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Una historia real que nos ocurrió con dos profesores de la misma Universidad donde somos docentes, Raúl buen amigo 28 años con tres meses apenas de haber  iniciado una relación con Claudia, una hermosa mujer de 39 años muy  sensual que dejaba a los estudiantes de la Universidad siempre boquiabiertos por su forma de vestir.

A su edad usaba  lycras de hacer ejercicio, para dar sus clases de la facultad de Fisioterapia, ropa que se le ceñía al cuerpo marcando sus grandes senos y  sus deliciosas caderas, que parecían querer explotar dentro de su encierro, envidia de muchas jóvenes que miraban como sus novios y compañeros de clases tenían una erección, observando la madura profesora explicando cual era la posición perfecta para sentarse, recoger  objetos y otras cosas dentro de una oficina, pero lo mejor era cuando les enseñaba a los estudiantes sentarse correctamente, sus labios debidamente encajados dentro de la lycra, marcándose escandalosamente en la tela cada vez que ella abría o cerraba las piernas, era todo un espectáculo, se insinuaban enormes, deliciosos, que cualquier hombre y muchas mujeres no importa su edad, quisieran liberar, dejar al aire libre, permitirles respirar y si es caso poder besarlos, grandes, rojos, y ajustados dentro de un pequeño hilo dental, por lo menos así me los imagine yo, en las numerosas oportunidades, que ella me permitió entrar a su clase, para colaborarle en los temas administrativos a los cuales yo en mis horas libres  podía apoyarla.

Luego de esto corría a la oficina de mi esposa cerraba la puerta con seguro, ella que se imaginaba ya lo que pasaba, bajaba el cierre de mi pantalón, sacando rápidamente mi pene que venía erecto y llevándolo a su boca, le daba varias mamadas hasta que el volcán de leche caliente que estaba detenido, brotaba en chorros que golpeaban su cara,mientras ella desesperadamente tragaba lo que más podía.

Luego rápidamente nos incorporábamos y comentábamos cuando seriamos capaces de hablar con ella de frente y disfrutar con tranquilidad y confianza de un sexo placentero, además varias veces, al llegar a la oficina de mi esposa había encontrado gente y tenía que acudir al baño a terminar solo, lo que era imposible detener, perdiéndose mi esposa el disfrute de lo que llamábamos jocosamente la fase 2.

Dispusimos salir con ellos para ver el trago hasta donde nos permitía llegar, además que Raúl también le llamaba la atención a mi esposa Sandra, una mujer de 50 años atractiva y con mucho deseo sexual, las cosas estaban resultando pero ya estaban un poco lentas, en dos oportunidades salimos y siempre paso lo mismo, tomábamos charlábamos, bromeábamos con cosas de sexo y cuando ya estábamos tomados bailábamos con la otra pareja, Sandra tomaba a Raúl por la mano, lo sacaba a bailar sensualmente reguetón, permitiendo que el rosara su pene por su culito, lo cual según ella me contaba le fascinaba, yo miraba de reojo mientras morbosamente rosaba cada vez que podía mis manos por las tetas y el culo de Claudia y bromeábamos, sobre si Raúl estaría erecto o no, después tocaba mi turno de bailar, mientras Sandra continuaba con sus movimientos sensuales, dejando que su falda corta se levante mientras ella bajaba durante el baile, colocando su cara frente a la enorme erección que Raúl tenía en ese momento y sutilmente pasar despacio su cara por esta, yo continuaba morbosamente tocando todo lo que podía, además de rozar mi pene a punto de reventar por las piernas de Claudia, quien se restregaba sutilmente y descaradamente al mismo tiempo.

Después de esto, tipo 4 de la mañana las conversaciones de para donde iríamos en ese momento, si para una múltiple, medio en broma, medio en serio, o seguiríamos en el apartamento de Raul, que vivía solo, puesto que Claudia vivía con el cuñado y su hermana y nosotros estábamos con los hijos en casa, terminando siempre Raúl desarmando planes y diciendo que estaba en mal estado y que lo mejor es que cada uno tomara su rumbo, pero que el próximo fin de semana repetiríamos la velada. La mañana siguiente Claudia le confeso por teléfono a Sandra en una conversación de chicas, que Raúl cuando toma se embriaga muy rápido y pierde su deseo sexual, que él prefiere seguir tomando hasta caer dormido, en una residencia o en su apartamento y a ella le tocaba quedarse con las ganas de sexo, que se imaginaba, ella lo rico que lo hicimos nosotros, porque salimos muy prendidos del lugar.

