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Sexo después de los 50 (2) La cristiana.

Sexo después de los 50 (2)

La cristiana.

Me apareció en Facebook, en las personas que quizás conoces. Vi su perfil, le envié solicitud y días después respondió.

26 años, trozuda, cara bonita, negra. Y empezamos a conversar. De una familia cristiana, me dijo. Y comencé a preguntar sobre esos fuertes códigos morales. Me dijo que tenía un novio de su misma congregación. Sexo muy normal, distante de lo que ella imaginaba y deseaba.

Vino una tarde a mi casa. Temerosa se resistía. Empecé a lamer su cuello, tocar sus senos y meter mi mano entre sus piernas. En dos o tres ocasiones me detuvo. Entonces la senté en un butaco, abrí sus piernas, lamí su clitoris por encima del calzón y se entregó al disfrute. 

Fuimos a la habitación. La desnudé. Surgieron unos bellos senos. De grandes areolas y sus pezones crecían, mientras mis dedos jugaban con su vagina. Ella se decidió y su mano agarró mi verga y se fue corriendo para empezar a chupar mi verga. Por su inexperiencia, me rozaba con sus dientes. Tome su mano, empecé a lamer uno de sus dedos y a indicarle que hiciera con mi verga lo que yo hacía con sus dedos. Aprendió rápido. 

La puse en 69 y mi lengua se deslizaba de su culo a su clitoris. Hice que se subiera sobre mí y me cabalgara. Me excitaba su transformación en la medida en que aumentaba el placer. Sus labios temblaban, sus ojos brillaban, gemía fuerte y me cabalgaba rápido y duro.

La puse bocarriba, levanté sus piernas y empecé a clavarla duro. Gemía fuerte, sus muslos temblaban. Nos vinimos y quise descansar, pero ella de una continuó mamando mi verga. La puse en cuatro, la martillé, ella pellizcaba las sábanas, metí mis dedos en su fría boca. Fue una gran tarde. 

Dos o tres días después, por vídeo llamada, me mostró un morado en su muslo, que le gustaba mucho esa marca. Pregunté entonces si quería tener sexo duro y me dijo que si.

La siguiente vez de entrada la desnudé y la puse de rodillas y a chupar. La agarraba fuerte del cabello y se la hacía tragar toda. Le di unos correazos en sus nalgas. 

La puse a cabalgar. Le azotaba sus caderas. Chupaba fuerte y mordía sus tetas. Le decía que ella era una puta de galería. Que la imaginaba en una esquina provocando a los hombres que pasaban. Ella me decía que si, que ella quería eso, que siguiera. Ese día la clave duro en varias posiciones, la mordí y le dejé marcas en sus tetas, en su espalda, en sus muslos. Convertí a la negra cristiana en una buena puta.

En un nuevo encuentro llegó hecha una fiera. Me tumbó sobre la cama, chupaba y se tragaba mi verga con fuerza.

Estiré mi mano y comencé a acariciar su culo. Mi dedo rozaba su rosa negra. Lo mojé en sus propios jugos y poco a poco fui metiéndolo en su agujero. Quiero que me des por el culo, gritó. La puse bocabajo y me subí en ella. Poco a poco fui rompiendo su culo. Bramaba de placer y dolor. Gritaba que era mi puta, me perra, mi esclava. Gritaba díos hijueputa que rico. Y yo le daba duro. 

Se volvió adicta al sexo anal. Y ahora pide un trío mhm. ¿Alguna interesada?

Sildenafil

Soy hombre heterosexual

visitas: 2302
Categoria: Interracial
Fecha de Publicación: 2022-01-03 16:29:48
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1 Comentario

Interesante eso que rico

2022-01-04 04:27:31