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Primera vez tardía

Tenía la edad de 22 años, recién había terminado mis estudios universitarios y dado que fui muy dedicado al estudio y muy tímido e inseguro, no había tenido novia y lo más cercano a una relación había sido un par de besos con una amiga. En fin, para ser más claros, aún nohabía tenido relaciones sexuales. Un domingo pensando en buscar empleo, compré el periódico para husmear los clasificados y ver que oportunidades podía encontrar en mi ciudad. Después de un rato de andar buscando sin éxito, encontré la sección de anuncios de acompañantes y servicios sexuales, que ahora son poco comunes en los diarios.

No era la primera vez que veía esta sección del periódico, pero si fue la primera vez que me interesé de verdad, además, no haber tenido relaciones sexuales a mi edad me hacía sentir frustrado y pensé que era hora de actuar. Sin embargo, siempre había pensado que no acudiría a una prepago y creía que mi primera vez debía ser parte de una relación amorosa(ya ustedes deben estar pensando que soy un bicho raro, y quizás tengan razón). No obstante, tenía mucha curiosidad y duré todo el día pensando en el tema.

Después de mucho meditar, decidí buscar un servicio de masaje erótico que me permitiera calmar mi curiosidad, sin necesidad de llegar al coito como tal. Ya una vez pensado, era momento de poner manos a la obra. El lunes en la mañana busqué los anuncios y empecé a llamar para averiguar. Después de varias llamadas pensé que no iba a poder concretar nada ya que muchas ofrecían “masajes” pero en realidad era relación oral, vaginal y en algunos casos anal. Ninguna parecía dispuesta a satisfacer mi fantasía. Finalmente, una chica accedió y concretamosla cita para las 11 de la mañana en su apartamento.

Con muchos nervios y ansiedad tomé una ducha, me perfumé, me puse unos bóxer de color blanco, un jean, una camisa azul, medias los mejores zapatos que tenía y me dirigí al encuentro. Durante el trayecto no hice sino fantasear e imaginarme cómo sería aquel momento, que esperaba que fuera muy placentero.

Llegué al sitio miré a los alrededores esperando no encontrarme con algún conocido. Una vez comprobaba la ausencia de moros en la costa, timbré, y unos segundos después salió una mujer agradable, de 1.65 metros de estatura más o menos, de contextura media (ni gorda ni flaca), blanca, de cabello rubio, vestida con unos jeans y una blusa que la hacía ver más madura de lo que realmente era. No era la mujer despampanante que yo me imaginaba pero no estaba nada mal. Me invitó a seguir y subimos hasta el tercer piso donde se encontraba su habitación, mientras subíamos ella me notó nervioso y me dijo: “tranquilo que nada malo te va a pasar”.

Entramos a su habitación, la cual se veía muy agradable, con una cama doble, algunos elementos decorativos y una camilla para masajes, que al final no utilizaríamos. Antes de empezar me dice:“recuerda que el servicio es prepago y debes cancelar ahora”Le entregué el dinero y a partir de allí empezaba a correr el tiempo de aquella sesión erótica.

Mquité los zapatos, las medias, la camisa y el pantalón y los coloqué en una pequeña mesa cerca de la cama. Mientras tanto, ella de espaldas a ,se desnudó rápidamente, dejando ver su piel blanca y suave, de inmediato me fijé en sus nalgas, no muy grandes pero firmes y redondeadasElla se volteó, se acercó a mí y pude ver sus senos, grandes y hermosos con unos pezones rosados, al tiempo ella me baja el bóxer y con su mano derecha me acaricia el pene que estaba aún flácido pero muy mojado.Luego me agarra de los testículos y me jala hacía la cama, demostrando quien mandaba allí.

