Parte 3
Ay un abismo muy grande entre el pensar y el hacer. A mí no me gusta, el gay femenino. Me llama la atención el modelo masculino de hombre. Siempre busco mujeres, es fácil, no tiene pierde. Y por eso nunca pensé como decirle algo a otro hombre; algo de morbo. Me tendrían que decir ellos a mí, que me lo quieren mamar, por ejemplo. Pero claro, la otra persona está pensando lo mismo que yo. Por eso nunca iba a pasar nada y yo lo sabía.
Mientras estoy en una carrera siempre me pregunto cuando eso va a pasar, pero como he contado en otros relatos, pues cuando me lo dicen no me gusta el que me lo dice, entonces los ignoro.
No todo el mundo tiene ese gusto, eso no es algo adquirido, y simplemente eso se deja de lado, implica varias cosas y de la mayoría uno no está atento. Se necesita como ese bocado previo.
Siendo muy joven, tuve un toqueteo con un primo casi seis o siete años mayor que yo. En ese entonces no tenía un solo vello en el pene, y él con la entrepierna ya poblada, me sentaba en la entrepierna y me restregaba el pene contra la sudadera. Casi indiferente, curioso, me dejaba llevar por ese cosquilleo, por el olor de la ropa, por el miedo a que nos vieran, y mal o bien, yo lo esperaba, me aseguraba de tener una ropa suave y ahí me sentaba mientras me restregaba la verga dura hasta verlo chorreando semen sin saber siquiera que era lo que le salía. Pero sintiendo ese placer y el hormigueo entre el culo.
Lo primero que entendí con eso, es que otro hombre no se sentía mal, lo segundo es que lo podía disfrutar y lo tercero es que en algún punto de mi vida iba a querer más.
*
Estába bebiendo en el centro, en la barra, con unos conocidos con los que voy allá. Estaba tomando mucho, mirando a una que otra y oyendo a una ofrecida y a la siguiente y a la otra.
Ya tarde, se fueron yendo de a uno y me quedé con uno de los compañeros, se llama Faber. Me dijo, en su acento costeño:
-Vamos y nos comemos a estas dos hembritas entre los dos-
Me gustó la idea.
Ya en la habitación, después de haber pasado lo maluco que es entrar.
Faber les dijo que se desnudaran. Seguíamos bebiendo. Y ya yo muy tomado, saqué mi reserva y esnifé.
Apenas la abrí y ya tenía a una encima pidiéndome y que tremenda aspiradora. Luego la otra se unió y parecía la hora de llegada.
Faber es un costeño futbolero, un guache cansado del sol y el turista. Con su barriga grande el pecho ancho, una cara cuadrada y la típica figura del cartagenero trigueño de cabello oscuro. Mide 1.75 o algo así, tiene esposa, hijos, y estaba ahí tirado en la cama con una mujer hablándole bobadas mientras se le trepaba encima.
Yo nunca había hecho algo ni parecido, estaba muy incómodo, no sabía que hacer y me quedé en una silla en la esquina hablando con esa diabla.
-Papi a mi me gusta lo que quiera lo importante es que pase rico, es una horita, para que la disfrute mi amor- era una mujer común, con la cara maquillada y un ligero olor a cigarrillo, unos senos grandes se le desparramaban por el pecho donde comenzaba una cintura grande y las caderas rellenas, bordeándole la vagina abultada.
Faber se fue al baño con la otra muchacha, se encerraron adentro entre risas y la que se quedó conmigo se arrodilló y me comenzó a bajar el pantalón.
La tenía muerta, ojalá a esa diabla, pero no, igual le dije: -hágale-.
Yo oía la ducha en el baño. Después de mucho rato medio se me paró.
Yo estaba ya algo anestesiado. Pero igual me estaba excitado pensaba en lo que estaba haciendo Faber adentro.
Cuando salga lo voy a ver como se come esa vieja. Será que sale y se la come acá en frente mío, esperaba.Le quería ver la verga. Cómo la tendría. Me recordaba haberle visto el borde de la marca de la ropa interior.
Ese “man” también tenía un culo ancho de medio gordo. Se le veían las piernas gruesas y no tenía casi vellos. Sólo un poco de barba.
-Quítese eso- me dijo la diabla, señalando el pantalón y los zapatos en el piso.
