En una reunión swinger, donde la música y los tragos de licor estaban en el ambiente... llego la hora de los bailes eróticos, los besos y las caricias.
El anfitrión de la casa, era un tipo tatuado, grande y acuerpado. Sus brazos se veían que había sido el resultado de horas de gimnasio.
A mi esposa la vi, charlando mucho con él, luego los vi besándose, él le cogía las tetas, le manoseaba el panochito, hasta que la penetro.
Entre tanto sexo, mi esposa me confesó, que el tatuado se le comió el culo y que ella lo había disfrutado. Hasta que le lleno el culo de leche.
La miré y le dije... Muy arrechita la niña... y soltamos la risa y nos dimos un abrazo.
Porque yo también había disfrutado de un buen sexo con otra dama...
La filosofía del swinger, es pecar en pareja...