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Calentura en el Metro con un extraño

Hola a todos, la siguiente es una historia que quisiera se hiciera realidad.

Ese día me levanté caliente. Desde antes de abrir los ojos me pasé las manos por encima de los pechos, acariciando mis pezones sensibles hasta que se pusieron bien duros. Decidí levantarme y arreglarme pronto. Era hora de vivir mi fantasía.

Entré en la ducha y me enjaboné bien todo el cuerpo. mi cabello largo y castaño me tapaba casi hasta las nalgas. Dejé que el agua corriera por mi cuerpo, pasando por mis pechos, bajando por mi ombligo hasta mi vulva afeitada que dejaba entrever entre sus labios mi clítoris rosado. Me puse un vestido veraniego para los calores de Medellín (y de mi propia calentura). Como tengo los pechos pequeños decidí no llevar brasier, y para lo que iba a hacer tampoco necesitaba calzones. Total que salí de mi casa usando solo el vestido, un soplo de viento y quedaba desnuda en plena acera.

Caminé hacia la estación de metro donde habíamos acordado encontrarnos. Mientras le avisaba por mensaje que ya había salido, el corazón me latía muy fuerte, y a cada paso sentía la suave brisa subir por mi falda, dándome escalofríos deliciosos. Me dijo que estaría en el último vagón, vestido con una camiseta negra y blue jeans. Cuando le dije que llevaba yo, o mejor dicho lo que no llevaba, se puso muy contento. Pagué mi pasaje y me subí al tren. De inmediato lo vi sentado en los asientos del fondo, en la esquina. Era un chico como de 20 años, con la cara delicada y los ojos hambrientos de mi. Cruzamos nuestras miradas en reconocimiento, pero no nos dijimos nada más, siguiendo nuestro trato. Me senté en el asiento frente al suyo. Nos miramos intensamente hasta la siguiente estación, donde se bajó casi toda la gente del vagón. Al arrancar de nuevo el tren, hice mi primer movimiento.

Poniendo mi bolso sobre mi regazo, crucé lentamente mis piernas. Con despacio y procurando darle al muchacho la mejor vista. Sus ojos se abrieron como platos, y se removió en su asiento. Dejé entonces mis piernas abiertas, invitándolo a más. En la siguiente estación, se pasó para el asiento junto a mi. El tren estaba casi vacío, aunque había varias personas en la parte de las puertas del vagón. El muchacho sacó de su mochila una chaqueta grande de cuero y la puso sobre su regazo y el mio. Luego puso su mano sobre mi muslo y bajo la cubierta de su chaqueta comenzó a acariciar mi pierna. Lentamente subió su mano por la parte interna de mis muslos, levantando mi falda. Yo me acomodé un poco para darle espacio, y de paso poner mi mano en su entrepierna para sentir como crecía bajo el pantalón.

Sus dedos encontraron mi raja húmeda y caliente y la recorrieron lento de arriba a abajo, deteniéndose un momento en el clítoris hinchado. Mi respiración empezó a agitarse. Apreté mi mano sobre su paquete para indicarle que siguiera, mientras mantenía los ojos fijos en los demás pasajeros. Nadie nos miraba. Abrí un poco más las piernas y él introdujo en mí su dedo medio. Que delicia. comenzó a moverlo dentro y afuera, y en cada entrada la palma de su mano presionaba mi clítoris. Sentí como me calentaba aún más. Este chico que apenas conocía estaba masturbandome en un tren público. Frente a todas estas personas. Mis mejillas se pusieron coloradas y sentí mis jugos gotear entre mis piernas. Moví un poco la chaqueta para cubrirme mejor cuando un señor se sentó frente a nosotros. El hecho de que pudiera darse cuenta de lo que pasaba entre mis muslos me llenó de deseo. Con mi otra mano sentía el pantalón apretado moverse y estremecerse conmigo. Comencé a mover mi mano sobre la tela, siguiendo el contorno apretado de su verga gruesa hasta la punta. Al pobre chico le temblaron las piernas. 

