Guía Cereza
Publica tu Experiencia

Relatos & Experiencias

Quién es mi perrita? (una fantasía Travesti para machos dominantes).

Estamos en tu casa. O en algún lugar privado. Tal vez un sitio que tenemos para encuentros. Es viernes por la tarde. Habíamos planeado salir, pero, llueve y hace mucho frío afuera y a penas has salido del trabajo. Vas a encontrarte conmigo y decides mandarme un mensaje de texto diciéndome que me ponga el babydoll que me regalaste, porque haremos pereza en casa. “Arrunchis,...” dice tu mensaje. “Usa el babydoll púrpura que te regalé”. Yo respondo: “Si, Sr.” y mando smilies de besitos. Cuando llegas, te abro la puerta, me exhibo en baby doll para ti, alejándome de la puerta, por la que me miras asintiendo con la cabeza, porque te gusta lo que ves. Pero me muero de frío y con un guiño salto al sofá y me cubro con las cobijas, entre las que he estado al menos media hora esperándote. Estoy viendo la tele, bebiendo un poco de té, envuelta en cobijas y tu entras, diciéndome piropos, arrecho por comerme, pero al mismo tiempo agotado de una semana terrible. Te pregunto si quieres una cerveza y me dices que mejor algo caliente, que vienes muriéndote de frio. Yo te ofrezco té y tu aceptas, de pie, quitándote la chaqueta, aún junto a la puerta que acabas de cerrar. Yo me pongo de pie, me encajo unos zapatos que son medio tacón medio sandalia, como los que usaban las mujeres en los cuarentas para andar en bata por la casa y, a saltitos, abrazándome a mi misma por el frío, voy a la cocina, te sirvo té y lo dejo en la mesita de la sala, mientras me vuelvo a cubrir. Al verme ir saltando casi en una danza de ballet a la cocina, para traerte lo que me pides, que quedas de pie, sonriendo, complacido, relamiéndote los labios. Me dices: “Así me gusta, bebé, que atiendas a tu papi y que exhibas esas nalguitas saltarinas”. Yo me sonrojo y te miro sonriente. “Te gustan?” pregunto medio apenada. Tu me mandas un beso medio morboso, pero cariñoso. Yo sonrío y te digo: “Lindo!” y me apeno un poco. Tu tomas el mug de té entre tus manos para calentarlas, acercas el té a tus labios y soplas para no quemarte al beber y haces todo eso sin para de mirarme. Y yo te devuelvo la mirada, un poco intimidada, pero sonriente. Tomas un sorbo de té, pero de inmediato lo pones en la mesa y de un tirón repentino halas las cobijas y me dejas descubierta, en baby doll, sobre el sofá. Yo hago carita de susto fingida y juguetona y me cubro con los brazos y te digo que me muero de frío: “Pleeeease, no!”, te digo. Tu mandas un besito morboso nuevamente, y me dices que estoy rica y me preguntas si estoy listica para tu verga. Yo te respondo: “Tu siempre arrecho” en un tono de reproche pícaro, juguetón. Y tu te ríes. Y luego, como ofendida en broma y con tono de niña mimada, te digo: “siempre estoy listica para ti, papi”. Y recojo las cobijas para taparme.

“Que ves en la tele, princesita?”, me preguntas aunque puedes ver por ti mismo. Yo digo: “Comedias tontas”. Tu pregntas: “Quieres ver el partido?” y yo sonrío y me encojo de hombros asintiendo tímidamente, aunque no sé a qué partido te refieres. Tu tomas el control, cambias el canal y pones el partido y metes la mano entre las cobijas para acariciar mis piernas mientras te acomodas para ver el juego. Yo me sonrojo al sentir tu caricia pero me quedo quieta, para complacerte.

Tu te acomodas en el sofá, con una mano en mi pierna y la otra sobre tu verga, grande aunque aún no totalmente dura. Yo no puedo evitar morderme las uñas al darme cuenta de que a medida que tu mano subre por mi pierna, acariciando mi piel, tu verga crece poco a poco. Pero tu estás absorto en el juego. Insultas al árbitro, gritas a los jugadores de vez en cuando y luego te calmas, destapas un poco las cobijas para ver mi cuerpo y acaricias, mientras tu verga se endurece. Yo me muero de frío a medida que me destapas, pero me dejo y sólo te miro con ingenuidad y picardía, porque me fascina ver como aumenta tu erección.

