El jefe de recursos humanos se llama Andrés, es hijo de los dueños de una de las empresas que asesoro. Ésta empresa es familiar y relativamente pequeña, y varios de los cargos fuimos asignados para trabajar desde casa. En realidad, yo siempre he realizado casi todo mi trabajo desde casa y mi puesto solo lo ocupaba al ir entre cuatro y ocho horas semanales a esa empresa. A él lo encargaron de verificar que las condiciones de trabajo de todo el equipo, para que desarrollarlo desde la casa fueran condiciones sino optimas al menos aceptables: los equipos, la conectividad, etc.

El encargado de ese departamento podría describirse como un poco alto, joven, muy diligente, atento, etc. Sin embargo, cuando trabajaba en las instalaciones diría que nunca le presté atención, o mejor, que nunca hubo atracción. Pero en la primera visita si me entrevistó sobrecosas básicas, como con quienes vivía y en qué lugar de la casa pensaba que era el óptimo para instalar el equipo. Le explique que mi compañero y yo vivíamos solos, que el equipo de la oficina podía estar al lado del pc doméstico, esto era en la habitación que usábamos de estudio.

Esa misma semana, -el miércoles al iniciar la tarde entre dos y dos y media-, volvió con el técnico, un pc portátil, un teléfono celular, varias vainas, y aunque yo lo notaba más serio y abstraído, él se ocupó de lo suyo. Al rato preguntó por la ubicación del router, y yo lo lleve a la habitación principal. Siendo ya las tres y media, el técnico se fue y Andrés me pregunto qué posibilidad habría de esperar aquí en mi casa hasta las cuatro y media, para ir a las cinco a la siguiente cita. No contaba con el técnico terminara relativamente rápido.

Obviamente asentí, y le pedí que esperara aquí para no ponerlo a esperar por ahí, pero lo cierto es que me sentí un poco incomoda porque realmente había hablado muy poco con él, y no sabía si ponerme a trabajar, si acompañarlo, que ofrecerle. Él se salió al balcón, hizo lo que pensé eran un par de llamadas y yo me puse a trabajar. Pasaron apenas un par de minutos, y lo sentí que entro. Yo seguí en mis asuntos, aunque tenía curiosidad de que hacía, por lo que fui a echarle una mirada, y a pedirle que estuviera cómodo.

Al acercarme no pude dejar de notar que estaba sentado en el sofá, de espaldas a mí, mirando su celular, el cual sostenía con la mano izquierda y que tenía la derecha sobre la pretina de su pantalón –en lo que parecía ser masturbándose por encima de su pantalón-. Y si, se le notaba erecto. El no me había apercibido por lo que intente ver que reproducía en su celular. No pude contener la sonrisa cuando vi que se trataba de pornografía. Al parecer más que sonreír, reí, porque en eso el me sintió y de un salto quedó de pie y empezó a disculparse: es un video con mi novia, es que es esto es aquello, etc.

Le pedí que se quedara tranquilo que estaba en su casa y me fui para el estudio, obviamente yo aún me encontraba apenada de que pensara que lo estaba espiando. Sin procesar aun todo, pude sentir que él se vino detrás de mí, y la tensión sexual se sentía en el aire. Yo me senté en el escritorio y él se inclinó de lado, sin decir nada me robo un beso que instintivamente le devolví. Sus manos empezaron a recorrer lentamente mi cuerpo, y el beso se prolongó bastante.

Por reflejo miré el reloj de la pared, no eran las cuatro aun y Andrés me tenía completamente sin ropa. Él aun vestido, no paraba de besarme y de recorrer mi cuerpo con sus manos; intentaba con pasos cortos dirigirme a la habitación principal, estábamos llegando, cuando le sonó el teléfono celular. Era su novia, se sobre entendía por el saludo; quedé de piedra, y quite de un sobre salto mi mano de su erección. Con la mano desocupada empezó a quitarse el pantalón, que no llegó ni a la mitad de sus muslos. Se sentó y ante sus señas, y yo le ayude.

Andrés intentaba hablar con normalidad con su novia mientras yo empecé por disfrutar de su pene con mi boca. Me percaté de que la conversación se extendió porque él la persuadía de correr el compromiso hasta las cinco y media o seis. Al colgar después de una conversación alargada, yo no solo lo tenía desnudo, sino que ya me estaba dentro de mí, en misionero. Se sentía delicioso. Pasó casi la hora, el reloj estaba dando las cinco, cuando me preguntó a qué horas llegaba Luis, mi compañero. Yo estaba sobre el en ese momento y le explique que normalmente a entre seis y seis y media, pero que siempre llamaba por si hacía falta algo para la comida o en general para la casa.

Aproveche la pregunta para descansar un poco y fumarme un cigarro. Él se prendió uno de mis cigarros a pesar de no ser fumador. Después de eso lo seguimos haciendo hasta que su celular estaba por quemarse con las llamadas que le entraban. El llego al menos dos veces, yo tres (fue especialmente estimulante cuando me puso los pies en los hombros). En mis sabanas quedaron los rastros de su semen.

Andrés partió a aproximadamente a las seis y diez para el compromiso con la novia, y era claro que no sería una noche fácil. No quiso ducharse antes de vestirse. Luis llego a las seis y media, y en efecto llamó cuando Andrés se despedía. No sé él si se percató.

Durante los meses de abril, mayo, y junio, Andrés y yo hicimos el amor un promedio de mínimo dos veces por semana, a veces cuatro. También puede decirse que las buenas relaciones con recursos humanos permitieron aumentar la eficiencia de las asesorías, aunque fueron meses laboralmente demasiado lentos.

Durante julio, Andrés vino casi a diario por mi casa, a veces dos horas, a veces toda la mañana, a veces toda la tarde. siempre hubo algún pretexto además del sexo, y a su vez el sexo se volvió un pretexto para estar juntos. Almorzamos o desayunamos juntos, Diría que nos volvimos novios en la actualidad, aunque Luis no lo sepa. Ayudó mucho el que yo viviera cerca de la oficina central.

Lo único complejo ha sido explicarle a Luis porque tengo trabajo represado, a veces en horas de la noche, si no encaja con la queja del trabajo reducido y lento.