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La felicidad de la Infidelidad

Cali, Abril 2, 2019, 6:10 pm

Finalmente los orgásmicos movimientos de su sudoroso cuerpo se detuvieron y permanecimos los dos en un momento sublime de erótica calma, después de esos salvajes 40 minutos en la alcoba del motel de Yumbo, a donde él me había invitado esa tarde de Martes y en donde el, finalmente, después de 5 años, había colocado sus manos sin límites sobre mí, me había desnudado y se había devorado mi cuerpo desnudo con su lengua y sus manos antes de penetrarme.

Pasaron, creo yo, 30 o 40 segundos allí los dos, en silencio, cada uno disfrutando de esos grandiosos segundos después del orgasmo mutuo al que ambos habíamos llegado, mientras esos ricos espasmos me sacudían y muy seguramente su veterana y gruesa verga aun vomitaba las ultimas gotas de espeso y cálido semen en mis femeninas entrañas.

De pronto de su boca un nuevo y glamuroso susurro se escuchó en mis oídos:

-“Claudia… 5 añitos soñando con este momento… que derramada tan rica me pegue… desde que te vi ese primer día en la oficina con esa faldita azul luciendo ese trasero tan rico... como estaba soñando con este instante…”, dijo él.

No dije nada y seguí aun con mis ojos cerrados.

-“No se imagina Claudita cuantos manes del Banco me están envidiando en este momento”, rompió el silencio Hugo, mi jefe.

Abrí mis ojos y vi a Hugo con sus ojos brillantes mirándome a la cara, viendo como yo llegaba al orgasmo mientras que el encima mío dejaba que su verga sin condón reventara a borbotones en lo profundo de mi vagina.

-“Si lo sé”, le respondí sabiendo que en mi vagina terminaban en ese momento 5 años de sana amistad y ahora con su espesa leche caliente y su erecta verga atrapadas en mi tesoro, la relación de amistad pasaba a otro plano más personal.

Amigo incansable, fiel colaborador y siempre dispuesto a ayudarme, Hugo, mi jefe en el banco, a sus 45 años, cinco años mayor que yo, me expresaba lo que sentía en ese momento en que yo disfrutaba de las mieles de la infidelidad por segunda vez en menos de dos meses.

-“Como envidio a Fernando, su esposo… con tu sonrisa, tu carisma, esas patas de reina y ese culo de diosa suyo… pa’que mas ¡!!”, agrego él.

Hugo se levantó un poco y abriéndome las piernas dejo salir su miembro erecto de mi sexo. Grueso y brillante, aun escurría semen de su cabeza hinchada. Sentí de inmediato como fluían hacia afuera de mi vagina mis jugos mezclados con la leche hirviente de mi jefe.

-“Voltéate y ponte en cuatro Claudita”, dijo él.

Gire mi cuerpo, me tome un poco el cabello suelto y me puse en cuatro, al estilo perrito.

-“así era que quería tenerla mamasota…. Así era que quería verla Claudita”, dijo mi jefe agachándose un poco y pasándome su lengua sobre mis hinchados labios vaginales y dejando que su dedo se introdujera en mi sexo y luego escurriéndolo hacia arriba sobre el hoyito de mi ano.

-“.. Ay dios… y debe ser una delicia meterte la verga por entre ese culo de reina”, agrego el abriéndome las nalgas y colocando su verga erecta sobre mi sexo.

Sonreí. Le salía del alma y a la vez yo le abría mis piernas para compartir mis tesoros con quien más se lo merecía. Y de paso me abría de lleno a ser infiel, como más me lo merecía. De inmediato la pelvis de Hugo se movió lentamente hacia mis nalgas y la verga de mi jefe se hundió de nuevo en mis entrañas.

Cerré los ojos y empecé a gemir al sentir y disfrutar con placer los duros embates de su cuerpo contra el mío, mientras yo complacida recibía ese castigo divino, desnuda, en esa cama, mientras la verga de mi jefe se mecía libre de ataduras en la apretadita vagina de su atractiva secretaria. Allí en cuatro volvieron a mi mente esos momentos en que fui infiel por primera vez y de los cuales no me arrepiento. Era ya la segunda verga que se atragantaba en mi sedienta vagina en menos de 2 meses y me traía esos buenos recuerdos de esa primera verga que abrió mis piernas a la felicidad de la infidelidad.