Poco a poco te vas concentrando en acariciar mis piernas y mis caderas más que en el partido. Sientes como tiemblo de frío, pero estás fascinado con acariciarme. Lo haces muy suavemente, solo sintiendo la piel y mirando mis piernas. Miras mis piernas, miras mis ojos, me tiras besos y yo a ti. Tu verga se endurece al punto en que necesitas desabrochar el pantalón. La sacas y dejas afuerza, sin decir nada, solo tocándome. Con la misma lentitud y suavidad con la que me tocas las piernas y las caderas, te masturbas. Pero solo ocasionalmente. No tienes prisa, porque sabes que soy tuya. Me tiras besos, me muestras la lengua. Me preguntas: “Quién es mi princesita?” y yo respondo mimada: “yo soy!” y tu vuelves a preguntar: “Quien es tu papi?” y yo respondo: “Tu eres mi papi!”. Y tu vuelves: “Quién es mi chiquita?” y yo en seguida digo: “Yo! Yo soy, papito!”. Tu sonríes asintiendo: “Así me gusta!” me dices.

Pero el partido nos interrumpe: Hay un gol. Tu equipo va perdiendo y te preocupas. Insultas a los jugadores de nuevo. Y la escalada sexual se detiene. El partido se alarga. Tu te acomodas junto a mi, acostado en mis piernas y ahora también dentro de las cobijas, juntos, arrunchados, mientras el partido termina. El partido acaba y tu equipo pierde. Pero estás cansado. Te acomodas por detrás de mi, abrazándome, en cucharita, ambos cubiertos y pones una comedia romántica mientras empiezas a besarme y siento tu vergota durota contra mi piel. Nos besamos, primero consintiéndonos, luego mas apasionados, luego consintiéndonos de nuevo, pero no pasamos de ahí, por tu cansancio. Tu no paras de preguntarme quién es tu princesita y yo no paro de darte la respuesta correcta a tus preguntas. Me acaricias las nalguitas y las teticas sin parar mientras nos besamos. Al final, te quedas dormido agarrándome una teta y yo, excitada, me quedo con ganas viendo la tele hasta quedarme dormida igual que tu.

Pero en la madrugada el frío aumenta y sólo dentro de las cobijas está calientito. Aunque estás dormido, tu verga está durísima y la siento palpitar contra mis muslos, por detrás de mi, con tu mano en mi teta aún. No puedo dormir, porque estoy super excitada, pero me encanta la sensación de que me hagas sentir tuya de esa forma. Y en esa situación, me duermo y despierto por momentos.

Tu igual. Estás excitado. Yo creo que duermes y no me muevo para no despertarte, pero te encanta sentir tu verga contra la piel de mis muslos y acariciar de vez en cuando un pezón suave y tierno. Siento tu respiración en mi cuello durante la noche.

Cuando el sol a penas se asoma, tus caricias son más frecuentes y aún entre despierto y dormido, me besas ocasionalmente. Yo te devuelvo besos distraídos, sonoros para que los sientas, pero al aire, porque estás detrás de mi. Gimo por el sueño y porque soy mimada y me encanta estar así contigo.

Tu empiezas a acariciarme nuevamente, a besarme y yo solo gimo, medio dormida y medio despierta. Sonrío mientras me manoseas las teticas, las caderas, las piernas y gimo aún mas. Tu me preguntas nuevamente quien es tu bebé y yo respondo igual que siempre, pero medio dormida y medio gimiendo.

Pero te vas despertando en medio de la arrechera y me acaricias cada vez mas intensamente. Me haces darme vuelta, no del todo, sino sólo ligeramente, para poder besar mis labios y poco a poco, darme lengua. Yo estoy aún medio dormida pero entre gemidos te pregunto si te gusta, papi.

Poco a poco, las cobijas van cayendo al piso y yo quedo nuevamente en babydoll y tu en boxers, pero con tu vergota durota y afuera. No nos detenemos por la cobija, porque a pesar del frío, las caricias son mas importantes.

Tu juegas con mis teticas un rato, las lames, las pellizcas suavemente, para escucharme gemir y me dices que te encantan y, mientras las besas, me dices que me las quieres bañar en tu leche. Yo gimo y te digo: Papi! Haz lo que te dé la gana conmigo! Luego me haces dar vuelta para mirarme las nalgas y jugar con ellas. Las acaricias suavemente y me das palmaditas, muy, muy suaves, porque quieres sentir la piel y verlas saltar con los golpecitos. Me dices lo mucho que te gustan mientras lo haces y empiezas a decirme que soy tu putita y tu perrita.

Acaricias mis nalguitas, me besas y me preguntas quién es tu putita. Yo te digo que yo soy. Luego quien es tu perrita. Yo digo que soy yo. Luego preguntas quien es mi dueño. Yo, obediente, respondo que tu eres, papi.

De reprente, me pones el dedo medio en los labios y acaricias mis labios y poco a poco, lo humedeces en mi lengua hasta que empiezas a hacérmelo chupar, diciendo: “Chúpalo así, perrita… eeessssooooo!!! obediente con tu papi! Sigue chupando!” y yo gimo y obedezco.

