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Mi fin de semana como la perra sirvienta. Final

Bajé por las escaleras lento sosteniéndome de las paredes, las bolas y el plug que tenía en la cola me hacían arden cada vez que daba un paso. Sentía que caminaba abierta y estaba realmente incomoda. Quería sacarme los juguetes de mi cola lo más rápido que pudiera, pero lo que me esperaba me iba a hacer desear mejor tener el plug y las bolas adentro. Llegue hasta el primer piso donde los chicos ya estaban empezando a ordenar la casa. Carlos me recibió con un beso en la boca y me guio hasta la cocina para que les prepara el desayuno y después me pusiera a arreglarla.

Serví los platos y los lleve a la mesa, en donde llame a Camila y el resto de chicos para que desayunaran, Por último, serví mi plato y me uní con los demás en la mesa. Todos charlaban de como estuvo la fiesta y del fin de semana en general, hasta que comenzaron a decirle a Carlos la maravillosa sirvienta que les había llevado para entenderlos y que de seguro me recomendarían con todos sus amigos. Sentí que se me subió el calor a la cara y me puse roja, agaché la mirada dejando que el cabello me tapara la cara para ocultar mi vergüenza. Carlos extendió su mano hasta mi cara para quitarme el cabello que me cubría, me dio un beso en los labios y dijo que solo era de él. Una tonta sonrisa se escapó de mi boca.

Los chicos terminaron su desayuno, y a mí solo me quedaba el jugo. Llevé el vaso hasta mi boca hasta que escuché la voz arrogante de Miguel mientras se reía diciendo que no solo era de Carlos ya que todos habían disfrutado mi ano incluida Camila. Me atoré con el jugo al escuchar esas palabras, me puse roja pero esta vez porque no paraba de toser. Carlos se sentó frunciendo el ceño mientras yo recuperaba el aliento. Cuando por fin deje de toser voltee a mirarlo. Estaba furioso y no me quitaba los ojos de encima. Me apresure a levantar los platos de la mesa y llevarlos al lavabo. Cuando iba a comenzar a lavar los platos, Carlos llego por mi espalda, tomándome bruscamente de la garganta sin casi dejarme respirar.

Me dio un fuerte beso en la boca, casi posesivo diría yo, en frente de todos. Me separo de él, me tomó por la parte de atrás del cuello haciéndome inclinar sobre el mesón de la cocina, me subió la falda del vestido de sirvienta y me acaricio las nalgas bruscamente. Sentía su desesperación al tratar de cogerme ambas nalgas con su mano libre para no soltarme. Me bajo el cachetero tomando el plug desde la cola de perro que me colgaba. La jalo para sacarla de mi cola, dejándola sobre el mesón de la cocina. Me introdujo un dedo y fue cuando me pregunto que tenía metido. Carlos jalo de la cadena que unía las bolas y las sacó fuerte de mi cola. El ardor hizo que me encorvara de dolor, me tomo de la garganta de nuevo sin que me levantara del mesón y me dio una fuerte nalgada.

Grité fuerte a raíz de la fuerte nalgada y por instinto recogí la pierna para mitigar el dolor. Me siguió dando fuertes nalgadas mientras me repetía que era una perra y me preguntaba que de quien eran las bolas. Miguel abrió su boca solo para empeorar las cosas más. Le dijo a Carlos que era un regalo de la noche cuando me penetró por primera vez y que si tenía razón cada vez que decía que mi ano era estrecho.Le dije que por favor no lo escuchara, que estaba mintiendo, pero sabía que era verdad. Solo al recordar que por la mañana mi hombre me había visto mientras me lo hacía Miguel, me hizo caer en cuenta que mentir sería inútil. Yo era de Carlos, y él se encargaría de que no se me olvidara.