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Cartagena, Febrero 22 de 2019, 9:45 am

Agarre la ensalada, un par de frutas y el yogurt de la barra y con mi ligero desayuno en mano tome la bandeja y me dispuse a buscar una mesa libre en el restaurante del hotel esa mañana.

Estaba en la ciudad amurallada esa soleada y fresca mañana de martes y me aprestaba a tratar de disfrutar del último día en el lujoso hotel donde había pasado esa semana al lado de Fernando, mi esposo, tratando de espantar la crisis de pareja por la cual pasábamos en estos últimos 6 meses.

Llevábamos 10 años de matrimonio, pero a lo largo de este último año, sus enfermos celos con mis amigos y sus repugnantes pedidos para que yo me acostara con su jefe habían deteriorado la relación al punto de que estábamos caminando sobre el filo del abismo.

Pero lo que pensábamos era una buena idea dejar a nuestra hija Liliana, de 8 años con mi suegra en Cali y pasar esa semana los dos solos en Cartagena resulto completamente contraproducente, ya que Fernando no dejaba de comentar en voz alta y en presencia mía acerca de los esbeltos cuerpos de las turistas en bikini que se le atravesaban en frente suyo. Yo, muy molesta por su irrespeto hacia mí, aguante con paciencia 5 horribles días pero finalmente ayer explote al escucharlo de nuevo pedirme que me encamara con su jefe, el dueño de la empresa para la que él trabaja, y el hecho de que el tenia entre ojos a una jovencita de escasos 18 o 20 añitos que pasaba vacaciones con su familia y que se hospedaban justo en la suite al lado de la nuestra.

-"porque no seduces al Doctor Ramírez?... con las ganas que ese hombre te tiene sería una delicia verte desnuda en cuatro patas y el montado encima tuyo dándote verga por esa cuquita... y por ese culazo tuyo... si lo vieras como él te mira las nalgas cuando tú vas a mi oficina en faldita o pantalón apretadito... tienes al rojo vivo a ese man".

-"ay dios, quien tuviera 20 años menos para invitar a esa hembrita a unos traguitos", dijo el viendo descarado la jovencita de la suite de al lado.

Al escuchar esas dos lapidarias frases, ayer dije no más y le pedí que se regresara para Cali y que me dejara sola ese día para despejar mi alma del dolor del abuso y el irrespeto. Discutimos, llore, y Fernando, a regañadientes acepto y anoche tomo un vuelo de regreso a la sultana del Valle, mientras que yo me quedaba hoy para despejar cabeza y relajarme un poco en este último día de esa terrible semana de vacaciones.

Habían muchas mesas ocupadas y me quede de pie en una esquina del buffet restaurante buscando donde sentarme, sin darme cuenta que el me observaba con detalle.

-"Ya estoy de salida chicos... te puedes sentar con tu esposo acá", escuche la voz masculina con acento español que venía de mi lado.

Voltee un poco a la izquierda y ahí estaba el sentado finalizando apurado su café mañanero. Claro, note que él me estaba mirando desde hacía un buen rato.

-“No tranquilo, no se moleste... estoy sola... podemos compartir la mesa, si no es problema", le respondí sonriéndole.

-"claro, siéntate... pero pensé que estabas con tu esposo", me dijo el poniéndose de pie y moviendo la silla para que me sentara muy cortes.

-"Gracias", le dije sonriendo mientras note que el miraba con curiosidad mis piernas, mi cadera y mi esbelta cola de mujer valluna.

-"Mi esposo tuvo que salir de emergencia para la oficina ayer, cosas de trabajo, y yo aquí disfrutando de la libertad inesperada", le dije riéndome.

-"Vaya...es una pena dejar sola a una digna representante de la belleza de la mujer colombiana", agrego él.

No dije nada pero note que estos pasados 6 días yo, sin saberlo, tenía un admirador secreto, que en silencio, me observaba con detalle.

En esos 60 minutos desayune, me presente y de paso conocí a Álvaro, un agraciado comerciante de Barcelona, España, de 48 años de edad, 8 años mayor que yo, quien hacía 6 días pasaba sus vacaciones en el corralito de piedra. De ser una simple invitación a compartir la mesa del desayuno termino en una agraciada y amena charla, llena de anécdotas políticas, chistes de farándula, risas y ese común gusto por la comida española, la salsa viejita de la Fania, la música de Miguel Bose y las fotos del Instagram.