Y un instante después de verme chupar tu dedo y gemir como tu perrita, me acomodas boca arriba, me abres las piernas con fuerza y pones el dedo húmedo entre mis nalguitas, sintiendo mi culito apretadito y yo doy un salto de sorpresa con un gritito, porque aunque lo deseo, aún estoy medio dormida y no lo espero.

Tu te ríes levemente cuando oyes mi gritito. Te encanta tomarme por sorpresa. Empiezas a darme dedo mientras metes tu lengua en mi boquita y yo sólo gimo. Tu me preguntas si quiero más y yo digo que sí, please, please! Dame más, papi! Y tu ves que mi pene de chica tv está duro mientras me das dedo y aumentas el ritmo y yo los gemidos y te das cuenta de que estoy al borde de un orgasmo y yo trato de deternerte con débiles: espera! Aún no! Papi! No! Pero mi pene de chica se derrama repentinamente al ritmo de mis grititos de perrita y tu sonríes porque te encanta verme derramar así. Pero tu no paras, sigues, porque adoras verme perder el control cuando el orgasmo es tan intenso que empiezo a termblar. Entonces reduces la velocidad y me preguntas nuevamente quien es tu perrita y yo, aferrada a tus hombros de macho fuerte con una mano y con la otra acariciando tu cara, te digo que yo soy tu perrita y tu mi dueño.

En ese momento, sacas tu dedo de mi culito, lo chupas y me lo metes a la boca. Y luego lo sacas y me metes tu lengua hasta la garganta. Entonces tomas mi mano y la pones en tu verga que está durísima. Y tu acaricias mi pene de chica, mojando tu mano en mi leche, para luego llevarla a mis labios y untarla en ellos. Yo gimo, pajeándote, sin saber qué decir. Solo atino a decir: Papi! Papiiii!!! aaaahhh!!! aaaahhh!!! Hasta que me callas con un beso apasionado en la boca, a sabiendas de que falta mucho para terminar.

Como te has ido despertando por la arrechera, me agarras del pelo mientras te pajeo, sólo mirando mi cuerpo y acariciando mis teticas de nuevo. Me preguntas si haré lo que me ordenes y yo respondo: sí. Me lo preguntas un par de veces, con cachetaditas suaves y yo respondo que sí, siempre obediente. Entonces te yergues. Te quitas el boxer que tenías puesto y pones tu verga entre mis teticas, una pierna doblada sobre el sofá y la otra sosteniéndote fuera del sofá. Juegas un poco con tu verga entre mis teticas y un dedo en mi boquita y yo, obediente, entiendo que quieres una paja rusa y aprieto mis teticas para que tu verga quede metida entre ellas. Aunque es muy grande y casi no cabe, te fascina sentir la suavidad de mis tetas en tu verga.

Mientras te pajeas entre mis teticas, me mandas besitos y me agarras del pelo y yo respondo con besitos y gemidos. Ambos nos miramos a los ojos fijamente. Pero luego decides ponerme la verga en la cara y darme unas cachetaditas suaves con ella. Y me dices: “Dime quién es la perrita mas linda que existe?”. Y luego “Dime quién es la putita mas rica que existe?” y con cada pregunta tu verga me golpea un cachete suavemente. Yo te respondo ingenua y mimada: “Soy yo, papi?” Y tu confirmas: “Sí, princesita: tú eres”. Repites las preguntas varias veces y de repente, sin retirar tu verga de mi carita, alcanzas el celular de la mesita junto al sofá y lo apuntas a mi. Yo Doy un suspiro y un respingo con miedo y te digo, esta vez asustada: “No! please! que vas a hacer!” y trato de levantarme, pero tu me tomas los brazos y me detienes con fuerza y me dices con autoridad: “Ah-Ah! Quién es mi perrita?”. Yo confundida respondo: “Pero...” y tu me interrumpes con fuerza de nuevo, pero esta vez vocalizando con una amenaza fingida: “Ah-Aaaaah! Quién-Es-Mi-perrita?” y al ver que yo callo por miedo, dices: “Quién tiene que hacer lo que yo ordene?” Yo percibo tu fuerza al agarrarme los brazos y cedo confusa y tímida: “Yo… yo… pero...”. “Shhhhh!” dices tú, poniendo un dedo en mis labios. “Obediente?” preguntas. Y yo asiento con un gemido. Tu me sueltas y mi peso cae de nuevo sobre el sofá. Entonces pones de nuevo tu verga junto a mi mejilla. Tu verga está durísima, más ahora después de ese finísimo forcejeo. Apuntas la cámara del celular a mi cara y me dices: “Bésala” y mientras yo obedezco, tomas un video corto de mi. Me dices que no chupe. Sólo quieres que la bese, que la consienta. Yo acaricio un poco con mi mano, mientras la beso y con mi otra mano acaricio tu pecho, suave, medio dormida, pero con miedo por el video que estás tomando. “Please! No lo mandes a nadie” te ruego. “Tiene que ser sólo para los dos”, pido gimiendo.