El fin de semana siguiente luego de haberme enterado de esta confesión de Claudia, pensé que teníamos que hacer algo diferente, iniciamos tomando como siempre un buen tequilita blanco, me levante a bailar cuando la botella ya estaba un poco menos de la mitad, con la buena suerte que colocaron un reguetoncito suave y sensual y que como casi todos invitaban al sexo con una amiga, esta vez ella estaba en una falda de una tela suave y sedosa, por lo que cada vez que nos pegábamos y Claudia se bajaba un poco, la tela se quedaba en su lugar a tal punto que podía sentir sus suaves y gruesos, pero deliciosos muslos, completamente desnudos rozando mi pantalón, por lo que tímidamente metí mi mano, permitiéndome tocar su tanga, que no se si era por el calor del baile o el momento tan excitante, pero sentí una humedad que brotaba de su entrepierna, lo que me dio un poco de susto y regrese mi mirada donde estaba mi esposa con Raúl, me di cuenta que ella haciéndome el dos, puso su cuerpo de tal manera que le tapara la vista, además Raúl estaba entretenido con la vaporosa blusa que tenía Sandra y le permitía ver su gran y delicioso pecho, brotando del diminuto brassier, Claudia se asustó un poco y se fue a sentar inmediatamente.

Era la hora de cambiar de estrategia le dije a Raúl que nos teníamos que ir a lo que todos reclamaron, eran solo las 2 de la mañana y había media botella de tequila aun, les comente que me sentía mal, algo mareado y no quería estar así en la calle, le di mi parte de la cuenta a Raúl y este se levantó hasta la barra a cancelar, comentándole a Claudia y Sandra que Raúl era un aguacatao, que mejor siguiéramos la rumba en otro lugar solo los tres, le pedí el favor a Sandra me avisara si Raúl venia, mientras aprovechaba le daba un gran beso a Claudia, enredando su lengua con la mía a lo que ella sin inmutarse, dio como respuesta fue un fuerte apretón a mi pene con su mano, mientras continuaba enérgicamente besándome sin decir nada, nos separamos un momento y le pedí a Sandra que la besara a lo que obtuve como respuesta, un delicioso beso entre las dos chicas viendo como estallaba un botón de la blusa de Sandra ante tanta presión, la mano de ella también recorrió los muslos de Claudia mientras yo observaba a las chicas y vigilaba la llegada de Raúl.

Al momento de llegar Raúl dijimos que tomáramos un solo taxi para que nos repartiera dejándolo primero a él, en su casa con lo que quedaba de la Botella, apenas se bajó, le indique al conductor al hotel que nos llevaría, yo estaba en el puesto de atrás con Claudia, a la que ya le tenía la falda levantada y dos de mis dedos hacían un masaje fabuloso dentro de empapada vagina, sintiendo los borbotones de sus líquidos inundar mis dedos, obligándome a sacar la mano para chupármelos y darle a Sandra un poco para que chupara ella también, el chofer nos miraba con ojos de sorpresa y de éxtasis tal vez con ganas de unirse, pero no dijo nada, a lo que pienso se perdió un gran momento, porque Sandra seguramente lo habría complacido, puesto era joven y atlético, llegamos al hotel nos quedamos los tres Claudia escribió a Raúl que había llegado bien a casa, mientras Sandra le quitaba la ropa, acariciando cada seno con suavidad y besando al mismo tiempo su boca, que reflejaba una sonrisa de felicidad y placer al mismo tiempo, busque con mi boca la entrepierna de Claudia, que desnuda estaba en la cama ya y bese con fuerza esos labios vaginales, que eran como los imaginaba, carnudos, rojos, bellos, dulces, los cuales recorrí con mi lengua al cansancio, mientras las dos mujeres se enredaban en un beso de pasión, escuchándose solo pequeños gemidos de placer, mi esposa me separo de la función que realizaba y me puso un condón, solicitándole a Claudia se pusiera en cuatro, para que yo pudiera meterle mi verga en su máxima expresión, en esa jugosa y deliciosa vagina, mientras ella se colocaba de tal forma que Claudia pudiera pasar su lengua por la vagina de mi esposa, que estaba igual de rica y empapada que la de Claudia, me vine y me quiete el condón, colocando a mi esposa en la orilla de la cama boca arriba, y metiendo con fuerza mi verga dentro de su vagina, al tiempo que Claudia se habría de piernas sobre la cara de Sandra, para que esta se lo chupara, permitiéndome a mi besarla, al mismo tiempo que acariciaba sus tetas y me tiraba a mi mujer.

Fue maravillosa aquella noche, generando una complicidad de rumbas y sexo y empezando a maquinar como haríamos en un futuro, para involucrar también a Raul, quien no era tampoco indiferente a los atributos de mi esposa y esta le tenía ganas también.

cocha

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Categoria: Tríos
Fecha de Publicación: 2020-05-04 04:44:40
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