Esta historia sucedió hace 5 años en la ciudad de Bogotá, yo trabajaba en una empresa dedicada a prestar servicios a empresas de ingeniería, parte de mis funciones tenían un componente técnico que era básicamente alistar los equipos para prestar los servicios contratados y un componente administrativo que correspondía principalmente al pago de proveedores (ya que los dueños viven en el extranjero y el arriendo del inmueble estaba a nombre mío) y pagos de nómina, por ende era yo el que me tenía que entender con Samuel (cambio el nombre real de esta persona) que es un señor jubilado de unos 65 años aproximadamente, él y la esposa son los dueños de la casa donde funcionaba la empresa. Rara vez nos veíamos Samuel y yo, ya que la comunicación con él se hacía a través de whatsapp o por vía telefónica, y el arriendo del inmueble se lo consignaba a su cuenta bancaria, pasaron los meses y por cuestiones de mercado varios de nuestros clientes se retrasaron mucho en el pago de la facturación, por ende, el flujo de caja de la empresa no era el mejor y me vi obligado a tomar decisiones o pagar la nómina de los empleados o pagar los gastos del arrendamiento.
Dicho lo anterior, me atrasé tres meses con el arriendo de la casa y se llegó el día de enfrentar la situación y hablar personalmente con Samuel, lo cité un Sábado en la mañana, ya que no había personal en la empresa y poder hablar mas tranquilamente, Samuel aceptó (no de muy buena gana porque vive en Chía), nos reunimos en la sala de juntas de la oficina, le comenté la situación de la empresa y los impagos de los clientes, el hizo cara de preocupación y me comentó que tocaba pagarle los tres meses de arriendo para no proceder a acciones legales; ante esa amenaza le pedí que me tuviera un poco de paciencia para ponerme al día con los pagos y no tener la necesidad de llegar a esos extremos, en ese momento el hizo una cara que jamás olvidaré, hizo una sonrisa pícara y me dice pues que va a tener paciencia con el pago de la deuda, pero que requiere algo en compensación por las molestias y la demora. Ingenuamente no visualice sus intenciones, ni leí entre líneas las palabras que me había acabado de decir; el muy sutilmente con su mano me tocó el hombro y me dijo que dependía de mi como íbamos a manejar la situación, le dije que no entendía lo que me quería decir, el me dijo, ok, voy a ser más explícito: quiero que me la mames aquí y ahora, vas a ver como le vas cogiendo el gusto, en un principio quedé en shock y se me puso la cara roja porque no me esperaba algo así.
Samuel me habló en un tono más fuerte y autoritario, y me dijo que estás esperando, ponte de rodillas y chupame la verga, la verdad aún seguía en shock y lentamente me puse en posición haciendo caso a lo que me decía, en mi mente solo estaba salir lo más rápido posible de la situación, no porque no haya tenido sexo homosexual anteriormente sino porque Samuel a pesar de que se viste bien y cuida su aspecto es un tipo desagradable, se bajó el pantalón y tenía la verga parada, menos mal que no era muy grande porque en el momento que acerqué mi boca a su glande me empujó la cabeza y me metió la verga hasta el fondo, yo intenté hacerle una mamada suave al principio y después terminar más fuerte, pero evidentemente a Samuel no le interesaba algo así, desde el principio fue rudo y el sexo oral fue brusco, me la metió con violencia en mi boca una y otra vez mientras me sostenía mi cabeza y nuca para que no dejara de mamárselo, cuando ya se iba a venir me sacó la verga de la boca y se botó en mi cara y parte de mi ropa, se sintió la gran satisfacción que le dio, no sabía si era por la mamada o si era por la humillación que me había hecho pasar, pronto me daría cuenta el por qué.
Se subió el cierre del pantalón para darme una cachetada y decirme, que bien lo hiciste, de ahora en adelante serás mi putica, por hoy lo has hecho bien, de ahora en adelante nos vamos a seguir viendo más seguido, hasta que estemos al día en los pendientes, el se fue mientras me quedé limpiándome la cara y la camisa, pronto me daría cuenta que algo que parecía fugaz de un encuentro casual se volvería algo recurrente durante varios meses