Pero tu tienes un ben amigo que adora ver porno de tvs y quieres alardear con él de mi. Así que no aguantas la tentación y envías el video sin que me entere. Piensas que sólo lo verá, porque es casado y no puede tener esas imágenes en el celular. Pero de repente, mientras sigues ordenándome besarla y acariciarla, sin chupar, el celular empieza a vibrar por una llamada de video y te das cuenta de que tu amigo te está llamando.

Yo salto, del susto esta vez, pero de nuevo, con la fuerza de tus brazos, me detienes y me dices: “Quién es una perrita obediente?” Y yo refuto: “Pero papi, no, please!” y tu me miras con cara de regaño y yo, de nuevo, obedezco dejándome caer el en sofá. Entonces, antes de contestar, me dices: sigue besándo, bebé. Y yo obedezco, mientras tu contestas.

Tu amigo vió el video. Está arrecho y masturbándose. Quiere verte culearme. Entonces volteas la pantalla del celular hacia mi, para que yo vea. Yo me muero de miedo y trato de taparme la cara, pero tu me dices: “Es Orlando. Ambos lo conocemos. Tu sabes que él te tiene ganas, que es casado”. Yo empiezo a confiar, pero estoy muerta de miedo. Entonces pido que él aparezca con su cara en la cámara. Que si el lo hace, dejo que me graben. Escucho su voz diciendo que sí. Él acepta.

“Ya” escucho en el altavoz y aparto las manos cuidadosamente de mi cara para verlo a él y su verga durísima en la pantalla del celular.

“Hola”, dice Orlando, su cara al fondo y su verga dura en primerísimo plano. No es tan grande como la tuya, pero es grande y está durísima. Y él la está acariciando lentamente. “Déjame verte chupar, bebé. Sabes que soy casado. Si el video queda grabado y circula, voy a estar mas jodido que tú”. Con voz de niña mimada, digo: “Ambos me tienen que prometer que no van a grabar! Por nada del mundo!”. Mientras lo digo, tu asientes y dices “Claro princesita, lo prometemos”, al mismo tiempo que te alejas y haces una toma de mi cuerpo en el sofá, aun en baby doll, pero alborotada, para que Orlando me vea completa. “Pero él también”, digo mimada, apuntando al celular. Y desde el altavoz se escucha: “Lo prometo, bebé. Déjate ver bañada en leche”.

Tu me miras y haces un gesto con las cejas: “Quien es la perrita más obediente?” dices sonriendo. Yo digo fingiendo mimos tristes: “Yo soy”. Y tu vuelves a poner tu verga en mi mejilla, sin dejar de apuntar la cámara del celular durante la llamada. La pantalla del celular apunta hacia mí y yo puedo verme a mi misma y a Orlando en la videollamada. Tu no ves el video, pero me ves a mi con mi mano alrededor de tu verga y tu verga junto ami mejilla. Yo siento cómo esa vergota palpita en mi mejilla y le doy un besito. “Huy, hermano! Pongamos a esa perrita a chupar ya!” se oye por el altavoz y veo a tu amigo pajearse rápido y fuerte. Está super arrecho. “Bañarle esa carita divina con leche de macho”, añade tu amigo desde el celular, mientras se sigue pajeando. Se masturba rápido y se detiene para no venirse aún. Quiere ver un poco más, antes de venirse.

“Ok, bebé. Lista para seguir las órdenes de tu macho?” Me dices. Y yo respondo mimada que sí. “Como la putita obediente que debes ser?” me dices, medio mandón y medio consentidor, dándome una cachetadita suave con tu verga. “Si” respondo obediente, pero tu me das otro golpecito con tu verga en el cachete y dices medio amenazante: “Si, qué?”. Y yo respondo de inmediato: “Si, Señor!”, para enfatizar mi sumisión. Tu ríes y dices: “Exacto, chiquita. Ahora a chupar. Empieza suavecito muñequita”, y pones tu glande en mis labios. “Eeeesooo! Así bebé! Eres toda una perra!” dice tu amigo, de nuevo, masturbándose con fuerza y deteniéndose para no llegar. Y luego añade por el altavoz: “Estoy que reviento de leche por esa perrita!”.

Yo beso tu glande y te miro y tu me sonríes y empiezo a lamer, mientras tu acaricias mi mejilla y con el celular me exhibes a tu amigo. Del otro lado del celular se escucha el golpe de la masturbación y una voz diciendo: “Huyyyy!!! asssssssssííí! Que ricoooo! Se nota que te gusta mamar, verdad, perrita?”.

“Respóndele” me dices suavemente, acariciando mi mejilla. “Si, me gusta mucho”. “Uuuuufff!!!” dice tu amigo y tu asientes sonriendo por mi buen comportamiento.