Finalmente llegamos a nuestra estación. De milagro nos dimos cuenta y nos apresuramos a bajar. Así excitada como estaba, cada paso que daba frotaba con mi vulva mi clítoris expuesto y resbaloso por mis jugos. Era exquisito. Se notaba que a él también le costaba caminar. Salimos de la estación y caminamos un par de cuadras hasta llegar a la puerta del motel. Pagamos nuestra habitación y subimos.

Apenas cerré la puerta él me agarró por detrás, susurrandome al oido que lo traía loco. Mientras besaba mi cuello sus manos frenéticas acariciaban mis pechos. Su lengua me sacaba suspiros de placer. Me giré entre sus brazos para verlo de frente y le quité la camiseta mientras él se desabrochaba los pantalones. Detuve sus manos antes de que pudiera liberar su miembro y lo senté en la cama. Me arrodillé frente a él y terminé de bajarle los jeans. Al quitarle los boxers su verga saltó en mi cara, roja y dura como un mástil. Le dí un besito en el glande y él apretó las sábanas con sus manos. Cuando lo tomé en mi boca, dio un suspiro de placer y se dejó caer en la cama. Lo rodee todo con mi lengua y comencé a chupársela con vigor. Con mis manos acariciaba sus bolas y sus muslos, y a cada embestida dejaba que su verga chocara la parte de atrás de mi garganta. Adentro y afuera, adentro y afuera, seguí por un rato. Mi saliva chorreaba por sus bolas. Después de unos momentos, me hizo señas de que me subiera en la cama. Con gusto accedí, pero sin soltar su verga. Así, terminé sentada en su cara, con su lengua visitando los lugares que sus dedos ya habían conocido. Yo gemía de gusto con su miembro en mi boca, cada vez más caliente y mojada. Me detuve un momento para quitarme el vestido y sentí sus largas manos recorriendo mi espalda, mis caderas y mi culo. Me agarró de las nalgas y me empujó hasta que quede en cuatro sobre la cama. Se abalanzó entonces sobre mí, apretando su cuerpo contra el mío. Sus manos tomaron mis pechos y sus dedos apretaron mis pezones hasta ponerlos bien duros. Con su boca besaba mi nuca y mi cuello, y yo me retorcía de placer bajo su abrazo. Quería que me la metiera de una vez. Levanté mis caderas y las apreté contra su verga, se sentía dura y caliente. Mientras gemía y gemía subía y bajaba mis nalgas para frotar su pene. Pronto él comprendió lo que yo quería. Encontró mi entrada húmeda y caliente y lentamente metió su verga. Me agarró entonces de las caderas y comenzó a embestirme por detrás. Yo estaba disfrutando como nunca. Le decía que siguiera, que lo hiciera más rápido, más fuerte, que la quería toda dentro, toda entera dentro de mi. Él gemía también y aumentaba el ritmo. Extendió sus brazos sobre mi y agarro mis pechos, apretandolos mientras me follaba. Seguimos así hasta que sus gemidos y los míos se hicieron más y más fuertes. Me dijo que se venía, y yo me dejé llevar por el. Se vino dentro de mí con mucha fuerza, llenándome con su leche, y yo me vine con él en una ola de éxtasis que me dejó temblando varios minutos.

Nos quedamos así juntos un rato más, y luego me vestí de nuevo y me fuí. Mis viajes en metro no volverán a ser lo mismo.

vixie

Soy mujer heterosexual

visitas: 1787
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2020-06-11 00:13:07
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3 Comentarios

Qué rico que escribes. Se imagina uno cada palabra, cada sensación. No sé qué me gustaría más; hacer uno de tus relatos o convertirse en uno de ellos, no sé.

2020-06-23 01:39:50

Uuff q ricooo sería cumplir esa fantasía contigo

2020-06-16 00:09:56

Que buena imaginación, vívelo, es posible, hazlo en un carro de un desconocido, déjate llevar, lo disfrutaras al maximo

2020-06-12 03:42:44