-"Estaré hoy en la playa... allá en el toldo de la esquina... sería un honor hacerte compañía si lo que deseas es que el sol te ponga la marca de mujer libre por un día", dijo el de forma chistosa cuando habíamos finalizado el desayuno y ya íbamos camino hacia el lobby.

Me reí por su comentario jocoso y en rima.

-"Listo Álvaro", le respondí acercándome a él y plasmándole un beso en la mejilla.

El creo que no lo esperaba.

-"Voy a cambiarme y seguiré tu sugerencia", le dije volteándome hacia el ascensor principal.

-"Te espero con dos mojitos y un par de cervezas", agrego el bajando su mirada indiscreta sobre mi cadera y mis paradas nalgas al verme caminar.

Esa mañana lucia mi ajustada falda verde larga, elegante y fresca, que se amoldaba a mis piernas y mi cadera destacando mi espigada cola valluna. Sentí que los ojos de Álvaro no se despegaron de mí un solo instante. A mis 40 años, mi dedicación diaria al gimnasio mostraba sus sobrados resultados y yo llegaba al cuarto piso de mi vida, con una mente sana y un cuerpo sano. Tengo busto pequeño y no muy desarrollado, pero las tetas que no me dio mi Dios, me premio a cambio con unas bien torneadas y femeninas piernas, una cadera de caleña rumbera y una hermosa y sexy cola, digna de atraer miradas y motivo de envidia a los amigos de mi esposo.

30 minutos más tarde camine por la arena cálida de la playa cartagenera convencida de que ese día era especial y diferente, y la compañía de Álvaro me llenaba a pleno esos vacíos emocionales que mostraban el maltrato de un esposo descuidado y abusador conmigo.

-"vaya... viéndote durante 6 días en silencio tortuoso, pero ahora si tengo el chance de decirte que tienes un cuerpo de ángel… pero de donde se ha roto el cielo?", pregunto Álvaro poniéndose de pie y como un caballero ofreciéndome su silla.

El me miro de arriba a abajo. Se notaba su masculina sorpresa y la vez la satisfacción de verme lucir mi bikini amarillo. Arriba no tengo mucho busto, y mi brassier es 32C, así que no es mucho lo de mostrar, pero abajo de mi ombligo unas abdominales bien marcadas, una cadera libre de grasa, unas femeninas piernas y mi espigada y robusta cola caleña, se mostraba orgullosa a los ojos de un hombre mayor, maduro y recientemente divorciado.

Se me notaba la dedicación al gimnasio. Se me notaba a flor de piel las ganas de una vida sana y dulce libre de problemas.

Me senté en la silla mientras Álvaro me miraba de frente de arriba abajo como mis senos pequeños lucían tiernos y comestibles y luego bajando su mirada veía como la fina tanga cubría mi tesoro oculto entre mis moldeadas piernas.

-“vaya… te ves hermosa en ese bikini… te luce fenomenal... quieres una cerveza?”, me dijo el mirándome las piernas.

Porque la vida es así de irónica? En las siguientes 6 horas, compartiendo un delicioso almuerzo en la playa, allí recibiendo el sol cartagenero y exponiendo a mi antojo mis notorios atributos físicos, Álvaro y yo nos contamos las vivencias de nuestros fracasados matrimonios, con sus quejas y las mías, con sus problemas y los míos. Irónico que un desconocido y secreto admirador, en tan poco tiempo me conocía mejor que Fernando, mi esposo, después de 10 años. Irónico que en tan poco tiempo tuve la confianza de abrir mis secretos con ese amigable español. Irónico que empecé a sentirme tratada como una reina, como yo lo quería y así me lo merecía. Irónico que reaccione positivamente a sus buenos consejos y a sus generosos y gentiles comentarios sobre mi cuerpo de mujer caleña. Irónico al ver con gusto como Álvaro, ese desconocido ponía sus maduros ojos sobre mí y yo complacida lo celebraba:

-"las injusticias de la vida... algunos nos quejamos de no poder disfrutar de una sana compañía, y otros huyen a Cali y dejan las buenas y bellas compañías solitas y libres", dijo Álvaro mirándome descarado las piernas y mi cola, lucidas majestuosamente por la sexy y fina tanga amarilla del bikini que yo tenía puesta esa tarde.

Me reí por su oportuno comentario mientras yo me ponía de pie y él se quedaba mirándome las paradas nalgas visibles a través de la fina y sexy tanga.

Eran ya casi las 5 de la tarde y el tiempo, lamentablemente para los dos, había pasado en un abrir y cerrar de ojos, como sucede cuando pasas buenos momentos al lado de alguien especial.

