga y un ambiente en general de desesperanza.

Cuando llegué mi amigo estaba en su habitación, por lo que otro preso, Humberto, me hizo el favor de llamarlo. Desde esa ocasión Humberto y yo empezamos a conversar, estaba ahí por asalto a mano armada, según el estaba en el momento y lugar equivocado pero era inocente (como todos). Llevaba 6 años, Hacía dos años no veía a su familia pues debieron volver a Cali por falta de trabajo en Bogotá y basicamente se quedó solo.

Hablabamos mucho, era un tipo humilde, pero muy bien parecido. Un día llegué a la visita mensual, estaban jugando futbol y el estaba sin camiseta,  con sus 1.85cm, sus años de trabajo como obrero, cotero y demás trabajos de fuerza le dieron un aspecto delgado pero lleno de fibra, aún a sus 58 años revelaba una fortaleza que muchos mas jovenes no tenemos, con un color canela que era resaltado por el brillo del sudor. Cuando se acercó a saludarme no pude evitar mirarlo con detalle, me abrazó y como era costumbre me hizo el favor de llamar a mi amigo. Cuando nos despedimos me volvió a abrazar, sentí como apretó su pelvis contra mi cuerpo, desde ese entonces empecé a ir cada 15 días, ese abrazo discreto pero complice me emocionaba.

Mi amigo salió libre y no volví a humberto... Un día alguien timbró a mi casa, me sorprendí cuando asomé ala ventana y ví a humberto, me llené de temor, pensé que me iba a meter en agún problema o iba a ser victima de asalto. Llame a mi amigo, y me dio tranquilidad, simplemente venía a saludarme, porque acababa de salir libre, y quería saludarme antes de volver a Cali con sus hijos después de 5 años sin verlos.

Le abrí, me abrazó, haciendome recordar su virilidad, hablamos un rato, me mostró sus tiquetes, estaba emocionado porque salió libre, iba a ser su primera vez en un avión e iba a ver a su familía. Una y otra vez me agradeció por las visitas mientras mi amigo estaba allá, y que le hizo falta hablar conmigo.

Faltaban aún varias horas para su vuelo, le insistí que yo lo acompañaba al aeropuerto, que no se afanara, cuando de repente me botó la bomba...

Humberto: Allá adentro yo lo pensaba mucho, yo quería decirle que me gustaba, usted entiende, tantos años entre manes, pero es muy peligroso si creen que uno es de la comunidad (así le dicen a los LGBTI), perdoneme si lo ofendo. Yo soy bien macho, pero usted con ese cuerpo de niña pues entiende.

Yo: tranquilo, yo entiendo, pero eso con el tiempo se le quitan las ganas y le vuelven a gustar las viejas, si tuvieramos mas tiempos lo llevaba a donde las putas para que lo enderecen.

Nos reimos de eso, hablamos un rato de sexo, de como eran las cosas en la carcel, del mito del alcanfor para que no les dieran ganas, en fin... llegó la hora de marcharse pues quería llevar detalles a su familia antes del vuelo.

Antes de salir nos dimos un abrazo, ese abrazo se prolongó, como siempre empujó su cadera sobre mi cuerpo y yo lo dejé pasaron los segundos, pero era como si el tiempo se detuviera, de repente bajó una de sus manos y agarró mis nalgas empujando uno de sus dedos hacia mi ano. No dije nada, sentí como su barba canosa, afilada raspaba mi mejilla a medida que se agachaba.

Me besó...

Este hombre de 61 años me besaba con unas ganas descomunales, no se cuanto tiempo llevaba sin besar, se desvistió como desesperado, me lastimaba con esas manos fuertes, ese cuerpo fibroso aún se mantenía, y su verga estaba erguida y dura.

Lo insté a detenerse y calmarse, pero era imposible, se había liberado una bestia, me desvistió de manera busca y torpe, estabamos los dos desnudos en mi garaje, solo pensé en mamar esa verga, me agache e inmediatamente me agarró del pelo, perdí el control, lastimaba mi garganta con cada empujon, sentía como arrancaba mi cabello con cada halón, sentía arcadas, pero apenas alcanzaba a controlar el reflejo de vomitar cuando sentía esa verga descomunal nuevamente en la entrada de mi garganta... sentí un dolor brutal en la garganta, no pude más, esa ultima embestida empujó toda su verga dentro de mi garganta.

Recuerdo que me acurruqué por el dolor, pero me sentía muy exitado... había hecho una garganta profunda, no lo podía creer... le dije que no podía mas.

Me haló del pelo y me levantó hasta su boca, me besó a la fuerza, me puso de espaldas y me empujó contra el carro. separó mis piernas, mientras sentía como acomodaba si glande contra mi ano, le dije que primero me dilatara con saliva, pero no obtuve respuesta alguna.

Tenía demasiada fuerza y no lo podía detener, cuando le volví a decir que me dilatara primero, me agarro de la nuca y me empujó contra el carro, sentí dormida la parte de mi cara que golpeó contra el capó.

Con su mano en mi nuca y el poco agarre que me permitía el carro supe que perdí... de repente sentí como ese gigante trozo de carne se abría paso en mi cuerpo, no resistí el dolor... estaba siendo sometido por un anciano, 30 años mayor que yo, su verga entraba con dificultad, le pedí que por favor la sacara, cuando sentí que la sacaba creí que me escuchó, cuando de repente siento una embestida mas dolorosa que la anterior, esta vez no entro con dificultad, simplemente mi esfinter cedió ante esa fuerza bestial. Aunque supliqué del dolor, no se inmutó.

Una y otra vez, le insistí que nos debiamos ir, pero pareciá que no escuchaba, las latas del carro sonaban con cada embestida, lo que en un principio era dolor, se volvió placer, miré mi reloj, llevaba mas de 40 minutos dandome verga en esa posición... lo sacó y sentí que me liberaba y me paré cuando me di la vuelta solo sentí una cachetada y un puño en el estomago... -"quien le dijo que se moviera"

Me tiró nuevamente contra el carro, esta ves estaba boca arriba, sentía como me resbalaba por el capó cuando senti nuevamente otra cachetada, supe que debía subir las piernas, lo rodeé con ellas, lo hundió nuevamente con brutalidad, pero a esta altura solo sentía placer, me culeaba con fuerza, sabía que no alcanzariamos el vuelo, me resigné a ser sometido.

Me culeó por casi dos horas, de repente sentí como me llenaba de su leche, aun así seguia penetrandome como deseperado. Noté como al levantarme quedó algo de semen con un hilillo de sangre. Me besó con fuerza de nuevo, me dió otra cachetada... -"Usted tiene la culpa por estar tan rico y provocarme con ese culito".

Nos vestimos, yo en silencio, el contandome como si nada las ganas que tenía de ver a su familia, pero que por mi culpa ya no podía llevarles un detalle. Hagame el hijueputa favor.

Lo llevé al aeropuerto, y nunca volví a saber de el...

manzanotz

Soy hombre bisexual

visitas: 1771
Categoria: Gay
Fecha de Publicación: 2018-08-29 06:32:54
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1 Comentario

Hpta que rico!

2018-09-04 04:01:06