Me acosté en la cama y ella empezó a recorrer todo mi cuerpo con sus dos manos, pasando sus senos por mi pecho para luego acercarlos a mi cara, manteniéndolos a suficiente distancia para no dejar que los chupara, como en una especie de juego muy tentador. Sus manos poco a poco se fueron acercando a mis zonas más sensibles, provocándome una fuerte erección que cada vez se hacía más y más fuerte, dejando en evidencia toda mi excitación. Ella sentía como crecía en sus manos y empieza a jalar el prepucio hasta dejar al descubierto la cabecita rosada y totalmente lubricada. A partir de allí empieza a masturbarme, subiendo y bajando suavemente su mano, pero agarrando firmemente. Poco a poco al ver mis reacciones, va cambiando el ritmo, aumentando y bajando la velocidad, aumentando cada vez más mi excitación, hasta que por poco me hace terminar, pero la detuve. Yo quería prolongar el momento, de manera que empecé a acariciarla suavemente, sus brazos, sus piernas, su vientre, a besar sus pechos, saborear sus pezones succionándolos fuertemente, lo cual la hizo soltar un pequeño y excitante gemido. Bajé luego y me concentré en sus piernas, subiendo y bajando mis manos y pasando mi lengua cerca de su entrepierna. Allí pude ver su vagina totalmente húmeda, y empecé a tocarla con mis dedos, quizás torpemente por mi falta de experiencia, pero a ella le agradaba. Luego le pedí que se volteara y empecé a masajear su cuello y la espalda, acercándome cada vez más a sus nalgas, hasta tenerlas completamente bajo en control de mis manos y dándole una pequeña palmadita. En ese momento le pedí que doblara sus piernas, dejándome ver la entrada de ese culito, lo cual me excitó más de lo que podía creer. 

Después de un rato de aquellas caricias y ese manoseo lleno de morbo, ella me dice que la penetre, lo cual me excita mucho,pero me pone a dudar. Le dije entonces que eso no iba a pasar,aunque mi cuerpo y mi excitación pedían que lo hicieraEn ese momento fue más fuerte mi razón sobre mi instinto sexual. Ella aceptó y no insistió con el tema. Sin embargo, yo no sabía que había logrado excitarla tanto, a tal punto que buscaría la forma de lograr su cometido.

Ya se agotaba el tiempo y ella me ofrece un sexo oral con condón para darme un final feliz,ya que yo “me estaba haciendo el difícil y no quería penetrarla”a lo cual finalmente accedí. Se aleja de la cama, trae el condón, me lo pone y empieza a chuparme de manera muy agradable y excitante, succionando y presionado con sus mejillas, hasta que me roza el glande con sus dientes, lo cual fue muy desagradable y me hizo bajar la guardia. Cuando menos lpensé, en un movimiento rápido y muy hábil de ella, se pone encima de mí, mete mi pene en su vagina y empieza a cabalgarme, de una manera deliciosa, apretando y ordeñando mi miembro, poniendo sus senos en mi cara y sus pezones en mi boca pidiéndome a gritos que se los chupara y se los mordiera. Ya en ese momento solo me dejé llevar por el placer que estaba sintiendo. No pensaba en mis razones para no estar con una prepago, ni en prejuicios,ni nada de eso, solo estaba disfrutando demasiado. Con mis manos agarré fuertemente sus nalgas y sus piernas, siguiendo el vaivén de sus caderas, hasta que empecé a eyacular a chorros,y a estremecerme como nunca antes. Mientras tanto ella se apoyaba sobre mi poniendo sus senos sobre mi pecho y su cabello sobre mi cara.

Después de esa gran faena, estábamos exhaustos y sudorosos, mi cuerpo se encontraba muy satisfechopero mi mente noMe duché, me vestí, ella se vistió y me dijo“si ves que nada malo te iba a pasar, y yo sé que te gustó muchoNos despedimos, y salí de allí con el dilema de haber sentido una gran experiencia sexual, pero con un cargo de conciencia y sentimiento de culpabilidad.

Hoy en día recuerdo aquel momento como una experiencia más y que fue un primer paso para quitarme un poco el temor y la inseguridad que tenía con las mujeres.

tom205

Soy hombre heterosexual

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Categoria: Hetero: Primera vez
Fecha de Publicación: 2018-09-04 05:00:11
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