-"Sera que me dejas terminar este día tan increíble invitándote a cenar esta noche y luego a tomarnos unos tragos en el bar?", pregunto el mirándome a los ojos.

-"Claro Álvaro, he pasado un día súper diferente... quiero cerrar la noche de igual forma", le dije volteándome y saliendo de la carpa playera.

El, en silencio, me observaba el trasero y las piernas con detalle.

Álvaro se puso de pie y camino al lado mío hasta el lobby del hotel, tomamos el mismo ascensor y le di un beso en la mejilla al despedirme.

-"Me pondré elegante esta noche... ya verás", le dije saliendo del ascensor.

-"Cualquier vestido se te vería genial mujer hermosa… con ese cuerpo tuyo", grito el ya cerrándose las puertas del ascensor.

6 horas después, le doy la mano a un extraño que me hizo abrir los ojos a la vida, y me enseño en tan poco tiempo a no hundirme en un vaso de agua. Álvaro me toma de la mano y me lleva a la pista de baile del bar, luego me sonríe y con cuidado me cruza su brazo por mi cadera y me abraza mientras la música de vallenato suena alegre en el fondo del bar. Yo le correspondo y abrazándolo dejo que su cuerpo se junte al mío al ritmo alegre de la música. Ahí bailando con confianza, abrazada a un hombre que en pocas horas me enseño tantas cosas simples y valiosas para disfrutar la vida sin complicaciones.

Mi sexy, atrevido y elegante vestido rojo de una sola pieza cubre mi cuerpo con magia, y mis piernas, mi cadera y mi cola lucen sensacionales a los ojos de un español sediento de amistad y placer de una caleña, sola y libre esa noche. El ceñido vestido se pega a mi cuerpo como un lienzo cuidadoso que marca y destaca mis atributos, terminando con una corta falda bien arriba de las rodillas, dejando expuestas mis femeninas piernas. La ajustada y vaporosa prenda se ciñe a mi cadera y mis atléticas nalgas sobresalen como un apetitoso durazno, dejando expuestas esas dos suntuosas caritas y esa suspicaz rayita de mi cola torneada que las divide por igual. Con un vestido así de apretado, mi cuerpo se destaca con porte, elegancia y mi sexy cola de mujer valluna luce majestuosamente atractiva.

La música vallenata resuena en el bar donde varias parejas unen sus cuerpos al ritmo de la canción. Y nosotros nos somos la excepción. Álvaro me abraza firme con su brazo derecho puesto sobre mi cadera y yo hago lo mismo dejando que mi pecho se roce con el suyo.

-"Vaya que semana la mía... viéndote durante todos estos días esa belleza sublime al lado de tu esposo y esta mañana, solo te ofrecí la mesa para que tomaras el desayuno... ahora acá a tu lado, abrazándote, bailando al lado tuyo y tú con ese vestido rojo que tortura a cualquiera...", susurro a mis oídos Álvaro mientras me abrazaba a su cuerpo con seguridad y dejaba que los minutos pasaran a su lado mientras la música resonaba de alegría.

-"si... que extraño.. me caíste súper bien", le dije tontamente sin saber que comentar.

La canción de Silvestre Dangong finalizo y juntos caminamos como pareja de regreso a la mesa. En el camino note como los 3 hombres, sentados en la mesa de al lado, no me quitaban de encima la mirada.

Me senté y cruce mis piernas dejando que mi falda se subiera aún más. Igual, los 3 tipos de la mesa de al lado disfrutaban en tortuoso silencio de mi caminar, mi vestido rojo, mi parada cola, mi baile al lado de Álvaro, y ahora me veían las piernas expuestas en su mejor expresión.

Álvaro vio como la falda se subía atrevidamente y coloco su mano izquierda sobre mi rodilla. No sé si lo hizo para ocultar un poco la atrevida y sexy vista que yo les daba o para marcar su territorio como un macho alfa.

-“Tienes embobados a los 3 caballeros de al lado… cada vez que te saco a bailar no te dejan de mirar ni un segundo”, dijo él.

-“Claro, no los culpo… con ese cuerpo de Claudia y ese vestido rojo… imposible pasar desapercibida esa sonrisa tuya”, dijo Álvaro

-“Bobo… y será que solo me están mirando por mi sonrisa?”, le respondí de inmediato a él, riéndome en tono de burla por su comentario irónico y jocoso.

