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EL ENANO SEMENTAL

Viajamos con Xime a Panamá para conocer la ciudad y hacer compras, pero en realidad íbamos como siempre en busca de aventuras. Hicimos compras el primer día en unos mega malls donde compras lo que te gusta de una o después no lo vuelves a encontrar pues son inmensos y laberinticos. De hecho tuvimos que comprar una maleta grande adicional pues sabíamos que nos iba a hacer falta: Xime es compradora compulsiva. Habíamos alquilado un auto para desplazarnos fácilmente con todos esos paquetes que llevábamos. Cenamos en un restaurante en Casco Viejo y comenzamos a buscar un Grill que ofreciera striptease, que era la fantasía de Xime aún no cumplida.

Generalmente en estos night clubs solo entran hombres solos, ya sea para hacer despedidas de solteros o para relajarse tomándose unos tragos en compañía de hermosas mujeres strippers, que unas veces bailan semidesnudas o completamente desnudas y otras hacen de camareras o damas de compañía. Nos recomendaron uno donde no era difícil entrar en pareja, pasándole un billete al guardia de la entrada. Así lo hicimos y nos instalamos cerca al centro del espectáculo: una plataforma ovalada con varias barras y luces que tenían movimiento y cambios permanentes de color. Xime se había cambiado en el auto para no ir hasta el hotel y estaba hermosísima con un vestidito corto plateado, muy escotado y unas sandalias de punta de por lo menos 12 centímetros, que habíamos comprado en Guía Cereza en Medellín. Por supuesto todos los hombres notaron su presencia.

La música no era estridente pero si rítmica para facilitarles a las bailarinas moverse con sensualidad, contorneándose unas veces sueltas y otras prendidas de los tubos, acercándose a estos o entre ellas con movimientos eróticos, mientras se iban quitando las pocas prendas que llevaban. Xime estaba fascinada pues soñaba con ver un espectáculo así. Hubo varios shows antes de que una camarera se acercara a Xime para decirle que si quería participar en el espectáculo de media noche. Me miró sorprendida pero no dudó en decir que sí, ante mi mirada complaciente.

Ella me dejó su bolsito y se fue con la camarera en un bajón de luces. A la media noche anunciaron el espectáculo central. El corazón me palpitaba aceleradamente de solo imaginármela en medio del espectáculo. Las chicas comenzaron a salir y a bailar a un ritmo cadencioso y sensual con muy poca ropa… Y Xime no aparecía por ningún lado.

De pronto se apagaron las luces por unos 10 segundos y apareció Xime sola en la mitad de la pista. Comenzó la música de nuevo; ese pole dance que ya ella me había bailado cuando estábamos en moteles o en mi apartamento. Estaba con el mismo vestidito plateado y las sandalias tipo stripper con las que había llegado. La única diferencia era que llevaba un antifaz de plumas de papagayo que le cubría buena parte de la cara, dejando ver solo sus ojos y su sonrisa picarona de siempre. Su baile era rítmico, logrando cadencias muy profesionales. El público aplaudía.

Después de unos cortos minutos dejó caer el vestido con solo un movimiento sensual de los hombros, quedando en toples. Y ahí sí el público estallo de emoción. Lucía como una sirena esa mujercita: sus téticas hermosas y redondas, sin siliconas, se movían al ritmo de la música. Lucía una tanga plateada también tipo hilo dental. Se pegó a una barra y frotaba su cuquita en el tubo con mucho erotismo. Desde allí me miraba como si estuviera bailando para mí. De pronto se recostó en el tubo y comenzó a acariciarse sus pezones que de inmediato se pusieron duros. Los billetes comenzaron a caer sobre el escenario: de 10, de 20, de 50 y hasta de 100 dólares. Era el momento esperado por el público para verla completamente desnuda. Después de pasearse muy cerca al borde de la pista para provocar más al auditorio, se estaba quitando ya la tanguita cuando de pronto salto al escenario un enano de no más de 1 con 10 centímetros, también en tanga narizona, y el público enloqueció.