Me paré y me los estaba quitando cuando siguió: -Que culo tan rico, jummm, yo quiero un culo así-
Me pareció raro. No le presté atención. Me comenzó a acariciar los glúteos y yo la miraba mientras le pasaba la mano por los senos bajando hasta sentirle los labios de la vagina y meterle el dedo rápido.
-ay que rico, papi, acaríciemela así, que rico-
Ella me tocaba las nalgas, y fue metiendo su dedo entre mis glúteos, no la paré, pero cuando me di cuenta sentía las uñas entre mi raja y su dedo en mi ano. No me molestó. Y así seguimos un rato.
Yo escuchaba que en el baño estaban hablando oía que estaban penetrando a la otra y eso me excitaba, Faber hablaba duro, ronco, y daba órdenes. Hasta que luego sólo escuché la ducha.
-venga yo le chupo el culo- me dijo, que demonia, pensé.
Nunca me lo habían hecho, pero quería probar y para eso estaba pagando por esa cualquiera. Me voltee y ella como pudo se acomodó atrás e inició. Se sintió normal, ella lo hacia con calma pasando la lengua un rato cuando en ese momento se abrió la puerta.
Paramos al instante, y en un alegato con el acento muy marcado Faber hablaba duro, casi gritando muerto de rabia; echaba a la mujer. Le había tratado de sacar plata de la billetera y la había visto. El infierno, el caos. Págueme, perra, y entonces, oigan a este, oigan a esta; se decían. Faber en toalla alegaba cuadraron que se fueran. Yo busqué mi bóxer como pude entre el pantalón y me los coloqué.
-Papi mejor me voy, igual pues ya pasó la horita, - ¿cómo quedamos? - Le di la plata y se fueron.
Faber estaba en toalla, tenía 37 años. Medio maduro y bronceado, le vi el borde de donde la pantaloneta lo había separado del sol bajo la marca que el pantalón le hacía en la barriga, la verga marcándose por encima, dura, gruesa, muy templada y él furioso. Me dijo que había pasado; la vio por la cabina. Lo demás, ellas vistiéndose rápido, alegando y yéndose.
Estaba todavía mojado y entonces se quitó la toalla, en frente mío y comenzó a secarse mientras hablaba rápido golpeando cada palabra. Tenía una verga gruesa, muy gruesa, como de 18 centímetros, morena, y unos testículos muy grandes colgando bastante abajo, largos. Algunas venas se le veían grandes y la verga se le tensaba al hablar y se le movía.
-Mire como me dejó esa ********- alegó y se señaló. -Me tomé una pastilla y ahora que hago con este ********** ******, llamamos otras, o ¿qué?
-No yo tengo mucho sueño, y estoy muy borracho- no se me iba a parar.
-¿ah entonces?, le pido un taxi o que-
-si, espere que estoy muy borracho-
Me acosté en la cama boca abajo en boxer. Llevaba como diez minutos ya y estaba a punto de dormirme o de levantarme para irme, cuando sentí una mano en la espalda. No me quería levantar y sabía que me quería parar para irnos. Así que hice como si no sintiera.
Me volvió a empujar con más fuerza otras dos veces y luego paró. Dijo mi nombre, pero más pereza me dio así que me quedé ahí.
Un momento después sentí una mano en mi culo, me apretaba suave, y se movía torpe. Me sorprendí, respiré y esperé. Siguieron acariciándome y apretándome y no sabía que hacer. Me pasó los dedos entre el perineo, la niés, y yo quería que siguiera. Me acarició los testículos y el pene, agradecí que lo tenía moribundo, pero igual se sentía muy bien, y muy rico, no quería que parara…, pero paró.
Entonces discretamente me bajó la ropa interior y colocó los dedos entre mi culo, y lo mejor sería cuando lo sentí respirando duro y cerca de mis glúteos. Le sentí la barba raspando entre mis muslos lamiéndome, el vello del bigote creciendo bordeándole los labios y luego sentí como se le abría la boca y sacaba la lengua y me relamía. Al principio me pasaba la lengua me besaba y chupaba, por eso le llaman beso negro y así se hace, pensé.
Agarró las manos y con fuerza me separó los glúteos, me abrió grande y entonces con ganas, resoplando, me metía la lengua, se saboreaba y suspiraba rápido.
Movía la cabeza de un lado a otro y salivaba mucho tratando de hacer que la saliva se me deslizara dentro del culo.