Carlos se bajó los pantalones mientras me agarraba del cuello, obligándome a arrodillarme. Tomo su pene erecto con una mano y me lo metió de una sola envestida en la boca. Me comenzó a bombear la boca mientras le decía a Miguel que solo le había dado permiso hoy en la mañana para que satisficiera sus necesidades conmigo, pero no para que me diera obsequios y tratara de enamorarme. Yo ya estaba sin aire de tener su pene en mi garganta. Comencé a darle palmadas en las piernas para que no se le olvidara dejarme respirar. Me soltó por fin y yo no paraba de toser. Casi me ahoga y ni importancia le prestaba. Me tomo de nuevo por el cabello mientras terminaba de recuperar el aliento, y de nuevo me puso sobre el mesón de la cocina.

Me inclinó mientras tomaba su pene con una mano y lo metió en mi cola. Entro fácil ya que al estar con los juguetes hizo que se me alcanzara a dilatar. Mi cola me ardía y yo le pedía que por favor no lo hiciera, que parara, pero los celos nublaban su juicio. Me siguió bombeando mientras yo intentaba zafarme de sus brazos. Sus envestidas sin piedad me hacían gritar y gemir al tiempo, mientras movía y recogía mis piernas, en un intento de bajar la intensidad del dolor, o lograr que me lo sacara. Pero no lo lograba. El pene de Carlos era lo suficientemente largo para que por más que me moviera no se me saliera.

Me continúo dando por unos minutos hasta que una de sus manos fue a uno de mis pechos, y la otra a mi garganta haciendo que me levantara para besarlo, pero sin dejar de tener mi cola parada para que me siguiera bombeando. Su cuerpo se pegó a mí, y su pene no me envestía, si no que sentía que me acariciaba, dejándome pasar el umbral del dolor y llegar al orgasmo. Me sostuve del mesón fuerte mientras Carlos se venía adentro mío, mientras su leche caliente me inundaba, haciéndome llegar a mí también, regando mi semen en el cachetero que no me había bajado bien, dejando mi pene atrapado.

Saco su pene dejándome jadeando y por instinto me agaché para limpiarlo. Y después de esto, haría el acto más doloroso que me haría entender que en verdad era una perra sirvienta, de su propiedad, al subirse los pantalones, agacharse otra vez para tomar mi cara con una mano y apretándome los cachetes duro, decirme sin más que solo me podrán comer otros hombres después que él me haya comido, y dando él el permiso.

Dio media vuelta dejándome allí arrodillada, diciéndole a los chicos que subiría a hacer su maleta y mientras podrían aprovecharme por última vez. Los chicos aplaudieron y celebraron entre ellos mientras mi hombre desaparecía por la escalera. Camila se levantó primero para darme un beso en la boca, y acto seguido se fue junto con Miguel en el mismo carro, dejando a Oscar y Andrés solos conmigo. Ambos sacaron sus penes y los dejaron enfrente para que hiciera lo mío. Fui comiéndome de a uno mientras unas lágrimas se deslizaban por mis mejillas. Después de unos minutos así de hacerles sexo oral, me levantaron guiándome hasta el sofá. Andrés se sentó, pidiendo que me hiciera a ahorcadas sobre él, y atrás mío quedo Oscar.

Sentí las dos puntas de sus penes en m ano. De nuevo me iban a penetrar dos al mismo tiempo. Enterré las uñas en la espalda de Andrés mientras ellos hacían presión. El dolor se agudizo haciendo que abriera la boca y apretara los ojos lo más fuerte que pudiera. Les pedí que los sacaran y que volvieran a intentar hasta el punto de rogarles. Pero no se detuvieron. Sentía que mi cola se desgarraría en algún momento.

Cuando por fin tuve adentro los dos comenzaron a bombearme. Estaba desesperada con la sensación de dolor combinadas con ir al baño y ellos no se iba a detener. Yo gemía y gritaba mientras ellos seguían bombeándome. Se turnaban para jugar con mis pezones, Andrés me los mordía mientras Oscar me los pellizcaba y retorcía entre sus dedos.

Siguieron así hasta que después de unos minutos Oscar saco su pene y rápido se subió al sofá para ponerlo en mi boca. Mi cola seguía ocupada por el pene de Andrés haciéndome gemir. Me daba cada vez más fuerte y duro haciendo que mis nalgas sonaran ante los choques de sus envestidas. Oscar me envestía por la boca hasta que soltó una gran descarga de leche en mi boca, haciéndomela comer toda. Después fue Andrés quien se vino, dejándome llena del semen de él más el de Carlos.Me baje de encima de Andrés mientras recuperaba el aliento y me limpiaba los rastros de semen en las comisuras de mi boca.

