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Mr. A

El viejo se encontró con un nuevo amigo, alguien que conoció por internet. Se tomaron un café, conversaron de una y otra cosa y luego entraron a un hospedaje barato, casi clandestino, en una casa vieja y que a pesar de los ambientadores olorosos a flores, despedía un olor a viejo, a casa abandonada. La habitación que les dio el empleado era de un color verde espantoso, con unas vetas dibujadas en azul, con cortinas doradas, descoloridas por el sol.

El viejo experto mamador, se agarró a chupar la mediana de dotación de su nuevo amigo. Mientras lo hacía recordaba que, en sus años mozos estudiaba en un instituto técnico, donde sus padres lo pusieron a estudiar con algunas comodidades. Su memoria lo llevó a la primera vez. Una tarde de lluvia, con mucho frio. Salió del instituto y cuando arreció la lluvia, a unas pocas cuadras, se protegió en un toldo de esos que ponen en los frentes de los negocios. El negocio del toldo salvador era una joyería y el señor joyero muy amable hizo seguir al joven, adentro estaría mejor.

El hombre le mostró el negocio, lo hizo sentar y procedió a cerrar la puerta de la calle. Allí solos, el joyero comenzó a tocarlo, pasándole la mano por la espalda, por la entrepierna, por las nalgas, le mostró su pene erecto y luego se lo dio para que lo chupara, lo guiaba para que fuera aprendiendo. Lo sentó en las piernas y empezó a bajarle la mano por las nalgas. El joven emocionado se dejaba hacer y seguía las órdenes tala cual le decía el joyero. Le bajó los calzoncillos hasta la rodilla, lo hizo poner las manos en la parte media de la vitrina y le untó en el asterisco una crema, le metió el dedo y el ardor lo hizo gritar, le metió el pene hasta el fondo, sin condón ni nada.

El joven gritó del dolor y luego fue sacando su culito hacia atrás, fue cogiendo el ritmo y el gusto, hasta que el señor joyero termino dentro de su recto. Lo hizo sangrar. Miró qué le había untado como lubricante y era crema dental. Duró visitando al joyero cada vez que sentía ganas de chupar o de clavada. Terminó sus estudios en el instituto y entró a trabajar en una empresa. Pasivo completo, reservado, algún día se casó y tuvo descendencia, pero la familia nunca sospechó nada. En la empresa tenía sus machucantes pero eran secretos, clandestinos.

Solía ir a cabinas de video, a laberintos, y ahí aprendió a lamer cucas escurriendo semen. Se ofrecía para hacer limpieza post-coito. Mientras su nuevo amigo lo clavaba disfrutó recordando su vida sexual.

candido-bueno-rico

Soy hombre heterosexual

visitas: 987
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2022-06-09 00:03:58
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2 Comentarios

Super, buen relato.

2022-06-09 16:18:59

Muy original y erótico. Gracias !!!

2022-06-09 01:04:35