Pero estás super arrecho ya y me tomas de la nuca, para que tu verga entre en mi boquita. Cuando lo haces, tu amigo celebra y se masturba con fuerza de nuevo. Yo chupo mas rápido y tu también ayudas empujando mi cara hacia ti. Me haces parar, para no venirte tan rápido, porque te gusta verme chupar. Y en esas pausas me dices que siempre seré tu perrita, que no olvide quien es el amo, que siempre tengo que estar listica para mi dueño. Y mientras me dices que soy tu ptutica, yo beso, lamo y asiento con la cabeza mientras gimo: “Mjjjjjmmmhhh”. “Sí, papi. Siempre a tu servicio. Aaaahhhmmmhhh”.

Pero pensar en tu amigo pajeándose por mi y ponerme a chupar al tiempo te tiene la límite de la arrechera y yo sigo jugando con tu glange, desando, lamiendo y gimiendo. Él está al límite también y en pocos segundo empieza a disparar leche y a jadear: “Jueputaaaaaaaa Perrraaaaa!!!” se escucha por el altavoz mientras su verga se ve disparando leche y su cara se pone roja al otro extremo del celular. Al ver eso, me excito aún más y lamo y beso mas apasionadamente tu vergota, inmensa y dura y tu sientes la pasión y la suavidad y eso te hace reventar y empiezas a chorrear leche por toda mi carita mientras yo gimo, lamo y chupo sin parar.

“Aaaaaaaagggghhhhhaaaa!!!! Perrrrrriiiiiiiitaaaaaaaa!!! Assssiiiiii, Puttttaaaaaaa!” me dices mientras me bañas la carita en tu leche. Y yo continúo chupando mientras tu jadeas, me dices que soy tu putita y te estremeces, aun con el celular apretado en una mano, pero sin poder mantener la cámara, porque te estás estremeciendo por el orgasmo. Cuando ya no puedes más, jadeas y te agarras del borde del sofá. Yo continúo chupando, pero tu me detienes, apartas tu verga, te inclinas sobre mi y metes tu lengua en mi boquita, haciendome gemir aun más.

Tu orgasmo fue estremecedor y tus brazos y piernas están debilitados por él. Estás jadeando, pero quieres seguir. Te acuestas junto a mi dejando el celular en la mesa de nuevo, sin recordar que la llamada continúa y en el altavoz se escucha a tu amigo: “Déje ver, hermano, déje ver más, déje ver a esa bebé mojadita en leche”, pero de repente, por el mismo altavoz parecen golpear una puerta y una voz de mujer grita: “Usté qué hace ahí adentro?!?!” y la llamada se cae.

Ambos reímos y nos besamos mientras tu vuelves a acostarte en el sofá, abrazándome y besándome. Ambos suspiramos mientras lo hacemos. Pero tu no quieres parar. Tu verga no está tan dura, pero sigue grande. Tomas mi mano y la llevas hacia ella, para que yo la siga acariciando y yo lo hago, lenta y suavemente.

“Quién es mi perrita arrechita?” me dices mientras aún reímos por tu amigo y su esposa al celular. Y yo respondo: “Soy yo, papi”. Los besos y los gemidos continúan. Tu acaricias mis pezones mientras te pajeo. Y amaneció, pero seguimos acariciándonos. Tu me das lengua. Prendes la tele, pero la dejas ahí, hablando sola y vuelves a ocuparte en besarme y manosearme. Dormitamos una media hora, hasta que despiertas de nuevo. Renuevas los besos y me metes un dedo en la boquita. Me dices que soy tu perrita, que estoy hecha para que me claven. Y yo sólo gimo y digo sí con la cabeza. Tu verga se pone más y más dura cada vez que acepto con la cabeza y cuando está totalmente parada, me abres las piernas y me pones como tu pollita asadita.

Escupes en tu propio glande mientras me miras, con una destreza de actor porno. Me guiñas el ojo y yo sorprendida sonrío y veo tu saliva cubrir la cabeza de tu pene. Luego veo cómo llevas el glande hacia mi anito para untarlo allí y dejarme listica para clavarme. Entonces vuelves a mirarme y me tiras un beso mientras empiezas a empujar: “Quién es mi putica?” Me preguntas. Y yo sigo respondiento, obediente: “Yo soy papi… Aaaahhhh!!”. “Mmmmjjjhhh!! De quién es este culito apredatito, bebé?!” me dices a medida que entra tu verga dura en mi culito y yo respondo: “Tuyoooooaaaahhhh!!! Tuyooohhhh! Aaaahhhh! Ayyyy!” Grito con cada empujón. “Si, princesa, ese culito es miiiiooooooohhhhh!! Nnnnngggghhhhaaaahhh!!”. Poco a poco entras hasta el fondo. “Si, papi! Tuyo, papi! Aaaayyyyy!! Aaaahhhh!!!” digo gritando. “Miiiiiioooooooo!!!!”, gritas a todo pulmón y yo respondo también gritando: “Tuyooooooo!!!!”. “Eres míííaaaa!!!!” gritas empujando, embistiendo y yo respondo: “Tuyaaa! Tuyaaaa!!!”. Los gritos despiertan a los vecinos y alguien golpea con una escoba desde el piso de abajo, mientras en citófono suena, pero no podemos parar. Tu me embistes, me abres todita, me estrujas completamente con fuerza y yo no puedo hacer nada más que dejarme llevar por las embestidas.