Fue una reacción natural. No lo planee.

Mi mano derecha se escurrió y lo pellizque en la barriga, y luego se posó sobre su pierna. El, de inmediato dejo escurrir su mano izquierda por mi rodilla, y empezó a recorrer mis piernas lenta y atrevidamente hacia arriba.

Sentí mariposas en el estómago y un leve corrientazo viajo de pies a cabeza. Y no lo detuve. Álvaro empezó a acariciarme las piernas sin pena ni gloria dejando que su mano viajara de mi rodilla hacia mi entrepierna.

Y al lado, los 3 hombres miraban como Álvaro reclamaba como suyo, uno de mis tesoros.

Con placer y complacida por sus caricias recosté mi cabeza sobre su hombro y me relaje por completo viendo como el me manoseaba las piernas a su antojo. Sin esperarlo, ni él ni yo lo entendíamos, pero era el momento y no cabía mas espera. La cabeza de Álvaro giro hacia la mía y su mano derecha se posó sobre mi cara, volteándola hacia él.

Cerré los ojos y nuestros labios se fundieron en un apasionado beso, donde mi lengua y la suya se entrelazaban en un baile de felicidad y pasión. Llevaba 10 años sin un beso así. Llevaba 10 años sin un premio así. Llevaba 10 años sin un beso así de cómplice y especial. Fueron, 40 o 50 segundos de gloria para mí y para él, al descubrir que la química humana nos jugaba un partido crucial en nuestras vidas. Y ahí, con mi lengua enredada con la suya, sus veteranos labios unidos a los míos, y su mano izquierda acariciándome las piernas, me di cuenta que no debía parar.

Ahí tome la decisión que no había tomado. Ahí en ese momento decidí dar el paso que no había dado. Y no lo dude ni un segundo para premiarlo por abrirme su corazón. Y no lo dude ni un segundo para premiarlo y abrirle algo más que yo, con recelo, guardaba.

Rompí ese beso y ambos nos miramos a los ojos.

-"Quieres subir a mi habitación?", le pregunte con duda en voz baja y con vergüenza ajena.

-"Sería un honor terminar la velada a solas y con un par de vinos para disfrutar de esta belleza", respondió el.

Álvaro no perdió un segundo y se puso de pie. Me ofreció su mano y yo me puse de pie detrás de él.

Luego, atrevido, me abrazo por la cadera y sentí su mano bajando lentamente sobre mi cadera y sin detenerse, me empezó a acariciar de forma generosa las nalgas lentamente de forma circular abriendo los dedos de su mano como queriendo abarcar la totalidad de mi cola.

Durante esos 15 o 20 pasos, saliendo del bar, la mano veterana de Álvaro recorrió mi trasero y me manoseo sin contratiempos la cola, sexy y coqueta, cubierta por el atractivo vestido rojo.

Al fondo del bar, los 3 hombres miraban con natural envidia como Álvaro reclamaba esa noche la propiedad de mi trasero.

Me sentí rara. Me sentí especial en ese momento. Las manos de Fernando, mi esposo, eran las únicas que se posaban sobre mi cuerpo y en especial mis moldeadas nalgas de mujer valluna en los pasados 10 años. Eso ahora había cambiado y mientras salía del bar del hotel las veteranas manos de Álvaro se posaban sobre mi espigada cola y la reclamaban como su único dueño esa noche.

Salimos del bar del hotel tomados de la mano, como una pareja, yo con el nerviosismo natural de romper 10 años de fidelidad al lado de Fernando, mi esposo, y Álvaro con la seguridad y la tranquilidad de que las esbeltas nalgas de esa sexy y atractiva colombiana que observaba con envidia al lado de su esposo por 6 días, y que acababa de acariciar, eran solo suyas esa noche.

30 minutos más tarde lo grite a pleno.

Sentí ese corrientazo intenso como recorría mi cuerpo desnudo de pies a cabeza y me enceguecía de intenso placer mientras el encima mío se mecía con fuerza meciendo su maduro cuerpo sobre el mío. Su firme y dura verga, se sacudía libre allá atrapada en mi estrecho sexo y las paredes de mi vagina sentían a flor de piel como ese masculino miembro, diferente y nuevo, se movía entrando y saliendo de mi vagina, ya lubricada con los fluidos jugos que emanaban de mi tesoro mientras esa rica verga española me castigaba con placer y sin desgano.

