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Que dulce fue el beso con que nuestra boca
encendió de amores a una boca en flor.
Cuando con el beso, con el alma loca,
milagrosamente palpitó de amor.
Que dulce es la boca, que ardorosamente
con besos ardientes hicimos saltar.
Hay, pero más dulce es la boca ardiente
de aquella que nunca podremos besar.