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El sexo en los años dorados

Quizá algunos de los que ya rondan los llamados “años dorados” estén ya resignados a lo que venga, no así yo, que no me faltan las ganas y había invitado a cine a una amiga casi tan madura como yo. Como preferíamos que no nos vieran entrar juntos al teatro, quedamos de encontrarnos en la sala. Era una película del montón y el teatro estaba casi vacío y yo me senté en la última fila dejando libre para ella la silla del pasillo. Ambos sabíamos a qué íbamos y esas sillas en la parte mas alta del teatro eran lo suficientemente discretas.

Al poco rato llegó mi amiga y luego de los saludos de rigor le pasé un brazo por los hombros y comenzamos a besarnos, primero con cariño y luego con entusiasmo a medida que entrábamos en calor. Mientras lo hacíamos ella me bajó el cierre de la bragueta y metió la mano para cogerme la verga... la tenés casi parada... me dijo sacándola del pantalón y comenzó a masturbarla... ¿me la querés mamar? Le pregunté... ella se inclinó sobre el brazo de la silla y me la mamó un rato...rico...

Le metí una mano por el escote y le acaricié las tetas... suaves y tibias como siempre... deliciosas... le apreté un pezón y ella solo gimió y se alzó la blusa para que se las chupara... le subí un poco la falda y metí la mano entre sus piernas... nada de cucos... le acaricié el monte de Venus y mojé los dedos en la panocha... que delicia...

Quiero mas amor... yo también, me dijo. Aquí no se puede... vámos a otro sitio...

Nos arreglamos, salimos y cojimos un taxi que nos llevó a un motel del centro. Pedí una cerveza y ella una gaseosa y nos besamos un poco... Miró nerviosa el celular y me dijo que no podía demorarse mucho... le desabroché la blusa y le chupé y mordizquié un rato las tetas... que pezones tan ricos... le subí la falda y le metí los dedos en la panocha... estaba goteando... 

Me desabrochó los pantalones y me los bajó hasta las rodillas... tenía ya la verga parada... me dio una mirada pícara y me acarició las güevas colgantes... siempre le gustaron... se agachó a mamarme la verga y lo hizo durante un rato hasta que la senté en el borde de la cama y le abrí los muslos de par en par... ¡Uff! que delicia... el espeso triángulo de vello púbico del monte de Venus, aún negro a pesar de sus años, se veía hermoso sobre esa vagina entreabierta, con prominentes labios menores y un palpitante clítoris que pedía lengua a gritos... aunque no era la primera vez que veía ese espectáculo, siempre me despertaba los mismos deseos incontrolables... la recosté en la cama, le puse una almohada bajo la cabeza y me arrodillé sobre un cojín. Ella se abrió la chimba con los dedos y le di lengua por largo rato... ¡Estaba en la gloria! Luego me puse de pie, le embutí mi verga palpitante y le di con fuerza a  esa chimba tentadora mientras ella gemía de placer y pedía siempre mas... La excitación era grande y no tardé mucho en soltar en su interior la carga que traía. Me recosté a su lado y reposamos abrazados unos minutos...

Mariana era viuda, madura aunque algo menor que yo, atractiva y bien conservada, cariñosa, arrecha y amante del sexo. Yo tampoco tenía compromisos y teníamos una buena relación desde años atrás. Aunque siempre podíamos estar en su apartamento o en el mío, nos encantaban estos encuentros “clandestinos”, que nos excitaban como a un par de adolescentes y usualmente terminábamos en un motel.

A los dos nos encantaba el porno, que veíamos solos o en compañía mientras nos masturbábamos. Por otra parte nunca anduvimos con tapujos y siempre compartimos nuestras experiencias y curiosidades por mas exóticas que parecieran.  Ya les contaré de algunas de ellas en futuros relatos.

Prudencio

Soy hombre bisexual

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Categoria: Sexo con maduras
Fecha de Publicación: 2020-02-26 15:04:19
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