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Sexo con la mejor amiga de mi esposa

Era una noche normal. Aún no pasaban tantas cosas negativas como las que ocurren en la actualidad y las reuniones sociales aún se podían realizar. No fue hace mucho tampoco, de hecho, ocurrió este mismo año. Era un viernes más o menos normal, frío, algo de lluvia. Mi esposa había armado plan conmigo, su mejor amiga y su pareja.

El sitio de reunión era un pequeño restaurante en la zona de la candelaria en Bogotá. La comida bastante buena y además vendían trago, una buena opción para el plan. Llegamos con mi novia un poco tarde, sin embargo, su amiga no había llegado. Logramos hacer la fila e ingresar, ya teníamos el espacio listo, pero seguíamos esperando. Comenzó incluso a llover, cada vez mas fuerte, mientras tanto, tomábamos unas cervezas.

De pronto llego. La lluvia la había mojado completamente, no tenía sombrilla. Llego sola, pronto comentó que acaba de tener una gran discusión con su novio. Yo tenía algo de molestia, al fin y al cabo, habría preferido un plan más romántico y no haber tenido que esperar tanto sin embargo lo mal que se encontraba derrumbo esos sentimientos. Su relato mostraba un absoluto desencanto, poco amada, esperanzas que nunca se habían concretado y en general una relación que cada vez esta peor. Inevitablemente me parecio bastante penosa la situación y estuve muy atento a poder intentar con palabras consolarla.

Tomamos vino y tapas españolas. Con ellas pudimos romper un poco el hielo (poco había hablado con ella) y mejorar el ambiente, al fin y al cabo, unas copas mejoran el estado de ánimo con una buena compañía. Y así duramos los tres unas dos horas, hablando, algo de risas e inclusos algunas lágrimas. Con el tiempo la lluvia fue peor, más intensa y era hora de ir a casa. Tomamos un taxi juntos y aunque originalmente la dejaríamos a ella finalmente terminamos por llegar a nuestra casa, no quería ella, como era de esperar, estar con su novio con quien compartía apartamento.

No había sino una cama y un sofá bastante incómodo. Les dije que no había problema y yo dormiría en el sofá. De forma muy inocente comenzó ella a decir que sería bueno tomarnos un vino más, no teníamos vino, pero si una botella de whisky que no dude en abrir. Para ese momento en realidad todo lo tomaba muy relajado y si pensaba que esta noche sería aburrida, nada más lejos de la realidad. Cómo no traía pijama mi esposa le presto una, enteriza color blanco, le quedaba un poco corta y la vi (así es, la vi, tres horas después de verla y a pesar de conocerla antes aprecié su cuerpo). Recorrí poco a poco todo el cuerpo de marcela, sus rayos color caramelo en su cabello, largo sedoso; sus senos pequeños pero firmes, algo de su pezón podía entreverse como una marca a través de su pijama; su cola grande, se marcaba su tanga, podía ver también verla, violeta, hermosa; su muslos y piernas marcadas.

Intente no hacer cara de pendejo mirándola. Es obvio que ella se dio cuenta como la miré. Serví pronto el whisky para disimular y evitar meterme en problemas. Era un trago dulce, de esos que va tomando uno y sin darse cuenta se terminan. No sé si eran los tragos o el ambiente. Comencé a notar que sus labios se encontraban completamente rojos, a la espera de un beso, un contacto: la expresión de toda esta tormenta de deseo reprimida y prohibida. Recorrí con la mirada todo su cuerpo, su hermoso cuello que mostraba un collar que yo mismo le había regalado antes, sus senos que no podían ocultar su grado de excitación, sus caderas delgadas pero muy fina y apropiadamente delimitadas, sus músculos, toda una preciosidad en una sola imagen.

Luego de dos horas estábamos ya todos listos para dormir. Ellas se fueron a la cama y yo me quede en el sofá. Seguía pensando en ella. Era increible lo mucho que me había impactado en tan poco tiempo. En medio de la incomodidad intentaba dormir, aunque no era fácil. Habían pasado unas dos horas cuando desperté por una luz. Era ella, tomaba agua y lloraba. La abracé, -todo estará mejor- le dije. Y continué: Marcela, eres muy hermosa, no mereces estar así, aunque las cosas malas hacen parte de la vida siempre tendrás lo mejor. Y dijo ella: tan bello.

Yo me encontraba supremamente excitado y quería que besarla y acariciar su cuerpo, pero claro, esa frase que acababa de decir me devolvió a mi sitio (literalmente me sentí en la friendzone obviamente que es a donde pertenecía). Lo notó, tomó con sus manos mi cara y dijo, no lo digo por nada malo. Y me besó, apasionadamente, como si fuera el último beso que daría en su vida.

Comenzamos a acariciarnos por todo el cuerpo, la espalda, las piernas, las manos, la cara. Nos besábamos intensamente. Subí mis manos hasta tomar su cola, la acaricié mientras ella gemía suave pero apasionadamente. Lentamente fui tocando adelante, estaba tan excitada que a través de su tanga podía sentirse su humedad. Cada vez los besos eran más intensos y su nuestras caricias más fuertes. Le quité su tanga, subí la pijama y empecé con mi lengua a besar sus piernas. Poco a poco subía mientras ella gemía más intensamente, más frecuente, con mayor pasión. Comencé a lamer su vagina. Hacia arriba y hacia abajo en sus labios, de forma circular y con pequeños besos en ellos. Luego la abrí y besé su clítoris. Llevaba con sus manos mi cabeza hacia adentro para que la besara con más fuerza. Lamí y chupé su clítoris, mientras lo hacía metía mi dedo adentro de su vagina. Me encantaba sentir mis dedos adentro de su vagina, moverlos hacia adentro y sentir sus paredes. De pronto entre sus gemidos dijo “no aguanto más” y sobre mí un chorro intenso de agua cristalina. Eso me puso tan caliente que mientras seguía masturbándola le pedi que se viniera en mi verga.

Me pidió que estuviera de pie, con sus manos tomó mi cola y comenzó a chuparme la verga suavemente. Movía su lengua deliciosa y se la comía toda. Mientras lo hacía escuchaba sus susurros: “que rica”, “la tienes gruesa”, es más grande que la de mi ex. Por supuesto eso me excitaba más.

De pronto la levante, la puse contra la pared y se la metí. Se sentía increíblemente estrecha. Mientras le daba tomaba su pelo fuerte, intentaba someterla. Con mi dedo acariciaba su ano, cada movimiento que hacía sólo producía en ella un mayor nivel de placer. Era complejo darle duro, pero intentando hacer poco ruido para que no nos descubrieran. Mientras la cogía le daba también muchos besos en su espalda. Y de pronto me dijo “déjame tu leche adentro”. Moví mi verga hasta que me vine adentro. Nos besamos y se fue para el cuarto.

El otro día al desayuno fue extraño al menos en comienzo. No sabía si mirarla o no, ella actuaba muy natural. Su mirada coqueta me excitaba. Después de esa vez hemos estado juntos dos veces más, pero uno de ellos será motivo de otro relato.

curregin

Soy hombre heterosexual

visitas: 4526
Categoria: Hetero: Infidelidad
Fecha de Publicación: 2020-04-08 01:13:19
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3 Comentarios

Era esposa o novia???.........jmmmmmm

2020-08-21 22:23:27

Interesante aventura, sexo y mucho más

2020-05-30 20:33:04

Excelente relato, supo captar la atención sin extenderse tanto y detallando todo.

2020-04-23 23:16:25