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Relatos & Experiencias

Mi suegra me quería más de lo esperado.

Esta es una experiencia que para muchos resulta increíble, para mi también y asincerandome un poco me avergonzaba mucho pero ¿Qué más da? la vida se trata de vivir experiencias y romper tabúes que, culturalmente pueden ser chocantes, pero que a la hora del placer le ponen ese picante extra que tanto nos gusta. Sin más preambulos...

Esta no es una historia reciente. No. Data del año 2016 en la ciudad de Cali. Sus palabras se tornaban melodiosas, algo que sinceramente ya venía sucediendo, esta no era la primera vez de difusas insinuaciones, esto ya venía pasando, al principio lo tomaba como un juego de cumplidos que ayudaban a su hija a sacar pecho de quién tenía al lado, generalmente siempre he dado buena impresión por mi trato amable y cordial en general. Entre palabras halagadoras que eran retornadas de mi parte, al principio con cierto pudor, pero después de comprender lo que estaba a punto de suceder, la picardía corría en ambas direcciones. Sentía como sus labios rozaban mi cuello y la mis arterias depositiaban rápidamente sangre en mi pene, no tardo ni 40 segundo en petrificarse, era gracioso, la mamá hacía que se pusiera más duro que su hija Y ¿Cómo no hacerlo? sumado a su belleza física (bastante bien puesta, ni de sospecha pasaba los 45 años en ese momento, de hecho era difícil pensar que tuviera más de 40, su piel tersa en exceso, trigueña, y la gravedad aún no hacía su trabajo en sus llamativos senos y nalgas), sus juegos de seducción eran lo que me hacía sucumbir, sabía que no estaba bien, y me gustaba sentir la adrenalina, mi corazón estaba a mil y mi respiración resoplaba con mayor furor en cada bocanada de aire. mis manos bajaban con decisión pero sin prisa por su espalda, delgada y fina, su piel me calentaba cada vez más, hasta llegar a sus nalgas las cuales apreté con firmeza. Su lengua empezaba a hacer juego en mi cuello y orejas, eso me enloqueció y pasé a devorar su boca ferozmente mientras mi otra mano empezaba a quitar su blusa ya sin sostén.

Mi novia, Camila, me había llamado en la mañana, debía viajar a Bogotá ese fin de semana para trabajar. En ese tiempo ya añoraba un tiempo solo, a lo que gustoso respondí "No hay problema, espero que te vaya súper". Me disponía a la procastinación mucho más tarde hasta que recibí otra llamada "Mi mamá está aburrida ¿Puedes acompañarla un rato?" Resoplé, no me hacía mucha gracia estar cuidando gente, pero al final accedí. Conducía hasta su casa y pronto me abrió la puerta de una manera extremadamente normal, al parecer ninguno de los dos sabíamos lo que se avizoraba.

Ya quería tenerla entre mis brazos y que un hundieramos en un maremoto de pasión, estabamos ya prestos a las voluntades de Afrodita. Mis manos jugaban ya con sus pezones desnudos, gimoteos y exacervaba respiración mutua orquestraban la banda sonora del pecaminoso acto. Después de un beso apasionado ya había terminado de bajar mis boxer y se dirigió vertiginosamente hacia mi falo erecto y húmedo que, al parecer, no estaba lo suficientemente humedecido ya, por lo que procedio a chuparlo, cada succión, cada roce de la lengua con mi pene me hacía estremecer, pero sabía que tenía que aguantar, que el espectáculo no podía terminar así, así que lo disfruté, cada arcada cuando el pene tocaba su gargante, cada violenta succión fue disfrutada de sobremanera. Sus manos jugando con mis testículos y mi ano me hacía enloquecer. La experiencia la había dotado de habilidades que, para mí no eran usuales, pero que disfrutaba cada roce de su mano con mi cuerpo. 

Entré a su casa, al parecer no era un buen momento, durante todo estos años había sido testigo de que escoger una persona valiosa no era lo suyo, y que tropezaba una y mil veces con la misma piedra, pero de nuevo, ahí, escuchándola y compartiendo un buen vino. Ambos amantes de la salsa y para animar un poco el ambiente dispusimos a escuchar y bailar cada canción y empezar a reírnos con anécdotas uno del otro. Camila recién me escribía que como la estaba pasando, a lo que respondí simple y llanamente que bien. Ya caía la noche y aunque el licor que habíamos consumido era apenas una copa en dos horas, nos sentíamos muy animados y ella, algo deshinibida.

