Esta historia ocurrió hace ya un tiempo con una exnovia que tuve, la ibavisitar y me quedaba en ocasiones hasta muy tarde en su casa (cuando no amanecía con ella) en la casa vivían su mamá con su padrastro (quien siempre trabajaba en turno toda la noche) y en la otra habitación dormía mi cuñado con su mujer. La casa era de dos pisos, las habitaciones estaban en el segundo y solía quedarme con mi novia a veces hasta muy muy tarde en la sala cuando todos subían a sus cuartos para aprovechar la oscuridad y hacer nuestras cosas, pero en ocasiones mi concuñada, una mujer blanca, piernona y sobre todo muy sensual y coqueta de 1.70cm de estatura aproximadamente con un cabello negro largo ondulado que le llegaba a las caderas, bajaba a la cocina por algo de tomar, en ocasiones con unos camisones que le quedaban demasiado cortos y en otras la veía con esas pijamas de dos piezas que son un short bastante ajustado y una blusita que dejaba ver todo su abdomen blanco adornado con un ombliguito muy sexy, en más de una oportunidad la ubicación del sofá (a un lado de las escaleras) donde me sentaba con mi novia me permitía echar un vistazo a su cuerpo, sus piernas y un poco más al subir cada uno de los escalones de regreso a su cuarto sobre todo cuando iba en uno de sus camisones cortos que la hacían ver tan deseable.

Mi relación con mi concuñada era de una amistad muy cercana, una de muchas sonrisas y de miradas que se encontraban con frecuencia en diferentes situación, de abrazos muy calurosos que yo sabía disfrutar mucho al sentir como apretábamos nuestras cuerpos, sobre todo en situaciones como cuando bailábamos en algún evento familiar y la melodía o el ritmo de la canción invitaban a mover los cuerpos como frotándonos el uno contra el otro y de besos de saludo o de despedidas que aunque eran en las mejillas, se sentían deliciosos y dejaban esa sensación que seguramente alguno de los que me leen ha tenido con esos besos que te dejan pensando en si querían significar algo más.

Para el diciembre de esa época mis suegros se fueron de vacaciones donde unos familiares que viven en otra ciudad, hecho que aproveché para quedarme y pasar las noches enteras disfrutando de los placeres del amor con mi novia aunque también en ocasiones podía oír en la habitación de al lado los ricos gemidos de mi concuñada, a menudo ambas parejas nos hacíamos bromas mutuas sobre las cosas que pasaban al cerrar las puertas de los cuartos o al ver a la otra pareja salir juntos del baño, durante esas bromas se hacía cada vez más habitual que entre mi concuñada y yo nos miráramos y nos sonriéramos con cierta complicidad, aparte de eso sentía que cada vez había más confianza con mi concuñada, cada vez llegábamos un poco más lejos con los comentarios que nos hacíamos el uno al otro sobre nuestras intimidades sexuales, pero en lo que íbamos llegando cada vez más lejos era en las agarradas y pellizcos que nos dábamos el uno al otro en el abdomen que después se fueron transformando en apretadas que nos dábamos en la cintura sobre todo cuando llegaba uno a la cocina y sorprendía al otro por la espalda a veces yo a ella o ella a mí.

