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CASTIGADOS POR HACERLO AL AIRE LIBRE

Esta experiencia también se da en La Isla, que ya he descrito en mi anterior relato “EL MIRON QUE NO SOLO QUERÍA MIRAR”; por eso no voy a hacerlo con tanto detalle. Solo quiero decirles que con mi novia hemos ido varias veces pues es un sitio incomparable para parejas solteras o sin hijos. Nos gusta ir en temporada baja cuando las playas y los bares están casi solitarios.

Esta vez nos acomodamos en la suite imperial donde habíamos tenido aquella experiencia tan curiosa y agradable ya narrada. Yo siempre cargo con mi cámara como una extensión de mí mismo y con mayor razón cuando voy acompañado de una hembrita tan hermosa y sexi como Xime. Ella siempre está dispuesta a posar para mí.

Una tarde, después del almuerzo, nos fuimos al extremo norte de la isla-hotel, pasando por un sendero sombreado por mangles retorcidos y con buen follaje, todo el tiempo caminando sobre arena blanca y menuda. Allí hay un quiosco con un pequeño puerto, por donde llegan provisiones o los mismos trabajadores del hotel. Desde las 12 del día hasta las cuatro de la tarde funciona un bar abierto donde el barman prepara y sirve cocteles a gusto del que se hospeda en el hotel.

Esa tarde el barman estaba ofreciendo especialidades como “Sexo en la playa”, que se prepara en un vaso con hielo , 2 onzas de vodka, una onza de licor de durazno, 2 onzas de jugo de naranja y una onza de granadina. También preparaba “Orgasmo”, con Amaretto, licor de café y Baileys, “Fantasía sexual” o la “Mala vida”, entre muchos otros. Lo cierto es que tomamos de todos mientras nos asoleábamos en las camas mecedoras, instaladas en la terraza. Era una tarde esplendida.

Hacia las cuatro de la tarde el barman comenzó a cerrar su bar, lo recogió una pequeña lancha y como por arte de magia los pocos huéspedes desaparecieron de regreso a las habitaciones. Nos quedamos completamente solos y prendidísimos, yo estaba casi borracho. Decidimos meternos un rato al mar para recuperar la cordura. Le tomé a Xime unas bellísimas fotos en toples, entrando y saliendo del agua, mientras la espuma del suave oleaje salpicaba su rostro, sus hombros dorados y sus hermosas tetas.

Salimos y nos fuimos hacia las camas asoleadoras, cayendo ya la tarde y con una luz cálida, entre rosada y naranja. Esos colchones rojos y las cortinillas blancas que se movían con la suave brisa que venía del mar, más la soledad del lugar, nos llevó al sexo inevitablemente. Nos besamos y nos acariciamos, completamente desnudos, sintiendo la brisa y el sol del atardecer en la piel; Xime lucía hermosísima.

Nos olvidamos del mundo y nos dedicamos a las caricias y al amor. En un momento la puse en cuatro y me la estaba comiendo como a una perrita, diciéndole porquerías, como le gusta a ella cuando lo hacemos así, y nos dimos cuenta que tres pescadores estaban a nuestro lado haciéndonos barra. “Eso cachaco, comete esa perra” “¡Eche!, qué hembrota”, cosas así.

Nos asustamos momentáneamente, pero no hay nada que excite más a Xime que sentirse observada cuando le hacen el amor. Yo continué en mi labor de hacerla feliz y terminamos relinchando de placer. Ella se extendió sobre el colchón boca arriba, sin complejos, en plan de reposo, con movimientos de relajación. Parecía una diosa. Los pescadores la miraban embelesados. Mientras yo me vestía rápidamente, ellos comenzaron a retirar los colchones de las camas para guardarlos en una bodega, dejando para lo último el de Xime, quien ya se estaba poniendo su biquini y un short, bajo la mirada insistente y libidinosa de los empleados.

Nosotros tomamos nuevamente el sendero hacia las habitaciones mientras los pescadores tomaban su lancha y se iban, sin dejar de mirarnos. Por el camino tomamos muchas fotos ya en pleno atardecer. Esa noche bailamos en una terraza con una orquesta de regué y tarde nos fuimos a dormir.

Al día siguiente, cuando estábamos desayunando, se nos acercó una empleada a decirnos que la Jefe de Seguridad de La Isla quería vernos en su oficina. Terminamos y nos fuimos algo preocupados. Allí estaba ella, de unos 40 años, un poco gruesa pero no gorda, no muy alta, de tez blanca pero bronceada, con mirada adusta. Vestía blusa blanca con el logo de la Isla y pantalones ajustados. Se veía machorra.

