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La contadora

Hace algunos años aún estaba descubriendo que era lo que me gustaba a nivel sexual, que buscada y porque lo deseaba, justo en ese momento entro a la compañía para la cual trabaja una nueva contadora, una mujer rubia de unos 42 años, cabello por lo hombros, caderas torneadas, quien siempre llevaba pantalones ajustados resaltando sus voluptuosas nalgas, no pasaba desapercibida, pero en ese entonces yo con 24 pensaba que era bastante mayor pero que tenía algo interesante, pero en realidad no le preste mayor atención, pues siempre salí con mujeres de mi misma edad. 

Con el pasar de los meses se fue dando una amistad, en la que las conversaciones se empezaban a tornar un poco picantes y subidas de tono, donde ya con los minutos mano sobre la rodilla, juego de pies, risas nerviosas pero sin saber a dónde van, siempre quedamos en salir a tomar un café para despejarnos de los temas laborales, pero era algo que se dilataba o quedaba en el viento, hasta que un día ella tomo la iniciativa y al salir del trabajo ya sobre las 8 de la noche cansados de la larga jornada nos fuimos aun café cercano donde nos tomamos una, dos, tres y cuatro copas de vino lo que calentó aún más el ambiente, la conversación se tornó bastante personal y los botones de su blusa se empezaron a desapuntar y dejaba ver un pronunciado escote que marcaba la curvatura de sus senos (por el calor decía ella, pero en su mirada se denotaba la picardía), dándonos cuenta que cada tema siempre nos llevaba a lo mismo al deseo que había entre nosotros.

Sobre las once de la noche tomamos un taxi rumbo a mi casa, ya fui yo quien tomó el control y en esa se notaba algo tímida, como si fuera su primera vez haciendo algo así, luego de llegar al apartamento le ofrecí algo de beber a lo que continuamos con el vino, luego de unos minutos ella totalmente cómoda se quitó los tacones y empezó a jugar con ellos por mis piernas, a lo que no me pude resistir y empecé a acariciarla sutilmente en los muslos, las rodillas hasta que llegue a su ingle y continúe en su entrepierna, a partir de ahí empecé a desvestirla, revelando el cuerpo que me tuvo en desea esos meses, rodeando con mis manos su cintura, sujetando firmemente sus nalgas hasta levantarla sobre mí, los besos fueron cada vez más rápidos, mas húmedos y llego el momento de la penetración, pareciendo casi una revelación todo estuvo en cámara lenta por unos segundos hasta que contemple que era realidad estaba en la cama con una mujer mayor, fue una noche de sudor, de mucha pasión, de entrega, de gemidos deliciosos y dealgofuera de control, que se entregaba con deseo y sin temor, rodeando ese cuerpo delicioso nos perdimos hasta el otro día.

Ya en la mañana teniendo claro que muy posiblemente no se iba a repetir por nuestro rol en la compañía, la invité a bañarnos, a lo que acepto sin pensar mucho y entro caminando sabiendo que me tenía encantado, fui ahí donde pude disfrutar un poco más de su cuerpo, ya sin timidez de la primera vez, tomado una ducha como ninguna y sin arrepentimientos por fue la primera y última vez con ella.

A raíz de esto que fue casualidad descubrí que el sexo con una mujer mayor es algo del otro mundo y me hice adicto sin buscarlo, llevándome a vivir experiencias similares hasta el día de hoy.

Silecevalo

Soy hombre heterosexual

visitas: 2879
Categoria: Sexo con maduras
Fecha de Publicación: 2020-04-22 22:06:18
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1 Comentario

Buen relato. A veces ocurren este tipo de cosas. No todos (as) somos iguales y con tiempo se puede forjar la confianza y conocer mejor al otro. Y te felicito por tomar la iniciativa sutilmente ya que así la posibilidad de asustarse es menor por parte de quien invitas. Y rico pasar el momento tan agradable. Muy delicioso.

2020-04-22 22:42:46