Yo estaba estático, ido y presente. Me agitaba esa lengua grande y gruesa, pero más la sensación de la barba raspando el borde de mi ano. Eso no tenía comparación con lo que me había hecho esa otra. Me enterraba la lengua y salivaba y entonces frenó.
Me dió tiempo de sentir mi corazón a mil, ese ligero acalambramiento que le baja a uno cuando le tocan la pelvis. La sensación de lujuria que años atrás sentía entre el solar en mi niñes y la ropa de mi juventud, ese ojor entre a hojas y yerbas, ahora me dilataba el culo y hacía que me goteara el glande.
Había una sensación más, la clave de que escriba esto y el punto principal de haber llegado a este día, y es lo mucho que yo quería hacer lo mismo. Lo mucho que yo quería abrirle el culo a ese Chamo, lo mucho que yo lo reparaba y todo lo que me imaginaba. Verlo en boxer con la raya del culo dibujada por la tela, me imaginaba ese olor que había quedado en la pantaloneta, esa sensación del sudor de un hombre con esa verga dura y gruesa y abrirle ese culo para meterle la lengua. Yo quería, sentirselo... quería verle la espalda mientras le mamaba el ano, y quería hundirmele entre el medio de los glúteos y que se me sentara en la cara y se me tragara la verga ahogado al ritmo que yo me lo iba comiendo. Yo ya añoraba hundírsela.
Que Faber parara, fue un total descanso para mí, la razón, a pesar de todo pronóstico se me estaba parando porque estaba fantaseando con muchas otras cosas. Estaba lubricando sentía como si estuviera a punto de orinar, pero no. Iba a esperar a ver que hacía, si se iba o que pasaba, pero entonces sentí las rodillas apoyándose en la cama y entendí que me la iba a meter.
No sabía que hacer, si me despertaba le iba a mostrar que me había dado cuenta así que esperé. Si algo me hacía el que me despertó.
Se acomodó, se apoyó como pudo y respiraba hondo y rápido, extremadamente agitado y me colocó la cabeza del pene entre las nalgas. Se acomodaba con una mano y me buscaba el culo con la otra. Se trataba de acomodar de nuevo y empujaba. Estaba muy agitado y arrecho. Yo sentía el agujero húmedo y la saliva chorreando pero me quedé quieto. No había logrado nada, pero me gustaba. Me daba mucho morbo. Y era un placer distinto.
Al final, Acomodó la verga y yo sentí esa forma gruesa invadirme y expandirme el culo. Empujó y me hizo sentír como si me trataran de abrir pero apenas me había bordeado. Yo sentí todo el grosor de ese tarro como si me hubiese sentado en una lata de cerveza. Cuando empujó de nuevo me dolió demasiado y al mismo tiempo quería que eso se me hundiera en el cuerpo y que mi ano se abriera entorno de ese tronco. Aún así me dolió, medio me moví y se levantó de inmediato.
Esperé un rato antes de volver a sentirle la mano en la espalda, me empujó y acto seguido estaba trepado de nuevo. Yo estaba totalmente boca abajo con los bóxer caídos, apenas respirando cuando lo sentí de nuevo punteándome. Apoyaba su estómago contra mí. Afanado se restregaba contra mi cuerpo, yo le sentía perfectamente el grueso separándome, casi dividiéndome, me hundió el glande y se le salía por el diametro que tenía. Y otra vez la punta y no entraba. Estaba muy agitado, el prepucio se le movía grande y también muy grueso, me la hundió un poco, se restregaba, subiá y bajaba, se masturbaba y volvía a hundímela. En medio de eso sentí como se botaba sobre mí, entre mi culo. Sentí como le palpitaba la verga y a este parcero agitado encima mío, oía como forzaba unos sonidos de placer. Se vino sin más, me chorreó todo el culo con ese líquido espeso y caliente.
Esperé un rato, otro más, y luego la lengua de ese man entre mis nalgas limpiándome. Se lamía, era como un perro, era lo que es, sepulcrado en la idea de que nadie sabría nunca. Así que tragaba, una y otra vez. Me dejó impecable, me pasó una toalla se vistió y salió a toda.
Me quedé ahí con tres sensaciones; la de mi culo ensanchado, la de mi boxer empapado y la de mi boca seca.
*
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