Entonces te detienes un segundo a pesar de la excitación desesperada y te inclinas sobre mi para besarme. Luego te yergues nuevamente, pones una mano alrededor de mi cuello y aprietas firme, ahogando un poquito, pero sin impedirme respirar. Empujas una, dos, tres veces, por el placer de verme a los ojos y hacerme gemir con cada empujón y sentir la arrechera de la presión de mi culito sobre tu verga. En se momento, tu otra mano baja por mi muslo, acariciando la piel suavemente, hasta llegar a mi ingle. Tomas mi pene de chica, duro, mojado y empiezas a masturbar rápido y durísimo, al mismo tiempo que embistes de nuevo: “Te vas a venir para mi, perrita! Te vas a venir ahora mismo gimiendo como putica, oíste?!” dices pajeando mi clítoris con fuerza. Yo abro los ojos, tomada por sorpresa, y mi cuerpo empieza a contorsionarse. Trato de hablar, pero no puedo. Con una mano me aferro a tu brazo que, a su vez aferra mi cuello y amago para retirarlo, pero tu aprietas mas fuerte, de nuevo, sin impedirme respirar, pero manteniendo el control. “Agh!” se escucha mi voz. Mi otra mano trata de empujar el brazo con el que me masturbas, porque estoy a punto de explotar, pero el orgasmo va a llegar demasiado rápido y siento que no estoy lista. Tu lo entiendes, pero al contrario, lo que quieres es verme perder el control.

Muevo mis caderas desesperadamente, pero no sé si lo hago para sentir tu verga inmensa y durísima dentro de mí, o para zafarme del orgasmo que está a punto de llegar sin que yo tenga control alguno. “Aaaaggghhh!! Aaahhhh!!! Aaaahhh!!!” gimo. “Te vas a venir para mi ahora mismo, bebé?!” me ordenas apretando los dientes, pajeando con fuerza. “Responde!!” me regañas. Yo quiero responder, porque sé que es mi obligación, pero el orgasmo está apunto de empezar y sólo consigo una palabra mal articulada, mientras mi cara se pone roja: “S-s-s-iiiihhh!!” digo perdiendo el aliento, mientras mi cuerpo entra en un espasmo con todos mis músculos en tensión máxima.

Tu estás sonriendo, aunque yo no puedo verlo. Saboreas la delicia de hacerme perder el control totalmente, mientras yo me retuerzo, paso de la parálisis a espasmos repentinos, pero tu no paras de pajear con fuerza. Me sientes saltar, intentar contorsionarme, golpear los cojines del sofá, de la fuerza del orgasmo que empieza en mi cuerpo, pero tus brazos me tienen perfectamente bajo tu control. En ese momento, mi clítoris de tv empieza a pringar leche y tu sonrisa se amplia aún mas. Pero yo sólo miro al techo, sin control alguno, soy tu presa, no puedo pensar por la explosión. “Si, qué??!!” te oigo gritar en regaño, pero no puedo responder.

Aferrada a ti, intento estremecerme, pero los músculos de todo mi cuerpo están en un espasmo absoluto. Siento que estoy a punto de tener un calambre en un muslo. Intento responder y sólo logro “S-s-s-s!!!… Aaaaghhh!!”. Mi leche de tv salta por todas partes, hasta mi carita, mi cuello, mis hombros, moja el babydoll púrpura que he tenido desde que llegaste e, incluso, te moja a ti. Unas gotas caen en tu cara y tu pecho. Si dejar de sonreír percibes una gotita en tu lengua y saboreas. Pero no paras de pajear. Sigues mientras yo me contorsiono y no paras de preguntar: “Si, qué, perrita? Como responde una perrita??”.

Pajeas al mismo ritmo, a una velocidad increíble, manteniendo control de mi cuerpo con la fuerza de tus brazos. Yo a penas atino a chillar: “Aaaahhh-Aaahhhh-Ahahaha”. Y el orgasmo pasa su límite máximo y cuando creo que no puedo perder más el control, viene el momento más fuerte, porque tu no te detienes cuando mi clítoris de tv para de derramar leche. Siges inclemente pajeando y yo ya no puedo más. Me hace falta la respiración y mis músculos están descontrolados. Empiezo a pedirte: “P-p-p-para-a-a-a!!! Ah-ah-a-a-ahh! Ple-e-e-ase! No má-a-a-s!!! Pa-a-a-a-araaaaaa!!!”. El orgasmo ya pasó de una eyaculación de tv a un descontrol total. Es una combinación de cosquillas, espasmos y calambres. No siento dolor, sólo placer, pero la sensación de descontrol es tanta que la desperación me invade. Pero a ti te encanta verme rogar en esa situación y mis ruegos no hacen mas que estimularte a pajear más.