Lo abrace con fuerza a su sudorosa espalda y con mis ojos cerrados y mi boca bien abierta gemí y grite ese femenino orgasmo sin pena ni gloria:

-“uyyyyy dioooosssss ¡!!!!....”

Mi cabeza se echó para atrás como un acto reflexivo y con fuerza apreté a mis desnudos pechos su sudoroso cuerpo. Los 85 kilos de su masculino físico cayeron sobre mí, mientras mis piernas completamente abiertas se aferraban a él, como un par de alicates, como si mi femenino cuerpo, de forma inconsciente, no se quisiera separar del suyo, justo en ese momento que su dura verga se mecía libre en las profundidades de mi sexo y ese delicioso femenino orgasmo me hacía gritar la gloria de tener de nuevo una verga diferente, después de 10 años de matrimonio, al lado de mi esposo.

Estábamos ahí los dos tirados en la cama cómplice del hotel en posición misionero, yo abajo y el encima mío como un toro sin control con nuestras piernas entrelazadas por el momento y su firme miembro taladrándome mi húmedo y bien dilatado tesoro.

Su cabeza cayó al lado de la mía y aun abrazándolo con fuerza escuche ese exquisito y dulce susurro en mis oídos:

-“Claudia… Claudia… me corrriiiii…. arghhhhhhh”, gimió el con notoria dificultad.

Su cuerpo masculino empezó a tener sus contracciones orgásmicas y aferrado a él, me sentí especial, al saber que su madura verga explotaba atrapada en mis entrañas, justo en ese momento que yo también llegaba al orgasmo.

Claro, él no tenía el condón puesto.

Una, dos, tres, cuatro, cinco… empecé a contar las veces que su pelvis se sacudía con fuerza contra la mía, sabiendo que su masculino miembro hundido en lo profundo de mi vagina, vomitaba sus chorros de semen asqueroso, allá atrapado en medio de mis piernas. Parecía que sus fuerzas eran apenas suficientes para que sus guevas bombearan su leche caliente dentro de mi sexo y sus lentas contracciones orgásmicas apenas le permitían a su cuerpo mecerse sobre el mío.

Lenta y pausadamente, nuestros cuerpos se empezaron a detener de nuestro salvaje y frenético orgasmo mutuo al que habíamos llegado, y abrazándolo, con mi corazón a mil por hora, abrí mis ojos para ver el rostro desfigurado de Álvaro, segundos después de haber reventado ese primer bombazo de su leche en lo profundo de mi sexo.

Casi de inmediato sentí esa sensación deliciosa de calor y ardor en mi vagina. No cabía duda, el esperma hirviente de un español llenaba mi sexo a pleno y ahora rebosante, parecía brotar de mi tesoro a borbotones.

Allí sobre la cama de la suite en que en los pasadas 6 noches, Fernando ni siquiera aprovecho, el manto del orgasmo me cayó como una bendición inesperada.

Durante los siguientes 60 minutos, desnuda y tirada sobre esa cama cómplice, Álvaro me hizo olvidar quien era yo y por mi mente se borraron esas responsabilidades de madre de una nena de 8 años, y esposa de un ingeniero civil de 50 años, que me esperaba en Cali. Por mi mente se olvidaron esos recuerdos gratos e ingratos de 10 años de matrimonio. Con la grata compañía de Álvaro, ese amigable español que me ofreció la mesa para desayunar esta mañana, yo estaba entregada de lleno a disfrutar de las mieles de la infidelidad.

Y como todo lo bueno, dura poco. Me parecía increíble que hacia 60 minutos entre a la suite del hotel donde me hospede con Fernando, mi esposo, para esta vez, sentir como las manos desesperadas y nerviosas de un amigo y admirador silencioso se posaban sobre mi cuerpo lentamente y me despojaban sin afán de mi sexy vestido rojo enterizo, mi brassier y mi tanga blancas, para acostarme sobre la cama y clavar su cabeza en medio de mis piernas para devorarse entero mi oculto tesoro y saciarse con los fluidos vaginales que brotaban de mi sexo mientras su áspera lengua recorría mis gruesos labios vaginales y me chupaba el clítoris, mordiéndolo sutilmente, como queriéndolo arrancar de mi cuerpo.

