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EL EMPUJONCITO QUE ME HACÍA FALTA (PARA SEPARARME)

Hace siete años me casé. Demasiado joven, pero solo ahora lo comprendo. Mi esposo trabajaba en una compañía vinculada a los hidrocarburos, así que solía estar en campo durante veinte días y luego descansaba diez.

Si bien era juicioso y muy honesto, de un tiempo para acá siempre tenía una excusa. Se hacía de rogar, no tenía interés en mí. No había chispa y hacía que me sintiera fastidiosa cuando yo intentaba activar nuestra intimidad. Esa relación, de simples compañeros, me frustraba.

Aburrida de eso acepté un trabajo para comercializar equipos médicos, con el cual tendría que viajar a otras ciudades para visitar centros médicos. Eso mantendría ocupada mi mente y me oxigenaría un poco.

Una vez, en una capacitación que duró cinco días, pude conocer gente muy agradable. Confirmé lo helada que era mi relación de pareja. En las dinámicas de grupo todos parecían alegres, expresaban satisfacción, transmitían buena energía, tenían una actitud divertida. Lo cual me hizo sentir frustrada por mi relación con mi esposo.

Allí encontré a un conocido. Un compañero de facultad que se cambió de universidad en los primeros semestres.  Por cierto, el tiempo es implacable. Él ya no me pareció tan guapo como antes. Pero, para ser honesta, yo tampoco tenía aquel cuerpo de mis veinte.

Entonces nos saludamos cortésmente y hubo cierta sonrisa maliciosa, pues en la U nos coqueteamos bastante, aunque nunca pasó nada. De repente estábamos conversando delicioso. Acaparó toda mi atención desde principio a fin. Me contó que asesoraba médicos, me habló de sus vacaciones con su esposa e hijos en la Florida, de algunos excompañeros, etc. Él estaba enfocado en su trabajo y su familia; y yo, yo ni sabía ni qué decir.

De pronto, me ofreció tomar una cerveza. Yo no bebo, me sienta muy mal, así que pasé la vergüenza de rechazarle la invitación. Sin embargo, allí seguimos conversando y quizás me confié, tuvo que haber notado mi admiración cuando le veía tan orgulloso de su esposa y me hablaba de lo feliz que eran. Sentí cierta envidia, una amarga frustración. Sin duda debían tener una gran relación.

Entonces cambié el tema. Pregunté si podría relacionarme con su empresa, a lo cual respondió que sí y que me compartiría un portafolio de su negocio. Entusiasmada le pedí el portafolio prometido, pero me propuso traerlo si le aceptaba la cerveza…

Terminé tomando cuatro cervezas, luego de las cuales se despidió. Dijo que dejaría en la recepción los documentos, pero insistí en pasar a recogerlos a su habitación, antes que saliera de nuevo. La verdad, estaba entusiasmada con el negocio, y temí que luego se le olvidara o que ya no lo viera. Así que subimos por los documentos. Ya allí, buscó entre su equipaje.

Yo vestía algo formal, aunque un poco ajustada. Y me sorprendí un poco al notar que él fisgoneaba mi busto. Intentó disimularlo, pero lo pillé. Aunque me acomdé rápidamente, para impedírselo, eso me hizo sentir atractiva, con poder sobre un hombre. Vaya, pensé, hace tiempo no me sentía… Obvio, me gustó ser deseada.

Diría que fue la cerveza lo que me llevó a actuar un poco receptiva; pero no, sé perfectamente qué me empujó a soltarme así. Recibí el portafolio y, en lugar de retirarme, me senté a chequear.  Le pregunté si había agua, como quien no quiere irse. Él se sonrió, un poco sorprendido, pero de inmediato revisó el minibar.

Había vino y me propuso una copa. Así que la acepté. Y a falta de copas, usó unos vasos plásticos para servirlo, con los que brindamos por el proyecto y el reencuentro.

Después de un sorbo, tras un leve choque de miradas, muy expresivo, se me acercó. Entonces me dijo:

—Sabes, estás muy guapa, nunca antes, ni cuando estábamos jóvenes, te sentí tan atractiva.

—¿Será la actitud? —pregunté para mis adentros. Dicen que la actitud puede ser más sexy que un escote o una linda figura. Igual, como fuera, me sentía seducida, adempas, sin saber qué decir. Así que sonreí generosamente y dejé que mis ojos hablaran por mí. Levanté el vaso y de nuevo bebimos.

No supe en qué momento quedó tan cerca de mí, tan cerca que un irresistible pero delicado magnetismo unió nuestros labios.

Nos besamos sin parar.

Fue tan apasionado que no recordaba esa sensación. Me sujetó fuerte por la cintura. Su respiración estaba agitadísima. Todo fluía. Caramba, me besaba con ganas, suave y duro, luego olfateó mi cuello y ya sentía mi entrepierna contrayéndose y humedecida.

Cuando abrió mi blusa me cuestioné. Ese paso sería definitivo. En mi mente luché con la mujer decente que siempre fui. Y esa otra mujer frustrada le reprochó a mi otro yo por la vida sin gracia que traía: —¡Para qué tanta entrega y abnegación!