Nos hizo sentar frente a una pantalla y sin más preámbulos nos mostró un video en el que aparecíamos comiéndonos en la terraza como si estuviéramos en nuestra habitación, incluyendo el momento en que llegaron los pescadores y se quedaron observándonos. Quedamos fríos, sin palabras. Sin embargo Xime le sonrió ante la insistente mirada de la Jefe a sus senos que salían abombados de su corpiño. Se los acomodó un poco con coquetería.

La Jefe suavizó de pronto su mirada acusadora y dijo que ella podía borrar la cinta y perdonarnos la falta. Que ella tenía libre un par de horas a medio día y que la esperáramos en nuestra habitación. Delante nuestro borró el video y nos aseguró que no existía copia alguna.

A las 12 y cuarto estábamos en una salita de la habitación, especulando y tomándonos un par de whiskies dobles, cuando llegó la dama. Xime estaba con un vestidito blanco vaporoso, muy corto y de escote profundo, sin ropa interior y con unas sandalias transparentes de por lo menos 12 centímetros. Yo estaba sin camisa, en bermudas y descalzo. La Jefe venía vestida de mujer, con el cabello suelto, nada mal para su edad y corpulencia. Clavó la mirada en Xime y recorrió todo su cuerpo descaradamente desnudándola con ella. Xime sabía que la tenía dominada. A mí ni me determinó.

La Jefe se sentó con nosotros muy cerca de Xime, que le cruzó las piernas y le sonreía coquetona, sabiendo lo que le producía a la mujer. Le ofrecimos whisky y se tomó uno doble fondo blanco y de inmediato pidió otro. Me paré al bar para servirlo y, al voltear, ya la Jefe le había puesto la mano a Xime sobre las piernas y estaba muy cerca susurrándole algo al oído. Alcancé a escuchar que le decía algo así como “mamita, nunca me he comido una hembrita como vos pero esta vez te tocó darme ese gustazo”. Le pasé el trago y se lo tomó de una. Se quitó sus tacones y le quitó los suyos a Xime, deteniéndose a admirar y acariciar  sus pies que es de lo más bello que tiene y es mi fetiche.

Tan pronto se dio cuenta que mi novia no se resistía en lo más mínimo, la fue desvistiendo lentamente para mirarla y morbosearla con palabras de grueso contenido sexual. La besaba en el cuello y en las téticas con unas ganas que ni se imaginan, acariciándoles la cuquita con una mano atrevida. Así completamente desnuda la cargó con una facilidad tremenda y la llevó a la gran cama del sultán, de por lo menos 10 puestos, sábanas satinadas y muchas almohadas. Se desnudó ella y noté que tampoco llevaba ropa interior. Sus tetas eran pequeñas y su culo grande. Se veía que hacía gimnasio con frecuencia pues no tenía una gota de grasa. Yo las seguía, excitado, admirando la tranquilidad de Xime. Se le montó encima y la besaba y lamía por todos lados. Xime pasiva.

Se detuvo en su vagina y le daba lengüetazos con voracidad hasta lograr que mi novia se excitara, gimiera de placer y se viniera. Luego la volteó, la puso en cuatro y comenzó a meterle la lengua por el ano, dándole besos y diciéndole cochinadas. Al verla así, arqueada sobre ella, me fui desvistiendo quedando muy cerca con mi verga muy templada listo para clavarla. Cogí un trozo de mantequilla y me les acerqué hasta lograr que la Jefe me mirara. “Clávamela por el culo”, me dijo. Ni corto ni perezoso me puse un condón y le unte la mantequilla en el ano, mientras ella seguía comiéndose a Xime desaforadamente, casi montada sobre ella. Tan pronto logré ampliarle o suficiente el ano, le introduje mi verga y la puse a gritar inicialmente y después a gemir de placer. “Más, más, decía”, cuando trataba de parar. Ya Xime estaba otra vez boca arriba y la Jefe le besaba las téticas y trataba de besarla en la boca. Xime pasiva.

La clavada fue larga y placentera, feliz de dominarla y "castigarla" por comerse a mi novia. Nos estiramos los tres exhaustos sobre la cama. Xime se enroscó en mi cuerpo como para sentirse protegida. Nos dormimos un rato, medio borrachos, y cuando despertamos ya no estaba la dama…

olofernes

Soy hombre heterosexual

visitas: 1152
Categoria: Tríos
Fecha de Publicación: 2018-11-30 17:18:42
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