No aguantaba más, debía devolverle el placer dado así que la acosté sobre el sillón y empecé a besar, succionar y devorar su senos, más que sentir sus pezones entre mis labios, me prendía el hecho de sentir sus movimientos espamosos suaves que causa el placer y sentía como su mano me bajaba a su vagina, sólo me dejé guiar, al llegar empecé a realizarle un sexo oral el cual disfruté por montones, mi lengua se sentía en el Six Flags una tarde de Verano. Jugueteaba con ella de aquí para allá, mientras su gemidos se intensificaban, música celestial, de aquella que sólo Bach, Vivaldi y Handel sabían como sonaba, gemidos que pronto se convertían en gritos que, a su vez, se convertían en súplicas, y que sólo era una cuando lo pronunciaba "Métemelo ya".

Me miraba, me decía lo mal que le ha ido en el amor, y que sólo quería "Pasarla bueno, de ahora en adelante", a lo que sólo me limitaba a asentir como quien dice lo que la otra persona quiere escuchar, entonces me abrazó de repente "Muchas gracias por acompañarme hoy" me dijo, me sentía bien de haberla acompañado. -"Por qué no te quedas hoy, ya está tarde y salir a esta hora no debe ser muy seguro"-Me dijo, ciertamente no quería, pero tampoco quería ser grosero así que acepté. Sin embargo en un momento escuché un susurro en la oreja -"Siento mucha química entre los dos"- Esa palabra aceleró mi corazón y vi entonces su mirada, ya no era la de una mujer que sufría, era una mirada felina, como quien ve a su presa, me prendió. Me sorprendía ya no la estaba viendo con ojos de yerno, sus senos me llamaban a acercarme a ellos, me sentía fatal, es algo bajo hacer esto, pero me consolaba, de todas maneras, no estaba buscándolo yo.

Con cada embestida su vagina se encharcaba cada vez más -"Esto quería hacer desde que Camila te trajo a casa"- me dijo. Eso me llevo a la realidad de nuevo, pero sus gritos y gemidos me nublaban de nuevo la cordura. Ya, quería devorarla, al demonio todo. Mi pene entraba y salía ferozmente, la volteé de espladas y le propuse "en 4" sin palabras aceptó. Entonces empecé a embestirla -"Agarrame del pelo y nalguéame"- grito. Yo sólo obedecí, sabía que no era mi momento, era suyo y me debía a sus deseos, sólo debía acelerar el ritmo y a agresividad para que ofreciera más placer. "Culeame bien rico, así, así de rico como te la culeas a ella"- exclamó gimoteando, Ya no me sacaba de concentración, me excitaba, a lo que respondía con bramidos feroces de placer, "¿Te gusta, puta?" exclamé, mis palabras apenas se podían entender con el nivel de líbido y gritos que había en el ambiente. "Me encanta, me voy a venir"- dijo, no muy claramente, pero le entendí perfecto, aumenté la marcha para aumentar así el extasis en ella, su concierto de gritos y gemidos me deleitaban, a tal punto de segundos después que cayera boca abajo desgonzada de placer, llené sus entrañas de semen tal y como me lo pidió, con un quejido final que le ponía el broche de oro a nuestro encuentro.

Ese día, acostados en su cama, una hora después de una equiparable segunda faena entendí, que ya no podíamos vernos con los mismos ojos, y que esto era el principio de una larga cadena de desenfreno total.

Nota: Lamento lo largo, pero traté de generar lo mismo que sentí en ese momento en este texto. Muchas gracias.

Juan_D0101

Soy hombre heterosexual

visitas: 2446
Categoria: Hetero: Infidelidad
Fecha de Publicación: 2020-04-09 22:36:28
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4 Comentarios

Lo bueno es que no fue por probar al novio de la niña!

2020-12-16 21:15:37

date por afortunado vas tener dos mujeres por el precio de una discrecioon

2020-06-29 02:17:21

Excelente relato y ni hablar de la ortografía, sencillamente genial.

2020-04-23 23:22:33

excelente suegra, si todas fueran así

2020-04-10 17:59:29

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