Hace tanto que no me sentía tan deseada, que no me resistí. Dejé que aumentara el ardor en mi sangre y pronto su rostro se acomodó en mis tetas, las cuales lamía y chupaba como un ternero hambriento.

Me sentí muy mujer, diva, llevada por la locura.  —Pues que valga la pena —me dije a sí misma.

Una de mis fantasías era sentirme sucia, indecente, ofreciéndole sexo oral a un hombre guapo y desconocido. Ver que le he provocado intensa excitación, tanta que lo desesperara, y disfrutar de un pene grandote, duro, parado por y para mí. Quise retarme, darle rienda a mi morbo, así que recostada en el sofá me deslicé hasta su entrepierna y me dispuse a satisfacer mi curiosidad y el deseo de verme perversa.

Como desabroché su pantalón descubrí un penesote. Grande como un chorizo ibérico y muy paradote. Era más que todo grueso, duro como lo más. Se veía rosadito, limpio. Su glande parecía una pequeña fruta, de un color uniforme y brillante.  Sentí el impulso de besarlo. ¡Muchas ganas! Y así fue, se lo besé. Lo lamí y chupé como extasiada, como si me esclavizara a él.

Sus muslos se tensaban. Mi lengua ansiosa no paraba de lamer. Y el jadeaba, como padeciéndolo y gozándolo a la vez. Eso me excitaba más y más. Tanto que casi no notaba que estaba sujetándome por el pelo. —¡Quiero metértelo ya! —me decía con su voz entrecortada. Pero yo quería chuparlo hasta sentir las pulsaciones cuando expulsa el semen. Su cara de éxtasis me enloquecía, él insistía en meterlo y me vencieron las ganas de comérmelo todo con mi vagina.

Me acomodé con los muslos muy abiertos. Sentí vergüenza porque no me había rasurado. ¡No estaba en mis planes! Pero él, sin reparos, en vez de penetrarme se puso de cara entre mis muslos y empezó a lamer mi coño como desesperado.

¡Santos cielos! Parecía como si no hubiese estado con una mujer por años. Abrió mis labios con sus dedos, lamía todo adentro y merodeaba aquel botoncito durito y sensible. ¡Carajo! Yo me sentía perversamente excitada. Sujeté su cabeza por el cuello y se la empujé hacía mi coño. Él no dudo en restregársela en su rostro, se untaba de ella. ¡Qué morbo verle untarse mi vulva húmeda en su cara! Maldita sea, me sentía increíble, emocionantemente puta.

Luego fue más dominante y puso la cabeza de su penesote en mi cosa que ya estaba empapada. Me erguí un poco para observar. Aquella cabeza rosada frotó los pliegues de mi vulva y lentamente se hundió en mí. Por lo grueso se atascó un poco, pero se echó atrás, sacándolo todo, y lo intentó otra vez. ¡Ufff!… —¡Eso es! —le dije. Quizá desafié su ego y de un buen envión lo metió todo, hasta hurgar mi útero. Qué puta soy. Pude comérmelo todo y en vez de sentirme culpable, me sentí orgullosa.

Era tan rico ser penetrada por esa verga. Aquel tipo estaba muy arrecho.

Me cogió como le dio su gana, me puso bocarriba, llevando mis rodillas contra mis tetas, abriendo mis piernas cual antena de televisor. Sentí miedo. Con esa vergota podría 'empalarme'. Pero cerré mis ojos, para experimentar la agonía y el placer de recibir todo su palo dentro de mí. Y así fue, me entraba apretado, hurgaba duro, punzaba, y en cada retroceso el muy imbécil se devolvía con más fuerza.

Luego, con sus manos fuertes, como garras de águila, me puso en posición de cuatro. Y su pelvis golpeaba contra mí, mientras yo sentía que esa puta verga me punzaba adentro. Un dolor que me intimidaba un poco, pero a la vez me retaba y me proporcionaba el gusto de sentirme cogida como había deseado, muy accedida, usada, ultrajada. Me complacía tanto.

Creí que iba a descargarse, entraba y salía de forma compulsiva, estrellándose contra mis nalgas de forma tal que hacía campanear mis tetas caóticamente. Fue tan salvaje, mi cabeza estaba echada atrás pues él tiraba de mi pelo y de mi vagina salían pedos cuando se detenía, la tenía llena de aire de tanto bombear.

Entonces liberé una de mis manos para acariciar mi clítoris. Me estimulé mientras el seguía hurgándome con ese chorizote, y de pronto una sensación de vértigo me ocupó toda. La tensión en mi entrepierna se concentró, extendiéndose por todo mi abdomen, y solté un gemido agonizante mientras me agazapaba, con los ojos cerrados y viendo no sé qué detrás de mis párpados.¡Ufff!  Me viiiine, de una manera exquisita. Qué hermosa sensación. Fue tan intenso como un huracán y quedé tan serena como un lago, como si se hubiese soltado un nudo enorme… No recuerdo haber sentido algo así antes. Santos cielos…

Pero él no había llegado. Seguía dándome con esa cosa dura. Así que respingué más mi trasero y con mis manos abrí mis nalgas para que observara mis orificios con ningún pudor. Y dio resultado, la desvergonzada maniobra disparó su morbo. Su expresión transmitía tensión. Se encorvó más. Su mandibulada estaba desencajada. Sus párpados estaban medio caídos y jadeaba como agonizando... Y de repente sentí aquellas contracciones, mientras se quejaba como una bestia agonizante. Su pene descargó su salvia tibia dentro de mí, y en poco comenzó a escurrir desde mi vagina…  ¡se vino!