Ahora, 60 minutos más tarde abro mis ojos y me veo al espejo de la habitación. Me veo aun desnuda y acomodada en cuatro. Así como Álvaro me quería tener desde que vio mi cuerpo en el lobby del hotel 6 días atrás. Justo detrás mío, Álvaro, también desnudo, mece su pelvis magistralmente y su abdomen golpea cadenciosamente contra mis moldeadas nalgas. Su hinchada verga española, firme y dura, se mece entre mi sexo, entrando y saliendo, libre y dichosa. Mi cuerpo desnudo se mece sobre la cama al mismo ritmo que su verga libre entra y se hunde en lo profundo de mi húmedo tesoro. 1 segundo después su miembro sale parcialmente y vuelve y se hunde cadencioso y placentero. Disfruto a pleno sentir como las paredes de mi estrecho sexo se abren y se cierran a la misma velocidad que Álvaro me castiga al mejor estilo perrito. El ruido acuoso de mi sexo, lleno de 3 bombazos de su fresca leche madura y la mezcla de mis fluidos aun saliendo de mi tesoro llenan la habitación de erotismo. La verga de Álvaro roza deliciosamente las dilatadas paredes de mi sexo y entrega esa exquisita sensación de intenso placer, mientras el mece su miembro en lo profundo de mi vagina. Las manos de Álvaro se aferran a mi cadera y él se ayuda empujando su pelvis contra mis nalgas para darme una penetración más placentera. Sus quejidos y los míos los compartimos ambos mientras Álvaro empieza a dar muestras de notorio agotamiento sexual.

Álvaro, de repente, se detiene.

-“Que pedazo de culo tienes Claudia… desde que te vi ese día en el lobby sabía que tu esposo es un hombre con suerte… que rico machacarte esa concha así… montado encima de ti clavándote la pija y corriéndome adentro tuyo”, dijo Álvaro parando sus movimientos y sacándome su verga de mi tesoro.

-“Te veía todos estos días en silencio tortuoso en el restaurante, en la playa y en las reuniones de integración de la noche, y sentía natural envidia por tu esposo… ese cuerpazo de reina, esas piernas y ese trasero de diosa… brutal verte con ese vestido azul que te pusiste la otra noche... y esta mañana yo viéndote ese culito, tu solita parada en frente mío buscando mesa.. y hoy ese vestido rojo me dejo muerto de ansias por pasar la noche contigo”, comento él.

No dije nada pero sabía que sus palabras le salían del alma.

Acto seguido sentí como me abrió las nalgas con sus dos manos y su rugosa lengua recorrió mis labios vaginales lentamente sin importarle que estaban cubiertos con su semen. Y sentí como esa lengua rugosa se posó natural sobre el hoyo de mi pompis y trato infructuosa de esconderse en mi ano. 2 segundos después uno de sus dedos se hundió en ese asterisco de las pasiones masculinas y sentí ese corientazo de placer e incomodidad, que me recordaban que ese silencioso amigo desconocido que apenas se había presentado esta mañana en el restaurante también adoraba mi sexy cola valluna.

Sentí rabia con Fernando, mi esposo. Sentí rabia conmigo misma por permitir los abusos y la falta de respeto. Por eso estaba ahí, desnuda en esa cama, mientras un español de 50 años se taladraba mi sexo y lo dejaba lleno de su semen. Rompía la fidelidad de 10 años de matrimonio con causa justificada.

-“abre la mesita de noche y saca el frasco de gel lubricante”, le dije señalando la mesa al lado de la cama y volteándome hacia él.

Álvaro se paró de la cama y abrió la mesa de noche donde guarde los condones no usados por Fernando, mi esposo. De inmediato saco el frasquito de gel lubricante anal.

-“Aplícame bien y házmelo con cuidado…”, agregue.

Los ojos de Álvaro brillaron como luces intensas en medio de la noche. Su sonrisa nerviosa volvió a aparecer, como si me viera por primera vez.

5 minutos después, pienso en el Doctor Ramírez y en su ilusa y estúpida aspiración de acostarse conmigo. 5 minutos después pienso en Fernando y me doy cuenta de que, 10 años después, es tiempo de compartir mis tesoros con alguien más, con alguien que valga la pena, con alguien que me sepa valorar como amiga y amante.

-“gracias mujer divina”, me susurra Álvaro al oído.

Cierro los ojos, levanto mi cabeza un poco, apretó mis manos a las sabanas con fuerza y el gemido mutuo de ambos es intenso en la suite. Álvaro, gime, toca el cielo y agradece al Todopoderoso, mientras yo siento como su firme miembro se esconde lento y parsimonioso en medio de mis nalgas y las paredes de mi ano se abren lentamente a ese afortunado invitado esa noche.