Una mañana me desperté temprano como siempre y fui la cocina para hacer café pero me llevé una muy agradable sorpresa al encontrar a mi concuñada en la cocina de espaldas a mí con un diminuto cachetero negro que le dejaba descubierta una buena parte de sus preciosas nalgas, yo como todas las mañanas bajé en bóxer y al ella sentir mis pasos solo volteó su mirada a mí y me dijo un “Hola” casi como susurrándolo, note que su mirada bajó un momento para notar que estaba en ropa interior e hizo como si fuese normal para ella verme así, me acerqué para darle el beso de buenos días y al hacerlo acaricie toda la parte que tenía desnuda de su cintura con mi mano hasta rodearla y darle un beso que procuré hacerlo lo más sensualmente posible, ella también con su mano la puso en mi cintura y mientras me decía lo que cocinaba sentí como sus dedos frotaba tímidamente mi piel cerca al elástico de mi bóxer, pude notar que ella tenía un top blanco el cual me permitía adivinar claramente sus pezones, le dije que se veía delicioso como refiriéndome al desayuno pero ella me miro y noto que le veía los pezones y me dijo de forma muy sensual y coqueta algo como “a que te refieres con delicioso, al desayuno o a algo más?” Y le contesté que todo, hasta el cómo le queda ese cachetero, decidí bajar mi mano de su cintura donde aún la tenía hasta llegar con la yema de mis dedos a la parte baja de su cachetero para frotar suavemente la parte descubierta de sus nalgas mientras le dije “me encanta mucho como se te ve esta parte de aquí”. Nos quedamos mirando por un momento y nos dimos un beso en la boca. Ambos sabíamos que era una locura lo que estábamos haciendo y el beso fue acompañado de unas caricias mutuas en nuestros genitales pero luego ella se detuvo y me pidió que me fuera a mi cuarto pues era peligroso que nos encontraran ahí a los dos, nos besamos nuevamente pero con más pasión y me fui.

Los días siguientes nos decíamos con las miradas que teníamos ganas de mas, ganas de todo pero cuando nos encontrábamos a solas por un momento nos dábamos besos en la boca y nos acariciábamos pero luego ella me decía que no que debíamos parar eso. Así lo hice por unos días, procuré tratarla con normalidad hasta que no pude aguantar más las ganas de ella y un día que sabía que ella estaba de descanso en su trabajo, salí con mi novia como siempre, mi cuñado había salido antes a trabajar, y luego de dejar a mi novia, llamé a mi jefe y le pedí el día libre. Al volver a casa entré en silencio, oí que mi concuñada se estaba bañando y al subir las escaleras vi la puerta del baño abierta y ahí estaba ella desnuda, sorprendida me preguntó que hacia yo ahí a esa hora pero en ningún momento se esforzó por cubrirse el cuerpo, mientras la miré caminé hacia ella, abrió la puerta de vidrio de la ducha y me pidió que le pasara la toalla al tomarla le pregunté que si podía secarla yo y ella solo me sonrió y se puso de espaldas a mí, esa fue una de las veces que más rápido me he quitado una camiseta y un pantalón para empezar a acariciarle el cuerpo con la toalla, me arrodillé detrás de ella para secarle las piernas y al estar ahí no me pude contener las ganas de probar su cuerpo y empecé a lamerle acariciado con mi lengua justo en medio de sus nalgas, fue delicioso oírla gemir, ella rápidamente se acomodó apoyándose en la pared del fondo, inclinando un poco su cuerpo hacia adelante y separando sus piernas para que mi lengua llegue un poco más allá, en medio de sus piernas, lamí con mucho deseo, sobre todo al percibir cuanto mojaba esa mujer, luego pude notar como tanto placer la hacía perder la fortaleza de sus piernas y entre gemidos me pidió que nos fuéramos a la cama, al llegar a la cama yo ya estaba totalmente desnudo también, nos acostamos y mientras nos besamos ella agarraba mi verga con muchas ganas, la apretaba y me masturbaba mientras me besaba con más pasión entonces se abrió de piernas y me pidió insistentemente que se la metiera, el notar esas ganas que ella tenía me puso mucho más caliente y fue delicioso sentir ese primer momento cuando por fin empecé a penetrarla después de tanto haber deseado a esa mujer, como sabríamos que estaríamos solos todo el día lo hicimos como 4 veces ya que luego de hacerlo nos quedábamos desnudos acariciándosenos y besándonos hasta que lograba ponérmela dura de nuevo, lo hacía con caricias, diciéndome morbosidades al oído o con unos deliciosos orales, así hasta la hora que calculaos que nuestras parejas regresarían.

En un próximo relato les contaré que pasó después de ese día con mi concuñada.