Y se echó de lado, como un toro herido.

Esa faena se extendió hasta las seis de la tarde. Recuerdo que terminé acariciándome mientras él chupaba mis tetas y se masturbaba. Y se vino en mis nalgas, que parecieron gustarle bastante a pesar de mis estrías. Fue tan morboso y tan maravilloso sentirme así.

Caída la tarde me levanté temblando y tomé una ducha. Al revisarme al espejo noté unos chupones en mi cuello. ¡Madre mía! Y mis senos ni se diga, tenían marcados los arcos de sus mordidas. Fui a mi habitación y busqué la blusa más tapada para asistir a la presentación de la noche. Moría de vergüenza. A pesar de mi cabello suelto, no había forma de ocultarlo. Así que al terminar la presentación me encerré en la habitación.

Esa noche, al recordar todo, me excité… y me masturbé. Pero no como en esos días solitarios de insatisfacción y amargura, sino con la lujuria de esa tarde. Mi vulva estaba muy sensible y su boca estaba marcada en mi cuerpo. Amé todo eso. Hoy recuerdo esto como una de las mejores experiencias de mi vida. Al final me separé y decidí no volver a conformarme con poco.

(Si te ha gustado mi historia, regálame un me gusta y chequea mis otras historias).

HHelena

Soy mujer heterosexual

visitas: 2799
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2022-05-27 07:55:30
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27 Comentarios

No todo puede ser el sexo

2023-06-02 10:32:41

Qué delicia como escribes!!

2022-12-06 00:19:56

Excelente relato, se compenetra uno tanto como si lo estuviera viviendo, felicitaciones

2022-10-01 15:51:56

Buenas tardes Buen relato muchas gracias Estás en Bogotá? Se ve que eres una persona muy chévere rico conocerte

2022-09-18 20:35:03

Indudablemente la redacción ha sido excelente, tu narrativa impecable se sintió como si estuviera allí

2022-09-10 13:42:10

Ay, mujer... qué historia. Yo también tengo un par de años separado. Qué tal si nos conocemos?

2022-06-28 22:53:56

Maldita sea... me tocó jalarle el cuello al ganso!!!!

2022-06-28 22:47:47

Uy... y pensar que en esa situacion estan miles de casados y casadas. Tener una relacion duradera les parece más importante que ser felices

2022-06-28 22:12:37

QUE COSA MAS RICAS TUS PALABRAS, ME HICISTE PARAR TODO, CON MI PENE COMO TESTIGO

2022-06-28 02:52:31

Me dejaste en apuros.....

2022-06-24 22:56:03

Gracias por compartirlo. Porfa pasanos mas por el grupo... estan muuuy calentones ;)

2022-06-24 22:38:31

Me gustaria saber más detalles... Se puede? DM?

2022-06-24 22:25:28

Que buena experiencia. Te recomendamos una relacion que acepte con naturalidad el instinto, las necesidades de cada uno, para que haya un ambiente de verdadera sinceridad. El exceso de posesion lleva a la hipocresia y la traicion...

2022-06-24 21:56:18

Me encanto!!! Publica mas!!!

2022-06-24 21:41:25

Mooooe buuueno jaja

2022-06-21 16:38:16

Guau... enloquecedor!!! <3

2022-06-15 04:45:13

Excelente relato, la descripción detallada fue sensacional.

2022-05-31 20:04:31

Hola que relato más agradable, se nota que esa canita al aire te dejo bastante satisfecha,un cordial saludo desde barranquilla

2022-05-30 04:44:04

Hola, muy buena historia, felicitaciones, solo faltan unas lindas fotos

2022-05-28 03:51:17

Hola, muy buena historia, felicitaciones, solo faltan unas lindas fotos

2022-05-28 03:47:12

Hola, muy buena historia, felicitaciones

2022-05-28 03:39:51

bravo fue lo mejor que hisistes, separerte de alguien que no supo darte el plcer que toda mujer merece

2022-05-28 01:46:44

Me gustó mucho tu historia. Muy bien relatada, sencilla, con las palabras precisas, pero atrayente y, lo mejor, muy excitante.

2022-05-27 19:02:17

Felicitaciones!! Excelente descripción y relato… detallas todo de una manera sensual, deliciosa y muy excitante. Muy bien escrito.

2022-05-27 18:34:15

deliciosa esa historia, contada con maestría y talento ...

2022-05-27 12:26:04

Ufff... Terminé delicioso mientras leía. Gracias !!!

2022-05-27 12:22:09

Que gran relato, espectacular!!

2022-05-27 12:15:11

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