Poco a poco, mi pene de chica se pone mas flácido, aunque no totalmente, pero eso hace que sea mas difícil para ti seguir pajeando a la misma velocidad. Entonces cambias de ritmo. Dejas descansar un segundo y suavemente dejas que mi pene de chica se escrurra por tu puño hacia arriba. Eso me hace creer que vas a parar y ves como mi cuerpo empieza a soltarse, pero de repente subes de nuevo, apretando el glande con firmeza y suavidad a la vez, para someterme a un nuevo espasmo incontrolable: “Noooohhhh!!!”. Lo haces varias veces más. No quieres parar. Yo estoy temblando.

En una de esas pausas insistes: “Si, qué, perrita?” dices lento, casi en un susurro, como si le hablaras a una niña consentida. Y antes de dejarme responder, provocas un nuevo espasmo desesperado y te ríes de mi. “Noooooooo!!!” me escuchas decir con la sacudida. Y luego, intentando recuperar el aliento, digo: “Si, Señor!!! Ah! Sí! Sí, Señor!!!” y sigo diciéndolo, rogando por dentro que al repetirlo te apiades de mi y pares de masturbarme. Pero tu quieres disfrutarlo un poco más. Y con cada nuevo estímulo, yo doy un nuevo salto y repito: “Sí, Señor!!! Sí, Señor!! Porfis, aaahhhh!!! paraaa!!!”.

Mientras más ruego que te detengas, más quieres seguir. Así que te inclinas sobre mi, me besas con lengua sin quitar tu mano de mi cuello y luego te yergues, me sueltas del cuello, pero empujas mis rodillas hacia mis hombros y sacas tu pene lentamente de mi culito.

La sensación es estremecedora. Tu verga está durísima, ejerciendo presión dentro de mí y al salir siento alivio. Pero al mismo tiempo, la quiero dentro de nuevo y no puedo evitar un suave: “No!”, aunque sé que tú aún quieres seguir. Y lo haces: Presionas mis piernas con tanta fuerza hacia mis hombros que levantas mi culito apuntando hacia arriba y con sólo inclinarte un poco, logras meter la lengua en él. Empiezas a lamer, besar, dar lengua y luego pasas a la piel de mis testículos de chica, haciendome estremecer con cada beso y lamida, hasta llegar a mi clítoris, ya flácido, pero más sensible que nunca. Empiezas a chupar, renovando los espasmos en mi cuerpo, ahora mas aparatosos, porque estoy recogida por la fuerza de tus brazos con las rodillas en los hombros y los brazos inútiles, a los lados, tratando de agarrarme de tus hombros.

Grititos de niña desesperados, intentos por zafarme, nada funciona. Tu eres un desalmado y sólo quieres verme sacudir. Pero al final paras de chupar. Me sueltas lentamente y yo trato de recuperar el aliento. Me siento sin respiración, como si acabara de hacer una maratón.

Tu, en cambio, estás sonriente. Y más mandón que nunca. Pero aún quieres venirte en mí. Dejarme preñada. Entonces me tomas de los tobillos, mientras yo trato de decir: “Espera, qué…?!”. Pero no puedo terminar la frase, porque con un tirón me pones boca abajo y empiezas a nalguearme. Una nalgada fuerte y una caricia en la nalga. Otra nalgada fuerte y un dedo en mi culito que entra lento y sale un segundo después. Una nueva nalgada y una nueva caricia. Juegas conmigo unas segundos. Luego, conmigo boca abajo, exhibiendo el culito hacia arriba, te pones sobre mi y empiezas a jugar con tu verga entre mis nalguitas, mientras me agarras del cabello. “Quien quiere que la preñen hoy?” preguntas juguetón, pero mandón la tiempo, como un villano de película. “Yo!” respondo nerviosa, porque sé que vienen embestidas agotadoras, pero al mismo tiempo, quiero que vuelvas a estar dentro de mí. Quiero sentirte abrirme el culito y luego abrirme por dentro. Quiero sentir tu peso y tu fuerza embistiendo mi cuerpo de nuevo.

“Exacto!” dices tu y presionas tu gande contra mi anito, que está más abierto ahora por las clavadas, pero que tiende a cerrarse de nuevo. Y yo siento la entrada repentina con sorpresa: “Ah!” alcanzo a decir, mientras me tomas del pelo y empiezas a halarlo y a empujar tu verga dentro de mi. Entra suave y lento, pero fuerte. Estás durísimo. Te siento palpitar.