Tenía unos 25 años, era moreno, musculoso y muy gracioso. Continuó bailando al lado de Xime, que suspendió su último acto ante la presencia inesperada del nuevo bailarín. Este se acercaba a sus nalgas y se las besaba con morbosidad infinita, y ponía su cara muy cerca de su cuquita sin que ella se molestara, produciendo risa en el auditorio. Comenzó entonces a recoger los billetes con mucha habilidad y rapidez. Se los metió en su propia tanga donde parecía tener un bolsillo frente a su herramienta que se veía ya abultada. Al acariciar y sobar a Xime, el enano se fue excitando hasta el punto en que surgió una verga fenomenal de por lo menos 25 centímetros. Xime se asustó cuando el enano salto a sus brazos y le acomodó la verga entre sus tetas con todo descaro, cosa que emocionó al público que gritaba exaltado. En ese momento se apagaron las luces por unos segundos y, al volver, el escenario estaba vacío.

Todo el mundo reía y la gente hacía comentarios, admirados no solo por la exhibición de Xime sino por la intervención atrevida del enano. Yo me pasé un whisky doble para superar el momento. Al poco rato apareció la misma camarera que se había llevado a Xime, para decirme que ella me esperaba en el parqueadero. Pagué y salí…

Lo que no me esperaba era ver a mi novia al lado del enano, vestido con guayabera y sombrero panameño. ¡Te tengo una sorpresa mi vida!, me dijo. Richard nos va a acompañar al hotel. Y ¿cómo lo vamos a entrar, balbucee yo, si nos revisan hasta el maletero? No hay problema, lo metemos en la maleta que compramos, dijo ella con picardía. Y el enano sonreía malicioso…

Nos subimos al auto y, al llegar al hotel, Richard se metió rápidamente en la maleta que estaba en el puesto trasero. Pasamos la seguridad y bajamos la maleta de rodachinas sin que nadie se inmutara. Entramos al cuarto y ellos, Xime y Richard, bailaron felices por la aventura. Nos tomamos unos tragos más, y conversamos un poco sobre la vida del enano, que aseguraba tener una amante rica bastante mayor que lo sostenía sin tener que trabajar.

Muy pronto la charla pasó y el enano comenzó a desvestirse y desvestir a Xime con besos y caricias por doquier. Me invitaron a que también me desvistiera y lo hice, no faltaba más. La verga del enano era definitivamente enorme y gruesa. Xime le hizo poner un condón extralarge antes de que se le montara encima y la penetrara. Se notaba el placer de Xime al comerse semejante monstruo. Se lo acomodaba como a un muñeco y reía de las porquerías que le decía al oído.

De pronto, el enano volteó a mirarme y al verme con mi verga crecida y a punto de explotar, me dijo con voz medio chillona: ¡métemela por el culo! En ese momento yo ya no veía a un enano sino a un gnomo o diablillo montado sobre mi mujercita… y me llené de celos, fastidio y temor. Se lo quité de encima de un manotazo y le dije a Xime: ¡nos vamos, saquémoslo de aquí!

Ella se asustó por mi reacción y nos vestimos rápidamente, sin hablarnos. El enano nuevamente a la maleta y tomamos otra vez el auto. Dejamos a Richard en una zona residencial donde dijo vivía su protectora y amante. Al entrar, vimos que la mujer lo recibía a escobazos, gritándole "¿dónde estabas sinverguenza? " y el apenas decía asustado: "¡Hay mi madre! Hay mi madre!". Soltamos la carcajada y regresamos al hotel. Allí me comí a Xime con muchas ganas y deseos reprimidos. ¡Qué nochecita!

olofernes

Soy hombre heterosexual

visitas: 1281
Categoria: Tríos
Fecha de Publicación: 2018-12-10 16:20:12
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2 Comentarios

Muy bueno.

2018-12-17 04:41:58

Buen relato y muy pintoresco

2018-12-11 03:12:41