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La Vecina

Es una de esas historias que no pasa muy seguido en la vida, pero que cuando pasa usualmente te marca.

Mi nombre no importa, solo diré que tengo 37 años, soy casado e Ingeniero de profesión.

Hace algunos meses la oficina de frente quedó desocupada y debido a la pandemia ya había perdido la esperanza de ver llegar nuevos vecinos. Tal fue mi sorpresa que hace casi dos meses al llegar en la mañana a trabajar vi que estaban haciendo mudanza a la dichosa oficina, entre los nuevos inquilinos pude distinguir a una mujer que llamó mi atención inmediatamente.

Cabello negro, carita de ratona, muy joven, unos 23 años, bajita pero hay que decirlo, hermosa y culoncita, mi primera reacción fue saludar a los nuevos vecinos, quienes de forma muy amable contestaron mi saludo.

Los días fueron pasando y cada vez que llegaba a trabajar no podía evitar voltear a mirar para saludar a la vecinita, sin darme cuenta me tenía cautivado, me encantaba su voz, su acento, su sonrisa de ratona pero tampoco le demostraba tanto, ustedes saben como es.

Un día no aguanté más y decidí llevarle una chocolatina, le dije que era el postre, que se acordara de mí mientras se lo comía, sé que quizás fue un poco cursi pero qué más da, me gustaba y era mejor que lo supiera de una vez.

Un día llegué temprano para aprovechar y limpiar un poco la oficina porque habíamos tomado unas cervezas la noche anterior ahi y como imaginarán la oficina estaba oliendo a todo menos a bueno. Cruzamos algunas palabras con la vecina, se reía y me decía que después de terminar pasara a su oficina a asearla también y ahí está, la pregunta del millón. ¿Tú eres casado?

Contesté sin dudarlo, Si, casado y con hijos ya a esta edad y en mi situación lo mejor es ser franco y hablar con la verdad.

Pude ver su expresión, se sorprendió un poco y lo lanzó

- Y quien lo ve tan coqueto.

- Pero que puedo hacer vecina, si me trae loquito desde que la vi.

Algunas risas se cruzaron le pedí el teléfono, me lo dio y dejamos la conversación ahí.

Durante la mañana hablamos un poco por chat, la verdad y hay que confesarlo se me da un poco mejor lo de escribir que el hablar, debe ser porque aún soy tímido y es enserio.

Cuando ya era medio día y tanto ella como yo estábamos solos en nuestras oficinas le dije que si quería venir un rato para charlar y me dijo que sí.

Una palabra que cambiaría significativamente mi vida.

Abrí la puerta y ella entró, le ofrecí una silla, se sentó y yo me senté en otra silla junto a ella.

Hablábamos pero yo no podía dejar de verla, no podía disimular que me encantaba, sin que se diera cuenta trataba de percibir el aroma de su cabello, de su piel, su sonrisa me tenía cautivado.

Pues ya, que más da, no podía aguantar más, me acerqué y la besé.

Me correspondió al beso, yo estaba encantado, ella era muy bonita y hace días soñaba con eso.

Seguimos hablando, riéndonos y besándonos hasta que lo sentimos, los besos fueron más rápidos, más apasionados, yo no podía parar, la besaba en los labios, le besaba el cuello, le besaba los brazos, ella empezó a respirar muy agitada mientras yo le pasaba la lengua por todo el cuello, por su oreja y bajaba suavemente a su pecho.

Sin darme cuenta ya estaba besándole esos deliciosos pezones, los lamia, los mordía y miraba su cara de excitación, no pudo aguantar más y se sentó sobre mis piernas, mientras la besaba y lamia sus pezones ella se movía sobre mi verga que ya estaba a punto de estallar, le dije me tienes mal y acto seguido abrí mi cierre y dejé mi verga al descubierto.

Ella la tomó en su mano, la masajeó y se arrodilló.

Pocas veces he sentido una chupada tan rica como la de ese día, la introducía toda en su boca, la lamia de una forma angelical, aunque sé que no es la palabra más adecuada para usar en este caso.

Me pasaba la lengua suavemente por la cabeza, me lamia desde abajo hasta arriba, y yo ya casi a punto de estallar.

Me levanté de la silla, la voltee y la puse contra el escritorio, bajé el cierre de su pantalón y con el mismo movimiento bajé pantalón, lycra y panty (Si la verdad la excitación me ganaba), la costé boca abajo contra el escritorio y la penetré, la penetré hasta el fondo, le daba duro y cada vez con un poco más de fuerza, después la puse de frente y la acosté en el escritorio, pude apreciar ahora sí frente a mi ese gallito hermoso, rosadito y con un lunarcito a su lado, lo besé, lo lamí, lo escupí y solo podía ver su cara de placer.

Me levanté y puse mi verga en esa vagina ya mojadita, la penetraba cada vez más rápido y con más fuerza, mientras tanto le hablaba, le decía cosas sucias, le decía que si eso era lo que quería, que el vecino se la curiara rico y ella me contestaba que sí, que eso quería, le jalaba el cabello, le daba cachetadas y a ella le encantaba, fue como estar con tu complemento, con alguien a quien le gustaban las mismas cosas y yo que no paraba de darle.

Ella me pedía más y me gritaba que muy rico y yo seguía diciéndole cosas sucias, ambos creemos que los vecinos del edificio que pasaban por la oficina nos escucharon pero no importaba, en ese momento solo importábamos los dos y esas ganas que teníamos.

Después me senté nuevamente en la silla y ella sobre mí, era delicioso ver como movía ese culo así de rico mientras yo me contenía para no darle toda mi leche, pelea que perdí porque ya sea porque no aguantaba más o porque ya eran las dos de la tarde y no tardaban en llegar sus jefes me vine muy rico dentro de ella.

Desde ese día tenemos una relación y nos vemos varias veces por semana para ir a comernos vivos de pasión, pero esos relatos ya vendrán más adelante.

odiseo1283

Somos pareja swinger

visitas: 1612
Categoria: Hetero: Infidelidad
Fecha de Publicación: 2020-12-17 21:03:22
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1 Comentario

Qué rico relato... Felicidades

2021-01-08 00:35:50