Escuché la voz de Carlos detrás mío, preguntándome si me había gustado, a lo que me quedé in silencio. Andrés y Oscar se levantaron dándole las gracias a Carlos por el fin de semana y por la grata sorpresa de haberme llevado diciendo que entre todas yo era la mejor. Yo miraba a Carlos y él a mí, y después de unos segundos me dijo que subiera a bañarme.

Cuando subí, cerré la puerta y fue inevitable sentirme triste al ver que el primer hombre al que había amado, a quien le había dado mi virginidad y con quien había hecho cosas que solo las había soñado, me hubiera tratado así. Después de esto mi vida cambió, me prometí que jamás volvería a sentirme así de triste por nadie. Me duché y al salir me alisté, con la decisión de salir de esa finca como una nueva mujer.

Me puse un body negro en encaje de manga corta, era traslucido a excepción de la parte de los senos que venía totalmente en negro para no dejar ver mis senos, y en forma de tanga en mi cola; un pantalón negro en cuerina, ajustado, de pretina alta para marcar mi cintura, y me puse los mismos tacones en sandalia que traje con el vestido, altos de 15 cm con hebilla alrededor del tobillo ancha. Me apliqué unas sombras y labial morados que me resaltan los labios y la mirada, rubor y un poco de iluminador; tomé mi maleta y bajé la escalera.

Ya en sus carros estaban todos los chicos, y Carlos esperándome en la puerta para ayudarme con la maleta. La llevó hasta el baúl del carro, mientras tanto yo me despedí de todos los chicos. Cuando llegue era una chica miedosa y tímida, y hoy en día, aunque conservo mucho de esa chica que era, ahora soy más atrevida. Me despedí de Andrés y Oscar con un beso en las comisuras de sus labios, o como aquí se le conoce, un beso esquineado.

Cuando fue el turno de Miguel, no lo dude dos veces y deje que me besara, su lengua metiéndose en mi boca, acariciando la mía, mis manos alrededor de su cuello, y sus manos en cada una de mis nalgas, apretándolas fuerte. Les di las gracias por ese fin de semana diciéndoles que siempre estaré a su orden como la buena sirvienta que soy. Di la vuelta y Miguel me dio una fuerte palmada en la cola. Me detuve y lo miré por encima del hombro sonriéndole. Continúe mi camino en donde Carlos me miraba celoso, con la boca abierta, sorprendido de en la forma como estaba actuando.

Cuando nos subimos al carro me hizo el reclamo, pero no le conteste nada en todo el camino. Nos fuimos devuelta a Bogotá en silencio todo el camino. Al llegar a su apto, estaciono el carro, y cuando me disponía a bajar, me tomo de cabello, dándome un brusco y apasionado beso. Le mande la mano hacia su pene para excitarlo. Él se abrió el pantalón y lo comencé a masturbar mientras me seguía besando. Me separe, Carlos me hizo una cola de caballo con las manos y me guio hasta su pene. Le hice un oral como le gustan, profundo y fuerte, dejado que él controlara la profundidad y la rapidez con la que me penetraba la boca al tenerme del cabello. Se vino a los pocos minutos en mi boca, descargando una fuerte descarga de semen. Me comí todo y lo deje bien limpio, me limpie las comisuras de los labios con los dedos y me bajé del auto sin decir palabra alguna.

Subí hasta su apto donde tenía mis cosas de chico. Me cambié rápido y salí sin explicación alguna, sin decirle nada. Carlos es lo mejor y lo peor que me ha podido pasar, aun así, no le guardo rencor ya que me enseño mucho. Terminé con él, aunque a veces lo veo.

Mi historia como Daniela sigue, pero lejos de él.

Danielasissy94

Soy transexual, transito por el género

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Categoria: Transexuales
Fecha de Publicación: 2019-09-23 13:48:03
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1 Comentario

Quiero conocerte hermosa, me gustas

2019-09-24 00:48:15