Escucharlo gemir con angustia, placer y erotismo al sentir como su veterana verga se hundía en medio de las nalgas de esa atractiva mujer caleña fue la mejor recompensa para mí.

Escucharlo gemir a pleno su masculino orgasmo, 10 minutos más tarde, mientras que su verga madura española se mecía libre en medio del culo de esa atractiva mujer colombiana y reventaba por última vez en la noche descargando su ultimo bombazo de semen allá adentro del trasero de la hembra que lo hizo volver a vivir y que de paso descubrió con placer y jolgorio la felicidad de la infidelidad.

Hoy, 2 meses después de esa primera vez, desnuda en la cama de un motel de Yumbo, acomodada en cuatro, mientras la verga de mi jefe sale lenta y perezosa de mi vagina, siento lo especial de compartir mis tesoros con alguien especial.

Hugo, mi jefe en el banco, vuelve y me lame la vulva salpicada de su espesa, amarillosa y madura leche después de haber eyaculado por tercera vez en mi sexo, así en esa posición de ensueño, como él no se cansaba de repetírmelo.

-“Claudia… perdona la pregunta… espero no te molestes conmigo… Fernando te da por el culo?”, pregunto mi jefe temeroso.

Vaya, las cosas de Dios.

5 minutos más tarde mi teléfono celular suena escondido en mi bolso y reconozco el tono. Es Fernando, mi esposo. No contesto ni me importa.

Cierro los ojos y grito con dolor, incomodidad y placer. La verga de Hugo, mi jefe, se esconde lentamente en medio de mis nalgas y el extasiado gime sin pena ni Gloria dejando expresar ese sentimiento masculino atrapado por 5 largos años, mientras siente como su duro y veterano miembro se hunde en lo profundo del culo de su sexy y atractiva secretaria.

julio08

Somos pareja swinger

visitas: 3609
Categoria: Hetero: Infidelidad
Fecha de Publicación: 2019-06-19 01:55:48
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10 Comentarios

Julio excelente relato, como todos los tuyos. Realismo magico

2019-09-20 22:20:11

Es increíble cómo logran excitar con ese recurso literario repetitivo y no cansón q gusta y dilucidar una faena cual escena de película q arman en mi cabeza con la narración y esos distintos tiempos dentro de la misma. Wow me encantó. Hasta lineas enteras para memorizar provoca.

2019-08-01 07:25:53

Que delicia de relato...se lo gozaron definitivamente.

2019-07-04 03:18:52

Un abrazo y gracias por compartir estas excelentes líneas de erotismo, placer e imaginación. Igual que sensualsex, me quedo la duda; tus relatos son fantásticos, y es tan morboso pensar en la complicidad entre uds. Nos podrías poner en contexto? Y se que puede ser un tema de intimidad, pero si te agradecería nos actualices. Finalmente somos tus fans. ?

2019-06-24 16:14:11

Despiertas el morbo con tu historia,, una historia que se disfruta cada una en su momento,,,

2019-06-20 04:47:57

Amiga Sensualex, gracias por leerlo, tiene mucho de real,un poco de ficcion y lo demas lo dejo a tu imaginacion. Creo que la idea es despertar ese morbo a los lectores y disfrutar con la historia. Un abrazo amiga !!

2019-06-19 21:53:47

Gracias Gustavo por leer el relato y me encanta saber que fue de su agrado. Un abrazo !!

2019-06-19 21:50:55

Aunque me excité leyendo todos sus relatos... Ahora Estoy confundida en la línea del tiempo de ocurrencia y en las contradicciones con relatos anteriores donde dejaban claro que eran sw cómplices... Ya nosé si es real o es una obra erótica de ficción. En cualquiera de los dos casos busca su objetivo de excitación.

2019-06-19 14:05:58

Excelente relato.. De todo mi gusto.

2019-06-19 13:59:37

TUS RELATOS SON LOS MEJORES!!! Y SOBRETODO, SON REALES. SI LA GENTE SUPIERA TODOS LOS NEGOCIOS QUE HAS CERRADO GRACIAS A TU PUTIESPOSA, SE IRÍA DE ESPALDAS. MUERO DE ENVIDIA, LASTIMOSAMENTE NO TENGO UN CONTRATO QUE OFRECER A CAMBIO DE DISFRUTAR DE ESA MARAVILLOSA MUJER.

2019-06-19 13:07:01