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Un Reencuentro De Almas, Piel Y Sudor

Nota LaDiana: Tengo el placer de presentarles el primer relato escrito por uno de mis sexuamigos participante de una terapia erótica y emocional privada. Ellos protegen sus nombres verdaderos y se hacen llamar KEFAS y VENUS VICTRIX.

Hola. Soy hombre. Tengo 32 años y mi esposa está próxima a los 30. Tenemos una hija de 4 años de edad que nos brinda todos los días la energía y la alegría desbordada para querer enfrentar el mundo.

De novios nuestra energía sexual se conectaba permanentemente. No había espacio, lugar o tiempo que no aprovecháramos para unir los cuerpos mientras nuestras almas danzaban refrescándose con el sudor que expedíamos. Mañana, tarde o noche….cualquier momento era ideal. Llenos de sueños nos casamos, concebimos nuestra hija y comenzamos la hermosa tarea de ser padres. Pero embelesados  por el sentimiento milagroso con el que llegó nuestra hija nos fuimos descuidando un poco como pareja… y no era que no nos gustáramos…era simplemente que entre el trabajo, las tareas de la casa, la ocupación por la hija, etc, etc, etc no estábamos sacando el tiempo para volver al origen de la historia que estamos escribiendo: nosotros como hombre y mujer… como dos seres llenos de amor pero también deseosos de placer.

Es entonces cuando nos enteramos de los talleres de Diana. Si bien la invitación era para un taller de masaje erótico nivel 1 para parejas, la presencia de más personas hacía que no tomáramos con firmeza la decisión de asistir.  Nos comunicamos con Diana y nos contó en términos generales en qué consistía el proceso de conexión como pareja. Fue muy amable y respetuosa,  lo que generó confianza y nos llevó a tomar la decisión de coordinar un encuentro privado con ella. Fuimos entonces a un motel ubicado en el sector de la Estrella. Como sorpresa para mi esposa había reservado una habitación y solicitado que la decoraran con pétalos de rosas, velas y fresas con chocolate. Llevamos tres botellas de vino que terminaron absolutamente vacías. Además de esto, le regalé un bonsái como símbolo del cuidado que debemos tener con nuestra relación de pareja.

Llegaba el momento de iniciar. Sentía frío en el estómago. Diana nos hizo varias preguntas relacionadas con qué nos gusta del otro. Nos sentimos como un par de adolescente con cada palabra  que pronunciábamos. Claro, era sentir nuevamente que le despertábamos sensaciones rojas a quien tanto amamos. Después de esto nos “bogamos” -literalmente- un par de copas de vino. Comenzaron los besos y con ellos un par de fotografías. No iba más de un minuto y ya sentía mi pene erecto, deseoso de disfrutar a la mujer que tanto amo. Me quedé en bóxer sobre la cama. Mi esposa se fue para el baño y oh sorpresa!... salió con una ropa interior transparente, sexy, bailando y disfrutando lo que hacía. Me sedujo. Después de una canción empezó a hacerme un masaje guiado por Diana… toca allí, presiona por acá, pon las manos así, toca sin tocar, huele, respira, siente…

Luego fue el turno de masajear a mi esposa. Con toda delicadeza, tranquilidad, paciencia, amor, deseo… el masaje fue de rosa a rojo. Se le escapaban los gemidos que trataba de contener. Las palabras comenzaban a hacerse presente pidiendo lamer más, presionar más, estimular más… en este ritmo de besos y caricias me encontré con su vagina húmeda, palpitante, deseosa de placer. Empecé a buscar su punto G…. ese punto que suena a historia de ficción pero del que me di cuenta que realmente existe. La estimulé buscando el deseado orgasmo squirt. Mi esposa se retorcía, gemía, sudaba, se movía…. Diana indicaba lo que debía hacer. Le hablaba a mi esposa al oído, la orientaba para que se relajara y se dejara llevar por el placer, que liberara esa sensación de querer “orinar”… sensación que es el previo al tan anhelado squirt. Mi mano estaba complemente mojada, parecía como si hubiera estado bajo una cascada. Mis brazos acusaban cansancio, pero sus gemidos de placer hacían que yo siguiera en la tarea. Llegó un punto en el que no pude más y le pedí a Diana que siguiera… ella, con todo el respeto, le pidió autorización a mi esposa para hacerlo y ella, con la voz temblorosa y su cuerpo empapado de sudor le dijo que sí. Con su sensualidad y conocimiento Diana empezó a explorarla y a identificar los puntos de mayor estimulación en ella. A veces fuerte y otras suave… identificando el ritmo necesario… rápidamente Diana tenía la mano igual o más mojada de lo que yo la tuve. Durante muchos minutos nos intercalamos para darle placer a mi esposa. Cada vez nos mojaba más la mano. Si bien no logramos el squirt completo la sensación de placer fue fantástica. Diana se retiró y mi esposa y yo tuvimos sexo durante un gran rato. Fue delicioso. Hicimos el amor como hace rato no lo hacíamos. Al final le tomé a mi esposa unas fotos super eróticas y ella me bailó 3 canciones con un trajecito de mucama que llevó. Fue genial sentir como nos gustamos, como nos disfrutamos y como entendimos que además de amarnos y amar a nuestra hija, el placer que nos brindamos como hombre y mujer sigue latente y deseoso a que le demos libertad. Me contuve de contar más detalles para no dañarles el misterio y la sensación que se tiene durante este “juego de pareja”. Anímense a jugar con sus almas, sus cuerpos y su sudor.

Ah! Obvio!… queremos programar otro taller porque queremos alcanzar el tan anhelado squirt!. Gracias Diana por tu respeto y conocimiento.

LaDiana

Soy hombre heterosexual

visitas: 530
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2015-08-20 22:07:25
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