Y allí estaba de nuevo, anciosa y exitada, por mi mente pasaban muchos pensamientos y el recuerdo de la primera cita era algo que no podía sacar de mi cabeza, esta vez iba por todo, con la libido elevada. 

Allí estábamos los tres, ella tan sensual con sus senos redondos y perfectos, con su vientre plano y piel blanca y él. con su piel morena, acuerpado y guapo con esa sonrisa pícara y esos ojos que hablan por si solos, que bueno fue escuchar ese llamado al placer a sensaciones nuevas a sexo sin inhibición.

Finalmente después de un breve saludo ya estábamos allí. Charlando y con una bebida fría en la mano, cruzando miradas y diciendo con gestos lo que la boca no hablaba, de repente sin darme cuenta ya habíamos pasado a un segundo nivel, nuestros cuerpos desnudos pedían a gritos besos y caricias. 

Antes de continuar con este afortunado evento hablamos de lo que nos gustaba y lo que no, todo estaba claro y por mi mente pasaban muchas cosas por hacer y que pudieran reemplazar lo que no debía pero quería, yo en cambio estaba abierta a lo que viniera, así que sin mas, empezaron las caricias, los besos en el cuello, yo estaba fascinada con sus hermosos senos así que no dude en tocarlos suavemente con las yemas de mis dedos y luego pasar mi lengua por sus pezones mientras ellos me sugetaban en medio de sus cuerpos y apretaban mis caderas firmemente como queriendo arrancarlas. 

Cambiaba la intensidad en besos y caricias hasta sumergirnos en nuestros más infernales deseos. 

Besos, manos, muslos, caderas, lenguas iban y venían en mi cuerpo sin limitación, fue tanta la intensidad de ese momento que olvidé lo que hasta hace unas semanas no me gustaba, mi sobrepeso, mis estrías, mi piel flacida pasaron desapercibidos y se convirtieron en un lienzo de deseos donde todos querían pintar, me sentía inmortal, como una diosa, deseada no solo por estos esculturales anfitriones sino por todos aquellos hombres y mujeres que rodeaban nuestro espacio, que se tocaban y besaban en nuestro honor, que morían por participar en tan dichoso encuentro mientras transpirabamos lujuria en todos los espacios.

A pesar que jamás hubo penetracion me di cuenta que todo era más que suficiente, tal vez después habría tiempo para el desquite.