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La hermana de mi esposa

Desperté con un sobresalto. Creí haber sentido que me tocaban mi pene. Pero no podía ser. No podía ceer que Marcela se atreviera a mandarme la mano. Después de todo ella es la hermana de mi esposa!. Pensé que era algo que había soñado, mientras dormitaba en el interminable viaje nocturno en bus que hacíamos ella y yo hasta Bogotá. Fue después de varias horas de viaje, que estaba dormido, cuando creí sentir que me tocaban. Pero no era una falsa sensación!. Ahi estaba de nuevo su mano! Me la colocó suavemente sobre mi paquete. Ella aparentemente estaba dormida, recostada sobre mi. Estaría realmente dormida? Sería un movimiento involuntario? O estaría ella iniciando un acercamiento sexual?

Tres semanas atrás mi esposa había recibido un llamado de su mamá para avisarle del grave estado de salud de su papá. Sus padres viven en Bogotá. Entonces decidimos que ella se fuera para Bogotá para ayudar con el cuidado del señor que estaba hospitalizado. Pero el señor se agravó y murió. Por lo cual yo decidí viajar a Bogotá. Marcela, una mujer separada con un cuerpo bien cuidado, de unos treinta y tantos años, es la hermana menor de mi esposa y también vive en Medellín como nosotros. Me pidió que la llevara a Bogotá conmigo. Obviamente acepté y nos embarcamos en un largo viaje nocturno, en un bus que si bien era moderno y cómodo, no iguala de ningún modo la comodidad de una cama para conciliar el sueño. Nos acomodamos en sillas contiguas. Las primeras horas conversamos un rato, sobre su papá recien fallecido, y sobre otros temas intrascendentes. No pasó nada que presagiara algún acontecimiento de tipo sexual. Después nos fuimos quedando dormidos. Primero ella y luego yo. Pero no era un sueño profundo. Me despertaba muchas veces extrañando mi cama. En una de esas ocasiones me percaté que ella se había recostado su cabeza en mi hombro. No le di importancia y pasé mi mano por su espalda para lograr que estuviera mas cómoda. Seguí durmiendo hasta que paso lo de su mano en mi pene. 

Después del sobresalto inicial, me fuí convenciendo que realmente ella estaba dormida. Su mano la colocó allí aparentemente por un movimiento involuntario. Y aunque su mano estaba sobre mi pene, no lo apretaba. Solo la tenía descansando allí. Pero aún asi, eso tuvo efectos en mí. Muy a mi pesar, me fué creciendo una erección incontenible, alimentada por las semanas de continencia sexual por la ausencia de mi esposa. No sabía que hacer. Si la despertaba se iba a dar cuenta de donde estaba su mano y de mi erección, No quería pasar por esa vergûenza. Miré hacia los lados y todos los otros pasajeros se veían durmiendo profundos. Esperé un rato para ver si ella se movía en su sueño. O si al menos a mi me pasaba la erección. Pero nada. No pasaba ninguna de las dos cosas. De repente el bus pasó por un hueco que lo hizo moverse bruscamente, y allí ella se despertó. Primero abrió sus ojos. Levantó la cabeza de mi hombro, luego su mano se cerró un poco apretando mi pene, pero en cuanto ella se percató de lo que estaba haciendo, retiró rápidamente su mano, se enderezó en la silla y me dijo:

-Lo siento! -

Nos quedamos un rato callados, pensando en lo que ocurrió, hasta que ella nuevamente me susurró, para no despertar a los demás ocupantes del bus:

-De verdad que siento lo que hice, no fué a propósito-

-No te preocupes- dije

-Pero me di cuenta que estabas como animado- dijo ella riendo

-Si, que pena. Es que llevo varias semanas de vigilia- dije yo riendo también

Pués si quieres te ayudo con eso- dijo riendo de nuevo

Yo creí que lo decía como una charla, así que contesté también en forma de charla:

-Listo, y así me pagas el pasaje!-

Pués resulta que para ella no era una charla. Entonces se recostó nuevamente sobre mi hombro, tomó una manta que tenía como especie de cobija y con ella cubrió toda la parte de abajo de mi cuerpo, y, bajo la manta, puso de nuevo su mano en mi pene. Lo palpó, lo acarició hasta sentir que crecía de nuevo. 

-Vaya que estás necesitado- murmuró ella

Yo solo atiné a recostarme tratando de relajarme. Cerré mis ojos y me concentré en la sensación que me producía esa mano. Buscó y abrió el cierre de mi pantalón. Yo le ayudé a abrir del todo mi pantalón y a liberar mi pene. Ella lo acarició suavemente. Primero me agarró el glande con la punta de sus dedos y lo masajeó con suavidad. Después bajo su mano y acarició toda la extensión de mi pene y mis testículos e inició la masturbación. La sensación era indescriptible. El estar haciendo algo prohibido, con una persona prohibida, y en un lugar prohibido, producían un morbo y un deleite sin igual en mi. Después de un rato ella paró su accionar con la mano. Yo la miré. Vi que ella dió un vistazo a su alrededor para ver que todo estaba tranquilo, y después en forma decidida se agachó, levantó la manta y metió su cabeza bajo la manta. Procedió entonces a hacerme una mamada con todas las de la ley. Era fantástica. Tenía mucha habilidad. Su boca y su lengua parecían diseñadas para proporcionar placer. Llegué procurando no hacer ruido. Ella se tragó toda mi descarga. Siguió chupando y lamiendo por unos instantes más. Después me ayudó a organizar mi ropa y por último guardó la manta.

Muchas gracias- solo atiné a decir yo

Era lo menos que podía hacer por ti- contestó ella- además, te confieso que hace días venía deseando hacer algo asi contigo. Solo espero que no sea la última vez.

No lo será- le contesté

El resto del viaje lo hicimos en silencio. Pensé mucho lo que acababa de ocurrir, y en lo que venía una vez llegáramos a Bogotá. Me quedó claro que todo fue planeado por ella. 

Jot

Soy hombre heterosexual

visitas: 1566
Categoria: Hetero: General
Fecha de Publicación: 2020-11-27 13:10:01
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2 Comentarios

Ella fue la que se lo mando a usted, esas mujeres tambien quieren pene

2021-04-22 16:51:06

Rico yo también hecho algo parecido y es delicioso sentir la adrenalina

2020-11-27 15:13:50