Me agarras de las caderas y empiezas a empujar con fuerza: “Toma tu leche, perrita ricaaaaa!!!” gritas, empujando y empujando. “Te encanta que te preñe, verdaaaad???!! Te gusta que te de lecheeeee!!”. Mientras embistes, nalgueas, aprietas una nalguita cachetona, agarras con firmeza mi cintura. Y yo, aún sin aliento, mi cuerpo como un trapo, me agarro con las últimas pocas fuerzas que tengo a los cojines del sofá y grito: “Si, Papi! Si, Señor! Préñame, Papi! Dame toda tu leche! Ah! Ah!”.

Y cuando empiezo a pedírtela, siento como empieza a llenarme una corriente fuerte, caliente, que con cada embestida parece aumentar. Te siento gritar: “Tu eres mi perrrrrriiiiiitttaaaaa!!!!! AAAaaaagghhhhhNNNggghhhhAAAAAAAAA!!!!”. Jadeamos, gemimos y los vecinos gritan y se quejan de nuevo, pero nosotros ni nos damos cuenta. Tu sigues chorreando leche dentro de mi, con una fuerza increíble, hasta que empiezo a sentir que el ritmo baja. Entonces percibo que la fuerza del orgasmo te hace temblar las piernas y empiezo a mover mi culito. Y al hacerlo tu te estremeces nuevamente. Hago contigo lo mismo que tu conmigo: extiendo el orgasmo, moviendo mi culito para ti, para que pierdas el control. Hasta que empiezas a gritar: “Aaagggh!! AAAAggghhhh!!!” y te dejas caer sobre mi, aunque mis caderas siguen contoneándose y tu me dejas hacerlo, entre espasmos. Cuando ya no puedes controlarlo más, te levantas con los brazos y sacas tu verga, medio flácida, pero aun grande, de mi culito y yo siento un pequeño alivio.

Pero no voy a permitir que termines tan rápido. Y mientras te sientas en el extremo del sofá para descanzar, me escabullo, aunque sin fuerzas, como una muñequita de trapo, jadeando del cansancio, pero logro gatear hasta estar entre tus piernas. Estoy muerta del cansancio y tu también. Pero arrodillada entre tus piernas, mientras tu llevas tu mano a acariciar mis cabellos, empiezo a besar tu verga y a chupar. Tu te das cuenta de que tu pene, aunque un poco flácido, está mas sensible que nunca. Cada chupada te estremece. Tiemblas, saltas, golpeas el sofá, empujas mi cabeza hacia tí para que tu verga entre más profundo. A veces me agarras del pelo para mirarme a la cara y decir: “JUEPUTA!! Que perra eres!” y aunque ya no aguantas más, me sueltas del pelo para que siga chupando. Y yo lo hago, consintiendo tu verga, cada vez más flácida, pero tambien más sensible. Hasta que me pides que pare. Y yo obedezco.

Me miras a los ojos. Te inclinas para besarme y acariciarme las teticas. Y luego me llevas de nuevo al sofá para que durmamos un par de horas más, mientras el sol de la mañana termina de salir.

Después de despertar, nos besamos. Me baño y me visto, me maquillo, me perfumo y me vuelvo a poner otro baby doll, uno limpio, porque es sábado y no tengo que ir a trabajar, pero quiero estar linda, mientras descanso.

Sólo tomo un jugo de naranja antes de que salgas. Nos besamos y nos despedimos. Pero en el umbral de la puerta, cuando ya te he dado la espalda, me agarras el brazo, me pones una mano en la nalga y otra en las tetas. Aprietas la nalga y luego, con los dedos, buscas mi anito, mientras yo me quejo: “Nooo!!! La puerta está abierta!! Que tal alguien pase por aquí?!”, pero quedo callada de sorpresa cuando siento tu dedo entrar en mi culito. Te miro con los ojos abiertos al máximo y tu me dices sonriendo: “Quién es mi perrita rica y sexy?”. Y yo, medio confundida, respondo: “Yo?!”. “Si” dices tu, sintiendo mi pene de chica erecto por ti. Y te vas, cerrando la puerta tras de ti.

marcetvclst

Soy transexual, transito por el género

visitas: 2413
Categoria: Transexuales
Fecha de Publicación: 2022-02-01 15:07:49
Más Relatos Por marcetvclst
Compartir en:

3 Comentarios

QUE RICO

2022-04-15 20:10:50

Que gran relato, muy detallado y explicito, con tan solo leerlo e imaginarlo me excite demasiado, me gustaría poder interpretarlo contigo y hacer este relato una realidad

2022-02-06 19:07:58

Qué maravilla. Espero que así sea.

2022-02-02 17:02:20